martes, diciembre 20, 2005

No Me Crucifiquen

Desde hace años, cuando el médico pediatra Miguel Arango Soto inició una campaña contra la manipulación de pólvora por parte de los niños, la sociedad y los medios de comunicación se comprometieron con ella hasta llegar a la unanimidad. Yo mismo, en mis escritos y durante once años en la radio, he puesto todo el empeño para ayudar a difundir el mensaje.

Ahora no digan que me deschaveté, que estoy desvariando, que soy un voltiarepas, irresponsable, que si me embobé y me voy a tirar en tanto trabajo adelantado, y lo único que pido es que lean mis razones, las analicen y luego pueden decir si tengo razón o definitivamente soy una mula. La idea es que no me crucifiquen sin terminar siquiera de leer el articulito, que harto tiempo hay que dedicarle para que quede siquiera legible.

Resulta que después de tanto tiempo, tengo que desembuchar un entripao que mantengo contenido contra toda mi voluntad: Reconozco públicamente que me hace mucha falta la polvorita para celebrar las fiestas de fin de año. Espere, espere, no se salga de la ropa querido lector. Recuerde que tengo 50 años y dejé de ser niño hace poquito. Ya puedo decir que soy un adulto, no mayor, advierto, pero dejar las tradiciones es muy tenaz. Además, los niños no leen periódicos y menos las pendejadas que yo escribo, aunque algunos papás a veces les transmiten mensajes que envío para que los mocosos tomen conciencia y aterricen en la realidad. Espero, en todo caso, que nadie vaya a comentar delante de infantes que este humilde escribidor está promoviendo la tragedia de ver niños en el pabellón de quemados del Hospitalito. Con los que habrá el año entrante en las elecciones parlamentarias es suficiente, y sobra.

Empiezo por decir que nuestros mayores deben reconocer –sin desconocer que ellos fueron criados de igual manera y por lo tanto si hay que echarle la culpa a alguien no queda sino escarbar en el pasado hasta encontrar el responsable-, que entregarle una gruesa de papeletas, una de buscanigüas, cuatro pliegos llenos de totes y tres silvadores a cada mocoso mayor de siete años para que los quemara a su gusto durante la noche de celebración, es un proceder que ahora no le cabe en la cabeza a nadie. No mas la prendida del hisopo bañado en ACPM -elemento indispensable para echar los globos-, era un peligro, y peor aun la apagada que era dándole contra el pasto y pisándolo. Ni hablemos de los diablitos que hacíamos al desenvolver las velitas romanas, que eran pitillos rellenos de pólvora forrados en papel navideño, y hacer caminitos con el peligroso elemento para después prenderlo por un extremo y disfrutar de la llamarada resultante. Hago énfasis en que eso sí era una irresponsabilidad.

Lo que pasa es que los recuerdos de aquellos momentos inolvidables, de esas navidades tan auténticas y tradicionales, de la unión familiar y sobre todo del olor a marrano chamuscado y de pólvora quemada, quedó grabado en nuestra mente y al menos yo, no he podido borrarlo. Ahora es impajaritable para nosotros hacer un muñeco de año viejo al que le metemos una buena carga de pólvora. Porque no nos digamos mentiras, pero ese monigote sin el peligroso elemento es como un jardín sin flores, o como un hombre sin cachos. Compramos los elementos necesarios, conseguimos ropa vieja que no sirva ni para regalar, y la carga detonante se hace utilizando guantes de carnaza especiales, una sola persona y con todas las medidas de seguridad.

Vea hombre, es que entregarle pólvora a un niño es inconcebible, pero igual es prestarle el cuchillo de la cocina, darle un frasco de baygón para que se entretenga, o pedirle que baje una olla con agua hirviendo del fogón. Se trata de sentido común. Lo de ahora es muy distinto y un castillo o un lanza bengalas, por ejemplo, es un espectáculo muy bello para que los menores lo observen desde una distancia prudente. Y si los voladores los echa una sola persona, con mucho cuidado y sin tragos, son el resumen de toda nuestra cultura navideña y fiestera. Ni hablar de la culebra de papeletas a media noche.

Pero es que todo el mundo no tiene la misma responsabilidad y se emborrachan y olvidan las reglas, van a enrostrarme muchos. Es cierto, pero igual manejan rascaos y con toda la familia entre el carro, hacen tiros al aire o se dan machete, y no los controla nadie. Lo que pretendo es que vendan pólvora a los adultos, como el licor y los cigarrillos, que el comprador llene un formulario controlado por la ley donde pueda comprobarse que es una persona responsable y con cierto nivel cultural, y de ser necesario, que firme un compromiso ante un juez y si se quema un zambo en la casa, lo enchiqueren un año por bruto o descuidado. Si cambian las leyes para otras vainas, pues que le metan el diente a esta humilde proposición.

La pólvora es costosa y la gente ignorante gasta la plata del mercado comprándola, y una solución es que la administración municipal mande a cada comuna un espectáculo bien bonito para que lo disfruten todos. No tiene que ser nada suntuoso, sino una echada de pólvora como la de cualquier vecino, pero bien tabliada.

viernes, diciembre 16, 2005

EL KIT COMPLETO

Ahora anda todo el mundo, al menos los que tienen modo, pensando qué les van a dar de Niño Dios a los hijos. Porque al regalito para fulano, el cual casi siempre es por compromiso, toca echarle cabeza pero casi siempre es por salir del paso. A los chinos de ahora hay que hacerlos aterrizar porque aspiran a unos regalos desproporcionados para el presupuesto familiar, y es una oportunidad para que entiendan de una vez por todas que la cosa no es tan simple como escribirle una carta al Niño Dios, que es como prefiero llamarlo porque es el nuestro tradicional.

Los muchachitos sueñan con los juegos de video, un computador personal, algún aditamento para ese PC, un reproductor de música, teléfono celular, televisor de pantalla de plasma, o cualquier otro aparato bien sofisticado y sobre todo venenoso de costoso. Nada de balones, patines, triciclo o juguetes en general.

Pues fíjense que yo tengo una propuesta bien novedosa y sobre todo económica, para revivir el espíritu navideño y enseñarle a los pequeños a divertirse sanamente, y de una vez contribuir a mantener vivas nuestras tradiciones. Y lo mejor, el costo es mínimo y vamos a divertirnos todos al recordar aquellos juegos de antaño que aparte de ser maravillosos, no cuestan nada a comparación de lo que vale cualquier cacharro electrónico. Seguramente a los chinos les va a parecer una ridiculez y se van a salir de los chiros cuando se encuentren con ese mundo de mugre, pero con unos pocos que se interesen en el asunto, basta.

Pongan pues cuidado: La idea consiste en redactar un pequeño manual con instrucciones y anexarle cada uno de los materiales para desarrollar los diferentes juegos. Lo mejor, es que va a ser el papá o el abuelo el encargado de instruir al menor, porque estas cosas no las recuerda sino quien tenga unos 40 años o más. Empecemos por uno bien simple. Basta con una bola de caucho, o de tenis usada, y explicar cómo se juega aquello de hacerla rebotar contra una pared mientras cumplimos ciertas paradas como: Con una mano, con la otra, sin mirar, en una pata, en la otra, media vuelta, vuelta entera, etc.

Pasemos al trompo. Aquí se requiere de por lo menos 4 elementos: Uno bailarín estilizado y liviano, el tradicional y una marrana o trompo puchador, para cuando usted pierde y los demás tratan de sacarlo del círculo de juego a los golpes; o hasta a llegar a partirlo con el herrón. Me falta la piola, que es indispensable. Otra entretención es el balero o coca, que consiste en una esfera de madera con un agujero, amarrado a un palito de donde se coge para tratar de ensartarlo por el hueco; es cuestión de pura práctica. También está el yoyo con todo tipo de piruetas: Ponerlo a patinar, hacer el perrito, el columpio, media vuelta, la vuelta al mundo y lo que quiera innovar.

Sigo con el jazz. Una bolita y varias fichas, parecidas a la cruceta de un carro, y consiste en hacer rebotar la bola para recoger primero una ficha del piso y atrapar la bolita antes de que toque el suelo; luego 2 fichas, 3, 4 y hasta donde la habilidad lo permita; eso sí, solo con una mano.

Ahora que a los muchachitos les gusta bailar, conseguimos unas mangueras plásticas y hacemos los ula ula; a mover la cintura para sostenerlo y cuando le coja el tirito, hacerlo subir y bajar. Unas tiras de pica pica de colores, instrucciones para su tejido y cómo hacer llaveros, fuetes, etc. Elementos necesarios para fabricar cometas, usando sin excepción engrudo y palitos de guadua pulidos a mano. Un trozo de lana anudado en los extremos para hacer figuras ensartándolo entre los dedos de las dos manos, separadas unos 30 centímetros.

Una docena de canicas, o bolas de cristal, para jugar pipo y cuarta, al hoyito y a los cinco hoyos (recordar frases como esconda el mocho, becao y hacer la 17 sin usar el 5). Cómo armar una marrana con un carrete de hilo de madera, un palo de bombón, un trozo de vela y un cauchito; y no olviden hacerle muescas a los bordes del carrete, para que la marrana tenga tracción. Conseguir un recorte de tubo delgado de aluminio, explicar cómo se hace el zeppelín y a disparar con los popos o bodoqueras. Los zeppelines también sirven para empacar minisicuí, que se elabora revolviendo sal de frutas con azúcar. Indispensable también enseñar a preparar tiraos, bananos congelados, a disfrutar de una comitiva o un paseo de río.

Y que no falte la fabricación del carro de balineras; basta con una tabla, varios listones, puntillas, 5 rodamientos usados (uno para que gire el timón) y un pedazo de piola. Reglas y condiciones para jugar cuclí, guerra libertadores, chucha y otros esparcimientos de entonces.

Por último, si un mocoso se rompe el fundillo practicando una de estas entretenciones, no me llamen a ponerme quejas. Y si el zambo no quiere saber nada de ese mundo de chucherías, que se friegue. Imaginen a los adultos al otro día cerveciando mientras gozan en una competencia de trompo, balero y yoyo, al tiempo que las señoras ensayan a sostener el ula ula al ritmo de una buena música.

miércoles, diciembre 07, 2005

La Satisfacción de Compartir

Siempre con la misma cantaleta, pero me impuse como obligación tratar de tocar el corazón de tantos que aunque tienen con qué pasar unas fiestas generosas, sin faltarles nada, se olvidan de que la mayoría de sus conciudadanos sufren y no saben lo que es un momento de solaz o esperanza. Porque muchos necesitan este recorderis para decidirse a hacer algo por el prójimo, pero siempre lo dejan para mañana y cuando se acuerdan, ya estamos a mediados de enero; claro que una ayuda siempre será bienvenida, pero alegrarle la cara a un niño, a un viejo o a cualquiera, así sea por una noche de fiesta y jolgorio, con cualquier paquetico para abrir a la hora de la llegada del Niño Dios, es un momento ideal para sentirse muy bien mientras disfrutamos esa noche tan especial con nuestros allegados. ¿Y qué tal brindarle a una familia pobre una buena cena con todos los adornos y arandelas?

Miren en los escaparates y la ropa que no se ponen hace 6 meses es porque ya no les gusta; ¿y de esos pares de zapatos cuántos utiliza?... recuerden que muchos no tienen con qué cubrirse los pies. Los mocosos de ahora son resabiados y solo utilizan sus prendas preferidas, y el arrume de mudas sin estrenar puede servir de regalo para un niño de escasos recursos. Y qué decir de la avalancha de juguetes que adornan las estanterías de la habitación, y los que están guardados porque ya no hay espacio, y el triciclo que se quedó pequeño, y los patines que pasaron de moda... Escojan, siempre con la ayuda y consentimiento de sus hijos, organicen y limpien el juguete hasta que parezca nuevo, empáquenlo con mucho cariño y vayan a entregarlo a quien corresponda.

Puede ser en el Hospitalito, una obra social, para los hijos de uno de sus empleados. No importa quién lo reciba, pero que sea alguien sin recursos que de verdad lo necesite. Basta con dedicar un sábado para entre todos hacer una "policía", como dice mi mamá, y esculcar a ver qué puede servirle a los demás; seguro que van a llenar varios talegos con cosas que a alguien le parecerán maravillosas.

Somos muchos los que por una u otra razón no vemos televisión en las horas de la mañana, y mucho menos si se trata de un programa presentado por Jota Mario, pero se pierde uno de cosas buenas como el corto espacio que tiene un manizaleño que nos dicta cátedra acerca de la generosidad y la entrega al prójimo: Jaime Eduardo Jaramillo, conocido en el mundo entero por rescatar los niños de la calle que viven en las alcantarillas. Papá Jaime le dicen, y ahora dedica casi todo su tiempo a dar conferencias y charlas en diferentes países, mientras mantiene sus ojos alerta para que la Fundación Niños de los Andes, su gran obra, funcione como debe ser.

Es bueno reconocer, además, la labor que cumple su hermano menor Alberto aquí en Manizales, quien a pesar de no recibir ni un solo peso de la sede principal, ha dedicado más de 15 años a sacar la obra adelante, con la ayuda de manizaleños pudientes que prefieren el anonimato pero que siempre están dispuestos a compartir y colaborar. Mientras tanto Fernando, el odontólogo, atiende los cientos de niños y muchachos que pasan por la Fundación con un cariño y una entrega total. Me gustaría preguntarle a don Jaime y a misiá Clementina con qué alimentaron esos muchachos de chiquitos, para que hubieran salido con semejante corazón.

En una de sus intervenciones televisivas Jaime Eduardo tocó el tema de los cuartos de San Alejo, los cuales no deben existir. Un mundo de chécheres estorbando mientras alguien puede darles el uso adecuado. Entonces llamó una señora a decir que tenía una silla de ruedas destinada a una mujercita que hizo la solicitud, para una niña de doce años que la requería. Ella solo quería donarla pero Jaime insistió que lo acompañara a entregarla, para que sintiera en carne propia la satisfacción de ayudar y compartir. Después de muchas disculpas, al fin la convenció y salieron para el barrio más lejano de Ciudad Bolívar.

Al llegar al tugurio, por unas calles sin alcantarillas y olores nauseabundos, encontraron a una muchachita de doce años que se arrastraba por el piso como una culebra, lo que le tenía destrozada su pequeña figura. Jaime la levantó, la acomodó en la silla y propuso que la llevaran a dar una vuelta y aprovecharan la mañana soleada. Al salir, la pequeña empezó a gritar como loca y aunque pensaron que era retrasada mental, la mamá les informó que era de felicidad porque hacía por lo menos 8 años que no salía al aire libre.

La dama que hizo la donación empezó a llorar desconsoladamente y Papá Jaime le dijo que suponía que esas lágrimas eran de satisfacción. Pero la señora respondió que de ninguna manera, que sentía un dolor indescriptible de pensar que esa silla estuvo tantos años en el garaje de su casa acumulando polvo, mientras esa niña se arrastraba por un piso de tierra como cualquier animalito.

Ahí les dejo esa historia para que nadie eche en saco roto la promesa de esculcar a ver qué podemos compartir en esta navidad.

Una Trampa Mortal

Para los menores no existe una diversión, entretenimiento, juguete o cualquier otro programa mejor que bañarse en una piscina. Unos más que otros, pero es difícil encontrar alguno que no le jale a ese programa. En cambio para los adultos la piscina es el mejor adorno, es refrescante a la vista, sitio ideal para que las señoras se tiendan a broncearse, fenomenal para sentarse a su alrededor a tomar trago y chismosear con los amigos; claro que tiene el inconveniente que las damas se acuestan a leer una revistas de farándula o se tapan la cara con una visera, y cada dos minutos alguna de ellas solicita a los señores que repitan el cuento que acaban de tratar. Después de escucharlo, el resto, pero una por una, hacen la misma petición. Y a diferencia de los infantes, a los adultos poco les gusta ingresar en el agua, a no ser que haga un calor infernal o que un mocoso lo haga meter para jugar con él. Quien la utiliza para hacer deporte la aprovecha mejor, porque definitivamente es un adorno y juguete cuyo mantenimiento es costoso y no deja de presentar varios tipos de inconvenientes.

Los muchachitos pensarán que las piscinas han existido siempre y que en cualquier finca tiene que haber, así sea pequeña, porque hay que ver la desilusión que sienten cuando llegan y no la encuentran. Es bueno que sepan que ese lujo es reciente, porque cuando yo estaba pequeño la metida a la piscina era muy esporádica; en las fincas y haciendas ni pensaban en tenerlas, ya que dichos predios eran lugares para producir plata y explotar sus potenciales, pero poco interés tenían sus dueños en hacer ese tipo de inversión. Para que se entretuvieran los mocosos ahí estaba el cafetal donde podíamos jugar guerra o escondite, árboles para construir casas, caballos para montar, las caucheras para tirarle piedras a lo que se moviera, alguna quebrada para pescar bagresapos o sabaletas y otro millón de entretenimientos a los que no había que hacerles mantenimiento ni invertirles un solo peso.

Como los niños siempre han sentido una fuerte atracción por jugar con agua, en aquellas viejas fincas había algunas opciones muy llamativas. Lo primero, es que casi siempre la casona estaba construida muy cerca de un río o una quebrada; la gente le preguntaba a los viejos por qué teniendo en sus predios unos morros con una vista espectacular como para haber levantado la construcción allí, preferían un roto donde no había ninguna panorámica; ellos, con su filosofía ancestral, respondían que era mejor subir a mirar que bajar a beber. Porque recordemos que entonces no había motobombas ni nada parecido para subir el agua hasta una altura considerable; en el río hacían una improvisada bocatoma que recogía el líquido para llevarla hasta la casa por gravedad. Y lo más raro, es que a nadie le hacía daño esa agua y solo la hervían para preparar los teteros.

De manera que el baño era en el río, siempre supervisado por un adulto, y si la finca era cafetera contaba con un estanque donde se almacenaba el agua para el lavado del café, sitio ideal para disfrutar de un buen baño; poco nos importaba que dicho estanque estuviera lleno de renacuajos y malezas, porque lo único importante era tener dónde chapalear. Los más acomodados construían en el patio una alberca, que es la misma piscina pero sin enchape de baldosa, ni andenes de granito alrededor y mucho menos planta de purificación; por lo tanto había que echarle una buena lavada con cepillos y bastante jabón antes de llenarla y ese programa era mejor que el mismo baño posterior. Luego, como novedad, empezaron a llegar las piscinitas de inflar donde nos entregaban una manguera con un buen chorro de agua helada, y no había mejor entretención que esa para la tropa de muchachitos.

En cambio en las haciendas ganaderas había un peligro inminente que causó muchos accidentes mortales, y era el famoso baño de garrapaticida que consistía en un corral con un embudo, en el cual construían un estanque lleno de agua con veterina o los químicos necesarios para que la res pasara nadando y así quedaba impregnada. Pero en cualquier descuido, un pequeño se arrimaba a jugar con el agua y al caer al pozo, se ahogaba inexorablemente porque el piso estaba lleno de lama y no había de donde prenderse para ponerse a salvo.

Ahora los inconvenientes. Los papá del niño que no sabe nadar deben estar a toda hora echándole ojo y después de una noche de trago y parranda, muy madrugados salen a perseguir al muchachito para que no se arrime al agua; en las fincas yo abro el ojo a las diez de la mañana y cuando me levanto, los veo más aburridos que el diablo bostezando y ojerosos. Los progenitores deben almorzar por turnos porque mientras el uno bolea cuchara, el otro debe supervisar la piscina. Nada más jarto que un culicagao gritando cada segundo para que vean la maroma que aprendió a hacer, y el peligro que representa cuando empiezan a tirarse dando vueltacanelas y saltos mortales, porque la cabeza les pasa a centímetros del borde. Como contraprestación, no existe mejor solución para que a los zambos les dé hambre y duerman como angelitos.

Malicioso Que Es Uno

Los medios de comunicación y quienes trabajan en el oficio de la televisión, protestan con toda energía contra la medida que proponen para el Tratado de libre comercio, donde esperan que más de la mitad de la programación de los canales de televisión abierta, en el horario estelar, se componga de enlatados gringos. Lo que faltaba. Aquí se producen programas de excelente calidad y para gran parte de la población esa es la mayor entretención, sobre todo los que no tienen la opción de recibir televisión por cable. De la grabación de una sola telenovela viven 60 familias. Nuestra identidad cultural también se vería afectada ante semejante despropósito y debemos unirnos para impedir que nos metan ese gol.

Nosotros nos criamos viendo enlatados gringos y no puedo negar que disfrutamos mucho de ciertos personajes. Lo que pasa es que uno pequeño goza con todo y el ratico que nos sentábamos frente a la caja embrutecedora era a divertirnos con Giligan o el Super agente 86, para hacer un homenaje de una vez a esos dos actores recientemente fallecidos. Puede comprobarse dicha tesis porque ahora vemos una pendejada de esas y a pocas le encontramos alguna gracia. Además, empieza a echarles cabeza a muchos cabos sueltos que nunca nos cuestionamos, pero que ahora nos ponen a hacer conjeturas.

Claro que con los años uno es más corrompido, malicioso y suspicaz, y hace poco resolví hacerme unas preguntas que ruego a quien tenga la respuesta, o pruebas de que mis sospechas son infundadas o maliciosas, me lo haga saber. Empecemos con los investigadores privados de entonces, tema que ocupaba la mayor parte de la programación. El tal Bareta, que después resultó acusado de pasar al papayo a la mujer (muchos quisieran hacerlo pero pocos lo consuman), debía ser más mariguanero que un embolador; una prueba a mis sospechas, es que la cacatúa actuaba de una forma muy extraña, diciendo pendejadas y colgándose de las patas, lo que debía ser provocado porque esa pieza vivía llena del humo que desprenden los cachos de bareta. Lo que llaman una japonesa.

Sigamos con Magnum. Ese tipo era un conchudo y abusivo, porque después de que un millonario amigo lo dejaba ocupar una pieza en semejante quinta, el baboso sacaba el Ferrari del garaje y se iba a levantar viejas. No me explico a qué horas resolvía los casos, porque si no andaba de flirteo estaba en su cuarto beneficiando a la damisela de turno. Y el inglés flemático y zalamero que hacía las veces de administrador de la mansión, acompañado de un par de perros, no hacía más que echarle vainas y reclamarle por su comportamiento disoluto. Para mí que el tipo era marica, porque de lo contrario hubiera puesto la condición al inquilino que él comía callado si le llevaba una hembrita para participar en la rumba. Magnum, con esa pinta, podía llenar una buseta en media hora.

El viejo Barnaby Jones contaba con la vitalidad de un muchacho, y una lucidez mental que envidiaría cualquiera. Había que verlo correr como una gacela y después ni siquiera jadeaba. Tampoco usaba pistola porque maniataba al bandido más alentado con una llave inglesa y lo dejaba fuera de combate. Ahora que recapacito, a lo mejor era canoso pero no tan viejo; porque cuando uno tiene 12 años un tipo de 50 le parece un anciano.

Nunca he sido celoso, pero debo confesar que la traga de mi mujer por el doctor Kildare (Richard Chamberlain) me mantenía como maluco. Después, cuando hizo el papel de cardenal en El pájaro loco... no, perdón, es El pájaro espino, ella quedó medio desmayada de la emoción. Y hable de ese jediondo, y compárelo con todos los hombres, y sueñe con verlo en cualquier revista. Por ello fue grande mi satisfacción cuando en una entrevista radial, estando el tipo ya viejo, reconoció que desde chiquitico sintió atracción por los hombres; como quien dice, que era más dañado que agua de florero o que era un pisco de ésos que compran un pandeyuca y se le comen el roto. Recuerdo que ella se puso furiosa ante semejante comentario pero después de corroborarlo con varias personas, no le quedó sino aceptar. De todas formas es divino, sentenció resignada.

No quiero dejar por fuera los personajes de las tiras cómicas. Por ejemplo Popeye deja muchas inquietudes. Para empezar, el mocoso Cocoliso está muy grande para arrastrarse por el piso como una culebra; ya debería siquiera gatear. Y nunca le han mostrado las piernitas, lo que hace suponer que es patitorcido o chapín. Además, nadie sabe de quién es hijo el zambo, porque el marino lo único que hace es darse trompadas con Brutus por gallinazo, pero a la langaruta ésa no le coge ni la mano. Tampoco es claro qué fuma en la cachimba que mantiene en la boca, que se parece más a un dispositivo para soplar basuco. El biógrafo de Popeye, después de años de estudio, asegura que el hombre no hace popó sino boñiga, por la comedera de espinacas, y hasta pudo descubrir a qué huele el miembro viril del sujeto. ¿Que a pescado?, no, a pesar de su profesión. ¿Que a jugo de espinaca?, tampoco. No señores, el pirulo de Popeye huele a aceite de Oliva.

¿Vida Fácil?

El oficio más antiguo de la historia del ser humano es la prostitución, y puedo asegurar que además no tiene cuándo acabarse. Siempre va a existir, en todos los rincones del planeta, y en diferentes formas y modalidades. Claro que lo que antes era actividad obligada de la mayoría de los hombres, visitar las casas de citas, con una clientela variada en capacidad económica y edad, ha perdido mucho auge porque con el libertinaje actual los muchachos no tienen que ir a "comprar cariño", ya que las sardinas lo aflojan desde que están púberes. Hace poco soñé que me encargaron un trabajo periodístico consistente en entrevistar una mujer dedicada a este oficio, y después de contactarla y advertirle que debía cuidarse con el vocabulario, empezamos nuestra charla.

Hice la primera pregunta y se despacha esa vieja en prosa, y no hubo quién la atajara. Lo primero fue indagar por qué les dicen mujeres de vida fácil. Esa mujer se fue encrespando y respondió: ¿Fácil dotor?, eso es lo más injusto que esiste. A quién le gustaría amanecer todos los días bailando, jartando trago sin ganas, metiendo vicio a las buenas o a las malas y arrancando p´a la pieza con todo el degenerado que aparezca. Puede ser feo, bonito, limpio, sucio, tarado, atarván, decente, oler a cañería, corrompido y usted no puede decir que no le agrada. Mientras tenga con qué pagar, figura atendelo porque de lo contrario la mandan a las patadas p´a la calle.

O será que es muy sencillo pasase una noche de frío en una esquina esperando que aparezca un marrano, y después tener que despachalo en el asiento de atrás de un Simca. Y los vergajos apenas se bajan la cremallera, pero a una le toca quitase hasta los aretes; y con ese frío tan espantoso. Lo pior es que los hombres con tragos no se vienen con facilidá y por eso dicen que tal cosa es más ademorada que polvo de borracho. Tampoco falta el día que en mitad del ajetreo aparece la tomba y ambos p´al calabozo.

Lo más injusto es que en las casas la dueña se queda con la mejor tajada, siendo que a una le toca poner toda la voluntá. Pero como el que tiene plata marranea, no queda de otra. Ella sentada jartando güisqui con los clientes jailosos mientras una bolea cintura, y toca dale participación, pagar la pieza, responder por los daños que haga el guache de turno -porque no falta el borracho que quiebra el acuario, se avienta en un sofá y le daña una pata o tumba una bandeja llena de vasos- y si le roban el rollo de papel de la pieza, la toballa o cualesquier otra cosa, por derechas se lo van descontando a una.

La gente cree que con ese oficio se consigue plata, pero qué va. Apenas alcanza p´a llevar algo a la casa cuando la dejan salir o cada mes que llega la regla y queda una fuera de servicio. El caso es que si se mama de que la esploten y logra ponerse al día con la doña, ensaya en la calle a ver cómo le va. Se acomoda en cualquier esquina y en menos de lo que canta un gallo aparece un vergajo a decir que esa manzana está ocupada y que si quiere trabajar, toca dale tajada a él por cliente atendido. Hágame el bendito favor. Chulos hijuemadres. Y ni modo de engañalo, porque tienen campaneros que la pistean y no le pierden paso, y onde trate de darle en la cabeza, el desgraciado la enciende a sopapos. A mí me tumbó varios dientes y si quiere le muestro el puente... la prósima vez me hago poner la chapa completa, aunque eso no puede notarse porque hay clientes muy corrompidos que apenas se enteran que una puede quitarse la dentadura, empiezan a inventar porquerías. Aunque una buena profesional no puede quitársele a nada y eso es como los aparatos que tienen los tacis, que según el tipo de servicio va marcando la tarifa.

Una vez me jui a trabajar a la costa porque quería conocer el mar y una amiga me dijo que en esos barcos llegan unos marineros más pispos que el diablo, monos y grandotes, que ni les interesa bailar porque no tienen idea, y que como traen una tupia de varias semanas, no demora nada el servicio. Y que no falta el que se encoñe con una y la saque a vivir juiciosa por allá en las estranjas. Luego viajé a Pasto, porque supe que es gente muy respetuosa y amable. Un día, llegó un zambito que había ahorrao para echarse el primero y me tocó a mí. Se quedó en pelota pero no quiso quitarse la ruana, y cuando le hablé del condón no entendía ni palabra. Entonces le expliqué que si se lo quitaba yo podía morime y el accedió de una. Como a los cuatro días apareció el cachetón ese con una cara de angustia... se cogía la barriga y los ojitos apenas le brillaban. Yo pensé que lo había pringao, pero el mocoso me preguntó:
- Oiga su mercé, no será que ya me puedo quitar ese cauchito, porque está que se me revienta la vejiga, pues.

Si será bruto e inorante ese montañero.

Promociones Engañosas

No hay derecho que en este país cualquiera haga trampa o se pase la ley por la galleta sin importar que perjudique a los demás. Nada más cierto que aquello que asegura que hecha la ley, hecha la trampa. Por ejemplo aquí recomiendan un contador por ser un mago tributarista y le inventa mil marrullas legales para que usted pague lo mínimo en impuestos; claro que como el contribuyente sabe que la mayoría de su aporte va a parar al bolsillo de los corruptos, prefiere hacer las piruetas para dejarlo mejor en el suyo.

Un asunto que se presta para meterle el dedo en la boca al consumidor, es con las promociones engañosas y la publicidad amañada. Parece mentira, por ejemplo, que al emitir una ley que ordena a quien publicite cualquier tipo de promoción, sea necesario obligarlo, en el mismo aviso, a advertir que la oferta aplica restricciones. Si es en televisión, el asterisco donde aclaran qué tipo de condiciones tiene la publicidad aparece al final, en una letra ilegible y no demora en la pantalla más de dos segundos. El que alcance a leerlas es un mago. Cuando se trata de folletos, desprendibles o cualquier medio escrito, lo acomodan en un rincón bien escondido, escrito en una letra de tamaño diminuto que a mi edad es necesario tener una lupa a mano para enterarse. Las gafas no alcanzan para leer el mensaje (los bancos son unos magos para este tipo de acomodos). Pero la peor burla es en la radio, donde locutores muy bien entrenados, porque no me explico cómo hacen, explican las restricciones a una velocidad que aunque dicen todo lo que les exigen, es imposible que alguien entienda una sola palabra. Inaudito que no exista una dependencia de control que evite este tipo de atropellos.

Escuché la queja de un señor que mientras veía televisión escuchó un comercial de una empresa de telefonía fija, donde promocionaban el minuto nacional a un precio muy favorable, pero el de la comunicación con el exterior estaba todavía más barato. Entonces resolvió que como él tiene algunos familiares y amigos en el exterior, iba a aprovechar la oferta para darles a todos una llamadita y reportarse. Hizo cuentas y hablar con España salía regalado, y a Estados Unidos aún mejor. Por fortuna recapacitó y decidió comunicarse primero para confirmar cómo es el cuento de las tarifas que ofrecen, y la vieja le dijo que en el comercial dicen las restricciones, y que la principal es que el cliente tiene que haber hablado como 300 minutos en el último mes para tener derecho a utilizar la promoción. El pobre tipo pudo haber quedado embarcado en una cuenta impagable. ¿Cómo no va a ser esa modalidad una sinvergüenzada?

Con regularidad sale en los periódicos del fin de semana una página llena de promociones de viajes a diferentes destinos, con unos precios que antojan a cualquiera. Usted hace cuentas y multiplica ese valor por dos, porque toca llevar a la mujer, y no ve la hora de que sea lunes para llamar a una agencia de viajes. Entonces allí la promotora le explica, con mucha sutileza, que debe advertirle algunos costos adicionales que van a subir un poco el valor del viaje.

Por ejemplo usted se antoja de ir a Punta Cana, en República Dominicana, y de lo primero que debe enterarse es que esa promoción tan atractiva es por solo tres noches y cuatro días, y en habitación cuádruple. Como ya hice ese curso, viajar un sábado para regresar el martes no vale la pena y entonces a pagar más para que la habitación sea doble y un buen billete por cada una de las noches adicionales, hasta completar las 7 de la semana. Segundo: ¿tienen pasaporte vigente? ¿no?; entonces a sacar el suyo y el de aquella; fotos, impuestos, etc. Luego hay que solicitar la visa, que incluye los trámites que hace la agencia, y siga sumando. ¿Tampoco tienen pasados judiciales?, bien pueda ir al DAS porque es requisito impajaritable.

Falta sumarle al valor del tiquete aéreo las tasas de aeropuerto, el sobrecargo del combustible ($60.000 si es nacional y 45 dólares internacional). El IVA: Nacional el 16% e internacional el 8%. Impuesto por salir del país unos 60 verdes cada uno, y de allá para acá es lo mismo; la bobadita de US$240. Sin tarjeta de seguro médico no pueden viajar y póngale que cueste unos 30 dolaretes por cabeza. Además, falta sumar el impuesto y el seguro hotelero. Y lleve de todo porque en el hotel no necesita ni un peso para comer y beber a gusto, pero si olvidó por ejemplo la crema dental, allá hay unos almacenes muy cucos, pero el tubo de pasta vale 8 o 10 de los verdes. Y la foto con dos guacamayas en la cabeza, otros 10. Y las propinas que reparte uno cuando está copetón.

En conclusión, cuando vea ese tipo de ofertas mire bien, porque siempre dice "a Punta Cana DESDE US$699". Y no se haga ilusiones hasta consultar en su agencia de viajes de confianza, porque con seguridad allá sí le van a advertir todas esas arandelas que los tramposos de marras omiten ante las narices de las autoridades, a quienes les importa un pito que engañen a la gente.

Infancia Precoz


INFANCIA PRECOZ.
Al paso que vamos los muchachitos van a nacer sabiendo inglés, comiendo solos, caminando y haciendo popó en el inodoro. Parece increíble lo que sirven los métodos de estimulación que reciben los bebés desde que están en la barriga de la madre, y ni hablar de la cantidad de vainas que les enseñan en las guarderías y jardines. No puedo imaginar a una mamá de nuestra época alumbrando con una linterna el vientre gestante, o poniéndole música clásica, porque como vivían embarazadas, qué tiempo iban a tener de ponerse en esas enguandas. Luego nacía el muchachito, lo envolvían en una cobija como un tabaco impidiéndole cualquier movimiento durante varios meses (antes no hay más tullidos) y así lo mantenían hasta que nacía el próximo, y defiéndase solo mijo que se le acabó el reinado.

Al colegio entrábamos a los 7 años, sin pasar por guardería, preescolar 1, 2 y 3, para luego hacer transición y así llegar a kinder, que es donde nosotros empezábamos. Claro que si hubiera sido por las mamás, hubieran zampado los mocosos desde los 2 añitos al colegio, pero tampoco había recursos económicos para semejante gasto que representa pagar tantos niveles escolares antes de que el zambo empiece en serio la primaria. En todo caso los muchachitos de ahora son impresionantes de avispados y entendidos, y hacen unos comentarios que lo dejan a uno con la boca abierta.

Mi hermano Daniel y su mujer adoptaron hace un poco más de 4 años a Pedro Luis, un niño muy bello y entendido. Con el paso del tiempo el pequeño presentó algunos comportamientos anormales y detectaron que se trata de un caso de autismo leve. Pero hay que ver lo que influye un diagnóstico a tiempo, el trabajo de los terapeutas que lo tratan, el compromiso del colegio y sobre todo, la paciencia y entrega de los papás para seguir las instrucciones de cómo manejar al muchacho. Hoy en día es otra persona y me parece que ya se está pasando de avispado y sociable. Hace poco estuvimos en una finca y ensillaron unos caballos para que montara quien quisiera. Entonces mi hermano le propuso a Pedro que fueran a dar una vuelta, y aunque el niño se mostró nervioso, sin pensarlo dos veces se encaramó en el animal. Durante el recorrido disfrutó como un enano y en cierto momento preguntó sobre la utilidad de esos lazos que llevaba el jinete en las manos. Cuando el papá le enseñó que se trataba de las riendas y que sirven para frenar el caballo, el mocoso miró por todas partes y volvió a indagar:
- ¿Papi, y dónde queda el clutch?

Yo tengo muchos años y nunca conocí a un muchachito más avispado y entendido que Felipe Escobar, el hijo de unos muy buenos amigos. Tiene 3 años y medio pero actúa y se comporta como si fuera de 7. Desde muy pequeño, cuando los papás salen de viaje lo dejan con la abuela materna en una casa campestre cerca de Cartago. Allí el niño ha desarrollado una personalidad arrolladora y el aprendizaje sobre las labores del campo es total; porque la abuela en vez de meloserías y mimos, le tiene asignada tareas definidas como alimentar las gallinas, recoger los huevos, encerrar los perros, darle comida a los peces y hay que verlo al caer la tarde persiguiendo los pollos y tirándose en paloma a cogerlos para encerrarlos. Además, le tranca y lo mantiene a raya, porque de lo contrario ese chino se la traga viva.

En su última estadía viajaron a Cali a visitar un pariente y en cierto momento Felipe alcanzó a ver el arma de dotación del encargado de la seguridad de la señora. El tipo la escondió rápidamente pero el mocoso ya tenía la curiosidad y le preguntó si esa pistola sirve para matar locos. Con mucha discreción el guardaespaldas le dijo que ni riesgos, y el zambo insistió en que si entonces sirve para matar ladrones. Tampoco, le respondió el empleado, y le dijo que era solo un requisito que él debía cumplir pero que nunca la había utilizado para nada de eso. El culicagao se queda mirando con cierta malicia y le comenta:
- Oiga Julio… ¿y no será que sirve contra las abuelitas regañonas?

En estos días mi mujer atendió el timbre de la puerta y se encontró con Felipe que venía a preguntar por mí. En ese momento yo estaba dormido porque me encontraba algo indispuesto y el niño le pidió que si lo dejaba entrar para poderme ver personalmente. Como un adulto discreto entró sin proferir palabra, me observó un momento y salió comentándole a la empleada que lo acompañaba que lo que sucede es que yo ando como enfermito. Mi relación con ese niño ha sido especial y nos tratamos de locos, chifloretos y patanes, lo que a veces hace que reciba regaños por parte de sus mayores. Llamé al papá a conversar alguna noche y el muchacho desesperado para que le pasaran el teléfono porque quería saludarme y cuando pasó, yo le dije de primerazo: “Quiubo careguatín”. El chino pensó una fracción de segundo y como no reconoció la palabra guatín, supuso lo peor y me respondió: “Quiubo carehijueputa”.