lunes, enero 26, 2009

El Cerrejón (I).

Salir a vacaciones y poder pasear durante ese lapso es algo que le gusta a la mayoría de los humanos, y más si ese descanso coincide con el asueto de los hijos, amigos y allegados. Y se queda uno abismado cuando en el mundo entero hablan de recesión económica, de una quiebra general que según algunos superará la de los años 30, y en nuestro país la gente no cabe en los balnearios, sitios de recreo y demás centros turísticos. En los negocios a la vera del camino no dan abasto para atender tanta demanda, y quienes conocen el negocio de las agencias de viajes aseguran que no es fácil conseguir un cupo para cualquier destino turístico en el exterior. Así somos los colombianos y a lo mejor por ello nos catalogan como uno de los pueblos más felices del mundo, porque mientras los demás andan preocupados por las noticias económicas, aquí nadie se despeluca hasta que no tenga en el bolsillo siquiera con qué envenenarse.

Viajar y conocer es un gusto innato del homo sapiens, y así como vacacionar en una playa sin la menor preocupación, dándole gusto al ojo y al paladar es un programa digno de sibaritas, también es bueno dedicar tiempo a conocer y recorrer sitios de interés. Así fue como este año pude visitar un lugar del que oigo hablar hace unos 30 años, y tenía gran curiosidad por corroborar personalmente todos esos datos interesantes y abismales que comenta todo aquel que lo recorre. Me refiero a la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, dato que de por sí ya despierta mi interés.

Desde hace 3 años nos invitan a una finca localizada en un lugar privilegiado, porque a pocas cuadras de allí desemboca el río Buritaca en el mar Caribe. Localizada en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en un día despejado pueden observarse desde la casa los majestuosos picos nevados que se constituyen en los de mayor altura en cercanías del mar en toda la geografía del planeta. Como en las ocasiones anteriores tuvimos la oportunidad de visitar el Cabo de la Vela, Manaure y sus salinas, el Parque eólico, Uribia y Riohacha, en esta temporada buscamos la forma de programar la visita a la renombrada mina. Por fortuna nuestro anfitrión en La Adelina es Gabriel Pinedo, quien pertenece a una familia mitad Guajira y mitad Samaria y por lo tanto conoce al dedillo todos los vericuetos de la región.

Gabriel y sus hijos son atentos, serviciales y amables, y sin atosigar a sus invitados hacen lo posible para que todos la pasen bien, siempre con la consigna que allí cada quién hace lo que le provoque. De manera que gracias a sus contactos conseguimos el permiso para visitar la mina y hacer el recorrido que ofrecen a los visitantes, para el cual debe cumplirse con ciertos requisitos. En un cómodo bus y con la dirección de una guía especializada quedamos gratamente impresionados, pero sobre todo descrestados con las descomunales cifras que conocimos.

Cerrejón genera 5.343 trabajos directos (60% de La Guajira, 29% de otros lugares de la costa atlántica y 11% del resto del país) y otros 10.434 empleados trabajan por intermedio de empresas contratistas. Sin duda es la ciudad más moderna, organizada, cómoda y bien dotada de todo el país, porque es fácil suponer que un ingeniero europeo no se viene con su familia a vivir en medio del desierto, en un país subdesarrollado, si no es a residir en un pequeño paraíso que colme todas sus expectativas.

Después de firmar nuestro gobierno el contrato en 1977 con un consorcio extranjero, ellos se encargaron en un principio de los estudios de exploración durante 3 años (77-80); después vino la construcción de la infraestructura que demoró 5 años (81-86); y por último el contrato de explotación y producción que empezó en 1986 y que en un principio iba hasta el 2009. Sin embargo, en 1999 postergaron la explotación de la mina por otros 25 años, lo que corre la fecha para que todo ese montaje pase a manos de Colombia a partir del año 2034; el 15% de los ingresos son para nuestro país mientras recuperamos el control de la mina, y lo mejor es que cuando ellos se retiren todavía habrá material para extraer durante otros cien años. Otro dato interesante es que si en 1986 se exportaron 2.2 millones de toneladas de carbón, en el 2007 la cifra aumentó a 30 millones.

Los depósitos de carbón ocupan una extensión de 69.000 hectáreas y cuando se observa uno de los agujeros de explotación no quedan palabras para expresar sus dimensiones. Es común que comparen esos grandes espacios con canchas reglamentarias de fútbol, pero en este caso no puede echarse mano de tal herramienta. Con decir que al recorrer las vías lo que más impresiona es el tamaño de las volquetas, que mueven en cada viaje 320 toneladas de material, pero al verlas al fondo de la mina parecen carritos de juguete. Igual sucede con las grandes palas y demás maquinaria gigante; por cierto los vehículos pequeños, normales para nosotros, cuentan con una antena larga que contiene varias banderas de colores, con el fin que los conductores de los monstruos mecánicos no los pisen como a cucarachas.
pmejiama1@une.net.co

lunes, enero 19, 2009

Castigo divino.

Debe ser algo relacionado con el daño que le hemos infligido a la atmósfera terrestre para que a los humanos nos den tantas alergias y problemas en la piel. Después de criarnos al aire libre, sin echarnos protector solar u otro tipo de cremas para proteger la piel expuesta, además de que teníamos en la casa toda clase de mascotas, durante mi niñez a ningún muchachito le daba alergia. Al que se insolaba le echaban por la noche aguardiente con maicena, el zambo chillaba, le daba fiebre y nadie podía tocarlo, pero al otro día estaba de pelea.

Llegábamos a la casa ensopados después de un aguacero, porque el juego era correr por las cunetas en contra de la corriente, meternos debajo de los chorros que bajaban de las canales de los techos, y rara vez nos daba gripa o resfriado. El polvo no nos hacía ni cosquillas, porque viajábamos en la parte de atrás de una camioneta por las carreteras destapadas, donde el polvero nos dejaba rucios y con una capa de mugre que solo salía con estropajo y piedra pómez. El perro y el gato dormían en nuestra cama, debajo de las cobijas y allí dejaban pelos y pulgas. Y ni un estornudo. Lo único que nos atacaba eran los forúnculos o nacidos, los cuales eran una delicia para mi mamá que los maduraba con calor húmedo y procedía a abrirles la “boca” con una aguja desinfectada, para destriparlos hasta sacarles la madre.

De unas décadas para acá, los muchachitos pasan sus primeros 5 años enfermos. Cada que entran a la guardería, después de un receso, se les prende una infección que los pone a moquear y a toser sin compasión. Los papás no saben qué camino coger, los pediatras cambian las recetas a ver si le pegan al problema, en el kínder tratan de separarlos para evitar el contagio, pero nada vale porque los chinos salen de una gripa para entrar en otra. Entonces toca llevarlo donde un especialista en alergias quien después de hacerle unas pruebas, recomienda que deben salir de la mascota, comprar una aspiradora especial que recoge ácaros microscópicos, le prohíbe los alimentos enlatados, yogures, salsas y demás productos catalogados como “gatillos” de la alergia. Y así pasa el tiempo hasta que el culimbo crece y se alivia, mientras el resto se pregunta si lo que tenía era gripa o rinitis.

Existen personas que no pueden visitar una ciudad húmeda, como Manizales, porque deben tener a la mano una caja de pañuelos desechables para escurrirse la nariz a cada momento. A otros les pasa lo contrario, como un amigo que viaja a Bogotá a visitar la mamá en vacaciones y se queda hasta que se jarta de sonarse las ñatas. Hay productos que se relacionan directamente con el estornudo, como la pimienta, y a casi todo el mundo le hace daño respirar el polvo que se acumula en los sitios cerrados. Lo que llaman olor a guardado.

En mi familia ha habido muchas alergias y mi madre puede dictar conferencias al respecto. Muchos años aplicándose pequeñas dosis de medicamentos para combatirlas porque le hacía daño hasta el esmalte de las uñas. Por fortuna de pequeño no heredé ese problema y solo ahora de viejo me vinieron a salir dichos achaques. Hace tiempos colegí que la lechona me producía una fuerte alergia porque después de empacarme un buen plato de ese manjar, me llenaba de ronchas, los ojos casi se cerraban por la hinchazón y la garganta empezaba a obstruirse, lo que me obligaba a tomar un medicamento para evitar la asfixia. Pues resulta que debido a que ese plato típico es muy pesado, siempre lo pasaba con un par de Alka Seltzer y esos eran los que me hacían daño. Después de estudiar el asunto, resulté alérgico a cualquier medicamento que contenga ácido acetilsalicílico.

El asunto se maneja fácil porque basta con hacer la advertencia, aunque no ha faltado el despistado que se olvida y debe pasar su buen susto, pero desde hace unos seis meses me apareció la misma alergia y con la ayuda de mi mujer no podíamos descubrir el causante. Empezamos a descartar y al final solo quedaron el frío y el trago como posible causa. Con este clima tan espantoso y un frío que cala los huesos no cabía duda de que ahí estaba el problema, hasta que me fui a un paseo al sector del kilómetro 41 y al otro día amanecí como una mazorca. Una semana después el destino fue Girardot, y todos los días la misma vaina.

Así como en semana no tomo trago, en los paseos me los empaco todos porque de lo contrario no pego el ojo: que la almohada muy alta, la cama dura, el gallo que canta, el ruido a medianoche. Además que una tertulia a palo seco no pelecha. Entonces los amigos me dicen que cuál es el inconveniente si me tomo el medicamento y la alergia pasa, y les explico que el problema está en que soy muy sensible al antiestamínico y aparte del sueño que produce, me deja todo el día como una pelota. Ahí es cuando todos hacen el chiste trillado y preguntan en coro: ¿Más?

De manera que con dolor en el alma tomé una decisión: ¡dejé el medicamento!

martes, enero 13, 2009

Recomendaciones varias.

Siempre que alguien va a visitar una ciudad o región los amigos y allegados se encargan de recomendarle sitios que debe visitar, lugares interesantes, costumbres que puede desconocer y demás datos que seguro le serán de utilidad. Muy importante en estos casos la relación de negocios donde se puede comer bien, y ahí deben incluirse desde los restaurantes más encopetados hasta cualquier chuzo callejero que ofrezca viandas típicas o exóticas. Y es que usted llega a un sitio nuevo y le da miedo ensayar, porque si le encuentra cualquier reparo después de que haya consumido ya no hay nada qué hacer. Pocas cosas producen más rabia y desazón que pagar un mundo de plata en un restaurante y que la comida resulte maluca y desabrida, el servicio deficiente y en general que los comensales queden insatisfechos.

En esta temporada de ferias es común que muchos manizaleños alquilen o presten su casa o apartamento, porque prefieren salir de viaje para evitar la pelotera que se vive en la ciudad por estos días. Mientras tanto para los que llegan es muy cómodo disponer de una vivienda para ellos solos, porque si los anfitriones siguen en la casa no dejan de sentirse incómodos por estar de visita. Siempre es jarto eso de tener que madrugar a bañarse y vestirse porque le da pena que lo vean en pijama a medio día, y que a toda hora les pregunten si están amañados, qué piensan hacer hoy, cómo estuvo la rumba de la noche anterior y demás conversaciones postizas y acomodadas.

De manera que lo mejor es dejarles una buena empleada del servicio que les prepare desayuno y arregle la casa, ya que en ferias todas se van a medio día porque seguro tienen abono para asistir a corridas. Los anfitriones deben dejar además, en un lugar visible, una lista de teléfonos donde les puedan resolver cualquier necesidad con el servicio de domicilio. Una tienda o supermercado cercano para pedir lo del diario; un par de droguerías; el número donde puedan solicitar el servicio de taxi; y la mayor cantidad de sitios aptos para calmar un antojo, desde una bandeja paisa hasta unas empanaditas típicas. Y es que el ser humano es antojado de por sí, pero cuando anda de paseo y si amanece enguayabado, se convierte en el ser más perezoso, irresponsable y ocioso que pueda encontrarse.

Durante esta semana de rumba los restaurantes no dan abasto y por ello es mejor reservar con tiempo para asegurar el almuerzo, ya que son muchos los comensales que empiezan la fiesta desde el medio día para llegar copetones a la plaza de toros. Seguro que en el lugar le van a ofrecer que allí mismo le llenan la bota con su licor o preparado preferido, lo que puede salir un poco más costoso pero sin duda es cómodo y práctico. Para la hora del remate hay muchas opciones y en los mismos restaurantes contratan grupos musicales y shows especiales para mantener cautiva a la clientela.

Claro que el bolsillo se resiente con ese ritmo todos los días, y más si el visitante está acompañado de toda la familia, por lo que debe buscar opciones más económicas. Además, para cuando por algún motivo se anda corto de tiempo es mucho más ágil y práctico comer algo en un mecatiadero, y en ese campo sí que existe una variada oferta de viandas para todos los gustos. Es claro que las señoras se apuntan a venir a la feria, pero con la condición que la comida sea comprada porque si es a mantequiar y hacer oficio, mejor se quedan en la casa donde al menos dominan el terreno; nada más complicado que desempeñarse en una cocina extraña, porque se demora media hora para encontrar una cacerola. Preparar un desayuno se convierte en toda una odisea, sin contar la fuerza que se hace para que los mocosos no quiebren la vajilla o que algún borracho llegue a media noche a preparar huevos pericos y raye una sartén anti adherente. Porque no es sino que las cosas sean ajenas para que se dañen con mirarlas.
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Asombrados quedamos los manizaleños hace unas semanas cuando descubrieron una generosa cantidad de esculturas a lo largo de la Avenida Santander y el sector del cable. Y a quienes nos visitaron en estas festividades también les tocó inaugurar la muestra artística. Es lógico que este tipo de ejercicios cree polémica entre la ciudadanía, pero definitivamente el arte existe para eso: para que le guste a unos y a los otros les parezca horroroso. No faltará el sangriliviano que asegura que ni le va ni le viene. Por ejemplo a mí me parecen espectaculares. Tienen colorido, movimiento, armonía. Adornan la ciudad y le dan un aspecto cosmopolita.

Como todos los artistas el maestro Vallejo estará enseñado a recibir críticas por su trabajo, pero lo menos que esperamos todos es que sean críticas inteligentes, con sentido, sin que sea por sacarle pero a todo. Como el caso de un lector que escribe al periódico para comentar que dónde se ha visto un perro, un chivo, un caballo o un buey con esos colorines. Yo le recomiendo que conozca el arte cubista de Picasso y me diga dónde ha visto mamarrachos parecidos. ¡Y vaya cómprelos pues!