jueves, mayo 29, 2014

Charlas con mi madre.


Cuando alguien me pregunta, al comentar alguno de mis escritos, de dónde saco las expresiones, dichos, cuentos, apuntes de doble sentido y demás gracejos que acostumbro, respondo que todo es heredado de mi mamá. Pero dejo claro que no le llego ni a los tobillos, porque ella fue genial y espontánea, con una gracia innata y una forma de enfrentar la vida excepcional. A su vez ella recibió el legado de su padre, Rafael Arango Villegas, cuya obra habla por sí sola de su genialidad y fino humor. Hace cinco años murió la vieja y a diario la recuerdo, además porque tengo como muletilla repetir “como decía mi mamá” en medio de cualquier conversación.

A mi madre no se le podía ocultar nada porque tenía el sexto sentido muy desarrollado y definitivamente se las pillaba al vuelo. Le bastaba mirarnos a los ojos para saber que algo andaba mal; y al enterarse del asunto, por grave que fuera, nunca se escandalizaba ni armaba un escándalo. Prefería taparle a mi papá ese tipo de problemas para evitar que renegara y estirara trompa, y en cambio buscaba la forma de solucionarlos de la mejor manera. Siempre nos dio libertad y cuando adolescentes salíamos de noche, nos daba la bendición y respondía a quien le preguntara dónde estábamos: En la vida. Quiero revivir cómo fueron esas charlas con ella en diferentes situaciones, no sin antes advertir que aunque escogió mi nombre, siempre me llamó Pedro; vaya uno a saber por qué.

*Pedrito, a qué hora arrancan. Después de almuerzo, amá, voy a la casa de mi amigo y de ahí nos lleva el papá. Y quién más va o qué… Yo qué voy a saber amá, nos invitaron a tres compañeros del colegio, pero de resto ni idea. Bueno, tráigame el maletín yo reviso qué lleva. No amá, qué va; ya empaqué y fresca que eché todo. Venga a ver, qué es ese desgualete… métase la camisa y pásese un peine por esa cabeza. Ahorita… acaso me voy ya. Ojo pues, bien educado y se lava los dientes después de cada comida; y por la noche rece algo antes de acostarse… que no parezca un animalito. Tranquila má, eso me lo ha dicho mil veces. Pues se lo voy a repetir así no le guste; y tráigame la cartera le ajusto lo que le dio su papá. Listo amacita. Mucho cuidadito pues y que no los coja la noche al regreso.

*Sí ve amá, se lo advertí: hoy dijo el profesor de biología que mañana no deja entrar a clase al que no lleve el libro. Si lo van a usar se lo compramos con gusto, porque cuántos libros han dejado nuevos, sin siquiera abrirlos; en todo caso le aconsejo que no le diga a sus papá hoy, porque amaneció con el mico al hombro y está inaguantable. Entonces qué hago… después pierdo la materia y que conste que no es mi culpa. Vea Pedrito, no me venga con cuentos que usted pierde las materias es por maqueta; mejor espere a que el viejo amanezca enguayabado esta semana y ahí le pide la plata, eso no falla.

*Pedro… ¿esta tarde tiene algo importante en el colegio? Qué va má, lo mismo de siempre, ningún examen ni nada parecido. Entonces quédese abajo y sube cuando su papá se vaya para la fábrica; hacemos un perrito mientras oímos a Montecristo y después me lleva a Villamaría. Listo má, de una; ¿y eso a qué? Tengo que ir a donde Carmelita a ver si me tiene listas unas costuras y a dejarle otros encargos, y de una vez tomamos el algo por allá; unos chorizos bien sabrosos. Pa lo que no hay pereza amacita, si es con mecatiada mucho mejor; eso sí, esperamos a que llamen del colegio pa que usted conteste. Tranquilo, y ahorita mismo le hago la excusa; en todo caso que no se entere su papá porque nos mata. Fresca má, y mire a ver qué más mandados necesita.

*Venga mijo, dígame la verdad… ¿ustedes hicieron fiesta el fin de semana? No amá, cómo se le ocurre… usted de dónde saca esas cosas. No se me haga el pendejo que tengo varias pruebas; de manera que desembuche de una vez. Pues… la verdad es que vinieron unas parejas de amigos, pero fiesta fiesta, no fue; una reunioncita tranquila. ¿Sí? Y dígame por qué quebraron la imagen de la Virgen de encima de mi mesa de noche; con solo verla me di cuenta de que la pegaron de afán. Eso fui yo que salí del baño a las carreras y… No me venga con cuentos mijito que si hubiera sido así, usted guarda los pedazos para mandarla a arreglar. Bueno má, está bien, pero le juro que no hicimos nada malo. Noooo, me imagino que lo que hicieron fue muy bueno; en todo caso la próxima vez me piden permiso. Y que su papá no se entere.
A mi mamá le bastaba olernos para saber de dónde veníamos. Si habíamos comido albóndigas, decía: Vaya lávese esa trompa que huele a polaco. En cambio al que llegaba copetón y despelucao de “la vida”, le ordenaba: Báñese antes de acostarse y se restriega bien por allá. Esa cucha fue única e irrepetible.

jueves, mayo 22, 2014

Empleos en extinción.


Al hacer un balance de tantos empleos que han desaparecido con el paso del tiempo, la mayoría desplazados por la tecnología, puede deducirse que es una de las principales causas de los altos índices del desempleo actual; lo extraño es que en los estudios referentes al tema nunca la mencionan. La llegada de la cibernética resultó ser el puntillazo para miles de personas que se vieron relegadas de sus oficios por máquinas que cumplen las mismas funciones, a muchísima mayor velocidad y con escaso margen de error.

Un trabajo que subsiste porque no puede ser reemplazado, al menos por ahora, es el de empleada doméstica. Claro que las condiciones han cambiado en cuanto a horarios, salarios y demás derechos y deberes. Hoy en día es un lujo tener una empleada tiempo completo, a la cual debe pagársele salario mínimo, subsidio de transporte, seguridad social, pensión, etc., mientras que es más común contratarlas por días u otros horarios establecidos, los cuales son cada vez más reducidos. Y somos privilegiados, porque en los países desarrollados son pocos quienes pueden permitirse dicho gasto.

Me da golpe ver algunas empleadas que se quejan porque el trabajo es muy duro, lo que hace recordar a aquellas mujeres que se colocaban en casas donde la familia se componía de una docena de personas, en promedio, algo muy común en nuestra cultura. Pero sobre todo porque antaño el trabajo era más exigente, debido a que no tenían la ayuda de tantos electrodomésticos y productos de aseo que existen en la actualidad. Basta recordar la rutina diaria de esas mujeres, para preguntarse cómo daban abasto. La cocinera se encargaba de su labor con esmero, mientras la entrodera era responsable de mantener la casa como una tacita de plata; además de lavar y aplanchar montañas de ropa. En un principio solo tenían libre la tarde del domingo, pero luego se impuso que salían el sábado después del almuerzo y regresaban el lunes madrugadas.

Como no existían alimentos congelados, pre cocidos o elaborados, la fámula debía preparar todo en su cocina. Antes de acostarse dejaba la olla con el maíz cocinado para madrugar a molerlo, en un molino manual que no faltaba en ningún hogar; luego armar y asar las arepas en una parrilla con resistencias eléctricas, lo que era una novedad porque había aprendido en fogón de leña. Y preparaba arepas por cantidades, porque no solo se consumían al desayuno sino que eran infaltables para acompañar las comidas, para el algo, y además gustaban mucho a deshoras. De igual manera preparaba empanadas, tamales, tortas, pasteles, dulces y demás delicias.

Aquellas empleadas no contaban con esa variedad de aparatos y productos que facilitan ahora la cocina. Las neveras formaban unos bloques de hielo en el congelador que imposibilitaba la manipulación de los alimentos allí guardados, por lo que cada cierto tiempo debían desconectarlas para despejar el espacio. Recuerdo que llegaba a mi casa los lunes a medio día y al pasar por la cocina para robarme una tajada madura o una papa frita, encontraba el piso forrado con periódicos que entrapaban el agua que chorreaba de la nevera; la puerta abierta y todo el contenido en el poyo mientras la limpiaban por dentro.

A la entrodera sí que le tocaba duro. Tendía camas, recogía ropa sucia y toallas, arreglaba baños, pasaba la escoba, sacudía el polvo, organizaba el desorden, ponía la mesa y la recogía, pasaba los platos, etc. Los pisos eran de madera y para mantenerlos relucientes, una vez a la semana dedicaba tiempo a su cuidado: primero virutiaba con un trozo de esponja metálica que restregaba con el pié mientras llevaba el ritmo como cualquier bailarina, luego aplicaba la cera y después de que secara, procedía a brillar con una trapeadora; después llegaron las brilladoras eléctricas para facilitar esa labor. Todos estábamos advertidos del día que enceraban, porque quien entrara descuidado seguro que paraba las patas al primer paso. Otro día lavaba vidrios, lo que hacía con periódicos viejos, agua y alcohol. Y pasaba las tardes en el lavadero con la ropa, la cual colgaba a secar en unas cuerdas en el patio; y cada que lloviznaba corría a recogerla.

El señor que arreglaba los prados llegaba siempre antes de medio día para lograr almuerzo. Todas las casas tenían antejardín y patio trasero, prados que recortaba el hombre con una máquina manual que producía un ruido muy particular; un machete, la lima, el rastrillo y un costal para recoger la basura completaban su herramienta de trabajo. Cada cierto tiempo iba un tipo que hacía ciertos oficios pesados como limpiar tapetes, los cuales colgaba en el patio y golpeaba con una escoba; se subía al zarzo a coger goteras, lavaba el garaje y cualquier otra cosa que resultara.
Esas labores se hacían bajo la dirección de la patrona y ella misma participaba en algunas, como cuando resolvía hacerle una policía a los clósets. En mi casa compraron un adminículo para aplicar la viruta, que consistía en una plataforma pesada debajo de la cual se acomodaba la fibra metálica, y un palo como de escoba para manipularlo. También servía para jugar, porque uno se paraba en la plataforma, se acurrucaba, se agarraba bien y un hermanito lo jalaba con el mango de madera. Otro de nuestros improvisados juguetes.

martes, mayo 06, 2014

Espías modernos.


Las nuevas generaciones no sabrán de qué se trata eso de la Guerra Fría, ahora que el término ha recobrado vigencia. Pensarán que se trata de una zaga del estilo de La Guerra de las Galaxias, de un conflicto en el Círculo Polar Ártico o de una competencia comercial entre dos multinacionales productoras de helados y paletas. En cambio para nosotros el final de ese conflicto tácito entre el bloque Soviético con los países de la Cortina de Hierro, contra Estados Unidos y sus aliados de occidente, representó que se extinguieran las novelas, películas e historietas que basaban su argumento en el tema.

Empecé a cogerle gusto a la lectura con las novelitas de vaqueros que leía en el colegio, cuando en clase ponía el libro dentro del texto de estudio para fingir que estaba concentrado en las enseñanzas del profesor; todas eran igualitas, la misma trama, idénticos personajes y un final predecible, pero hacían pasar el tiempo a las volandas. Después aparecieron las de Ian Fleming, en las que el agente secreto 007, James Bond, participaba en las más apasionantes misiones del espionaje internacional. La edición presentaba unos libritos pequeños, alargados, redactados en un estilo muy particular que nos envolvía y entretenía. Después llegaron las películas con el actor británico Sean Connery, que sin ser el primero en personificar al sofisticado espía, fue el más recordado de esa primera época.

Pues ahora parecen querer reactivar el añoso conflicto porque los eternos enemigos se muestran los colmillos a diario. La diferencia radica en que ahora tenemos criterio y poder de discernir, a diferencia de antes cuando el cine de Hollywood nos lavó el cerebro y llegó a convencernos de que nombrar a los rusos era lo mismo que referirse al mismísimo Satanás. En aquellas películas los militantes comunistas se caracterizaban por torpes e ineptos, a diferencia del guapo, un espía de occidente, quien siempre llevaba a término las más emocionantes y arriesgadas misiones.

La historia de la península de Crimea es antigua y complicada, pero sus habitantes se consideran rusos porque el territorio perteneció a esa nación hasta 1954, cuando Nikita Kruschev se lo regaló a los ucranianos. Ante la pretensión de Rusia de recuperarlo Ucrania puso el grito en el cielo y buscó apoyo de la comunidad internacional, pero al darle al pueblo la oportunidad de decidir su destino, el 95% votó por regresar a sus orígenes. Entonces los países de Europa occidental se unieron a Estados Unidos para torpedear el proceso, como si la historia de esas naciones no estuviera basada en imperialismo e intervención; qué tal, el diablo haciendo hostias. Sin duda se interesan por esa región debido a su localización estratégica, porque de lo contrario ni siquiera opinarían.

Y a pesar del pataleo del gobierno ucraniano, del respaldo del presidente Obama quien de distintas formas ha tratado de disuadir a Rusia de la intervención, la señora Merkel que amenaza y pontifica, los demás mandatarios del grupo de los 8, la OTAN, Comunidad Europea y demás organismos por el estilo, el señor Putin viajó a Crimea y Sebastopol con la plana mayor de su gobierno, y procedió a solucionar los más urgentes problemas de esa región que ha soportado una larga crisis económica. De una vez cuadraron el reloj con la misma hora de la madrecita Rusia y también rebajaron el costo de los tiquetes de avión, para que los rusos se animen a vacacionar en las hermosas playas del mar Negro.  

Por otro lado los chinos con su nadaito de perro observan desde la barrera el rifirrafe entre los fuertes de occidente, sabedores de que su opinión ante cualquier enfrentamiento será tenida en cuenta por su poderío económico y militar. Está claro que todos los que meten la cucharada en el conflicto es porque tienen intereses económicos en esa región, ya que por allí cruzan muchos de los oleoductos que abastecen a Europa de petróleo; además están ariscos porque los rusos anduvieron de bajo perfil debido a una pobreza franciscana que soportaron durante varios lustros, situación que parece haber cambiado de forma radical.   

En todo caso de llegarse a reactivar el conflicto cambia definitivamente lo referente al espionaje, porque aquellos agentes secretos que debían meterse en la boca del lobo para obtener información ya están mandados a recoger. Ahora todo se controla desde una habitación atiborrada de equipos electrónicos y señales obtenidas por satélite, mientras unos genios teclean y observan sus monitores; intervenir teléfonos y demás comunicaciones es pan de cada día. Si un simple ciudadano desde un dispositivo puede localizar una residencia en cualquier lugar del mundo y además observarla desde la calle frente al portón de la casa, qué no podrán hacer quienes cuentan con toda la tecnología moderna a su disposición. Un hacker es capaz de leerle a cualquier mortal hasta los malos pensamientos.
El espionaje físico lo realizan los miembros de delegaciones diplomáticas y consiste en parar oreja cuando asisten a fiestas, cocteles y demás reuniones sociales. No sobrevive sino el recuerdo de aquellos queridos personajes: James Bond;  Míster Solo e Illya Kuryaki; el súper agente 86 Maxwell Smart y su compañera la agente 99; Los Profesionales, Doyle y Bodie, espías del CI5; y uno más reciente: Jason Bourne. A todos los borró de un brochazo el señor Snowden. O mejor, de un clic.