viernes, julio 25, 2014

Las pasiones.


No deja de deslumbrarnos la perfección del organismo humano, con esa cantidad de sistemas y de órganos que lo conforman, y todos trabajan de manera sincronizada para que las personas lleven una vida normal. Claro que mientras estamos aliviados nunca nos interesamos por saber cómo funciona esa máquina asombrosa, pero apenas presenta una falla empiezan las preguntas, el interés, el querer saber más acerca del origen de las dolencias. Es difícil determinar cuál órgano o sistema es el más perfecto, porque sería imposible decidirse entre los sistemas circulatorio, endocrino, digestivo o respiratorio; ni hablar del esqueleto y los músculos, la piel, el sistema reproductor, el linfático o el nervioso. Y qué tal los órganos de los sentidos o las maravillas que hace el hombre con sus manos.

Sin embargo el organismo de cualquier animal es igual de perfecto y ahí puede apreciarse que la capacidad de razonar nos da a los humanos la supremacía. La diferencia de nuestro ADN con el de los chimpancés es apenas del 1%, y esa pequeña ventaja está representada en la inteligencia humana. Un detalle que nos hace dueños del mundo, capaces de alcanzar unos logros que a nosotros mismos nos deslumbran. Y cualquier ser humano, si tuvo una adecuada alimentación durante sus primeros años, tiene ese don que la mayoría no aprovechamos por descuido o desidia. ¿Por qué si alguien aprendió varios idiomas, por ejemplo, no puedo hacerlo yo? Por falta de disciplina, de interés, de compromiso.

Lo grave es que utilizamos esa herramienta maravillosa de la inteligencia para cosas negativas y así aparecen las guerras, la destrucción del medio ambiente, la manipulación de los pueblos, el armamentismo, las mafias, la injusticia social, el abuso del poder, la corrupción y tantas lacras que sería imposible enumerar. Por eso los animales, a pesar de su desventaja, nos dan ejemplo con su comportamiento netamente instintivo; lealtad, solidaridad, nobleza, disciplina, obediencia. Una realidad indiscutible es que el hombre por naturaleza es bueno, pero la sociedad lo corrompe; y en los niños confundimos nobleza, honestidad, desprendimiento o ternura con inocencia.

Algo que no controlamos los humanos son las pasiones. Aunque innatas en nosotros, sin duda podemos aprovecharlas en su justa medida sin apasionamientos ni obsesiones. Cada persona tiene derecho a escoger una religión, un equipo de fútbol, un movimiento político, el nombre de sus hijos o la manera de preparar los frijoles. Lo increíble es que creemos que nuestra elección es la acertada y no toleramos que alguien piense diferente. Por ello es común que  alguien diga por ejemplo que le encanta el plátano maduro y salte otro a insistir en que es mejor el verde; y se enfrascan en una discusión interminable porque cada uno cree tener la razón, y son tan ilusos que esperan que el otro cambie de opinión al escuchar sus argumentos.

Existen temas determinados que avivan las pasiones y por lo tanto enfrentan a las personas hasta llegar al extremo de agredirse; el colmo de la insensatez, perder la vida por el fútbol, la política o la religión. En los tres casos los individuos asumen que son dueños de la razón y se olvidan de que los demás pueden preferir cosas diferentes. En la religión se presenta una intolerancia absurda porque es común que la mayoría de seguidores de un culto piensen que no existe una opción diferente a la suya y que quienes profesen otra están condenados al fuego eterno. Al menos en nuestro medio muchos se empeñan en convencer a los demás de las bondades de su fe y buscan la forma de agregarlos al redil, sin detenerse a pensar que muchos tenemos un concepto muy diferente de la espiritualidad.

Con la política sí que es espinoso el asunto. En nuestra larga violencia política han muerto miles de personas por el simple hecho de preferir un partido determinado. Por cierto, quedé preocupado en la reciente campaña presidencial porque muchos de los seguidores de uno de los candidatos no aceptaban que alguien prefiriera al otro y de inmediato lo tachaban de comunista, amigo de la guerrilla, apátrida y además imbécil. Algunos dirigentes de dicha causa le echaban china al debate, mientras los energúmenos seguidores aprovechaban las redes sociales para dar rienda suelta a su parcialidad. Me trajo a la memoria la Alemania de la década de 1930, cuando Hitler embelesó a todo un pueblo con un discurso incendiario y su nacionalsocialismo a ultranza.  

Y falta la peor de las pasiones: el fútbol. Cómo es posible que un muchacho salga para el estadio vestido con la camiseta de su equipo, y sin importar que este gane, pierda o empate, termine en la morgue. Quién puede entender ese absurdo, esa estupidez, semejante sinsentido. Ahora con las alegrías que nos dio la selección por su exitosa participación en el Mundial pudimos ver a toda una nación unida por el mismo sentimiento, algo imposible de lograr en cualquier otra circunstancia. Sin embargo al momento de celebrar la gente se enardece, pierde el sentido de la realidad, se desboca y deja aflorar su instinto salvaje. Es la estulticia es su máxima expresión.
Cuándo aprenderemos a respetar el gusto de los demás y a decir: me gusta así, prefiero aquello, escojo aquel, profeso, resuelvo, difiero, respaldo… pero sin menospreciar la escogencia de los demás. Es fácil.

Cultura general.


Imagino poder asomarme por un huequito dentro de cuatro o cinco décadas para ver cómo se comporta la sociedad de entonces. Porque sin duda estas nuevas generaciones tendrán que mostrar un comportamiento muy diferente a lo conocido hasta ahora, cuando todos sobrepasen los cincuenta años, ya que hasta la actualidad a nadie le había tocado criarse en un mundo basado en la tecnología. Hoy muchos jóvenes son sedentarios, cusumbosolos, huraños y poco sociables, porque a través de sus dispositivos electrónicos encuentran la manera de interactuar con sus semejantes. Seguro se notarán cambios significativos en la conducta de esas personas del futuro.

El mundo moderno ha encausado a los seres humanos a buscar el éxito profesional como la única meta a alcanzar, sin preocuparse de ningún otro tipo de conocimientos ni habilidades. Los jóvenes estudian hasta el cansancio y el triunfador es aquel que recibe el salario más abultado, sin importar que sea una persona vacía e ignorante en cualquier otra disciplina que no tenga que ver son su especialidad. Impresiona ver a un yupi que desempeña un alto cargo ejecutivo y ni siquiera sabe escribir; desconoce la ortografía y aún más la redacción, puntuación o sintaxis. El léxico que maneja da grima y no sabe lo que es cultura general, porque nunca ha leído un libro diferente a los que exige su profesión.

Un ejemplo de ese cambio puede verse en los médicos. Hoy, debido a los desbocados avances en ciencia y tecnología solo les queda tiempo para mantenerse al día en conocimientos, porque a diario aparecen nuevos medicamentos, prácticas quirúrgicas, protocolos y avances en radiología que facilitan los diagnósticos, todo lo cual deben estudiar y aprender a interpretar; también reciben avalanchas de información desde todos los rincones del planeta. Muy diferentes aquellos galenos de antaño que acudían todos a los mismos textos, con algunas excepciones de revistas y publicaciones que llegaban del exterior, y por lo tanto basaban sus diagnósticos en el trato directo con el paciente, el tacto, los síntomas, la experiencia; lo que llaman ojo clínico.

Además esos facultativos tenían tiempo para la lectura y muchos fueron verdaderos científicos, reconocidos escritores, intelectuales, investigadores; algunos dominaban varios idiomas, que aprendían por su cuenta, y otros eran además artistas -músicos, cantantes, escultores, pintores-, y les quedaba tiempo para otras distracciones. Regentaban familias numerosas, poseían finca y la manejaban ellos mismos, pertenecían a obras de beneficencia, tenían una vida social activa, eran cívicos y algunos le jalaban a la política. Lo más increíble es que al terminar el día hacían visitas a domicilio y en todas partes les ofrecían comida y trago; de manera que con regularidad llegaban a la casa jinchos de la perra y era común la obesidad entre ellos.

En cambio ahora son mayoría los que nunca ojean un periódico, no se interesan por la actualidad, les resbala cualquier manifestación artística o cultural, son ajenos al acontecer diario y solo les interesan los chismes, tener un buen carro, hablar de plata y mantenerse pegados a toda hora del teléfono móvil. Son ignorantes absolutos y lo peor es que no les importa, y muchos aducen que para qué sirve saber tantas vainas si cuando frunzan se les borra el casete. Pues no importa cuántos títulos tenga, en qué universidades del mundo haya estudiado o cuál sea su hoja de vida, mientras una persona no lea literatura nunca tendrá una mente cultivada. Todos los libros, unos más que otros, dejan alguna enseñanza. Por ello es común que al buen lector que acumula información en su cabeza, le pregunten con cierta regularidad cuando se refiere a algún tema: ¿Y usted cómo sabe? Porque sí, es la única respuesta posible.

Pero como quien no tiene la costumbre de leer es difícil que adquiera ese gusto cuando ya es adulto, hay otras opciones de adquirir conocimientos. Por ejemplo en la televisión está el canal Señal Colombia, donde pueden verse documentales, programas culturales, de arte, ciencia, tecnología y demás temas de interés; en la televisión por cable hay canales culturales que ofrecen una programación variada e interesante. En el correo electrónico y las redes sociales circula mucha basura, pero también se encuentran cosas maravillosas que ilustran y abren la mente a temas apasionantes; artículos de prensa recomendados, noticias sobre investigaciones y descubrimientos, asuntos de ecología y medio ambiente, tradiciones y costumbres de diferentes pueblos, etc. Y que nadie diga que no le queda tiempo para esas lecturas, porque si puede pasarse varias horas al día pegado del chat y de las redes sociales…           
A propósito de los médicos de antes a quienes les alcanzaba el tiempo para todo, recordé un hecho que causó revuelo en Manizales hace varias décadas cuando un organismo de control gubernamental llegó a la ciudad para revisar los horarios de diferentes galenos que, al hacer un balance de los contratos laborales que tenían vigentes, presentaban una agenda prácticamente imposible de cumplir por cualquier profesional. Uno de los médicos cuestionados fue el doctor Raúl Vallejo y cuando alguna vez comenté el asunto con su hijo –del mismo nombre y profesión-, dijo con mucha gracia que después de ese informe en su familia no podían entender cómo su papá, con semejante carga laboral, podía llegar todos los días a las seis de la tarde a joder a la casa.

Mundial en vitrina.


Sin duda el evento con más seguidores en el planeta es el Mundial de fútbol que se celebra cada cuatro años, porque hasta en los rincones más apartados de los cinco continentes hay aficionados que siguen el certamen en televisores y demás dispositivos electrónicos. Aún en países donde el fútbol no es popular, como Australia, durante el mes que dura el campeonato la gente se interesa por los resultados y las noticias que tengan que ver con la justa mundialista; con más veras ahora que su selección consiguió un cupo entre los clasificados, sin importar que ellos prefieran el rugbi y otros deportes. En nuestro medio la tricolor nacional despierta una pasión fuera de serie y son pocos los que no se interesan por los partidos; así pude comprobarlo con el pisco que cuida carros en el centro de la ciudad.

Quiubo dotor –me saludó apenas parqueamos-, cuente pues cómo ha visto el mundial. Porque le digo que no me he perdido ni un solo partido; por fortuna cuando hay júlbol la gente sale poquito y por lo tanto el voleo disminuye. De todas maneras yo les echo un ojito a los carros, aunque la verdá cuando juega Colombia ni rateros hay en las calles. ¿Qué cómo hago pa velos? Sencillo dotor, allí en la esquina hay un almacén de eletrodomésticos y en la vitrina tienen tremendo televisor, de esos que compran los ricos, y le cuento pues que esa vaina se ve como si uno estuviera en el estadio. Como lo mantienen sin sonido, un compañero trae una grabadora lo más de chévere y escuchamos la trasmisión de radio.

El administrador que había en ese almacén era muy zalamero y jodía quisque porque hacíamos mucha bulla, le ensuciábamos el vidrio y no dejábamos dentrar a la clientela por la pelotera, pero ahora hay un man muy bacano que colabora y hasta nos regala cualesquier refrigerio de vez en cuando. Ahí me junto con vendedores ambulantes y demás personajes que trabajan en la calle, y si el partido lo merece hasta nos chupamos una amarga. También apostamos unos pesitos en una polla, porque eso le da más emoción a la vaina. Lo único es que cuando gana Colombia hay que frentiar a más de uno, porque la chusma se enloquece y quieren acabar con todo; con decile que un día me tocó rastrillar la peinilla pa espantar a unos babosos que empezaron a maquiar los carros.  

¿Cómo dice? ¡Uf!, a mí el mundial me ha parecido eselente; muchos goles y la mayoría de partidos muy emocionantes. Claro que hay que reconocer que los equipos han estao flojos, pero los salvan las figuras; porque pa qué que hay unos pelaos que son unos verriondos. O quítele usté al James, al Messi, al Neymar, al Robben o a ese tal Chaquiro a sus respetivos equipos y verá que quedan medios. En cambio el picaito del Cristiano sí no salió fue con nada; y bien mal que me cae ese zambo, que no ve la hora de meter un gol pa quitase la camiseta y mostrar la musculatura. Él sabe que las muchachas se babean, y seguro muchos dañaos también tragan saliva.   

Pero un asunto que sí no me ha gustao es la vanidá de los julbolistas. Qué tal todos preocupaos por el motilao, tatuaos hasta las orejas y con gomina en las mechas pa no despeinase. Creo que los estilistas no dan abasto porque esos vergajos deben madrugar a que les hagan el corte de moda; y a cuál más eséntrico con esas crestas espantosas, las trencitas de los negros, el pelo pintao y unos dibujos que les hacen cuando los tusan. Y dígame algo de los guayos que siempre han sido de cuero negro, todos igualitos, pero ahora les dio por una modita como muy maricona: que uno azul cielo y el otro rosaito, y el resto de unos colores que chillan de lo llamativos. Por eso debe ser que muchos no dan pie con bola, porque se preocupan más por la pinta que por el rendimiento.

En todo caso da envidia de la buena ver a esa gente allá en las tribunas, en semejante fiesta tan sobrada; y muestran disfraces muy galletas y unas viejas buenísimas. Le digo pues que a veces no sabe uno pa dónde mirar. Claro que por ahí escuché en un noticiero cuánto pagan por dentrar a un estadio y la verdá me pareció una ociosidá; yo tengo que camellar aquí al sol y al agua por lo menos seis meses pa comprame una boleta de´sas. Por fortuna ahora con la tenología puede uno patiase los partidos de muchas maneras; ayer no más había un cliente viéndolo en el cedular. ¡Hágame el favor!  
Aguarde le cuento de la polla: cómo le parece que una pinta puso quisque a Colombia entre los finalistas, pa más piedra de campeón, y usté no sabe lo que nos burlamos d´él; pues pa que lo sepa nos hizo tragar la risa, porque nadies pensó que esos pelaos jueran a llegar tan lejos. Ahora a esperar que no le metan pito a los partidos, porque tengo fresquito lo que pasó con Argentina en el 78. La Fifa es una mafia y usté sabe que el que manda manda, aunque mande mal.

Símbolos patrios.


Una de las primeras cosas que aprendimos al ingresar al kínder fue todo lo relacionado con los símbolos patrios; después, en bachillerato, la cívica era materia obligatoria en el pensum escolar. No sé cómo será en la actualidad, pero si todavía existe, a los alumnos les entra por un oído y les sale por el otro. El espíritu del civismo debe inculcarse a las personas desde sus primeros años y ante el descuido en esa materia ahora se ven unos zambos que parecen criados sin dios ni ley. Por ejemplo los desadaptados esos de las barras bravas, quienes a un equipo de fútbol le rinden la pleitesía que debería estar destinada a la tierra que los vio nacer, a sus raíces, al ancestro familiar.

A nosotros nos educaron con unos principios básicos, como el acatamiento indiscutible de la ley; el respeto a cualquier persona mayor, sin importar rango o condición; un cariño espontáneo a la ciudad y al terruño; y en general comportamientos dignos de personas de bien. El dejar de inculcar esas enseñanzas a los infantes se nota definitivamente en la sociedad actual, donde el caos y el desorden imperan; cada quien hace lo que le da la gana; todos buscan el interés personal; a muchos parece no importarles lo concerniente a la ciudad; la ley es para pasársela por la galleta; y lo único que importa es el dinero y el poder. Antes era impensable que un conductor se bajara del carro a pegarle puños al policía que lo quiere reconvenir.  

Mi primera bandera la hice con plastilina que pegaba en una cartulina, bajo las indicaciones de la profesora quien me enseñó el significado de los colores: el amarillo representa el oro que se llevaron los españoles, el azul el color de los océanos que nos rodean y el rojo rinde homenaje a la sangre que derramaron nuestros libertadores. Pues va siendo hora de replantear la distribución de las franjas porque el asunto ha cambiado significativamente. Al amarillo toca aumentarle tela, ya que ahora con la tal locomotora minera es que están sacando oro por toneladas; y de paso le hacen un daño letal al medio ambiente. También podría mezclarse esa franja dorada con un poco de púrpura, porque la extracción ilegal por parte de los paramilitares deja mucha sangre en el camino.

En cambio al azul ya se le puede morder un poquito, debido al mar que perdimos con Nicaragua después del cacareado pleito que dio tanto de qué hablar; y que dejen la tijera a la mano porque dicen que los centroamericanos no están satisfechos con lo alcanzado, sino que aspiran a un mordisco monumental que se arrima hasta Cartagena. De una vez desteñir un poco el azul en un nuevo diseño de la bandera, como muestra de lo poco que nos beneficiamos de esa inmensa riqueza que tenemos al contar con dos océanos. En Suramérica ninguna otra nación se da ese lujo y sin embargo países como Chile y Perú aprovechan al máximo los beneficios del mar.

Con el rojo se presenta un inconveniente porque si a la sangre de los héroes que dieron su vida para lograr nuestra independencia le sumamos toda la que se ha derramado durante una historia plagada de guerras, rencillas, odios y violencia en general, entonces el diseño de la bandera cambiaría de manera considerable porque esa última franja pasaría a ser la de mayor tamaño. Opino que como está ahora no alcanza a reflejar siquiera la sangre que derraman los cientos de motociclistas que se estampillan a diario, los apuñalados a la salida de fútbol o quienes se revientan las ñatas a trompadas cada que se emborrachan.

El escudo sí que necesita una reingeniería. El cóndor podemos dejarlo, aunque quedan muy poquitos, y a la cinta que tiene entre sus garras basta hacerle un pequeño cambio: “Libertad ’sin’ orden”; porque aquí todo el mundo es libre de proceder como le provoque, pero de orden más bien pocón. Luego están los cuernos de la abundancia, palabra exagerada en un país donde hay tanta miseria, a los que es hora de variarles el contenido porque montones de monedas de oro ya no se ven ni en el cine, mientras al otro no es sino meterle algo de revuelto (yuca, papa, plátano, arracacha) que es de lo que se alimenta el populacho. Remplazar el gorro frigio por un sombrero “vueltiao” y por último, sacar de una vez el istmo de Panamá porque ese territorio lo perdimos hace más de cien años.         

Nos comimos el cuento que nuestro himno nacional es el segundo más bonito del mundo, después de La Marsellesa, como si conociéramos muchos para poder comparar; además, los gustos son subjetivos e imagino que no habrá una encuesta mundial que corrobore el dato. A ver cuántos cameruneses, uruguayos, mongoles o lituanos lo conocen para que opinen al respecto. Propongo mejor que dejen solo el coro y una o dos estrofas, porque el resto no sirve sino para que los maestros mortifiquen a sus alumnos al hacérselas aprender; con decir que ni siquiera Shakira se las sabe y por eso metió las quimbas.
Nuestros símbolos patrios fueron creados en el siglo XIX y desde entonces es mucha el agua que ha pasado bajo El puente de Boyacá.

Métodos de estudio.


Ahora pienso, cuando ya para qué, que debí disculparme con mis padres por haber sido tan maqueta. Tantas rabias que pasaron cuando perdía el año, me suspendían por indisciplina, sacaba pésimas calificaciones, llamaban a decir que no había ido al colegio y otras tantas quejas por el estilo. Nunca me dictó el estudio y no encuentro otra razón diferente a que los métodos de entonces eran absurdos y antipedagógicos, con unos profesores, la mayoría, sin capacitación ni disposición para enseñar. Recuerdo uno que nos daba inglés y era tan ignorante del tema que su clase consistía en mostrarnos unos carteles elaborados por él, para que repitiéramos como autómatas la frase correspondiente a cada figura; ese era el bilingüismo de entonces.

Mitigó algo mi remordimiento por ser tan mal estudiante una frase de Bernard Shaw, donde dice que el único tiempo que perdió en su vida fue mientras asistió al colegio. Después supe que el dichoso raciocinio es atribuido a otros tantos personajes, eminentes y brillantes, pero debí aceptar que en todos los casos se trata de inteligencias superiores, muy diferentes a la mía que es la de cualquier mortal del montón. De manera que no me quedó sino echarle la culpa de nuevo al método y a los maestros.

Antaño era común que al terminar la clase el educador indicara a los alumnos cuántas páginas del libro debían leer para la próxima cita, con el agravante que ellos no se preocupaban porque entendiéramos el texto, lo analizáramos y disfrutáramos del mismo, sino que debíamos aprenderlo de memoria con todos los detalles. Como es lógico, de entrada perdíamos el interés por la lectura y nos centrábamos en fechas, nombres, situaciones determinadas y demás asuntos puntuales, los cuales anotábamos en un papelito por si el examen era escrito.  Llegaba el profesor y señalaba al escogido, quien empezaba a relatar lo que había captado del texto, pero era interrumpido para preguntarle un dato cualquiera y la respuesta tenía que ser exacta, porque de lo contrario “cero pollito”. No importaba que entendiera el tema, lo dominara y estuviera interesado en él, porque una simple falla lo descalificaba definitivamente.

A diferencia de ahora que a los jóvenes les enseñan a pensar y a desarrollar la inteligencia, el método aplicado a nosotros era el de repetir como loras el contenido de los textos y lo que enseñaban los profesores. Nada de investigación, debate o consulta, todo nos lo daban masticado y solo debíamos memorizarlo. De manera que quien estuviera mal de la memoria quedaba fregado. Muy de vez en cuando algún maestro nos ponía un trabajo como tarea, lo cual requería consultar una enciclopedia, un verdadero problema en aquella época porque no sabíamos acudir a una biblioteca y además había muy poco de dónde escoger.

En mi casa teníamos la Enciclopedia Británica, presentada en doce grandes tomos con pasta azul, papel amarillo por el paso del tiempo, ilustraciones en blanco y negro, letra diminuta y llenos de polvo debido al poco uso; ahora pienso que esa edición debía ser de principios del siglo XX, ya que muchos de los datos que buscábamos no aparecían por pertenecer a las tres o cuatro décadas anteriores. Por fortuna apareció la Enciclopedia Salvat, la cual venía en fascículos coleccionables que se mandaban a encuadernar por tomos. Fue una verdadera novedad por el colorido, la calidad del papel y la actualidad del contenido, pero si allí no encontrábamos el dato requerido nos tragaba la tierra. No quedaba sino arrancar para la Biblioteca Municipal o la del Banco de la República y si encontrábamos la información, a copiar sin descanso porque no existían fotocopiadoras, grabadoras, escáneres o demás aparatos. 

Imagino lo que será estudiar con una computadora y conexión a internet, además de poseer ese don que tienen las generaciones posteriores a la nuestra, el cual les permite entender a la perfección cualquier tipo de dispositivo electrónico; uno con esa facilidad y con Google, no necesita más. Pero deben ser ambas, porque aunque tengo acceso a la red me saco un ojo al momento de realizar una búsqueda; si quiero registrarme en algo llego hasta que me pide un código postal u otro dato por el estilo; y a diario me enredo con las claves, pasabordos, nombres de usuario y demás reseñas.  

Al finalizar el bachillerato los jóvenes reciben asesoría para determinar qué carrera seguir, visitan universidades, reciben información, investigan al respecto, etc., a diferencia de nosotros que tomábamos esa decisión reunidos en el recreo con los compañeros. Quienes tenían facilidad para las matemáticas optaban por una ingeniería; los hijos del papá finquero estudiaban agronomía o veterinaria; si tenía facilidad para el dibujo escogía arquitectura; el hijo del médico casi siempre seguía el ejemplo y así por el estilo nacían las vocaciones. Claro que entonces bastaba el paso por la universidad y el profesional salía a ejercer, a diferencia de ahora que tienen que hacer posgrados, diplomados, doctorados y cursos mil; sin olvidar que es indispensable el inglés y ojalá un tercer idioma.
Por los pelos nos libramos de este medio laboral competitivo y estresante, donde los ejecutivos son exprimidos al máximo y si no rinden, los remplazan por otro que tenga unos años menos y varios cartones más. A ese ritmo pocos llegarán a la edad de retiro.

A paso de tortuga.


Con los años me volví escéptico respecto a los anuncios que hacen sobre la construcción de cualquier tipo de obra, pública o privada, y resolví que solo creo en realidades tangibles. Ni siquiera con el proyecto en construcción porque aquí somos amigos de dejar las obras empezadas, cualquiera sea la razón para suspender los trabajos; para la muestra ahí están el macro proyecto de San José y el aeropuerto de Palestina. En el periódico anuncian cada cierto tiempo la construcción de nuevos centros comerciales, la llegada de un gran almacén o el trazado para una carretera nueva, pero pasan los años y nada de nada. Por eso prefiero esperar a que inauguren las obras para darlas por un hecho.

Desde mi ventana veo las máquinas que acondicionan el lote donde se construirá el Centro Cultural de la Universidad de Caldas, un proyecto del que oigo hablar desde hace por lo menos una década; con decir que el gran arquitecto Rogelio Salmona, quien lo diseñó, murió en 2007. El anterior rector de la universidad dejó el proyecto financiado y es posible que al menos la primera etapa sea una pronta realidad. Le seguiré el ritmo a los trabajos para estar pendiente de los avances y como ya dije, el día de la inauguración hablamos.

Me pregunto cómo será en los países desarrollados el proceso de construcción de la infraestructura vial, porque aquí es un verdadero viacrucis. Desde que hacen el anuncio hasta que ponen la obra en funcionamiento pasan años, lustros, décadas. Se cansa uno de leer en la prensa los paquidérmicos pasos que deben superarse para lograr mover la primera palada de tierra; primero el Confis, el Compes, el Banco Mundial y otros tantos organismos; después el recorrido por el Congreso donde le ponen palos en las ruedas para mirar cómo le meten el diente; pasa por Presidencia para sancionar la ley; de ahí a los Ministerios de Hacienda, Obras Públicas, Medio Ambiente y hasta el de Educación, donde ejércitos de burócratas justifican su corbata al ponerle talanqueras al proyecto.

El proceso de licitación es todo un parto porque a cada convocatoria le aparece un enemigo que obliga el aplazamiento, sin hablar de serruchos y mordidas. Cuando por fin resuelven cuál consorcio es el ganador, uno de los perdedores demanda el proceso y el pleito demora varios años en resolverse. A estas alturas el ciudadano que sigue la noticia pierde el interés y piensa que no hay posibilidad de que le alcance la vida para ver la obra terminada. Como no hay mal que dure cien años algún día se firma por fin el contrato con los constructores, pero el inicio de la obra todavía está lejano porque falta socializar el proyecto, diferentes estudios ambientales, rastreo arqueológico para defender el patrimonio ancestral, estudios de suelos, localización de escombreras y otras tantas condiciones impajaritables.  

Entonces cada quince días anuncian la suspensión de los trabajos porque se toparon con el rancho de un indígena o debido a que deben cruzar un hilo de agua y los ecologistas se oponen. Sin embargo los trabajos se reanudan y después de un tiempo anuncian con bombos y platillos la inauguración de un tramo de la vía, como sucedió con la cacareada Autopista del Sol, donde dieron al servicio diez kilómetros de doble calzada, lo que corresponde al uno por ciento del total del recorrido. O como el puente helicoidal de Dosquebradas donde hubo inauguración con Ministro a bordo, echaron voladores, discursos y ruptura de cinta, y ni siquiera habían conectado los viaductos, no tenían barandas, capa asfáltica ni habían construido otros puentes menores de acceso al lugar. Será que nos creen pendejos o qué.

Hace varios años llegó con el periódico un cuadernillo donde la Gobernación anunciaba el proyecto del anillo vial para el Aeropuerto de Palestina. Esa belleza de obras, tan necesarias y esperadas, parecían un sueño hecho realidad. Ahora al menos le trabajan a los diferentes frentes, aunque el porcentaje de lo terminado es muy bajo con respecto al total de lo prometido. Y como aquí resolvieron que al tramo que espera el inicio de obras no vuelven a hacerle mantenimiento, ahí está el que comunica a Tres Puertas con Santagueda totalmente abandonado, lleno de rotos e invadido por la maleza.

Ya en La Portada empiezan los trabajos de la corta doble calzada que va hasta Maloka, obra que está adelantada aunque a retazos y por ello aún no tiene cara. Desde Santagueda hacia La Plata y Palestina a la carretera solo falta construirle varios parches en sitios de hundimientos y pérdida de la banca, pero es cuestión de que le metan mano para terminarla. La vía Chinchiná - Alto de Curazao quedó muy buena hasta Hosterías del Café, y ahí adelantico, se construye una doble calzada que según el cuadernillo de marras llega hasta la vereda Cartagena. La obra evita entrar a Chinchiná porque conecta esa doble calzada, por una nueva carretera que ya iniciaron y va por detrás del embalse de Balsora, y cae a la troncal hacia Tarapacá II en inmediaciones de la estación de servicio inaugurada recientemente.
Aunque trabajan a paso de tortuga ahí van, con la seguridad que terminarán antes de que esté listo el aeropuerto, el cual no está ni tibio.

No sobra advertir…


A pocos días del inicio del Mundial de fútbol en Brasil, es recomendable reunir la familia para establecer las condiciones que regirán durante el lapso que dura el campeonato. Y como junio es el mes dedicado a los padres, serán ellos los beneficiados con todo tipo de derechos y privilegios para disfrutar del evento con la mayor comodidad. Como esto no es sino cada cuatro años, todos los miembros de la familia pueden hacer un pequeño sacrificio para que si el progenitor es pensionado, trabaja en la casa, está convaleciente o simplemente sacó vacaciones para dedicarse a lo suyo, tenga licencia para obrar como guste. Si en cambio el señor tiene que irse a cumplir con su horario de trabajo, los ratos que pueda estar en la casa y los fines de semana son exclusivos para él.

Varias semanas antes del inicio del campeonato es necesario ver todo tipo de programas referentes al evento deportivo, con análisis, proyecciones, comentarios y demás datos de interés, además de los partidos amistosos que juegan las distintas selecciones como parte de su preparación. Toda esta información es importante para tener una idea general antes de llenar el formulario de la polla mundialista, una apuesta muy entretenida que se juega con amigos y conocidos; lo mejor de la quiniela es que debemos hacerle fuerza a todos los partidos, así no tengan importancia, porque cada marcador acertado representa puntos a favor.

Por fortuna en esta oportunidad los horarios se acomodan a los nuestros, por realizarse el evento en el mismo continente, pero quien no logre ver los partidos durante el día puede disfrutarlos por la noche cuando los repitan en los canales internacionales. En todo caso, sea a la hora que sea, el televisor es de uso exclusivo para la programación referente a la competencia mundialista; nada de telenovelas, programas de concurso, series o emisiones especiales, porque durante un mes no aceptamos que en la pantalla del televisor se vea algo diferente al fútbol. También debe quedar claro que los aficionados a este deporte siempre queremos más y por ello nos choca que pregunten por qué vemos la repetición de los goles y las mejores jugadas, si nos hemos pasado todo el día frente a la pantalla.

Reunirse con amigos para ver los partidos es primordial, para tener con quién comentar, discutir y renegar cuando nuestro equipo no rinda, o si las decisiones del árbitro no nos convienen. Si el horario lo permite puede acompañarse el programa con unas cervecitas u otro tipo de licor; y el mecato no debe faltar para entretener el buche: crispetas, maní con pasas, empanaditas, cabano con queso… Las señoras pueden compartir el espacio siempre y cuando muestren algún interés por el partido, además de tener los mínimos conocimientos de lo que sucede en la cancha. Porque eso de preguntar al cabo de media hora cuál es nuestro equipo o exigir una explicación acerca de lo que es un fuera de lugar pasivo cuando el encuentro está en su mejor momento, son situaciones que puede crear roces y malos entendidos. Tampoco deben escandalizarse con el vocabulario, el cual llega a tornarse soez en momentos álgidos del encuentro; mentadas de madre, insultos a grito pelado, groserías al por mayor y todo tipo de improperios.

En el recinto donde se ve el partido no se admiten muchachitos atravesados, que pongan perinola, jodan y pregunten mil pendejadas, y mucho menos que se coman el mecato o el pasante que nos lleven para el aguardiente. Debe quedar claro que es un espacio dedicado al fútbol, donde no se habla de un tema diferente a ese deporte; quien tenga que entrar a cualquier otra cosa que proceda con prudencia, sin estorbar, y si debe cruzar frente a la pantalla, ojalá lo haga en cuatro patas. Porque preciso se atraviesan cuando van a cobrar un tiro libre, o no lo quiera el destino, al momento de marcar un gol. Y como algunas mujeres piensan que eso es lo mismo verlo en repetición…

De todos es sabido que la armonía de cualquier hogar se basa en la tolerancia y el respeto, pero durante el mes que dura el mundial de fútbol quienes somos aficionados a ese magno evento exigimos licencia para imponer nuestro derecho y disfrutar de ciertas libertades. Después de hacerle ganas durante tanto tiempo al pitazo inicial no existe el menor riesgo de que cedamos en cualquiera de nuestros privilegios; solo esperamos que nos den gusto en todo lo relacionado con el más popular y esperado programa, que ante la imposibilidad de asistir en persona podemos disfrutar desde la comodidad de nuestra casa.      
Por fortuna con los años me he vuelto menos emotivo y a diferencia de antes, que varios días previos a un partido de nuestra selección me sentía nervioso, con desasosiego y gusanera, ahora me importa apenas lo justo. Si ganamos muy bueno, pero si no, la vida sigue y a hacerle fuerza a los equipos que tengo como ganadores en la polla. Ahora necesito que solucionen el asunto de la alta definición en los canales privados, porque me afilié a ese plan con el único fin de disfrutar el mundial con la mejor imagen; y se acostumbra uno a ver con esa nitidez y después la televisión análoga le parece una porquería.

Prensa con telarañas.


Al reunirme con Ramiro Henao para examinar documentos antiguos, le pedí prestados algunos ejemplares de esa gran cantidad de periódicos y demás publicaciones que circularon en Manizales hace aproximadamente un siglo. Por ser tanto material lo miré por encima, sin detallarlo, de manera que me traje unos pocos escogidos al azar para leerlos con calma. Y agradezco la confianza porque son documentos que por su antigüedad están deteriorados y debe manipularse con mucho cuidado, ya que el papel se rompe con solo mirarlo.

En 1899 inició la Guerra de los mil días y puedo imaginar lo que sería simpatizar con el partido liberal en una ciudad como Manizales, perteneciente entonces al Estado Soberano de Antioquia, donde la mayoría de sus ciudadanos militaban en las toldas azules. Pues de ese mismo año encuentro un periodiquito cachiporro del cual transcribo textualmente algunos apartes.

“El Correo del Sur. Manizales, Sábado 23 de Septiembre de 1899. DIRECTORES: Jesús M. Guingue C. Jesús Londoño Martínez. Oficina: Librería, Papelería y Agencia de Molina y Guingue. Almacén de D. Melitón Echeverri, una cuadra hacia el Sur de la plaza de Bolívar. Dirección telegráfica: CORREO. Para todo lo relativo a colaboración, remitidos, comunicados, pedido de suscripciones, contrato de anuncios y envío de fondos, dirigirse a los Directores. Todo escrito debe traer firma responsable. No se devuelven originales. Respecto a los que no se publiquen, no se explicará la causa. TIP. CALDAS. – MANIZALES”.

En vista de que los colaboradores serían pocos, por incompatibilidad ideológica, gran porcentaje del espacio está dedicado a la publicidad; además, la mayoría de avisos pertenecen a negocios de los directores. Y como era común en la época no falta el aviso en verso: “En el almacén Manuel A. Botero: Se hallan telas de seda para trajes/ y botas y coquetas zapatillas/ chales finos, magníficos encajes/ espléndidos perfumes y mantillas/. Polvo Antea, Las Gracias y Coqueta/ gasa de seda tenue y vaporosa/ calzado al escoger, y una completa/ colección de peluches asombrosa/. En adornos se encuentran maravillas:/ sutiles blondas llenas de primores/ cinturones, letines y varillas/ y tejidos de cuentas de colores/. Céfiros y corseets, linón muy fino/ franelas y boticas reductoras/ cuellos y puños de admirable lino/ y corbatas de seda encantadoras/. Medias de varias clases, superiores/ paraguas, colgaduras deliciosas/ camisas interiores y exteriores/ venid y lo veréis. ¡¡¡La mar de cosas!!!”.

Un profesional ofrece sus servicios: “Se acaban los errores si las casas de comercio de esta ciudad se desprenden de unos pocos duros, para pagar un Contador que con honradez, pulcritud y esmero les lleve sus libros. Para el efecto se ofrece el infrascrito, que tiene más de seis años de práctica como Gerente y Contador del Banco de Sonsón, del Agrícola, y actual contador del Industrial. Manizales, agosto 1899. Guillermo Robledo C.”. Los directores del periódico aprovechan una nota alarmista para mandarle el sablazo a sus deudores: “Ojo! Mucho ojo! –Según asegura el señor Rodolfo Falb, Profesor de las Universidades Astronómicas de Viena y Praga, el mundo se acabará como cosa infalible el 13 de Noviembre del presente año, de 2 a 5 de la tarde. En esta infausta fecha pasará ante nosotros el mismo gran cometa que apareció en los años de 1833 y 1866, causando horrible escándalo; vendrá rodeado de un gran número de asteroides interplanetarios. Oído, pues, el fin del mundo se aproxima y es bueno de antemano ir arreglando toda cuenta pendiente. Arregle la cuenta de su suscripción á El Correo del Sur. ó su agencia si es agente del periódico”.

Otros clasificados dicen: “Compendio de urbanidad por Carreño á cuarenta centavos venden Molina y Guingue”. “Gramática castellana por Bello, anotada por Cuervo, última edición, venden, á 4 pesos Molina y Guingue”. “De novedad al almacén de José M. Ocampo y Cia, acaba de llegar un hermoso surtido de sombreros, pavas, formas para adornar, todo de última moda y diversidad de precios. De hierro esmaltado: jarras, tazas de baño, baldes, cafeteras, jaboneras, ollas, soperas, cacerolas, tazas comunes y bandejas. ¡¡Ocurrid!! ¡¡Ocurrid!!”. “Asegure sus billetes. Se ofrecen en venta las productivas haciendas denominadas ¨La Fonda¨ situada en este municipio y ¨La América¨ en el de Neira. –Entenderse con el señor Cipriano Botero”.

Una sección para sociales: “Dn. Eduardo Jaramillo W. Murió el día 18 de este mes. Reciba toda su muy estimable familia nuestro sentido pésame”. “Azahares. –La espiritual señorita doña Sofía Arango y el laborioso joven doctor don Valerio Hoyos, recibieron la bendición nupcial el 18 de este mes. Que sea siempre feliz esta amable pareja”. “ANIVERSARIO. El de la muerte del señor don Juan B. Jaramillo A. tendrá lugar el día 25 del presente mes. Su esposa, hijos y demás familia suplican á todos sus amigos y á las demás personas piadosas se sirvan concurrir á la iglesia á rogar por el eterno descanso del alma del finado. Manizales, Sepbre. 23 de 1899”.
El envío de un corresponsal: “Cartago, 16 de Sepbre. De 1899. Me dicen de Buenaventura: ¨Prensa yanke indignada por fallo altamente injusto y soberano contra Dreyfus. Llama a los franceses bastardos. Publicaciones acremente escritas. Computándole a Dreyfus tiempo que pagó en La Isla del Diablo, quédale por sufrir quince (15) días de prisión. No obstante hay agitación en Rennes y París, llegándose á temer guerra Europea¨. Salúdolo. Fdo. Jose Jesus Montoya”.