jueves, mayo 25, 2006

La "Cosa" Política

La “cosa”. Otra de las formas de llamar la marihuana en tiempos de nuestra juventud, y sinónimo de maracachafa, bareta, chirosa, marusca y muchos otros apelativos por el estilo. Por cierto, los candidatos presidenciales dieron sus opiniones acerca de la dosis personal, como si el problema fuera que un cliente se meta su cachito cuando le provoque. Sobre todo porque dicha dosis no sirve para comercializar –ya que se trata de un simple “moño” y no de varias arrobas de yerba-, y al que le gusta, pues le sabe. Porque meterse a un cafetal antes de la seis de la mañana a coger café, envuelto en plásticos para no lavarse desde tan temprano con las ramas enguachinadas y aguantar los moscos, el esfuerzo, y todo eso a palo seco, sin revolverle nada, no lo resiste ni el más varón. Los políticos del mundo entero aseguran que ni siquiera han probado una porquería de esas, pero si los someten a un detector de mentiras deben ser muy pocos los que ganan el examen. Que no sean drogadictos es una cosa, pero que no hayan ensayado aunque sea por curiosidad, es otra.

No veo la hora de que se realicen las elecciones presidenciales la semana entrante para que salgamos de esto. Y no es solo porque quiero que Uribe gane su reelección, si no que evitamos tener que seguir con esta pelotera hasta el próximo mes y esperar una segunda vuelta. Porque después de la insoportable campaña para el Congreso, con semejante cantidad de candidatos que nos dejaron empalagados con tal de conseguir su curul, seguir otros tantos meses en las mismas es algo que aburre al ciudadano. La única diferencia a favor en este caso, es que son pocos los aspirantes y por ello el bombardeo menos agobiante.

Y me gusta el Presidente porque hasta ahora son más las cosas buenas que puedo reconocerle, que las malas, sin ser un gobiernista furibundo que cree que todo avanza de maravilla. No soy iluso y me percato de muchas irregularidades que se cometen en nombre del poder, pero manejar semejante avispero sin meterle politiquería es prácticamente imposible. Basta compararlo con gobiernos anteriores, cuando aparte de la corrupción y el abuso de poder, los personajes eran antipáticos, ineptos, oportunistas y hasta desagradables al oído. Al menos yo, no había estado contento con un mandatario a unos pocos meses de finalizar su mandato, desde la época de Carlos Lleras Restrepo; y aclaro que en esos tiempos yo era un muchacho que no me interesaba en dichos asuntos.

Los opositores de Uribe, que son muchos y cada día se reproducen, decidieron sacarle los trapitos al sol después de cumplido el 90% del período presidencial. Unos por convicción y otros muchos por hacerse notar o sacarle jugo económico a la situación, aprovechan cualquier suceso para darle palo al Primer mandatario. “Polo” porque bogas y “polo” porque no bogas. Por ejemplo, qué tiene de malo o perjudicial para el país que el hombre sea sencillote, se ponga una ruana, un sombrero o un poncho, no acostumbre mezclarse con el jet set, utilice el lenguaje popular y su familia sea de bajo perfil. Al anterior lo criticaban porque viajaba por el mundo entero, y a este lo mantienen seco porque se presentó en España con un vestido de gala que le queda grande. Un finquero criado entre caballos y novillos no sabe ser refinado en el vestir; haga de cuenta un ingeniero civil. Lo acusan de populachero por recorrer el país y romper el protocolo para revolverse con el vulgo, pero si se queda encerrado en Palacio también le sacan peros. Lo que nadie puede negar es que trabaja sin descanso. Yo acepto las críticas serias y fundamentadas, pero me tiene sin cuidado que utilice diminutivos, que la mujer sea parca, que a los muchachos les guste la rumba y las viejas buenas (sin hacer escándalos públicos) o que acostumbre hacer yoga y tomar esencias florales.

El candidato Gaviria es un hombre afable, inteligente, con una hoja de vida muy completa y su aspecto físico es agradable. Lo que pasa es que esas cualidades no son suficientes para manejar esta leonera, porque recordemos que para poder gobernar es necesario mantener contento al Congreso, y todos sabemos cómo se logra ese cometido. Otra cosa que los colombianos le critican al Polo Democrático es que sus dirigentes critican, se oponen y todo les parece malo, pero pocas veces presentan soluciones para el asunto que critican. Prometer y hacer hipótesis es fácil, pero de ahí a realizarlo hay mucho trecho. Es como prometer para meter y después de haber metido, no cumplir lo prometido.

A Serpa no me lo trago y no es por partidismo o fanatismo. Así por encimita, puedo recordar cuando fue escudero de Samper y salió por televisión con el ministro Botero a mentirnos descaradamente. O decir que la campaña está “traquetizada” después de ser partícipe del proceso 8000. Y qué tal aceptar una embajada y luego venir a hacer oposición al gobierno que representó.

Imagino a los dirigentes de la campaña de Uribe haciendo fuerza para que el invierno dure hasta las elecciones, porque la prensa da prioridad a las tragedias, ojala con muertos, por encima de cualquier otra noticia. Además, porque un aguacero desbarata hasta una marcha sindical.

jueves, mayo 18, 2006

Servicios PÚBICOS

Con toda seguridad muchos van a relacionar el título de esta columna con los servicios que prestan ciertos personajes, de ambos sexos, que sí saben lo que es explotar el negocio. Pues fíjense que no, porque me refiero es a los servicios públicos. Y la analogía entre las dos palabras, que solo se diferencian en una letra, porque hasta la tilde es común, se debe a que a los colombianos nos tienen agarrados de las verijas con el pago de las facturas que aparecen cada mes, sin excepción, por debajo del portón. Si consultan el diccionario, podrán comprobar que pubis y verijas tienen mucho en común y es precisamente de ahí de donde nos tienen apretados.

Ahora la gente trabaja para pagar facturas. Lo que nuestros padres cancelaban con plata de bolsillo, hoy en día representa un alto porcentaje de los ingresos de cualquier asalariado. Lo preocupante es que si usted tiene archivadas las facturas del último año, puede notar que las tarifas suben como espuma y por más esfuerzos que haga para controlar el consumo, no hay poder humano que logre disminuir las cifras. El papá echa vainas a toda hora porque no apagan los bombillos innecesarios, se bañan muy largo, conversan por teléfono a toda hora y consumen sin medida, pero de nada sirve porque los costos no bajan ni a palo.

Es noticia diaria las quejas de los usuarios por errores en la facturación, y da tristeza ver una humilde mujer que acostumbra cancelar doce mil pesos mensuales por un determinado servicio, y cualquier día recibe una factura por medio millón. Nadie tiene duda de que se trata de un error, pero en este país del Sagrado Corazón el usuario debe cancelar primero y luego hacer el reclamo, y ahí radica el problema porque semejante monto no lo conocen ni en sueños la mayoría de nuestros conciudadanos.

Ojo a esta perla. Mi hermano vive solo en una casita campestre y cuando quiso revisar el consumo de energía eléctrica de los últimos seis meses, comprobó que en dos oportunidades la suma cobrada era exagerada. Vino el reclamo, con todas sus filas y talanqueras, y al fin resolvieron que tenía razón, e hicieron un promedio del consumo para así establecer el monto a cobrar. Llegó la nueva factura y el valor siguió muy alto, porque las bellezas de la CHEC sacaron el promedio con los dos meses que presentaban error a favor de ellos. Con caras gana la empresa y con sellos pierde usted.

Tenemos la mejor agua del mundo pero a precio de vino blanco. La recogida de basuras es venenosa de costosa y al menos en mi barrio, proceden con el trabajo a media noche y despiertan los vecinos, porque aunque no es culpa de los empleados, a esa hora un camión de semejante tamaño suena como un portaaviones, y ni hablar de la manipulación de las canecas. En la factura del teléfono cobran hasta los malos pensamientos y en la del celular se equivocan cada mes. Por lo único que nadie chilla es por el costo de la televisión por cable, porque sigue siendo la entretención más barata que existe.

Ahora lo que tiene a todo el mundo furioso y renegando es el asunto del gas. Cuando nos instalaron el servicio de gas natural lo vimos con buenos ojos porque aparte de que las primeras facturas llegaron muy baratas, evitamos el comprar los cilindros, sin contar que muchas veces se terminaba el gas en el preciso momento de la jabonada en la ducha. Como era de esperarse el costo del combustible empezó a subir, pero debemos reconocer que el servicio es excelente, porque nunca lo suspenden.

Lo que nos ha sacado la piedra a muchos, es que después de varios años de tener el servicio instalado por funcionarios de la empresa prestadora, vengan ahora a decir que hay muchas cosas que deben cambiarse o complementarse, y que en caso de no seguir las indicaciones por parte del usuario, simplemente le cancelan el servicio y lo dejan colgado de la brocha. Entonces empiezan a visitar su domicilio diferentes funcionarios -siempre a la hora del almuerzo, de la siesta o cuando usted está en el escusao-, para buscarle peros a sus gasodomésticos y a la instalación, la cual, repito, fue hecha por ellos mismos.

Que la chimenea no sirve, que marca muy alto el gas carbónico, que las tuberías deben cambiarse, que es mejor variar de sitio el calentador y otras tantas “recomendaciones”; proceden luego a pasar la cotización de los trabajos necesarios, no sin antes advertir que si lo hacen ellos, el costo será diferido a varios meses y cobrado en la factura. También informan que el trabajo lo puede hacer un particular, pero que un inspector debe dar el visto bueno a las obras. Muchas personas, por la pica, prefieren esta última opción para no darles la ganga de semejante negocio. En cambio otros escogen que sean ellos mismos quienes procedan con los remiendos para que después no vengan a joder. En todo caso ese “machete” tiene a los usuarios trinando de la ira.

Para completar, nos clavaron un nuevo impuesto dizque para la seguridad ciudadana. La única seguridad es que quedará institucionalizado por los siglos de los siglos. No le busque.

viernes, mayo 12, 2006

Destinos Ingratos

En este país donde conseguir trabajo es tan complicado, nadie puede darse el lujo de que la coloca sea de todo su agrado y no queda sino desempeñarla de la mejor manera posible. Siempre habrá oficios más malucos que el de uno. Destinos jartos como el de recolector de basuras, celador nocturno, aseador de baños públicos, cotero, ayudante del camión repartidor de carne, vendedor de semáforo y otros mil etcéteras. Hay otros de más estatus pero que son delicados de ejercer, como es el caso de los vendedores de cualquier producto. Porque si no es muy hábil en su oficio, le cogen pereza y nadie querrán atenderlo. Es común que en las empresas pasen la voz que llegó la vendedora de seguros, el que ofrece enciclopedias o cursos de inglés, y todo el mundo se hace el ocupado o se esconde.

En las ventas el más ingrato es el de ofrecer seguros exequiales y servicios de funeraria, porque la mayoría de la gente piensa que si ha pasado la vida saltando matones, qué va a preocuparse por lo que suceda después de que deje el vicio de respirar. Mínimo en una fosa común lo acomodan y puedo asegurar que nadie se ha quejado por incómodas o faltas de privacidad. En cambio los parques cementerios ofrecen un paisaje espectacular, tranquilidad absoluta, árboles y jardines, como si al finado le importara que pase la vía del tren por encima o la visual desde su lote no sea la mejor. Además, para qué árboles si termina uno fungiendo de abono. Y les ponen nombres como Jardines de la esperanza, como si todavía quedara alguna. Tampoco me gusta Los Olivos, porque las aceitunas son deliciosas, pero en vida. Existiendo nombres más folclóricos como "Salsipuedes" o El último polvo.

El pionero del negocio funerario en Manizales fue don Aparicio Días Cabal, personaje cívico que cuando empezaba el invierno y los deslizamientos de tierra abundaban, él donaba los cajones a los más necesitados. Siempre apoyó el deporte y como era poeta y artista, convirtió su casa en un verdadero museo. Era como un Louvre casero. Claro que sin obras de arte, pero con elementos tan valiosos como la cama donde durmió Carlos Arturo Rueda C. También le jalaba a la publicidad e inventó un eslogan que va a pasar a la historia: "Funeraria La Equitativa, cívica, cultural y deportiva". Una buena frase hace carrera y como a esos negocios les ponen nombres lúgubres y románticos, deberían revolverle creatividad al asunto. Que tal "Crematorio Torquemada, donde garantizamos una buena chamuscada". O este otro: "Si no quiere desprenderse de su ser querido, se lo entregamos término medio, tres cuartos o sofreído". Otro buen nombre puede ser "Crematorio El Fogón, si no tiene para el gas, se lo asamos al carbón"; o "Funeraria El ataúd, donde trabajamos pensando en Ud." También pueden ofrecer gabelas como "Atención diurna y nocturna, y le encimamos la urna".

Pero miren que la cosa tiende a cambiar. Inauguraron en Manizales un negocio con un nombre bien original, y en el periódico lo promocionaron durante una temporada. Se llama "Crematorio Juana de Arco". Ofrecen todos los servicios e imagino que reciben el fiambre ya listo o cuando todavía no ha expirado, pero ya anda con gallinazo al hombro y está generando muchos gastos; también se podrá escoger entre el horno tradicional o la quema en pira funeraria, como la valiente guerrera, con sambenito, llegada en burro, noveleros contratados y tal.

Para terminar relato lo que me sucedió. Y es completamente cierto. Al otro día de enviar mis papeles del Instituto Oncológico para su trámite en la EPS correspondiente, me llamó una vendedora a ofrecer un plan exequial. Empezó mal porque era la hora de la siesta y cuando le pregunté por qué me escogió, respondió que pura casualidad porque hace una lista al azar del directorio telefónico. Tenete y no corrás. El novio o un "comisionista" deben pasarle los datos del cliente potencial, cuando llega alguno con diagnóstico reservado. Le dije que no me interesaba. Insistió en que el velorio es muy importante, y respondí que mamola, que para que todo el mundo se reúna a hablar mal de mi y a tomar tinto, tiempo sobra. Y que el cajón qué. Dios me libre, porque no me gasto un peso en ese rubro para echarle candela al rato. La carroza fúnebre me parece muy lúgubre y algún amigo me lleva en la bodega del carro; y urna tampoco requiero, porque una caja de zapatos sirve igual para empacar el rescoldo.

Entonces la mujer me dio el dato del costo de la simple cremación, el cual me pareció muy barato, a lo que ella comentó que si era pronto, había un descuento del 20%. Hace unos meses, cuando me referí en un escrito a mi "catastrófica" enfermedad, al día siguiente llamó otro a tantear el terreno. A ese le fue mejor porque habló con mi señora. Una última recomendación, es que llegado el momento me quiten hasta la piyama. Está muy trajinada, pero seguro a un viejito de un asilo puede servirle. A la larga él tampoco la va a usar por mucho tiempo. También ofrezco varios pares de zapatos que tengo como nuevos, porque hace 10 años utilizo una silla de ruedas para movilizarme y por eso tienen la suela cero kilómetros.

Les reitero que no estoy inventando ni una coma. Es mas, me someto a la maquina de la verdad

viernes, mayo 05, 2006

Un Asunto Complicado

Todos los días es más complicado para los padres de familia criar bien los hijos. Entre papá y mamá se presentan conflictos porque el uno piensa de una manera y el otro de otra, sobre todo cuando tiene que ver con las desmedidas peticiones que hacen los muchachitos. La sociedad de consumo se aprovecha de la facilidad para antojarse de los menores y atiborran los medios de comunicación con modas, artículos innecesarios, promociones, ofertas y tendencias. Un ejemplo patente es un huevo de chocolate que venden en todas partes, el cual trae en su interior un cachivache de plástico que viene en piezas para que el chino lo arme. Puedo asegurar que la fabricación en serie de esos cacharros no cuesta cien pesos, y todos los infantes se antojan del citado producto por darse el gusto de encontrar la sorpresa. Nunca juegan con el juguete, no lo disfrutan, les importa poco y muchas veces se tragan el chocolate sin ganas.

Lo peor que puede hacer un adulto es ir a comprar el mercado acompañado por los hijos. Se antojan de todo, quieren evitar los productos que no les gusta, secan a los papás para que les compren esto o aquello, lo que logran cuando ya los tienen al borde de la locura. Con tal de que el caguetas se calle, le dan lo que pida. Y muchos dejan de llevar remolacha, coliflor o brócoli, porque los pequeños odian esas cosas. Además arman una pataleta porque quieren un cereal nuevo que trae adentro un muñeco de colección, y la mamá juro a taco que no, que hasta que no acaben el que está empezado no les compra otro.

La competencia con los amiguitos de barrio y compañeros del colegio es dañina, porque los mocosos son muy corrompidos y empiezan a burlarse del que no tiene teléfono celular, equipo reproductor de MP3 o DVD en la habitación. Entonces el papá se cierra en la banda que la zamba está muy chiquita para andar pegada de un celular a toda hora, y la madre a interceder por ella porque todas las amiguitas tienen y además el aparato es muy práctico para saber en cualquier momento dónde está la muchachita o a qué hora hay que recogerla.

Otro dilema es que los padres piensan que bastante trabajan y se esfuerzan para lograr un estatus de vida bueno, y que si tienen manera de darle gusto a los hijos es un placer para ellos poderlo hacer. Eso está muy bien, pero una cosa es complacerlos en algunas de sus peticiones, cuidando que sean concientes de lo que tienen, que lo agradezcan y lo sepan utilizar, y otra muy diferente es comprarles lo que pidan sin medida ni control. Los papás no captan que la mayoría de las veces los hijos piden cosas para manipularlos, para ver hasta donde llega su poder de convicción y qué deben hacer para desesperarlos y alcanzar su cometido.

Y como los que son padres ahora vivieron su niñez en unas condiciones muy diferentes, les queda difícil asimilar los cambios que sufre la sociedad actualmente; los cuales por cierto son cada vez más acelerados. Por ello es común que los adultos estén a toda hora comparando cómo era antes y algunos pretenden instaurar dichas reglas en su casa, sin aceptar que ahora las cosas son a otro precio; ahí empiezan las discusiones con la mujer, que le dice que no sea iluso y que es mejor que aterrice de una vez.

Otro asunto es que los mayores se han vuelto muy aprensivos con los niños y por cualquier pendejada forman tremendo escándalo. Llaman del colegio a decir que el chino se golpeó jugando fútbol, y los papás salen disparados para llevarlo a la clínica. Y no falla: hay que ponerle un yeso porque tiene una fisura, o al menos para prevenir cualquier complicación posterior. En cambio nosotros, teníamos que llegar con fractura abierta para que nos pararan bolas; no se me olvida que mi hermano Ardilla se quebró el fémur en un carro de balineras, y así estuvo de viernes a lunes. Cada que chillaba porque le dolía mucho, mi mamá le metía un regaño y le decía que no fuera zalamero, que éso no era nada.

Hay que ver cómo cunde el pánico cuando un muchachito se rompe la cabeza o se corta un dedo; a buscar el mejor cirujano plástico para que no quede cicatriz, sobre todo si se trata de una niña. Los de mi generación estamos llenos de marcas y cicatrices en la cumbamba, las cejas, la cabeza, los codos, rodillas, etc., porque nos cosían a la guachapanda como remendando un costal. Y el papá insistía que esa vaina no valía la pena, que lo que pasa es que la sangre es muy escandalosa. Mi mamá nos llevaba donde el tío Guillermo, recién egresado como médico, y él nos raspaba el pelo cercano a la herida con una “Gillete” y luego a voliar aguja e hilo para cerrar la chamba.

A los púberes y adolescentes que tienen disputas con el papá porque quieren mantenerse a la moda y por lo tanto lucir el pelo largo, consigan una foto del cucho cuando tenía 16 años para que vean las mechas que lucía. Entonces todos andábamos con el pelo hasta el hombro y ni siquiera nos peinábamos.