viernes, diciembre 19, 2008

Vicisitudes de un peregrinaje (I)

Al estudiar con detenimiento a la Sagrada Familia no puede dejar de notarse que a San José lo han pordebajiado con relación a las advocaciones que enaltecen al niño Jesús y a su mamá, la Virgen María. El Divino Niño en Bogotá; el Niño Jesús de Praga; Niño Jesús El Doctorcito de Lima y Niñopa de Ciudad de México son apenas algunos ejemplos, y referente a las Vírgenes basta con decir que existen once mil. Cada cultura tiene su preferida y los devotos marianos son fervientes seguidores de una imagen en particular; para un cubano la Virgen de la Caridad del Cobre es la única, mientras que en Brasil es Nuestra Señora Aparecida y en Canadá prefieren a Notre Dam du Cap.

En cambio a San José le dedican una parroquia con su barrio y un buen parque, pero de resto es poco lo que lo nombran; son escasos sus seguidores, las estampitas con su imagen no tienen buena salida y los devotos no llenan un estadio. Al hombre le tocó moler duro durante su existencia y miren las injusticias de la vida: cuando en una casa hay varios muchachitos, toca rifar los turnos para acomodar las figuras del pesebre y los dos últimos siempre son San José y el burro. Increíble, hay zambos que prefieren arrimar el buey a la cuna que poner en lugar destacado al padre putativo del recién nacido. Me parece que es hora de reconocerle al abnegado carpintero su importante papel y bien podría la iglesia organizar entre los estudiantes un concurso que reviva los momentos de la Natividad, con el ingrediente que cada quién lo haga como si los hechos ocurrieran en su región y en la actualidad. Ahí les va un ejemplo del relato que podría jalarse un bachiller con una buena imaginación, pero con el léxico y la redacción que caracterizan a los estudiantes de ahora.

*Resulta de que al catano José le dio la ventolera porque tenía que irse para su pueblo de origen, Chinchiná, para quedar registrado en el censo que estaba a punto de realizar el DANE en todo el país para saber cuántos es que somos. Y la Virgen María a tratar de convencerlo para que dejara esa enguanda porque ella ya estaba piponcha y faltaba poquito para que naciera el pelaito; además le recordó que él tenía que entregar unos encargos que le habían hecho en la carpintería y que esta era la hora en que no los tenía ni tibios. Y sale el cucho con el cuento que a un carpintero que no sea incumplido nadie le cree, y que por el viaje no se preocupara que él era muy abeja y ya tenía todo fríamente calculado.

Pero vea mijo, le decía María, fíjese que nosotros estamos muy vaciaos para ponernos a viajar y además aquí en el barrio ya le cogimos el tirito a la atención del SISBEN; qué tal que por allá sean bien complicadas esas vueltas y se llegue el momento de aquello y nosotros sin atención médica. Es que si usted hubiera buscado trabajo como empleado, como tanto le he dicho, tendríamos al menos una EPS en donde a la larga le paran a uno más bolas. Yo no sé, pero me parece que no estoy como para montarme en un bus durante horas para llegar a un pueblo donde usted ya no conoce a nadie; o es que se le olvidó que salieron de allá cuando su mercé era un mocoso chiquito.

María, mija, no se complique la vida. Además, quién le dijo a usted que nos vamos en bus. Nada de eso, nos trepamos en la moto y eso es en dos patadas que llegamos a mi pueblito que hace tanto no visito. Aguarde y verá yo le acondiciono la parrilla a la burrita, ahí acomodamos los corotos y de una vez empaco algo de herramienta por si resulta cualesquier cosa para hacer por allá. Fresca que yo me la rebusco y con seguridad tengo bastantes parientes que nos reciben con los brazos… ¡Un momentico José!, no será que habla en serio cuando dice que nos vamos en moto. ¡Míreme!, parezco una ballena y ya no doy paso. Ahí están pintados los hombres, como no se imaginan siquiera lo que es un embarazo; creen que esto es como soplar y hacer botellas. Pero le advierto una cosa y que le quede bien clarito, no me le encaramo en ese pelle ni amarrada y bien pueda lárguese solito que a lo mejor el empadronamiento queda mal hecho si usted no está en ese pueblo pichurrio.

Aguarde vieja yo cuento hasta diez para no irla a embarrar. Primero que todo, más pichurrio será el moridero donde nació usted porque ni le pinto la bacanería que es Chinchiná. El clima, la gente, el paisaje, el ambiente de la plaza principal y ni para qué le cuento más. Segundo: nos vamos en la motico porque en bus nos vale un ojo de la cara y frescolines que yo le paro las veces que quiera para que estire las piernas; mire que así puede orinar cada que le provoque, porque usted ahora parece una chicharra y qué tal en un bus que solo para cuando le da la gana al chofer. Continuará…

Vicisitudes de un peregrinaje (II)

Los hombres debemos reconocer que somos muy olímpicos y todo nos parece sencillo, mientras que las mujeres sacan peros, ponen pereque, son negativas y todo se le vuelve un mundo. Esa diferencia puede verse cuando salimos de paseo y nosotros creemos que basta con echar dos pantalonetas y unas camisetas en un maletín, mientras que ellas planean todo con tiempo, compran cremas y bronceadores, empacan mudas de sobra y no repiten vestido de baño ni muertas. Pues fíjese que hasta esos dos santos personajes, José y María, casi se agarran de las mechas porque al fin y al cabo ellos también fueron humanos. Sigo con el bíblico relato.

*Déjeme organizar el paseo y no me saque la piedra, que le recuerdo que el arcángel Gabriel le advirtió que este nacimiento va a pasar a la historia, y qué tal usted y yo agarrados. Mejor empiece a empacar y no sobra advertirle que no puede llevar mucha cosa. Tranquilo mijo, respondió ella con cierto tonito, que una con más de ocho meses de embarazo no necesita casi nada; y si el niño se adelanta ojalá nazca vestidito.

Quince días después volaba José en esa caspa de motocicleta y la pobre María bien incómoda porque entre el maletín en la espalda y su marido adelante, la barriga no le cabía. El chaleco tampoco cerraba y ese casco protector tallaba por todas partes, pero no decía ni mu para no darle el gusto. Eso sí, cada cuarto de hora lo hacía parar en donde fuera porque la vejiga la mortificaba, y había que ver al tipo renegar porque había logrado pasarse una docena de camiones y ahora a repetir la peligrosa operación. Y pónganse los impermeables y pare de nuevo para quitárselos; chaleco, casco, guantes y plásticos para los zapatos, y esa mujer que trinaba. Con toda la razón, además.

¿Si vio mija?, eso fue en un ya que llegamos. Porque yo vengo fresco. Espere pregunto dónde queda la dirección de mis primos que ahí seguro nos reciben; y fresca que el lunes, después del empadronamiento, arrancamos para la casa. Vea, aquí todo es mogollo, ya di con la dirección. María, como quien no quiere la cosa, mascullaba con ira contenida: Tranquilo viejo que yo vengo muy presentable con este disfraz y semejante barriga; y debo tener el pelo divino.

Pailas mija, comentó José cariacontecido, nos fregamos porque se corotiaron hace días y nadie sabe para dónde; vamos a la plaza que allá seguro me dan razón. Ella se acomodó en una cafetería y desde ahí lo veía conversar con todo el mundo, hasta que se vino como muy animado. Yo se lo dije, uno es jodido y de alguna forma se la rebusca. Fíjese que como los hotelitos siempre son costosos, cuadré con un doctor que nos da posada y a cambio yo le hago unos remiendos en una finquita que tiene allí no más. Por fortuna traje la herramienta. La pobre María debió zamparse de nuevo el disfraz y ahora el recorrido era por carretera destapada, con un polvero espantoso, y al llegar el tipo les cedió la pieza del reblujo y de una puso a José a arreglar unas chambranas.

Esa noche la mujer se sintió indispuesta por el cansancio y llegó a creer que el niño iba a nacer, lo que preocupó al carpintero que andaba sin un peso en el bolsillo. Madrugó y al conversar con algunos trabajadores le dijeron que no fuera tan pendejo, que vendiera la moto por lo que le dieran y llevara la plata a un negocio que había en el pueblo, que en unas semanas le daban un billete largo. El hombre ni corto ni perezoso arrancó con las instrucciones y encontró la empresa que operaba en un garaje, ferió la moto por una chichigua e hizo la inversión que lo iba a sacar de pobre.

José llegó tardecito con la sorpresa y encontró a su mujer con los dolores, y quién dijo que pasaba un carro a esa hora. Entonces le tocó a la alimentadora servir de partera y ahí entre aperos, herramientas y costales nació el barrigón, muy alentado por cierto. Los cogedores de café se arrimaban a noveleriar y a felicitarlos, y el agobiado padre madrugó al pueblo a retirar la plata para poder comprar siquiera con qué vestir al chino. Ni qué decir de lo que sintió cuando llegó y encontró un mundo de gente tirándole piedras al negocio dizque porque se largaron con el billete y los dejaron como el ternero.

Regresó a la finca y mientras María lloraba desconsolada, un pirobo le dijo que los paracos los tenían entre ojos y que era mejor que se abrieran. No hubo de otra que empeñar la herramienta y comprar dos pasajes para Bogotá, y allí se instaló donde un hermano que vivía en el barrio Egipto. No hay mayores datos sobre la vida de la Sagrada familia en los años siguientes, hasta que el muchacho entró a la universidad y cogió fama de revolucionario. Dizque no se perdía marcha, lanzaba arengas y era un duro para convocar manifestaciones. Las fuerzas oscuras ya lo tenían fichado y por cierto un fulano lo sentenció con esta frase: Ese man no llega a la edad de Cristo.

martes, diciembre 09, 2008

Publicidad engañosa.

Para quienes no entendemos de publicidad ni mercadeo es difícil aceptar que ciertos comerciales sean exitosos y calen en el consumidor. He reiterado que el único espacio de televisión nacional que veo es un noticiero al medio día, y durante la tanda de comerciales cambio a otro canal donde me entretengo con cualquier cosa que reemplace esa aburrida seguidilla de comerciales tan pendejos y chocantes. Entonces debo brincar a cada momento convencido de que ya tienen que haber terminado, y me quedo aterrado con que dicha pausa es tan larga que casi alcanzo a ver otro programa durante ese lapso. En dichos cambios se topa uno con un comercial como el del imbécil que entra a la casa mientras baila y canta, hasta llegar al lado de su mujer que le prepara un sancocho con cierto caldo de sustancia. Aunque a esa hora debería provocar darle una probadita al preparado que bulle en la olla, a lo único que invita es a darle un sopapo a ese tontarrón por ridículo y postizo.

Otra cosa que ofende es la publicidad engañosa. Por qué tienen que utilizar argucias y marrullas para tratar de enredar al consumidor, y la prueba más fehaciente es cuando al final de un comercial deben decir algunas reglas o restricciones que a ellos no les conviene, por lo que el locutor de turno las recita a una velocidad imposible de entender. Cómo es que no hay una entidad que se dé cuenta de semejante vaina tan obvia para que los obligue a ser más honestos.

Hace unos días me topé con una publicidad de UNE donde ofrecen los mismos servicios que tengo en un paquete de esos que llaman combo, pero con la diferencia que el precio es menor al que pago actualmente. Llamé y le dije a la niña que cómo hacía para cancelar mi plan, que por cierto ya cumplió el tiempo por el cual me comprometí, para cambiarlo por el de la oferta porque es mucho más barato.

Entonces ella empezó a explicarme de qué se trata ese plan y le dije que es exactamente lo que tengo ahora; luego de pensarlo un poco se le prendió el bombillo y aseguró que el de la oferta tiene un internet más veloz, y le conté que hace poco me ofrecieron duplicarme la velocidad por dos mil pesos mensuales, a lo cual accedí de inmediato; que por favor me anotara en la nueva oferta y le sumara los dos mil pesitos. Ya sin argumentos, aseguró que yo no podía aspirar a esa oferta por el estrato de mi línea, pero alegué que en la publicidad que tenía en la mano no decía una sola palabra al respecto. Cuando ya no encontraba de donde agarrarse, y después de inventarse mil cuentos que le desbaraté al instante, aseguró que no se podía y punto. Como quien dice, que me jodiera.

A mediados del año llamaron de Telmex para proponer que me cambiara a esa empresa, y antes de oírle el cuento al vendedor le pegunté por qué si desde diciembre del año pasado los vi trepados en los postes del barrio dedicados a tender las redes, no habían empezado a ofrecer sus servicios para así evitar que nos comprometiéramos con la competencia. Podían haber adelantado una campaña publicitaria donde anunciaran su llegada a la ciudad para una fecha determinada y de una vez prometieran algunas promociones y ventajas a quienes se cambiaran a la nueva empresa de comunicaciones. Sobre todo en esa época cuando muchos manizaleños nos sentimos aporreados por la desaparición de Emtelsa, y después algo ofendidos por la forma como la empresa que la absorbió empezó a despedir gran parte de su personal donde con seguridad teníamos un conocido, amigo o pariente cercano entre los damnificados.

El caso es que el tipo no supo dar razón de la estrategia publicitaria y procedió a echarme el rollo de las ventajas que obtendría si me apuntaba en la lista de los que prefieren la multinacional mejicana. Cuando me enteré de que lo que me ofrecía eran los mismo tres servicios que tengo con UNE, televisión por cable, banda ancha y telefonía local ilimitada, lo insté a que me dijera el precio del llamado “triple play” para ver la diferencia en plata. El hábil vendedor evitaba la pregunta y empezó con un cuento acerca de que ellos ofrecían una televisión con más canales, a lo que le dije que a la que tengo le sobran por lo menos el 60% de canales que son relleno y basura internacional.

Entonces arrancó con el tema de la velocidad de la banda ancha de internet. Le respondí que hace unos días me la duplicaron por una suma irrisoria y que si para abrir una página determinada en el navegador mi PC se demora un segundo, no necesito que lo haga en la mitad del tiempo. El tipo se quedó sin argumentos y por fin desembuchó que la promoción que ofrecía era más costosa de la que pago en la actualidad, por lo que debí comentarle que no me explico cómo una empresa nueva que viene a competir espera que uno se meta en la enguanda del cambio de líneas y demás inconvenientes, y fuera de eso deba pagar más por los mismos servicios. ¡Tienen huevo!

martes, diciembre 02, 2008

Tenemos alcalde.

Está comprobado que los gobernantes que perduran en la memoria del pueblo son los que dejan grandes obras de infraestructura. En Bogotá recuerdan perfectamente cuál alcalde levantó los puentes de la 26; los pereiranos siempre tendrán presente quién era el Presidente cuando se construyó el imponente viaducto; en nuestra ciudad agradecemos al alcalde que dejó su firma en el cómodo y moderno estadio de fútbol; y a Rojas Pinilla, a pesar de la represión y los momentos difíciles que vivió nuestro país bajo su régimen militar, lo relacionan de inmediato con la construcción del Aeropuerto Eldorado. Pensar que en ese entonces lo criticaron porque el terminal aéreo quedaba en los mismísimos infiernos, en un pueblito llamado Fontibón, y ahora no saben cómo manejar el problema de estar metidos en medio de barrios y urbanizaciones.

Sin duda es un gran error desconocer el trabajo social de nuestros gobernantes. Ojalá todos pensaran primero en saneamiento básico, infraestructura hospitalaria y atención en salud, educación, y que con lo que sobre miren a ver para qué alcanza. Por eso los gobernadores son tan poco recordados, porque pavimentan vías veredales, construyen escuelas en pueblos olvidados y dotan de puestos de salud a remotos corregimientos. Cada una de esas comunidades, muy reducidas por cierto, se lo agradecerán eternamente pero de resto nadie se entera.

Hace poco le pregunté a nuestro alcalde Juan Manuel su opinión acerca de las críticas que le hacen porque viaja mucho al exterior y a otras ciudades del país. Respondió que si nos sentamos a esperar a que dirigentes cívicos, empresarios y políticos vengan a Manizales a ver qué necesitamos, se nos va a borrar la raya. En el exterior hay organizaciones no gubernamentales con billete para invertir en el tercer mundo; gobiernos de ciudades y países del hemisferio norte que buscan comunidades subdesarrolladas donde puedan desarrollar proyectos; e inversionistas de toda índole que se interesan por encontrar una buena plaza dónde afincar sus empresas.

Un gobernante de provincia debe viajar siquiera una vez a Bogotá durante la semana, porque Congresistas, Ministros y altos funcionarios no van a venir aquí a preguntarnos qué se nos ofrece. También debe visitar otras capitales para formalizar alianzas con sus colegas, intercambiar conocimientos y buscar beneficios para su comunidad. Y más ahora con las facilidades de las comunicaciones y la maravilla del internet, que parece lo mismo estar sentado en su oficina que encontrarse en la Patagonia. Con los adelantos tecnológicos en este campo las distancias desaparecieron.

Lo que nadie puede desconocer es el liderazgo, capacidad de trabajo y organización que demostró Juan Manuel Llano al momento de enfrentar la crisis que soporta nuestra ciudad a causa de un invierno que no da tregua. En estos casos no es necesario estar en todas partes y dominar los diferentes temas, sino saberse rodear de expertos y coordinar un equipo que atienda las emergencias. Trajo ministros, congresistas y al mismo Presidente Uribe para obtener los recursos necesarios, con la salvedad que en todo el país sufren las inclemencias del clima y también requieren de ayudas económicas.

Tal cual vemos al alcalde compartir con los damnificados, metido entre el barro e interesado por las necesidades de cada ciudadano, así es él. No ha cambiado un ápice, porque Juan siempre ha sido amable, sencillo, des complicado, frentero, ejecutivo y metelón. Tiene don de mando y poder de convocatoria. Ni hablar de los informes que ha presentado por el canal UNE televisión, donde en forma concisa y detallada notifica a la ciudadanía sobre la manera como han enfrentado la emergencia.

Imagino la cantidad de peticiones que recibe a diario el señor alcalde, y los problemas que debe solucionar con semejante arremetida de la naturaleza contra nuestra ciudad, pero no dejo pasar la oportunidad para decirle algo al oído. Resulta que siempre me he vanagloriado ante quienes visitan la ciudad, cuando me dispongo a acompañarlos para recorrerla, por el magnífico estado de nuestras vías. En casi todas las ciudades del país transitar por calles y avenidas es una odisea, porque los huecos son la constante y si no conducen con cuidado acaban con el carro o se quedan atascados en medio del fango. En Bogotá por ejemplo nunca podrán ponerse al día en ese sentido, porque mientras arreglan unas calles las otras se vuelven intransitables.

Pues yo no veo la hora de que sea la semana de ferias para mostrarle a los visitantes la Plaza Alfonso López y su anillo vial, el túnel de la calle 52, los bulevares y los paseos, el desarrollo de la Avenida Kevin Ángel, las obras del Cable vía, el Terminal de transportes y tantas otras novedades que da gusto enseñar, pero no podré evitar transitar con esos invitados por las avenidas Santander y Paralela. Y entonces me quedaré sin argumentos para ofrecer que le doy un premio al que me muestre un hueco en la calle, porque el piso de esas dos importantes arterias está en muy malas condiciones. No son huecos grandes, pero son muchos, y si no les meten la mano rápido con una nueva capa asfáltica, nos cogen ventaja y se nos acaba el reinado.

El caso es que Juan Manuel ya dejó ver la casta y estoy seguro de que al terminar el mandato los manizaleños estaremos muy satisfechos con su desempeño.

miércoles, noviembre 26, 2008

No seamos animales.

Ha sido costumbre nuestra referirnos a una vida perra cuando a alguien le va mal durante su existencia. Pero esa frase hay que revaluarla, porque el primero que la utilizó seguramente se refería a un chandoso de esos que vemos a veces en la calle y que a primera vista produce lástima. Garosos pelados por la sarna y demás enfermedades de la piel, casi siempre cojos o sin una oreja que perdieron en una pelea callejera, que deambulan en busca de cualquier bocado que aplaque su hambre. Entonces me viene a la memoria una estrofa de “La Perrilla”, de Marroquín, que se refiere a un chucho cuyo estado es tan lamentable que lo define así: “flaco era el animalejo, el más flaco de los canes, era el rastro, eran los manes de un cuasi-semi-ex-gozquejo. Sarnosa era, digo mal, no era una perra sarnosa, era una sarna perrosa en figura de animal. Era, otrosí, derrengada; la derribaba un resuello; puede decirse que aquello no era perra ni era nada”.


Sin embargo esa lamentable perrilla era la única compañía de una vieja que vivía sola en medio del bosque. Porque entre el ser humano y los canes ha existido desde siempre una afinidad muy especial. Desde los primeros asentamientos prehistóricos existen referencias de la compañía de estos animales, los cuales han sido de gran utilidad en labores tan importantes como la vigilancia, la caza, como fuerza de tracción, rastreadores y muchos otros servicios. Al recordar a los reyes, príncipes, emperadores, sultanes, señores feudales y grandes líderes, siempre había a sus pies un par de perros grandes y atemorizantes. Una de las principales armas de los conquistadores españoles contra los indígenas, durante el descubrimiento de América, fueron los furiosos perros que avanzaban en la vanguardia.

En cambio no podrá referirse nadie a la tal vida perra mientras existan mascotas caninas que llevan una existencia mucho más cómoda que la mayoría de los humanos. Porque hay que ver las excentricidades que existen en ese sentido, como el caso de los integrantes del jet set que andan con sus chandositos de pura raza y pedigrí envidiable. Esos pulgosos comen mejor que cualquiera, son atendidos por pajes dedicados exclusivamente a ellos y para el mantenimiento de su pelo, uñas, dientes y demás presas, cuentan con los mejores estilistas y médicos veterinarios. Y en caso de que no puedan acompañar a su amo por cualquier causa, existen guarderías especializadas donde los atienden como si de príncipes se tratara.

Cada quién se gasta su plata como le provoque, pero no hay derecho a que mientras existan personas con tantas necesidades económicas, se destinen a un animal sumas exorbitantes de dinero. Hace poco alguien que llegó del Canadá me contó alarmado que a un amigo suyo en ese país se le enfermó el perro y fue necesario operarlo de urgencia. Los costos de la intervención sumaron en total 18 mil dólares; 15 mil de la operación y 3 mil por la estadía en la clínica. Absurdo proceder, porque siempre es mucho lo que se hace en un país como el nuestro con esa plata; cuántas penurias podrían paliarse. Alcanzaría hasta para comprar una casita muy buena para una familia necesitada.

Pero no, muchas personas prefieren gastar fortunas en mascotas antes que ayudar al prójimo. Porque aunque ahora años los animales más comunes que había en los hogares eran gatos y perros, en la actualidad le ha dado a la gente por adoptar unas mascotas estrambóticas y rebuscadas. Y es que a la larga los canes se adaptan a convivir con los humanos, mientras que los pequeños felinos no tienen problema porque ellos andan por donde les provoca y así su libertad nunca se ve coartada. Pero tener en un apartamento una iguana o un conejo sí es un crimen; o qué tal una tortuga en un pequeño acuario.

Y debido a que muchas personas tienen una afinidad innata con diferentes tipos de animales, se da el caso de tener un cerdo en la casa como mascota. ¡Hágame el bendito favor! Puede ser de pura raza, que esté educado y se mantenga limpio, pero de solo imaginarme una plasta de marrano en el tapete de la sala me da un yeyo. Para mi gusto tener animalitos en una finca es muy agradable, porque allí están en su ambiente y gozan de cierta libertad; pero en un apartamento no le jalo a nada que produzca desechos orgánicos. Enseñarle a la mascota que tiene que esperar a salir para desocupar la tripa es muy complicado, y después llevarlo todos los días a la misma hora, y fuera de eso tener que recoger el bollo... ¡Mejor deje así!

Ni hablar de los que prefieren tarántulas, serpientes, escorpiones o insectos desagradables, aparte de que tener especies de fauna salvaje está prohibido. Por cierto, me parece atinado que en este periódico reporten la incautación de este tipo de animales, pero que no relacionen en cuánto están avaluados los ejemplares porque según los datos que publican ese negocio es más rentable que ganarse la lotería. Dice por ejemplo que incautaron una culebra, dos chuchas, tres loras, una tatabra y un perezoso, y que los animales están avaluados en 37 millones de pesos. En vez de trabajar es mejor dedicarse a coger aunque sea pispirispis.

martes, noviembre 18, 2008

Un mayordomo retirado (II).

Para mí no existe mejor programa que conversar con un campesino de esos dicharachero y espontáneo, y mejor aún si es un viejo curtido por los años y la experiencia como el que me acompaña en este relato. La nostalgia por los cambios que el modernismo impone en el diario vivir los agobia y entristece, pero a la vez aprecian que sus descendientes aprovechen esas ventajas para capacitarse y ser más productivos. Sigo pues con la agradable charla que sostuve con el viejito de marras.

*Me perdona dotor pero como usté no me advirtió, le echaron al tintico cinco cucharadas de azúcar y ahora me entero que se lo toma es amargo. Pero aquí le traigo este otro sin nada de dulce, y ni me diga que pruebe porque esa vaina debe saber a rila. Y eso que no hay del que me gusta a mí, que es endulzao con panela; el que llaman chaqueta. Bueno, como le contaba, en las fincas cafeteras, y en las de ganao, frutales, aguacate o a lo que sea que destinen la tierra, la tenología es mucha y se la aplican a todo lo que tiene que ver con la ministración. Yo no me esplico cómo es qui´hacen, pero con un aparato de esos que le dije ahora se puede saber hasta de qué se va a morir uno.

Mire usté por ejemplo el beneficio del café. En mis tiempos los piones llegaban con la cereza y se medía por latas, que eran de esas en que venía la manteca y se le hacía un marco de madera en la parte de arriba pa´ que cupiera más. Cuando yo estaba chiquito la despulpadora no tenía siquiera motor; había que voliale manivela a pura fuerza y mi apá nos ponía por turnos a darle a eso. Entoes el cafecito ya pelao se recogía en un tanque, lo dejábamos vinagrar de un día pa´ otro y ahí sí lo lavábamos. Después a pasalo por una zaranda pa´ separale la pasilla y de ahí a secar a los carros, la helda o si había marquesina mejor. Muchas casas tenían en el techo una helda, que consiste en marcos de madera forraos con latas de zin, los cuales se levantaban pa´ aprovechar el sol, pero había que estar pilas si empezaba a lloviznar pa´ correr a cerralas porque se perdía el trabajo. Los carros eran parecidos, peros estos estaban arrumados unos encima de otros y con unas balineras que corrían sobre unos rieles, se abrían todos hasta que les cayera el sol bien parejo. Esos también había que cerralos a las carreras si amenazaba lluvia. Entoes el patiero cada cierto tiempo procedía a revolcar el café con una especie de azadón de madera, pa´ que secara parejo.

Uno le calculaba según el veranito y pa´ saber si estaba listo, cogía un puñao y con la otra mano lo trillaba bien pa´ quitale la cascarita; lo que llaman cisco. De ahí no era sino empacalo en costal pergamino de a cinco arrobas en cada bulto, y una carga son dos bultos de´sos. Pa´ pesalo teníamos la romana, que es una varilla con marcas, un gancho en una punta donde se engarza el bulto, y un fiel que se va moviendo en la varilla que es donde da la letura. Y le digo pues que cuando pesaban ese café a la cooperativa, se pelaba uno en muy poquito. La pasilla la empacábamos en unos costalitos que llamábamos arroceros, con tapa de pedriódico pa´ que cupiera más cantidá.

En cambio ahora yo dentro a un beneficiadero y todo es distinto. Las máquinas verticales y una vaina que llama quisque desmusili… ¡No, qué va!, yo no me he podido aprender ese nombre. Lo más verriondo es que trabajan sin agua pa´ no contaminar los ríos, una vaina que antes no se oía ni mencionar. El café lo secan en silos que calientan con diferentes combustibles y hay que ver la eficiencia con que funciona toda esa vaina; parece una fábrica. Motores por todas partes, bandas que mueven el café, tubos por donde lo empujan mojao pa´ pasalo de un lao a otro… mejor dicho.

Pero fíjese que así como esa tenología sirve pa´ mejorar la produtividá de la finca, también tiene sus peros. Le pongo un ejemplo: en mis tiempos uno viajaba al pueblo el domingo a mercar y de una vez conseguía la gente que necesitara pa´ la semana. En cosecha había cogedores de sobra y no recuerdo que alguna vez hubieran faltao; y era gente de palabra, si decían que amanecían allá el lunes, de alguna forma se aparecían a cumplir. No regatiaban por la lata, trabajaban hasta el sábado a medio día y no metían tanto vicio como ahora. En cambio mire lo que pasa hoy en día. Hay que rogales pa´ que trabajen, joden al contrato por cualquier pendejada, nadies les da gusto pa´ la comida, y lo pior, si el lunes a media mañana los llama un amigo por un cedular… un teléfono de esos que cargan en el bolsillo, a deciles que en otra parte están pagando mejor la cogida, se largan sin siquiera avisar y dejan el trabajo tirao.

Bueno dotor, conversamos lueguito que tengo que llevale el cuido a los marranos. Usté me disculpa.

martes, noviembre 11, 2008

Un mayordomo retirado (I).

La gente que habita el campo en la zona cafetera es amable, simpática, honesta y buena conversadora. Nuestros campesinos, o montañeros como los llaman algunos en forma despectiva, son personas que a pesar de la influencia que genera en ellos los avances tecnológicos y la vida moderna, tratan de mantener las costumbres y de sobrevivir en una rutina que ha marcado sus vidas desde siempre. Una cultura que difiere muy poco de la de aquellos primeros colonizadores que llegaron de Antioquia, y que a pesar del paso del tiempo sigue arraigada en el diario vivir de nuestros paisanos. Cambiaron la mula por la motocicleta, cargan teléfono celular y sus hijos utilizan internet en la escuela, pero al conversar con ellos mantienen ese lenguaje autóctono y particular que los distingue de los demás. La influencia que ha tenido en ellos el modernismo pude apreciarla hace unos días durante una conversación que sostuve con un viejito que me topé en una finca cafetera.

*Yo por aquí dotor logrando el solecito. Fíjese que desde hace días no hace sino llover y a mí me hace mucha falta la calor. Con decile que ya muy ligerito pego pa´ onde otro de mis hijos que maneja una hacienda ganadera pa´ los laos de Puerto Boyacá, porque con este clima ya casi me salen retoños. Y puede que pa´ toda parte esté haciendo el mismo invierno, pero en esas tierras por lo menos no hace tanto frío. ¿Cómo dice? Claro dotor, fuera de estos dos muchachos tengo otro que vive en Bogotá y allá trabaja de condutor; una muchacha que se casó hace como tres años y orita vive en Zaragoza, un pueblito muy sabroso que queda ahí cerquitica de Cartago; y la menor que resultó más avispada que´l diablo y se fue a trabajar a Mayami. Cómo le parece, cada rato me llama quisque pa´ que me vaya a visitala, que ella me consigue papeles y todo, pero yo soy muy resabiao y no creo que me amañe por allá.

Con decile que yo nací en una finca cafetera y toda la vida he trabajao en este destino. Mi apá era agregao de una tierrita cerca a Neira y allá empezamos todos los hijos a mayaliar tieso y parejo. Cuando ya estaba en edad me casé y después de voltiar mucho al fin conseguí una chanfa de mayordomo, y ahí aprendieron mis hijos el oficio que les permite ahora rebuscase. Mire que el que anda de chofer es porque se fue de puro culipronto detrás de una vieja, y vive más aburrido que´l patas porque ese muchacho fue criao en el campo, administró fincas y ahora se pasa el día en ese despelote peliando con todo el que se sube al bus. Pero que con su pan se lo coma. El caso es que yo enviudé hace como diez años y desde entonces me la paso visitando los hijos; me quedo dos o tres meses con uno y luego arranco pa´ onde el otro. Le caigo a la hija y hasta a Bogotá e ido a darle vuelta a ese barrigón.

Por fortuna alcancé a pensioname porque los patrones me pagaron todas las prestaciones legales y esas vainas, y ahora en las fincas que manejan los muchachos a veces me contratan; cojo café por ahí en un lotecito fácil y hasta me dejan por ministra si el patrón los autoriza. Puede que uno ya no tenga muchos alientos, pero la experiencia también vale y además yo hago buenas migas con todo mundo. Por ejemplo aquí tengo unos marranitos en compañía con el hijo… si quiere se los muestro. Y en la hacienda de ganao que maneja aquel otro muchacho, tengo unos animales de engorde que el patrón me dejó meter en unos potreros que tiene muy enmontaos; alguito de pasto resulta pa´ que coman esos rilosos.

Le cuento pues dotor que yo todavía me siento capaz de manejar una tierrita de café, pero el problema es que con la tenología esta vaina ha cambiao mucho. Yo me arrimo a patiar cuando el patrón de este muchacho viene y se sientan a hacer cuentas y a conversar, y entoes ese dotor prende el… ¿cómo es que llama ese aparato? ¡Eso!, el conmutador. Bueno, como se diga pues… El caso es que esa vaina sí me deja con la boca abierta. Cómo le parece que en esa pantalla aparecen un mundo de números y el patrón sabe perfetamente cuánto café cogieron digamos en un lote cualesquiera; pero ¡atérrese!, eso no tiene gracia. Ahí mismo dice cuánto van a coger en ese mismo lote el año entrante, el que sigue y hasta dentro de cinco años. No me diga que eso no es una verriondera. Lo mismo pa´ saber cuánto abono van a gastar, cuántos jornales, cuándo hay que soquiar los lotes y todo lo que usté quiera saber.

Yo le digo pues que a mí me enviste una vaina de esas; y lo malo es que uno a esta edad ya se fue así… recuerde que loro viejo no aprende a hablar. Pero aparte del aparato ese en la finca todo ha cambiao y no se parece a como le tocaba a uno. Aguarde traigo dos tinticos y le hago la comparación de cómo han variao muchas cosas.

martes, noviembre 04, 2008

Un conflicto eterno.

Todos quienes aún respiramos en este país, además de aquellos que ya murieron, hemos convivido con un conflicto que parece no tener fin. Algunos creen que en Colombia empezó la violencia con el asesinato de Gaitán, en 1948, cuando el pueblo vio truncadas sus esperanzas de instalar a un hombre de cuna humilde en el solio de Bolívar. El vulgo enloqueció al enterarse de que la oligarquía política maquinó la muerte del líder liberal para sacarlo de la carrera electoral, la cual ganaría sin lugar a dudas en los comicios que se avecinaban. Hasta el último rincón del país se vio sacudido por el magnicidio que dio inicio a otra oleada de violencia, como tantas otras que han agitado nuestra maltratada historia.

Desde que el primer conquistador pisó una de nuestras playas para reclamar este territorio como posesión de sus majestades Fernando e Isabel, en estas breñas se armó la furrusca y no ha habido poder humano que logre calmar los ánimos. Aquellos invasores arrasaron con lo que toparon a su paso y después de esclavizar a los indígenas, diezmaron sus comunidades hasta reducirlas a la mínima expresión. Después vino la colonia y algunos criollos quisieron sacudirse del yugo invasor, por lo que formaron diversos movimientos alzados en armas que con tesón y sacrificio lograron alcanzar la tan soñada independencia. Claro que no fue sino que se largaran los chapetones para que aquí nos agarráramos de las mechas, y esta es la hora que seguimos en las mismas.

Basta con mirar nuestra historia con detenimiento para notar que no hemos tenido un período considerable de paz y tranquilidad. Durante el siglo XIX las guerras civiles fueron la constante y la celebración del arribo al anhelado siglo XX estuvo opacada por la famosa guerra de los mil días, que duró de 1899 a 1902. Que cada quien mire entre sus ancestros para que encuentre generales, coroneles, capitanes y militares de rangos inferiores. Porque en aquella época no era necesario tener alma de guerrero ni seguir una carrera militar para obtener el rango, ya que después de que estallaba el conflicto, a los hombres de bien les llegaba una carta del gobierno de turno donde les notificaban el nombramiento. Después solo quedaba recibir el uniforme, las instrucciones, ensillar el caballo y a cumplir con el deber.

Avanzan los años 1900 y la ojeriza entre liberales y conservadores no amaina. Quien tuviera las riendas del poder aprovechaba para menguar al contrincante y fue así como después de una larga hegemonía liberal, por fin los godos alcanzaron la presidencia y quién dijo miedo. Amangualados con la iglesia, que tildaba a los liberales de ateos y come curas, los conservadores inventaron la policía Chulavita (nombre que tomaron del pueblo boyacense de donde provenían), además de los famosos “pájaros”, quienes se encargaban de recorrer todos los rincones de la patria para hacerle la vida imposible a quien no comulgara con los ideales de las toldas azules. Cuentan que llegaban a los pueblos, cogían a los cachiporros y les daban una “aplanchada” con machetes y peinillas, y los conminaban a largarse en un plazo determinado. Al que no obedeciera, le repetían la dosis pero esta vez con el filo y hasta picarlo. Aseguran que hubo curas que desde el púlpito instaban a matar cachiporros, con la absoluta certeza de que esa gente no tenía alma.

En busca de una salida a la matanza general los líderes políticos implantan el Frente nacional, que consistió en turnarse el gobierno cada cuatro años entre los dos partidos mayoritarios. Pero si la solución sirvió para calmar los ánimos entre la dirigencia, los ríos de sangre que corrieron en campos y ciudades dejaron odios, venganzas y cicatrices que se encargaron de avivar las brazas de una hoguera que nunca hemos logrado apagar. Los bandoleros azolaron el país y muchos recuerdan con pavor al capitán Venganza, a Guadalupe Salcedo, Sangrenegra, Desquite, Chispas, Efraím González y el recién fallecido Tirofijo, quien los sobrevivió a todos y con buena ventaja. También hubo idealistas comprometidos como el cura Camilo Torres, el médico Tulio Bayer o el teniente Cendales.

Mientras tanto en el resto del planeta sucedía, así por encima, la guerra fría que mantuvo el mundo en ascuas. La revolución cubana; la guerra de Vietnam; Camboya y sus Jemeres rojos; los conflictos africanos, incluido el apartheid; la locura del Líbano; tupamaros y montoneros; las revoluciones en Nicaragua y El Salvador; Sendero luminoso; la debacle de los Balcanes; la confrontación entre Irán e Iraq, y las dos guerras de este último con los aliados de occidente. En fin, gran cantidad de conflictos que en su momento parecían no tener solución y sin embargo en la mayoría lograron la tan anhelada paz. Hasta derribaron el muro de Berlín y desmantelaron la antigua Unión Soviética. En cambio, aparte de algunos enfrentamientos menores como el de Chechenia, los únicos que parecen no tener solución son el de medio oriente, entre palestinos e israelitas, y el que mantiene asolado a nuestro sufrido territorio.

Dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, pero nuestro mal lleva mucho más tiempo y aunque parezca increíble, lo hemos resistido. Solo nos queda soñar con que nos toque conocer algún día un país en paz, con justicia social y prosperidad para todos.

lunes, octubre 27, 2008

Me Río de Janeiro.

Los colombianos nos deberíamos mantener mejor informados acerca de los proyectos de ley que se adelantan en el Congreso de la República, porque la realidad es que pierden el tiempo en unas pendejadas que francamente. En realidad ellos le trabajan en serio a las iniciativas que más pantalla ofrecen, como aquellas que mantienen en vilo a los reporteros que cubren el Congreso y ocupan los titulares de prensa; esas mismas que les reportan utilidades varias, porque está claro que allá nunca votan a cambio de nada. Mientras tanto las nimiedades, que son muchas, las aprueban a pupitrazo limpio cuando apenas faltan unos minutos para que termine el período legislativo.

Hace un tiempo se presentó un fatal accidente en la piscina de un reconocido hotel de Cartagena, hecho en el que perdió la vida un niño de una manera absurda e inesperada. Ese tipo de noticia amarillista es un manjar para ciertos periodistas, como en su momento lo saboreó Félix de Bedout, además de convertirse en atril preferido para politicastros pantalleros y oportunistas como el tal Armandito Benedetti, quienes asumen el caso como si les doliera en el alma la muerte del niño, cuando en realidad lo que buscan es protagonismo y audiencia.

La justicia está para determinar quién es culpable e imponer los castigos pertinentes, y si el hotel tuvo algún grado de culpabilidad que le caiga todo el peso de la ley. Pero había que ver a este par de redentores reclamar porque en la piscina no había un técnico listo para desconectar las válvulas necesarias que evitaran el fatal desenlace. Puede que en Islandia o Suecia cuenten con ese tipo de precauciones, pero no me vengan con que en el tercer mundo existe siquiera un establecimiento que cumpla con dichas normas. Ahora se viene el Congreso con una ley que rige para todas las piscinas públicas, y me da risa cuando veo la lista de condiciones que supuestamente deben cumplir.

Seguro en un principio los inspectores municipales harán respetar la ley, impondrán multas y cerrarán piscinas por montones, pero dentro de unos años la legislación se prestará solo para generar mordidas y sobornos. Porque es posible que en un club privado, en un Centro vacacional reconocido o en un hotel de cinco estrellas cumplan a cabalidad con las condiciones exigidas, pero aspirar a que un “metedero” de media petaca en Melgar o Villeta haga semejante inversión para actualizar su alberca, es una utopía absoluta.

Porque en el futuro las piscinas serán construidas solo por ingenieros o arquitectos que registren sus planos en la entidad que corresponda. Deben contar con cerramiento y un ingreso a través de torniquete. Las diferentes profundidades se distinguirán con distintos colores, además de ir escritas con letras grandes y claras en las paredes de la estructura. Los planos de ductos, motores, filtros, bombas y demás implementos, además de alarmas, salidas de emergencia y elementos contra incendio, tienen que estar a la vista de todos los usuarios. Un técnico de mantenimiento deberá estar disponible en todo momento mientras la piscina esté en uso. Contará además con dos flotadores circulares con cuerdas, de colores vivos, y un bastón con gancho especial para rescates; un botiquín con una extensa lista de equipos y medicamentos; y un salvavidas profesional especializado en primeros auxilios para cada estanque. También un teléfono o citófono disponible las 24 horas para llamadas de emergencia.

La piscina debe tener sensores de movimiento o alarmas de inmersión, y un sistema de seguridad de liberación de vacío. Además debe contar con cubiertas anti entrampamientos, que son dispositivos que aíslan el efecto de succión provocado en los drenajes que tengan este tipo de estructuras (vaya explíquele este galimatías a Satanás, el oficial que hizo la mayoría de piscinas en Santagueda). El agua debe mantenerse limpia y sana, y cumplir los requisitos higiénico – sanitarios establecidos por las autoridades; de manera que a prohibirle a los novios que se saquen barros y espinillas en la piscina, mientras sacuden el dedo en el agua para limpiar el material extraído, y de ahora en adelante todo el mundo a orinar al baño. Ahora sí veo la vaina jodida.

Basta imaginar esas piscinas modernas, con diseños minimalistas y estilos vanguardistas, cómo irán a quedar de gallos cuando les apliquen todas estas condiciones; eso va a ser como bañarse en una estación de bomberos. Y las que son el verdadero gancho de hotelitos de pueblo, o la atracción principal de balnearios y paradores de camino, que son construidas por cualquier tegua con conocimientos del palustre y la plomada, lo que les puede costar cumplir siquiera con un mínimo porcentaje de las condiciones exigidas.

Pero no he dicho lo peor. Los muchachitos menores de 12 años deben estar acompañados en todo momento por un adulto que se responsabilice de ellos, así haya salvavidas en el establecimiento. Lo siento mucho por quienes tienen hijos o nietos pequeños, porque los mocosos quieren estar metidos en el agua desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde, hora en que se salen a regañadientes.

De manera que a reconsiderar donde el clima no sea propicio para tener una piscina, porque sostener semejante elefante blanco debe costar un ojo de la cara, además de que tiene más problemas que el álgebra de Baldor.

martes, octubre 21, 2008

El “pienso”.

Se ha vuelto común entre el gremio de las fámulas manejar tarifas diferentes para cobrar por su trabajo, y estas varían según las tareas que deban realizar. En la actualidad es un lujo contar con una persona que ayude con el oficio, así sea por unas pocas horas a la semana. El caso es que al momento de arreglar con la patrona la aspirante pregunta si el trabajo incluye “pienso”, lo que significa que ella debe disponer y planear qué se debe preparar en cada una de las comidas. Porque si comprar el mercado es bien costoso y hacer el oficio mamón, ni hablar de lo que representa pensar todos los días qué carajo hacer de almuerzo o de comida. Y como muchas amas de casa se desempeñan en el mercado laboral, por lo que llegan al hogar estresadas y muertas del cansancio, no tienen cabeza para disponer esas minucias que tanto desgastan; y todo adobado con que el mundo moderno y la tecnología se han encargado de atrofiar la tan necesaria memoria.

Los nuevos adminículos electrónicos almacenan todo tipo de datos y el consumidor depende de ellos para cualquier consulta o decisión. La computadora personal reemplaza la agenda, con el valor agregado que le recuerda al usuario las acciones a seguir el día y hora determinados; igual función cumple cualquier teléfono celular y por ello nadie utiliza las agendas electrónicas. Para qué cargar con otro aparato. Antes la gente debía memorizar gran cantidad de información de su interés. Cuento aparte son los nuevos teléfonos móviles que tienen, entre muchas otras funciones, cámara fotográfica de alta resolución, reproductor de música y lo más novedoso: conexión a internet. Entonces el ejecutivo moderno ya no pierde tiempo en los atascos del tráfico o al hacer una fila, porque saca el juguete, se conecta a la red y a trabajar se dijo.

El problema radica en que muy pronto se nos van a menguar las neuronas de la memoria. Muchas personas no saben siquiera el número de sus teléfonos, o cualquier otro tipo de datos que antes recitaban sin titubeos. Porque nuestra educación fue basada en la memoria. Repetíamos como loras y lo importante no era entender el tema tratado, sino escribir en la hoja del examen fechas y detalles exactos sin fallar en una sola reseña. Usted podía saberse al derecho y al revés la vida de Enrique VIII, pero si se equivocaba al momento de escribir la fecha de su muerte, perdía la materia y punto. Los demás conocimientos no tenían ningún valor para el profesor.

Un ejemplo de la dependencia a la tecnología puede verse en los médicos actuales. El ojo clínico fue reemplazado por la tecnología de punta y así como antes el galeno hacía un examen físico exhaustivo al paciente, lo auscultaba, medía, pesaba, le tomaba la presión, indagaba sobre antecedentes familiares, acerca de su vida actual, su trabajo y preocupaciones, ahora le hace una lista de exámenes de imágenes diagnósticas y de laboratorio, y que regrese con los resultados. Si el enfermo no tiene seguro médico particular debe rogar y hacer mil trámites para que la EPS le autorice los diferentes exámenes, que por cierto valen una fortuna. Muchos médicos de antaño además de su profesión, sabían varios idiomas, escribían, rimaban, eran grandes lectores y humanistas. En cambio la gran mayoría de los actuales son muy sabidos en su especialidad, pero no tienen idea de cultura general.

Para qué pensar, dirán ellos, si todo lo averiguan con solo dar un clic; y lo que no sepa Google es porque todavía no existe. Pero sí es muy triste que jóvenes que pasan por el colegio y la universidad sean tan ignorantes. Hace poco llamé a un call center nacional y la niña me preguntó en qué departamento queda Manizales. Y qué tal un reportero, que se supone pasó por la facultad de Comunicación social, quien viajó al Perú hace un tiempo cuando se accidentó un bus con unos turistas colombianos, y apareció en pantalla desde un puente al fondo del cual había ido a parar el vehículo. El tipo muy orondo dijo que el bus había rodado a un abismo de 300 metros, y yo alcancé a pensar que no iban a rescatar ni los gusanillos de las llantas. Pues ampliaron la toma y se veía el aparato a unos 20 metros de la carretera. Basta con tener una referencia, como que la catedral de Manizales tiene algo más de 100 metros de altura, para imaginar lo que puede ser un abismo el triple de profundo. Otro reportó que en un edificio de 8 pisos se suicidó una persona al tirarse desde la terraza, y el animal dijo que había saltado desde una altura de 80 metros. Cómo serán de desabridos esos apartamentos de 10 metros de altura, cuando los normales tienen 2,20.

Al cerebro hay que hacerle mantenimiento, conservarlo activo y ejercitarlo. Y los patronos deben exigir a sus empleados, sobre todo si son profesionales, que tengan un mínimo de conocimientos generales. Porque al ignorante que no tuvo oportunidad de estudiar se le perdona todo. Como un personaje que vi en el noticiero cuando presentaba una queja contra una entidad de salud, dizque porque le jodieron una pierna al ponerle una inyección en el nervio “asiático”.

martes, octubre 14, 2008

Varias cositas.

En ocasiones se le activa a uno la opinadera y no puede dejar pasar la oportunidad que tiene de expresarse públicamente, por lo que mejor decide desembucharlas y quedar más livianito. Hay casos en que quisiera quedarse callado para no echarle más leña a una polémica, pero debe meter de nuevo la cucharada porque el asunto lo deja como maluco. Como le pasó hace pocos días al Presidente Uribe cuando lo acusaron por salirse de los chiros y responder a los insultos, acusaciones y denuncias que hacen en su contra, y el hombre dijo que a él no le gusta quedarse con esos guardados.

Recibí en pleno el varillazo que en este mismo espacio me mandó un ilustre Diputado, buen elemento como directivo cívico y político, acerca del escrito que publiqué sobre la actitud pesimista que me veo obligado a tomar ante las demoras, falsas promesas, utopías y quimeras respecto a las obras de infraestructura que reclama nuestra región. Entonces repasé el artículo y me vino a la memoria una entrevista que le hice hace ya varios años al director del proyecto de Aeropalestina de aquella época.

En dichas calendas, cuando supimos que España nos iba a hacer un préstamo que debido a tantas facilidades parecía más un regalo, y que correspondía casi al total de lo que costaba realizar la obra en ese entonces, decidí invitar a Jorge Eduardo Mejía para que le contara a los oyentes de El Costurero, un programa radial que hicimos durante una década en Caracol, cuáles eran los pasos a seguir y las expectativas del anhelado proyecto. El ejecutivo aseguró que la entrega de esa plata era pan comido porque faltaban unos pocos requisitos para que hicieran el desembolso. En ese momento quise comprometerlo a que nos diera una fecha aproximada para tener listo el aeropuerto, y el hombre aseguró que en año y medio, máximo dos, podríamos ver aviones aterrizar y despegar de la meseta de Palestina. Lógico que él tenía que pensar así, irradiar optimismo, asegurar que el asunto estaba de un cacho y hasta comprometerse con fechas aproximadas, porque de lo contrario perdía la coloca. Y yo le creí, y los oyentes también se tragaron el cuento, y todos felices porque teníamos el billete casi en el bolsillo y el asunto resuelto. Pues me podrán decir aguafiestas, negativo, pesimista redomado y todo lo que quieran, pero esta es la hora que los españoles no han soltado ni un peso. Y hacen visitas, alaban el proyecto, se embelesan con el sitio, dicen que ahora sí, pero de aquello nada.

Cambio de tercio. Maravillosa la caricatura de Ricky en este periódico donde sale el bebé que asesinaron en Chía, en un acto macabro e inhumano, al lado de San Pedro quien le anuncia que ese es el paraíso porque allí no pueden entrar los periodistas. Y es que no hay derecho al show que montaron por ejemplo los dos canales privados de televisión para cubrir tan impactante noticia. Cómo es posible que trasmitieran desde las primeras horas de la mañana hasta media noche, hora en la que remataron con un programa, supuestamente periodístico, donde entrevistaron al abuelo del niño y no descansaron hasta que lo pusieron a llorar.

Durante tres días los noticieros no hablaron de otra cosa, sus presentadoras y reporteros vestidos de luto hacían pucheros mientras entrevistaban hasta al último habitante de Chía, y si de pronto le daban espacio a una noticia diferente, dejaban un recuadro con imágenes del entierro o cualquier hecho relacionado con el caso para no ir a perder la audiencia. Explotadores del dolor ajeno, amarillistas, anti éticos, vulgares comerciantes, logreros, patrocinadores del morbo y la novelería. Y advierto que esto lo supe de oídas porque no le dedico un segundo a esos patanes.

Otro tema. Hace poco me invitaron a una fiesta muy sabrosa y como era al aire libre, acondicionaron el lugar con carpas y plásticos para prevenir cualquier amago de lluvia. Pues me enteré por la anfitriona que esa semana, y ante la alta probabilidad de que el clima no ayudara, había hecho varias donaciones de huevos a hogares de ancianos, fundaciones y demás obras sociales. A esta edad vine a conocer la creencia que al hacer este tipo de ofrenda se blinda el evento que piensa realizarse a la intemperie contra los embates del invierno.

Cuando supe que este año una gran mayoría de obras del Festival de Teatro se iban a realizar en plena calle, al aire libre y sin ninguna protección para los actores y el público, me atacó de nuevo el pesimismo y pensé que los organizadores del evento fueron muy osados al pretender que después de soportar varios años de invierno permanente, sería posible tener una semanita de tregua para desarrollar la programación. Pues ahora quiero saber cuántas toneladas de huevos repartieron para que San Pedro se manejara tan bien con el festival. Porque en el lapso dedicado al teatro callejero el clima fue benévolo y agradable, mientras en el resto del país las tormentas, inundaciones y deslizamientos fueron el común denominador.

Y si en la fiesta no funcionó el truco, porque llovieron hasta maridos, durante la semana del festival el invitado de honor fue el astro rey. Solo me queda averiguar si en los ancianatos quedaron empalagados de tragar arroz con huevo.

martes, octubre 07, 2008

El malevaje.

Todos los idiomas del mundo evolucionan a diario y son sus hablantes los encargados de cambiarlos. Es así como vemos en el nuestro, el castellano, que ciertas palabras que no son castizas, y que además por chocantes o poco sonoras las rechaza la mayoría, terminan por imponerse cuando los miembros de la RAE deben reconocerlas debido a que se han convertido en vocablos comunes y muy utilizados. Por ello antes de corregir a alguien al oírle decir una palabra que suponemos no está en el diccionario, es mejor cerciorarse primero para no quedar mal. La misma lengua varía en los diferentes grupos sociales y en todos indefectiblemente sufre los cambios impuestos por el paso de las generaciones. Esto pude comprobarlo hace poco cuando estuve en la plaza de mercado y me puse a conversar con un malevo que se me arrimó mientras esperaba en el carro.

*Huy patroncito, no crea que porque se queda entre el carro no necesita que le eche gafa pa´ cuidalo. Vea, no es por metele terrorismo, pero por aquí son capaces de alzace la nave con vusté ahí metido. Con decile que cargan trapo pa´ robase un mojao. Deje yo lo acompaño un rato, porque le digo pues que desde que parquiaron aquí ya los tienen pillaos y no es sino que den papaya pa´ que la lleven. Y eso que la galemba está saniada a comparación de lo que era antes; lo que pasa es que ahora hay una guerra donde se quiebran a uno diario, y vusté sabe que de eso se entera todo mundo y así cogemos mala fama es todos.

Aquí la mayoría de la gente es sana y no lihace mal a nadies, pero hay unas mafias que manejan todo y no se puede mover un dedo sin dales tajada. Fíjese vusté por ejemplo todos esos puestos de revuelto y fruta que hay en la calle. No vaya a creer que ellos tienen principal pa´ poner su negocito, qué va. Toda esa mercancía es de algún duro que se compra por ejemplo un viaje de redrojo de tomate, porque ahí venden es las viruñas que no reciben en los supermercaos, y el tipo lo quihace es repartiles pa´ que cada uno se gane cualesquier peso cuando venda todo el realís. Entoes el vergajo se la gana es toda, porque compra el tomate a güevo, no tiene local en ningún pabellón y así se ahorra el arrendo, los impuestos, las faturas y demás gastos, y ni siquiera tiene que pagar empliaos.

Y vea por ejemplo ese pirobo que está parao en la esquina. El man vende vicio y todo mundo sabe, pero la merca tampoco es propia. Aquí hay unos clientes que dominan ese mercao y le consiguen a vusté lo que quiera metese; eso sí, cuenta con ir a sapialos o a frentialos porque de una lo mandan es a pelar. Por eso lo mejor aquí es hacese el manuel y no metese con nadies, pa´ no tener líos y poder ganase cualesquier moneda pa´ llevar pa´ la casa. Yo por ejemplo me levanto la lata es haciendo mandaos, ayudo a cargar bultos, le colaboro a otro cuidándole el puesto, llevo razones, le echo ojito a los carros y lo que haiga qué hacer. Algunos me regalan una moneda y por ejemplo un carnicero me brinda un hueso o media libra de gordo, el del granero me deja recoger frijolitos o maíz del piso, otro me da unas papas, no faltan los platanitos y el revuelto, y hasta alguna fruta pa´ hacele fugo a los pelaos.

Ojo, con disimulo póngale cuidao a ese jíbaro que viene ahí de sudadera gris. Le cuento pues que ese man es una gonorsobia, porque no respeta a nadies y además esige que todo mundo le rinda cuentas. Se cree dueño de la galemba y lo pior es que dicen que ya le ha dado balín a varios. Es ese sentido sí que está jodido esto por acá. Mire que antes un gatillero cobraba tres o cuatro palos por hacer una vuelta, y le cuento pues que hoy en día le martillan al que sea por cualesquier chichigua. No se le haga raro si un vicioso va y quiebra un parroquiano por cincuenta o cien mil pesos. Por lo mismo dicen los sicarios esperimentaos que el negocio se les perratió.

Y ni hablar de los rateros. Esas chuchas espantaron la clientela porque hace años aquí venían los ricos a mercar y ahora no aparecen ni a deshacer los pasos. Recuerdo que de jueves a sábado aquí llegaban cantidá de doñas elegantes que dejaban buena propina y el ambiente era más bacano, además que tenían onde parquiar sus carros porque no esistían todos esos puestos callejeros. Otra cosa es que esto se llenó de putas; y ni esas pueden trabajar por su cuenta. Hay unos pirobos que llaman quisque… ¿cómo dice?, eso, procenetas. Le digo pues que las pobres viejas no dan abasto de voliar caragualo y estos jediondos les quitan la mitá de la plata. Qué cosa tan verrionda.

En todo caso patrón por aquí pa´ servile cuando necesite algo. Mejor dicho, pa´ las que sean; y mire a ver si se deja venir con cualesquier peso que ando más varao que corcho en remolino.

miércoles, octubre 01, 2008

Elefante traqueto.

Hace unos días recibí por correo la solicitud de un amigo pereirano para que le ayudara a difundir una información de esas que buscan la solidaridad de muchos cibernautas y de esa forma lograr sacar adelante una campaña determinada. Con gusto accedí a compartir el mensaje con varios contactos, porque definitivamente estoy de acuerdo con el asunto que buscan defender. Voy a referirme a lo que dice la nota, pero advierto que no puedo corroborar ninguno de los datos que allí registran porque carezco de pruebas.

Resulta que hace unos años el Circo Hermanos Gasca le entregó al zoológico de Pereira una elefanta porque se encontraba enferma, e imagino que estaban más encartados que el patas con ese animal. Porque uno puede cargar con un perro apestao o una gallina con moquillo, pero con semejante mastodonte estornudando no lidia ni el más guapo. El caso es que fue tanto el alivio del animal que tiempo después dio a luz al primer elefantico que nace en cautiverio en nuestro país.

Como era de esperarse, las gentes de Risaralda y todos quienes visitamos de vez en cuando el zoológico nos regocijamos con el hecho, y el pequeño paquidermo se convirtió en la mascota preferida de propios y extraños. Los niños felices gritándole al pequeño trompón, mientras los adultos se empeñan en tirarle chitos, papitas fritas y cuanta porquería tragan mientras recorren el recinto, ignorando la recomendación de las autoridades del parque que prohíben rotundamente compartir cualquier tipo de alimento con los ejemplares allí exhibidos. Porque eso sí es gustarnos a los colombianos hacer todo lo que no se debe.

El problema es que hace unos días la compañía circense visitó de nuevo la ciudad y procedió a reclamar el elefantico dizque porque les pertenece, y que deben aprovechar ahora que es un cachorro porque les cae de perlas para adiestrarlo y ponerlo a hacer monerías en su caduco espectáculo. Entonces los cibernautas que emprendieron la cruzada invitan a sus contactos a visitar algunos links donde puede verse la crueldad con que enseñan, a punta de garrote, a sus animales para que obedezcan y representen los patéticos shows. Basta con ingresar a Youtube y buscar el video que se refiere al maltrato que ellos infligen a los animales. Después de verlo queda uno estupefacto; mejor dicho, aterrado, verraco, ofendido, triste, escandalizado y seguro de que nunca más asiste a un circo que anuncie animales en su presentación. Hay que mostrarles a los niños semejante aberración, para que no empiecen a joder con la cantaleta que los lleven a disfrutar de cualquier circo pichurrio que visite la ciudad; seguro que así muchos papás se pueden salvar de ese programa tan jarto, además de que concientizan a sus retoños de una práctica detestable y mandada a recoger.

Lo que sí me pareció es que le faltó imaginación al encargado de bautizar al popular cachorro, porque lo llamó Zimbabue. Tengo la idea que el elefante macho del zoológico resultó de la repartición de ejemplares realizada cuando desmantelaron la colección que tenía el tristemente famoso Pablo Escobar en su hacienda Nápoles, y me late que es el papá del pequeño paquidermo. Con un poco de imaginación lo podía haber llamado Patroncito, Orejas, Traquetín o El Trompón. Y que tengan mucho cuidado con ese pequeño cuadrúpedo, porque el taita ya ensartó con los colmillos a un veterinario que le dio papaya. Es que el que entre la miel anda…

Definitivamente si los seres humanos tuviéramos dos dedos de frente ya habríamos erradicado los zoológicos, acuarios gigantes y demás espectáculos donde utilicen animales. Cómo así que para que nosotros nos distraigamos un rato es necesario tener todo tipo de especies confinadas en recintos estrechos y deprimentes. Cambiarle a un león las inmensas llanuras africanas por unos cuantos metros cuadrados con piso de cemento; meter un oso detrás de unos barrotes en vez de disfrutar de bosques y praderas; zampar un hipopótamo en un charco diminuto; o cambiarle a unos micos las ramas y bejucos de la selva amazónica por columpios improvisados, es un crimen de lesa “animalidad”.

Y qué tal una ballena brincando en un tanque que a duras penas le permite girar; focas y pingüinos que en vez de asolearse en las playas patagónicas deben aplaudir y jugar con pelotas a cambio de una sardina; o grandes tiburones que recorren como zombis estanques que simulan su ambiente natural. Y en la arena del circo los elefantes hacen el ridículo; los chimpancés montan en bicicleta; tigres y leones saltan mientras reciben latigazos; y algunos perros visten tutú y danzan con ademanes afeminados. Después de conocer el tipo de vida que llevan estos improvisados artistas, se pregunta uno a quién se le ocurrió decir que el hombre es el único animal racional.

La prueba reina de que un circo no requiere de este tipo de atracciones es el canadiense Circo del sol, donde la única materia prima son la expresión corporal y la capacidad del ser humano para efectuar malabares y shows de todo tipo. De manera que apoyo a nuestros vecinos pereiranos cuando se niegan a entregar al inocente orejón para que lo maltraten, aunque les recuerdo que su zoológico tampoco cumple con los espacios requeridos para que los animales tengan una existencia digna y menos traumática.

lunes, septiembre 22, 2008

A cruzar los dedos.

Desde nuestros primeros años oímos hablar del temido fin del mundo, y fueron muchas las teorías de cómo sucedería el tenebroso momento. Los curas siempre metiéndoles miedo a los muchachitos con el cuento que debían mantenerse confesados porque en cualquier momento se presentaba la cita bíblica. Y uno bien pendejo, todavía bisoño después de la Primera comunión, cada que le mentaba la madre a alguien, guindaba a una vecina, le cascaba a un hermanito o se robaba una galleta de la alacena, salía disparado para la iglesia a soltar el embuchado y quedar otra vez cero kilómetros en materia de pecados. Ni riesgos de presentarse en el valle de Josafat con algún guardado, a la hora del Juicio final, porque sin duda lo ponían a hacer fila con los que iban a templar a la paila mocha.

Pensar que todavía hay muchos que pasan la vida pendientes de las predicciones de Nostradamus, o de cualquier otro personaje por el estilo, donde basta leer entre líneas para convencerse de que estamos de un cacho de enfrentar ese temido momento en que veremos el fin de nuestros días. Que un meteorito chocará contra la tierra, y debido a que los rayos del sol no podrán ingresar por el polvero tan espantoso que levanta el impacto, se repetirá la Edad del hielo que también es conocida como glaciación; un ciclo de este tipo acabó con los dinosaurios y por fortuna solo dura, en promedio, 50 millones de años. O que nosotros mismos, por irresponsables, descuidados y conchudos, acabemos con la capa de ozono y enloquezcamos el medio ambiente hasta que fenómenos naturales como tsunamis, huracanes, terremotos, avalanchas y demás tragedias, se encarguen de desaparecernos del mapa. Otra posibilidad es una demente y absurda guerra nuclear que no deje piedra sobre piedra. Y qué tal que, como lo pronostican algunas películas de Hollywood, se aparezcan los extraterrestres y acaben hasta con el nido de la perra. ¡Qué susto!

Sin embargo, ahora me entero de que en Europa andan detrás de un experimento que también puede acelerar el momento funesto. No me pregunten para qué carajo se van a chorrear semejante fortuna en ese embeleco, o qué se ganan con obtener las respuestas que buscan, pero la plata ya se la gastaron y falta poco para obtener los resultados de la investigación. Se trata de reproducir, en una escala mínima, el tan nombrado Big Bang que supuestamente fue una explosión de unas proporciones tales que dizque voló mierda al zarzo, y uno de esos diminutos casquetes que resultaron del fogonazo se convirtió con el paso del tiempo en el globo terráqueo.

El proyecto ha durado 19 años y se realiza en la frontera entre Suiza y Francia. Hicieron un túnel circular forrado en metal, de 27 kilómetros de longitud y a cien metros de profundidad, y es el mayor instrumento científico jamás construido. A pesar de mi ignorancia sobre el tema, entiendo que dentro del túnel la temperatura es de -271 grados centígrados y allí pondrán a girar, al 99.99% de la velocidad de la luz, dos haces de protones en direcciones contrarias. En el momento indicado los harán chocar y esa reacción será leída por uno de los cuatro aparatos llamados colisionadores, y en cuyo interior la temperatura será mayor a la de la superficie del sol. Ahí es que pueden obtener información acerca de lo sucedido una mil millonésima de segundo después de la famosa explosión conocida como Big Bang.

Francamente yo puedo vivir sin saber qué pasó ese día, que por cierto fue hace marras. Me importa un pito, un bledo, un pepino, un carajo, un chorizo, tres tiras, un c… mejor dicho, me tiene sin cuidado el resultado del dichoso experimento. Lo que sí me mortifica es que hayan gastado 8 mil millones de dólares en esa enguanda. Diez mil investigadores de 34 países dedicaron dos décadas a semejante pendejada, en un planeta donde la mayoría de la gente vive en la pobreza absoluta. No hay derecho. Y no aspiro a que repartan semejante cantidad de billete entre los más necesitados, porque dentro de seis meses están todos igual de vaciados, pero sí que lo inviertan en salud, comida y vivienda; otra cosa es que semejante batallón de científicos pudo ocupar todo ese tiempo de trabajo investigativo en beneficio de la humanidad.

Cuántos laboratorios y centros de estudio en el mundo entero saltan matones por falta de presupuesto y de recurso humano, mientras que los países desarrollados dedican grandes partidas económicas a investigaciones que así aporten mucho a la ciencia, no le llenan la barriga a nadie. O que le pregunten a un desplazado de cualquier rincón del planeta si prefiere solucionar sus necesidades básicas, o saber si en Marte hay posibilidades de encontrar agua. Estoy seguro de que si hacen una encuesta mundial, el 99% de la gente prefiere recibir cualquier cosa, aunque sea un puño, en vez de que se gasten la plata en telescopios inter espaciales con los que tratan de descubrir nuevos cuerpos celestes.

Ahora salen con que es posible que el mentado experimento cause dizque un “agujero negro” que puede ocasionar el fin del mundo. ¡Qué vacas! Si con algo más de seis mil millones de agujeros negros no hemos podido acabar con él.

miércoles, septiembre 17, 2008

Definamos el asunto.

La única forma de reconocer cualquier cosa, persona o animal, es dándole un nombre que lo distinga de los demás; pero un nombre definitivo para evitar conflictos de identidad. Si a un cachorro lo llamamos todos los días de una forma diferente, el animalito aprenderá a reconocer la voz y el tono, pero nunca responderá solo por el nombre. Lo mismo sucede con un negocio, que debe estar destinado a ofrecer una línea definida. Porque si un día vende parva, el otro medias de seda, después cerveza, luego ferretería y a la semana siguiente resuelve distribuir pelucas, seguro que los clientes buscarán otro lugar para comprar.

En la publicidad un eslogan o símbolo distinguen una marca y llegan a reemplazar cualquier tipo de campaña para promover el producto, como sucede con el chulo de Nike o la musiquita que nos recuerda los cigarrillos Royal. Pero esa tonada o distintivo hay que machacarlos durante años para que el consumidor los reconozca de forma inconsciente. Un letrero de coca cola o el logotipo de Juan Valdez son reconocidos en cualquier parte del mundo.

A las ciudades acostumbramos acuñarles frases que las identifican y así nombramos a París como la Ciudad luz y Nueva York La capital del mundo. En nuestro país Cartagena es El corralito de piedra, Cali La sultana del Valle, Medellín y su eterna primavera y Bogotá a 2600 metros más cerca de las estrellas. Nosotros siempre fuimos reconocidos como La ciudad de las puertas abiertas, aunque de un tiempo para acá cada que asume un alcalde se inventa un eslogan diferente con el fin de pasar a la historia con su idea. Así nacieron frases como Manizales capital del afecto, ciudad viva, el mayor desafío de una raza, una ciudad donde se puede vivir, ciudad universitaria, etc.

Hace unos años adelantaron una campaña publicitaria que tuvo mucho éxito y se refiere a Mi Manizales del alma, con una tonada pegajosa y un logo que en pocos trazos retrata nuestro entorno a la perfección. Por fortuna Juan Manuel alcalde resolvió renunciar al protagonismo y en vez de inventar una nueva campaña, retomó esta última para darle continuidad y aprovechar la acogida que ha tenido desde sus inicios. Y tiene que ser así, porque de lo contrario nadie memoriza la idea y la ciudad sigue a la deriva sin lograr definir su destino. Algunas opciones son, entre otras, dedicarnos a recibir estudiantes a granel, pero con una infraestructura acorde a las necesidades; arrancar en serio con el turismo, aunque ya el Quindío nos cogió mucha ventaja; o meterle con todo a la industria y las exportaciones, pero debemos solucionar primero el tema de las vías de comunicación.

Como manizaleño raizal reconozco que nuestra ciudad se quedó atascada en el camino del desarrollo. Mientras uno no salga de aquí se siente satisfecho por las obras que adelanta la administración municipal, la aparición de nuevos negocios, el auge en la construcción, cierto repunte en el comercio, y una industria emprendedora y bien posicionada en el ámbito nacional, pero basta con viajar a otras regiones para notar la diferencia que existe. Cómo es posible que hoy no haya en este pueblo uno de los grandes almacenes de cadena, y que exista Carrefour en Girardot o Cartago. Aunque ya empezaron con la construcción de un Éxito en Manizales, desde hace tiempo existe en Villavicencio, Facatativá e Ibagué. Con Pereira mantuvimos durante mucho tiempo la discusión sobre cuál de las dos ciudades estaba más desarrollada, y ahora debemos reconocer que hace mucho rato nos cogieron la delantera. Que los dineros calientes han tenido mucho qué ver, aducimos para tratar de justificar el auge que vive la Trasnochadora, querendona y morena (eslogan que por cierto me parece lobísimo), pero nadie podrá decir que son traquetos quienes construyen un inmenso Carrefour (el segundo en esa capital) y un Unicentro majestuoso en la avenida que va a la Villa olímpica. También cuentan con Éxito, Home center, Makro, Alkosto y todo tipo de comercio especializado.

No quiero parecer pesimista, simplemente realista. Un amigo quiso comprar un carro nuevo y llevó su vehículo al concesionario a ver en cuánto lo recibía un intermediario que se encarga de esos negocios. Tasaron el precio y él aceptó, y quedaron de llamarlo al otro día. Pasaron dos semanas y como no se reportaron, alguien le dijo que fuera a Pereira, que la gerente de allá le daba un buen descuento y también le compraban su carro usado. Estando allá se encontró con un amigo pereirano y mientras conversaban sobre café, se enteró de que allá ofrecen un precio mucho mejor para vender el grano a futuro para el próximo semestre; ¡increíble!, un producto que debería comercializarse al mismo precio en todas partes. Yo estaba presente y debí aceptar cuando Javier comentó que eso nos pasa a los manizaleños por chichipatos y retrógrados.

Creo que nuestro fuerte es el desarrollo industrial, pero necesitamos el aeropuerto de Palestina, que anda más empantanado que el patas; el puerto de Tribugá que no está ni tibio; la rectificación de la carretera al Magdalena que se quedará en veremos; el puerto Multimodal de la Dorada del cuál no volvieron ni a hablar; y la Autopista del café que la verán terminada nuestros nietos. ¡Y eso que hoy amanecí optimista!
pmejiama1@une.net.co

jueves, septiembre 11, 2008

Quizás, quizás, quizás.

El deporte nacional de los colombianos es criticar, sacarle pero a todo, destruir, denigrar, rajar de los demás, estigmatizar y son muchos quienes prefieren aquello que metafóricamente habla de ver el vaso medio vacío. La gente acostumbra joder porque sí, y cada que pagan por un servicio le sacan la plata, pero exigiendo y poniendo pereque por cualquier minucia. Hay que ver a una caranga resucitada cuando pela el cobre en un restaurante, y la primera señal es en el momento que le dan a probar el vino que ordenó y lo devuelve dizque porque está picado; claro, sin conocer siquiera la palabra enología. Luego golpea la mesa porque el pescado está muy cocido, el postre no lo convence y la atención le perece pésima. Y habla duro para que todos se enteren, y manotea, y comenta con sus acompañantes que para eso paga, que si fue que le vieron cara de aparecido. Ahí es que el personal del restaurante escupe en su comida y le hacer todo tipo de maldades; por levantado e insoportable.

Qué bueno erradicar de nuestra idiosincrasia el maniqueísmo que profesan tantos que solo admiten las cosas según sus creencias y preferencias, sin ceder un ápice ante la opinión de los demás; y recordar que todo extremo es vicioso. Hay que tratar de dejar a un lado las manías y obsesiones, el radicalismo, el fanatismo, los odios infundados, los prejuicios y las malquerencias. Cómo es de común oír a alguien decir que fulano le cae gordo y no lo puede ver ni en pintura. Entonces le preguntan si conoce a quien tanto detesta y fácilmente responde que nunca ha hablado con él, pero que dicen que es petulante y se cree caído de la horqueta de Júpiter.

El fanatismo en cualquier campo es dañino y la persona que lo profesa se torna insoportable, pesada y hasta peligrosa. En las religiones tiene muchos adeptos y de ahí salen los extremistas del islam, el terrorismo en Irlanda, los muertos de los Balcanes y las tristemente recordadas Cruzadas, para nombrar algunos ejemplos. Y qué tal el que de pronto se mete al Opus Dei y no vuelve a hablar de otra cosa distinta a la Virgen y a Monseñor José María, y a diario nos insiste para que asistamos a un grupo de oración que puede hacernos mucho bien. Es como si les dieran comisión por cada cliente que lleven.

Se ha convertido en un problema mundial el fanatismo de los seguidores del fútbol. Los hinchas ingleses cargan con la fama y por ello fueron bautizados “huligans”, pero ahora son dulces palomas comparados con lo que sucede en otras latitudes. Para no ir muy lejos aquí en Colombia no faltan las víctimas cuando se enfrentan dos equipos de esos que se tienen bronca. Qué muerte más absurda. Salir uno para fútbol el domingo, dizque a divertirse, y terminar en la morgue con una etiqueta en el dedo gordo del pie. Las autoridades implantan normas y toman medidas para controlar el problema, pero esos guaches después de que visten la camiseta, se fuman su bareta y empuñan una navaja, no hay talanquera que los ataje.

Y qué tal las pasiones que despierta la política. Por ese tema muchas amistades se acaban y algunos hasta terminan dándose en la jeta. Respecto a nuestro presidente Uribe hay dos bandos muy definidos en el país, con la salvedad que quienes lo apoyan forman una mayoría apabullante desde el principio de su primer período. Y aparecen allí los llamados “furibistas”, que defienden al mandatario contra viento y marea y no aceptan que alguien ose criticarlo. Los “antiuribistas” por su parte denigran del Presidente, atacan sus políticas, se burlan hasta de sus atuendos y no le reconocen una sola virtud. Ahí aparece el maniqueísmo: las cosas son buenas o malas. Y punto. Como es de fácil tomar partido, pero aplaudir los aciertos y criticar los errores según la forma como los vea cada uno.

Ahora acosan al Presidente para que resuelva si le va a jalar a la segunda reelección, pero con su reconocida habilidad política responde como el del bolero aquel, que cuando le preguntan que cómo, cuándo y dónde, el siempre responde: ¡quizás, quizás, quizás! Si no le interesara el asunto les habría dicho a sus amigos que no se pusieran a recoger esa cantidad de firmas, e imagino que no permitiría que la Registraduría se gaste 14 mil millones de pesos validándolas. Lo debe tener maluco el hecho que haya que meterle el diente otra vez a la Constitución, porque eso de cambiar las reglas de juego a su amaño no está bien visto; además, cada día tiene menos gobernabilidad por dedicarse a apagar incendios.

Lo que no puede desconocerse es que si uno es Presidente del Club de leones, de la Junta de acción comunal, del Club de tejo o de la Asociación de paperos, y cuenta con el 80% de respaldo de los asociados, no desocupa la silla así de fácil. Y peor si tiene que soltársela al arrogante Vargas Lleras, a la intensa Cecilia López, a Gómez Méndez y su tufillo samperista o al M-19 con Lucho Garzón. De pronto a Juan Manuel, pero con muchas recomendaciones y un recibo donde se comprometa a devolverla para el 2014.
pmejiama1@une.net.co

martes, septiembre 02, 2008

Un programa olímpico.

Definitivamente la realización de los Juegos Olímpicos celebrados en Pekín puso un punto difícil de superar. Imagino que en Londres estarán nerviosos porque les toca el turno de la próxima cita olímpica y el espectáculo ofrecido desde el lejano oriente quedará grabado en la mente de quienes pudimos disfrutarlo; así sea parcialmente y por televisión. No cabe duda de que los chinos querían, además de impresionar al mundo entero con un derroche de tecnología y organización, mostrarle a occidente la realidad que vive ese país en la actualidad.

Por ello no se les quedó detalle por atender y hasta lograron neutralizar el boicot que quisieron adelantar muchas organizaciones internacionales, para denunciar el conflicto que han mantenido con El Tíbet durante tantos años, además de los atropellos que cometen contra los derechos humanos. Dicen los detractores que escondieron detrás de barreras de madera los barrios más feos y pobres, pero no podemos negar que esa práctica es común en todas partes. También criticaron que la niña que entonó el himno nacional durante la inauguración doblara a la cantante original, porque la suplantada no registraba bien ante las cámaras. Pues hasta en eso se fijaron y quisieron borrar esa imagen que tenemos acerca de que todos los chinos son menuditos y feos. Qué tal las muchachas de logística o las que entregaban las medallas, que parecían muñecas de porcelana.

Las obras de ingeniería e infraestructura tuvieron unos costos a los que ninguna edición de los juegos en la historia siquiera se aproxima. Los escenarios deportivos dejan con la boca abierta a cualquiera y la organización se destacó por su orden y puntualidad. Supe por un programa de televisión que 200 millones de chinos aprendieron otro idioma para atender a los visitantes, y pude ver a un policía común y corriente que se preparó para hablar 13 lenguas diferentes; además se daba el lujo de imitar en inglés acentos y modismos de distintos países. Lo que no pudieron controlar, a pesar del cierre temporal de industrias y prohibir el tránsito de vehículos particulares, fue la contaminación ambiental. Hasta ahí no les alcanzó la plata ni la enjundia.
Lo que sí pudieron hacer, a pesar de ser un proceso que lleva muchos años, dinero y sacrificio, fue ganar los juegos en cuanto a medallas de oro se refiere. Porque ellos siempre han dominado las pesas, el pingpong, el taekwondo o el bádminton, pero verlos ganar en deportes que nunca han sido su fuerte es algo increíble. Qué preparación tan maravillosa la de la delegación china, que encontró en su público un apoyo permanente y efusivo.

Por fortuna tuvimos la oportunidad de disfrutar de unos juegos que pasarán a la historia, y todo gracias al esfuerzo del canal Señal Colombia que los trasmitió todos los días durante las 24 horas. Claro que esas transmisiones tienen sus lunares, como cuando locutores y comentaristas abusan del triunfalismo con el único fin de ganar audiencia. Por ejemplo el clavadista colombiano hace su presentación y queda de primero parcialmente, y hay que oírlos como gritan emocionados y repiten hasta el cansancio que el tipo encabeza la tabla de posiciones. Lo que no advierten es que todavía no han participado la mayoría de competidores, entre los que están los favoritos. Entonces nuestro representante queda, si mucho, entre los diez primeros. De manera que si alguien se conecta a la transmisión en determinado momento y oye la efusividad de los presentadores, alcanza a creer que nos ganamos la presea dorada.

O qué tal la torpeza de pasar en horas de la noche, cuando la mayoría de las personas pueden disfrutar del espectáculo, un partido de béisbol o de fútbol femenino. Ni hablar si un atleta colombiano gana medalla, de lo que sea, porque repiten la imagen hasta el cansancio y entrevistan a Raimundo y todo el mundo. Y la noche que llegó el medallista suspendieron la trasmisión de la final de voleibol playa, para sentarlo en el set a que oyentes de todo el país le preguntaran pendejadas; después suspendieron uno de voleibol entre las selecciones de Rusia y Estados Unidos, para trasmitir la rueda de prensa con el atleta y todos los lagartos del Comité Olímpico Nacional.

Podrían pensar en realizar los juegos por categorías, porque países como el nuestro no pueden enfrentar a los súper atletas que presentan las naciones desarrolladas. Claro que alguien dirá que entonces cómo hacen los fondistas africanos, que parecen raquíticos y desnutridos, o los velocistas jamaiquinos que semejan ráfagas de viento. En todo caso la elasticidad de los gimnastas; la perfección del nado sincronizado; la preparación de los plusmarquistas; la destreza de los clavadistas; y el pundonor y entrega de tantos participantes, hacen de los olímpicos un espectáculo maravilloso.

Y qué tal el gringo Phelps, con su cara de bobo porque debe mascar chicle desde chiquito, quien registró un record difícil de superar. La mamá contó que el muchacho se zampa 8 huevos al desayuno, aparte de tocineta, panes con mantequilla de maní, waffles, café, jugo, galletas, etc. (es más fácil llenar un escusao de tren). Y al preguntarle qué hace su hijo cuando no está entrenando, ella simplemente respondió: ¡nada!

Recuerdo una vez que charlábamos acerca del tema y un amigo aseguró:
- Todos esos atletas hacen trampa con “asteroides”.
pmejiama1@une.net.co

lunes, agosto 25, 2008

Entre gustos…

Por fortuna existe la diferencia de gustos entre los seres humanos porque de lo contrario la vida sería muy aburrida. Por eso cuando nos preguntamos cómo es posible que a fulano le parezca bonita una cosa determinada, hay que recordar aquel dicho popular que asegura que entre gustos no hay disgustos. De ahí que resulten tan estériles las discusiones donde se trata de argüir que una cosa es mejor que otra, y perdemos el tiempo sin caer en cuenta de que cada uno defiende a capa y espada su forma de ver el asunto en cuestión.

Si a todo el mundo le gustara un solo modelo de automóvil no se venderían otro tipo de vehículos; en las vitrinas puede verse toda clase de ropa e implementos de vestir porque siempre habrá quien esté dispuesto a comprarlos; y es común que al recorrer un gran almacén se tope uno con cierto gallo que le parecerá “lobísimo”, y la pregunta siempre es la misma: quién puede comprar semejante adefesio. Lo cierto es que si el artículo no se vendiera no lo ofrecerían, porque esas grandes cadenas no dan puntada sin dedal.

¿Y acaso la moda no es un artilugio para poner a la gente a consumir? Si una mujer tiene unas botas de cuero muy bonitas, con tacón moderado, chatas y que suben hasta la pantorrilla, y que además le encantan por cómodas y elegantes, no es entendible que de un momento a otro las condene a permanecer en el fondo del armario porque ahora se usan es de tacón alto, puntudas como de mago oriental y que lleguen a la rodilla. Y así estas últimas le produzcan dolor en el juanete, incomodidad para caminar y además le parezcan inmundas, se las chanta a como dé lugar y no vuelve a usar las otras dizque porque están pasadas de moda.

En el caso de las comidas y las bebidas sí que se notan las diferencias de gustos. Pero una cosa curiosa es que con la edad la persona aprende a disfrutar ciertos sabores, o al menos así sucedía antes, porque ahora que lo pienso las cosas han cambiado en ese aspecto. Ahora años los niños no disfrutaban al comer por ejemplo aceitunas, anchoas, alcaparras, encurtidos, quesos y jamones curados, y demás viandas fuertes y de sabores muy definidos, y en cambio ahora usted saca en una fiesta una picadita de este tipo y los mocosos la despachan en un dos por tres. Claro que viéndolo bien, en nuestra época se acostumbraba para estos casos las galletas de soda con carne de diablo, salchichas enlatadas con limón, y salchichón cervecero con tomate verde.

Otra cosa es que los niños son muy amigos de asegurar que no les gusta determinado alimento sin siquiera probarlo, o simplemente porque oyeron a un compañerito decir que eso es muy maluco. Recuerdo que cuando estábamos pequeños mi papá inventaba concursos y métodos para enseñarnos a comer de todo, pero cuando entramos en la pubertad y adolescencia y empezamos a tragar como unas dragas, el hombre se preguntaba a qué horas se le había ocurrido insistirnos para que disfrutáramos de lo que nos sirvieran en el plato. Bastante billete pudo ahorrarse si nos hubiéramos quedado como algunos, que solo comen arroz con huevo, carne asada, papas fritas y tajadas maduras.

Claro que a todos nos quedan resabios y no falta algo que no nos pase por el gaznate. Por ello nunca debe servirse a los invitados comidas como una sopa de mondongo, un plato de morcilla, remolacha, coliflor o lengua en salsa. Son alimentos que mucha gente no puede ver ni en pintura, y por eso es mejor ofrecer pastas, pollo o una carne común para no poner a nadie en aprietos. Es común también que nos insistan en que debemos probar de nuevo tal o cual alimento porque a fulano le fascina y no puede creer que no nos guste. Por ejemplo yo nunca tomo café; ni como tortas, galletas, postres o confites preparados con ese producto. Entonces alguien se empecina en que le dé otra oportunidad a tan deliciosa bebida, y yo respondo que si el café mancha los dientes, es malo para la gastritis, desvela, provoca orinadera en la noche y produce cierta adicción, para qué carajo voy a enviciarme a tomar esa vaina.

Cada quien come y bebe lo que le provoca y que nadie se meta. Claro que a los niños hay que insistirles porque ellos necesitan una buena nutrición, y si los dejan comer a su gusto se alimentan solo de paquetes de mecato, helados y confites. Y ofrézcales algo de comida chatarra, ojalá de una marca conocida y bien costosa, para que vea cómo se tragan lo que les sirvan. Una pizza, hamburguesa o perro caliente preparados en casa no tiene ninguna gracia, pero si es de una multinacional que encima un muñeco de dos pesos como regalo, se convierte en un verdadero manjar.

Uno con los años prefiere el cine independiente; le empieza a gustar el gordo de la carne; madura en la lectura; prefiere reuniones privadas y solo con amigos; se pide el pescuezo de la gallina; viste como le provoca; deja de asistir a compromisos por cumplir; empieza a mandarse y no hace sino lo que le da la gana.
pmejiama1@une.net.co

martes, agosto 19, 2008

Bitácora desde el cautiverio (II).

Es imposible asimilar, sin vivirla en carne propia, la angustia y desesperación que viven quienes enfrentan el flagelo del secuestro. Sin embargo al leer el libro que lleva el mismo título de este escrito pude aproximarme un poco a esos momentos de aflicción, desesperanza y dolor, que en ocasiones se combinan con sentimientos de optimismo, ilusión y expectativa. Lo que sí queda claro es que la mayor preocupación del secuestrado es el bienestar de su familia y por ello es tan cruel que no les permitan enviar pruebas de supervivencia con regularidad para mitigar la ansiedad de sus seres queridos.

En todas sus cartas el señor Gilberto Echeverri Mejía trata de tranquilizar a su esposa, hijos y amigos cercanos. Mensajes positivos que reflejan un espíritu alegre y optimista, donde habla de la belleza de las selvas, asegura que la comida es aceptable, el tambo donde pasa sus noches acogedor y seguro, que no tiene problemas de salud y hasta alaba las largas caminadas porque le sirven para mejorar su resistencia física. Nunca una queja, un reflejo de depresión o malestar; claro que con el paso del tiempo su estado de ánimo manifiesta los cambios naturales causados por la incertidumbre. En un principio parecía muy tranquilo y confiado en su pronto regreso, pero después, al enterarse de que hace parte del grupo de rehenes canjeables aparece la preocupación, hasta que su espíritu empieza a flaquear cuando debió aceptar que el asunto iba para largo.

Queda comprobado al leer esta especie de epistolario lo vitales que son los mensajes radiales que envían los familiares, y la trascendencia que tienen las noticias referentes al conflicto armado para quienes están retenidos. Mientras que para los ciudadanos del común es una noticia más enterarse de que el Comisionado de paz dice, el Presidente advierte, la Iglesia propone, el ex presidente fulano convoca, los países amigos ofrecen, y entre tanto la guerrilla rechaza y responde con atentados, para el secuestrado y su familia estos informes son motivo de inmensa alegría, o momentos de angustia y desesperanza. Los famosos “inamovibles” son una tortura para ellos.

Una faceta muy humana de quienes sufren este proceso infame es la camaradería que nace entre ellos al compartir la desgracia. Para Gilberto Echeverri y el Gobernador Gaviria fue un beneficio compartir cautiverio con un grupo de miembros de las fuerzas militares, porque mientras ellos dos les enseñaban inglés, literatura y cultura general, los jóvenes militares se encargaban de colaborarles en todo lo necesario, hasta el punto de no dejarlos siquiera lavar los platos. Cuando llegaban a un campamento nuevo les organizaban la cama, un improvisado escritorio, y en los desplazamientos se encargaban de sus equipajes. Siempre demostraron respeto y lealtad, en medio de la familiaridad que nace de compartir un pequeño espacio para sobrevivir a las adversidades de la selva; cumplían la rutina diaria con disciplina militar y agradecían las enseñanzas recibidas de sus eminentes compañeros. Con respecto a esa rutina, en varias oportunidades se refiere a ella en sus cartas y relata cada momento del día desde que se levantan al amanecer, hasta el momento de acostarse en las noches; además describe los diferentes campamentos, los animales que encuentran en el entorno, el trato con los carceleros, los agotadores desplazamientos, la forma como celebran las fechas importantes, los momentos de zozobra y tensión, y la monotonía de una existencia donde el tiempo parece estancado.

La mayoría de estas cartas nunca fueron enviadas y por fortuna las recuperaron después del fallido intento de rescate a sangre y fuego, donde los rehenes fueron fusilados vilmente por sus captores. De milagro unos pocos quedaron heridos y lograron sobrevivir a la masacre, y en la requisa del campamento encontraron de casualidad las hojas embarradas que contenían este documento que describe a la perfección todos los momentos que vivió Gilberto Echeverri en su cautiverio.

Las notas que dirige a sus pequeños nietos son una lección de vida, ya que debido a su corta edad ellos no comprendían la realidad de la situación y por lo tanto utiliza un lenguaje tierno y simple para trasmitirles sus sentimientos. A Camila, la nieta mayor, le habla desde el corazón para explicarle sobre su condición de adolescente y le da consejos para que enfrente la vida y sepa defenderse. A los dos hijos varones les recuerda sus enseñanzas y a Lina María, la mayor, que siempre fue su confidente, socia, amiga y sin duda la niña de sus ojos, no se cansa de mandarle instrucciones para que siga con el manejo de los asuntos familiares. A Yaya, su mujer, no deja de infundirle optimismo e insiste en que debe salir, divertirse y nunca comportarse como una viuda.

La última carta la escribe cuatro días antes de morir en el intento de liberación y sin duda es una especie de testamento, de premonición. Textualmente dice a su mujer: “…le ruego a Dios que me permita partir para que mi gente pueda volver a la normalidad”. Supe por Lina, su encantadora hija, que quienes lograron sobrevivir relataron que su padre estaba anoréxico y solo pesaba 47 kilos. El secuestro logra minar la fuerza, pujanza, entereza y recia personalidad de hombres como él, y es por ello que esta etapa de Colombia será una vergüenza histórica para nuestra nación. pmejiama1@une.net.co

martes, agosto 12, 2008

Bitácora desde el cautiverio (I).

Desde hace un tiempo en nuestro país no pasa un día sin que oigamos hablar de acuerdo humanitario, secuestrados, diálogos de paz, comisionados y facilitadores, países amigos y demás frases o palabras que tengan que ver con ese flagelo absurdo e inhumano que agobia a nuestra sociedad. Puede sentirse el clamor de un pueblo que definitivamente se mamó de la guerra, la inseguridad y la violación de los derechos humanos desde todos los flancos, y solo nos queda esperar que los alzados en armas reconozcan ese sentimiento de hartura y saturación que reflejan las marchas y voces de protesta de una sociedad unida en el rechazo.

Es común oír en la radio los angustiados mensajes que los familiares envían a sus seres queridos que permanecen secuestrados, o las entrevistas que les hacen en televisión cuando aparecen en cámara con la foto de quien no pueden abrazar desde hace tanto tiempo. Entonces los que oímos la información pensamos un momento en lo que será vivir esa experiencia, además de que durante las noches frías y lluviosas no podemos dejar de imaginarlos en unas condiciones tan difíciles para cualquier ser humano.
Después de muchas conjeturas acerca de lo traumático que es para una familia enfrentar dicha situación, pude asimilarlo mejor cuando leí el libro Bitácora de un secuestro. Editado por el Fondo Editorial de la Universidad EAFIT, recoge las cartas y escritos que dejó un ciudadano ejemplar, Gilberto Echeverri Mejía, quien perdió su vida mientras luchaba por alcanzar el sueño de tener un país más justo y equitativo. Después de haberle prestado sus servicios a Colombia desde el sector público y privado, decidió que antes de jubilarse para disfrutar de un retiro tranquilo al lado de su familia, podía desempeñar un último papel como comisionado de paz en su departamento, Antioquia.
En el año 2002 la guerrilla tenía bloqueados varios municipios antioqueños y en compañía del Gobernador de ese entonces, Guillermo Gaviria, el señor Echeverri participó en una marcha pacífica que proclamaba la no-violencia como medio de disuasión contra la insurgencia. Acompañados de organizaciones no gubernamentales, la Iglesia Católica y ciudadanos del común, vistieron de blanco y se fueron en busca de un diálogo con los comandantes de los grupos guerrilleros que operaban en la región. Por ello en su momento los acusaron de dar papaya y meterse en la boca del lobo, aunque por fortuna la mayoría de los ciudadanos entendimos su buena voluntad y entrega incondicional.
Lo que es la vida. Después de una existencia intensa y productiva, porque fue Embajador de nuestro país en Ecuador, Director del SENA, Ministro en dos ocasiones, Desarrollo y Defensa, Gobernador de Antioquia, Consejero presidencial para asuntos sociales, además de generador de industrias, partícipe de campañas cívicas y empresariales, gerente de compañías y miembro de muchas juntas directivas, el destino le pagó con una moneda que definitivamente no merecía. Y pensar que cuando él se unió a la marcha, en Santafé de Antioquia, una calamidad doméstica lo hizo dudar y quiso regresar a Medellín, pero sus familiares y amigos le informaron que ya el asunto estaba resuelto y podía seguir adelante con su labor. Cuando se produce la retención, en un primer momento ambos están convencidos de que se trata de algo pasajero mientras se realizan las conversaciones que buscaban con la marcha, pero al poco tiempo se enteran de que hacen parte del grupo de canjeables que tiene la guerrilla.
Entonces empieza un martirio que solo después de leer sus notas, puede asimilarse aunque sea un poco esa angustia aterradora. Porque la escritura de cartas para familiares y amigos, además de un ensayo sobre la educación en Colombia, fueron el bálsamo que lo mantuvieron en contacto, aunque fuera imaginario, con la realidad del mundo exterior. El señor Echeverri escribía casi a diario, aun consciente de que sus cartas solo saldrían en el momento que hubiera envío de pruebas de supervivencia, lo que ocurrió en muy pocas ocasiones. Por ello es que dichas misivas conformaron una especie de diario que su familia muy amablemente aportó para la edición del libro en mención, con la reserva lógica de las que fueran eminentemente personales.
Lo que sí queda muy claro en este documento es que la mayor cabecera del secuestrado es precisamente la preocupación que enfrenta su familia por tan delicada situación, porque al menos él tiene claro las condiciones en que sobrevive. Muy diferente a quienes quedan en casa que no dejan de preguntarse en todo momento si está aliviado, si lo alimentan bien, si tiene un techo para resguardarse de la lluvia, si lo maltratan y lo más angustiante: si su organismo ha resistido tan dura prueba. Y como la vida de la familia sigue adelante, también hay que preocuparse por el aspecto económico y demás minucias del día a día. Por ejemplo el doctor Gilberto gestionaba en esos días su pensión de jubilación y debió redactar un certificado de supervivencia con firma y huella dactilar, y solicitó a su compañero de cautiverio, el Gobernador Gaviria, que firmara como testigo del documento. También redactó autorizaciones para el banco, instrucciones para pago de impuestos y demás obligaciones tributarias. Lo triste es que muchos documentos no fueron aceptados y otros nunca llegaron.
Sigo en la próxima entrega con detalles de este escalofriante testimonio.
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