lunes, marzo 12, 2007

EXPRESIONES UNIVERSALES.

Una forma de saber cómo habla la gente del común en los diferentes países es ver sus producciones cinematográficas. De un tiempo para acá el cine independiente ha resurgido y por fortuna nos hemos sacudido ese monopolio que por tantas décadas ostentó el llamado séptimo arte desde Hollywood, su meca. Una industria que mide el éxito de sus producciones por el dinero recaudado en taquilla, y cuyas películas se encasillan en roles repetidos y fácilmente predecibles. Nunca he sido amigo de ese tipo de cintas, donde los efectos especiales son el atractivo y el derroche la constante. No le jalo a éso de ejércitos de robots, guerras espaciales, dinosaurios modernos, aterradores tiburones, un hombre araña maromero, tiernos marcianos, y otras tantas pendejadas que parecen muy reales pero que no pasan de ser mercantilismo barato.

En cambio ahora hay buen cine producido en diferentes latitudes y con formatos novedosos. El europeo muestra un estilo muy diferente al que conocíamos, y ahora aparece el latinoamericano con propuestas maravillosas. Sobre todo el mejicano que rompe esquemas y atrae la atención del mundo. Inclusive en nuestro país, aunque trabajan con las uñas, la calidad cinematográfica va en ascenso continuo.

Lo cierto es que en esta industria el lenguaje coloquial coincide, en todos los casos, en la forma vulgar y tosca como habla la gente. Sin importar el lugar donde se desarrolle la historia, es común que las personas utilicen palabras soeces, dichos ordinarios y explícitos, y exclamaciones bruscas. Hay que oír a los españoles cuando vociferan groserías; a los argentinos y sus muletillas subidas de tono; o a los gringos con sus dichos característicos.

Por ello nadie debe escandalizarse cuando en el cine colombiano se utiliza un lenguaje fuerte y ordinario. Porque la realidad es que la gente habla así, y puedo asegurar que la mayoría de las veces se quedan cortos los directores; tal vez por recato. La costumbre puede variar un poco según el estrato o la región del país, pero es una constante que solo tiene excepciones entre algunos aristócratas que viven de la imagen. Claro que les sacan la piedra y parecen verduleras.

Existen palabras que coinciden en todas las culturas, como aquella que se refiere a los desechos fisiológicos o el insulto a la madre. Mentar la madre no tiene fronteras, así varíe la forma. En cuanto a lo otro, hay que ver cómo se acude a dicho vocablo para insultar o enfatizar un hecho. ¡Shit!, dice el anglo parlante cuando quiere maldecir. En cambio nosotros la utilizamos prácticamente para todo. Lo mismo con “la grande”, como le dice mi madre a la otra palabrota.

Antes para referirnos a algo muy lejano, comentábamos que quedaba en los infiernos, en la Cochinchina o en la quinta porra. Ahora basta con decir que queda en la eme. Si alguien no sabe nada, no sabe ni eme; si huele mal, huele a eme; si habla mucha paja, lo que habla es eme. Ya no lo mandan a uno para el carajo, sino para la eme; no lo tildan de hosco sino de eme; y lo despachan cuando lo mandan a comer eme (un tarrao o una volquetada). Si está ofuscado manda todo a la eme; si es miope no ve ni eme; y si la comida está maluca sabe a eme. Recuerdo que cuando estábamos chiquitos, mi papá, para no decir malas palabras delante de los niños, comentaba que la laguna del Otún quedaba en la ñola.

Otra herramienta de la gramática que pasó a calificar servicios es la de los aumentativos. Grandotote, lejísimos, corridonón o piliculasa, era la forma de referirnos a algo de gran tamaño, un sitio muy retirado, una corrida de toros antológica o una película muy buena, respectivamente. En cambio ahora basta con agregar “la grande” a cualquier frase y queda todo dicho. El edificio es el hp de grande; éso queda más lejos que el hp; vimos una corrida la hp; y si viera que hp película tan genial.

La queja más común es: ¡vida hp! Para celebrar optamos por: ¡qué hp dicha! Al que cae en desgracia se lo lleva el hp. Si gana la lotería tiene una suerte la hp. Es tan manoseada la expresión, que cuando un perro ataca a alguien éste no dice que lo mordió un chandoso hijo de perra, sino un gozque hp. Ahí no cabe aquello que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Y como estamos convencidos de que entre más énfasis le pongamos a la expresión mejor cala en el interlocutor, es menester combinar las dos manidas palabrejas para que no queden dudas. Ya dije cómo nos referimos a un sitio lejano, pero si la distancia es mucha, entonces le damos vehemencia al asegurar que queda en la hp eme. Esa vaina sí es lejos.

La costumbre evoluciona con el paso del tiempo porque en mi infancia uno respondía, al ser reprendido por hacer algo indebido, que había actuado de ésa manera porque le daba la gana. Más grandecito le ponía energía al decir la puerca gana. Después la cochina gana, para remachar con la hp gana. Recuerdo que mi mamá, cuando algún mocoso estaba chinchoso, le metía un pellizco y lo mandaba a “comer de lo que dijo un viejo”. Eso debe saber a eme.
pmejiama1@une.net.co

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