domingo, agosto 05, 2007

El callo de Moncayo.

El título de esta nota lo copié de mis hermanos cuando los oí comentar sobre el caminante Moncayo; aparte de eso lo bautizaron el profesor “Mi callo”. Porque deben ser monumentales los callos y las ampollas que tiene en los pies el mencionado personaje, después de esa patoniada tan espantosa que se metió. Si queda uno de cama al viajar de Sandoná a Bogotá en carro, como será echando pata. Claro que si las quimbas le quedaron en carne viva y llenas de llagas, al mismo tiempo se convirtió en una postema para el Presidente Uribe y el alto gobierno. Qué encartada tan espantosa con ese hombre instalado en plena plaza mayor; estorba más que una tostada en un brassier.

Encomiable la epopeya emprendida por un angustiado padre que ve impotente cómo pasan los años y su hijo sigue secuestrado en la selva. Lo que parece inaudito, es que en ningún momento acusa o se refiere a la organización guerrillera que lo tiene prisionero. Porque nadie puede olvidar que fueron las FARC quienes arrasaron el puesto de comunicaciones de Patascoy; que no dejaron piedra sobre piedra y si algunos salieron con vida, fue de milagro. Basta con recordar cómo quedaron las instalaciones después del ataque, para suponer que quisieron acabar hasta con el nido de la perra. Luego llevaron los sobrevivientes al monte para encerraron en jaulas y tratarlos como animales.

Pero no, el profesor de marras se dedica a echarle vainas al Presidente, a responsabilizarlo por la situación de su hijo y los demás secuestrados, y a presionar para que al fin se autorice una zona de despeje. ¿Acaso no se dan cuenta de que son utilizados por el grupo insurgente para lograr que el gobierno afloje y así sean ellos los beneficiados? ¿Será muy difícil que entiendan que a sus familiares los tienen como ases en la manga para utilizarlos en el momento de tirar las cartas? ¿No se enteran de que los responsables directos de esta tragedia son los bandidos que mantienen encerrados a sus seres queridos? A lo mejor la actitud que han tomado los familiares de los secuestrados, de no señalar a los insurgentes, puede relacionarse con el síndrome de Estocolmo.

Cualquiera entiende la angustia que los agobia, pero no cabe duda de que el interés general prima. El gobierno no puede bajarse los calzones en una negociación tan trascendental para el país, con el único fin de solucionar la situación de unos pocos. Basta con ponernos en los zapatos de los colombianos que habitan los municipios que exigen como zona de despeje; aquellos que poseen allí una parcela, su casa y el patrimonio. ¿Qué se los trague la tierra? No es justo, porque ellos tienen los mismos derechos de cualquier otro ciudadano. A lo mejor olvidaron las andanzas de las FARC durante los 4 años que tuvieron a su disposición un vasto territorio al sur del país, cuando se apropiaron de las fincas y demás propiedades que tenían los ciudadanos de bien en la zona de despeje.

Que sean muchos los caminantes por la paz, pero que señalen con el dedo acusador a quien corresponde. Tienen respaldo de sobra porque todos estamos con ellos, además de que en nuestro pueblo lo que hay son desocupados, noveleros y patos a granel. Pero que las marchas se hagan con respeto, y que ojalá no se les suban los humos. Porque me dejó un mal sabor cuando el profesor Moncayo arribó a Bogotá y resolvieron recorrer sus calles por el carril que utiliza el transporte masivo; como si la gente que a esa hora utiliza el Trans milenio tuviera la culpa de la situación del angustiado maestro. Ni hablar de la forma irreverente como trató al señor Presidente.

Si la manera de combatir el abominable delito del secuestro es ceder a las exigencias de la chusma, estamos jodidos. Hoy liberan a unos para mañana agarrar a otros; valiente gracia. Así quedamos inmersos en lo que llaman un círculo vicioso. Es como el caso del secuestro extorsivo, el cual solo puede enfrentarse de la forma como lo hizo Diego Mejía y su familia. Y me refiero al mismo afectado, porque él dejó instrucciones claras de cómo debían actuar ante un posible plagio.

Diego fue un tipo bueno, trabajador, honesto, excelente amigo y miembro de familia. Sus empleados siempre lo respetaron y lo apreciaron. Como ejecutivo laboró toda una vida para alcanzar un sueño: poder retirarse y construir su casa en medio del potrero. Ahí, entre vacas, perros y caballos. Sabía del riesgo que corría, pero no renunció a la libertad y al derecho a disfrutar sus haberes. Y claro, como la ignorancia es atrevida, los bandidos confundieron a un hombre que durante muchos años fue el gerente de una multinacional, y lo señalaron como el dueño de la misma. Hágame el favor. Por lo tanto la exigencia económica era exorbitante y el desenlace fatal una posibilidad inminente.

El proceder de María Matilde, su esposa, es digno de admirar porque seguir esas instrucciones no es fácil. Y las cosas no salieron como todos esperábamos, porque así es la vida. Unas veces se gana, otras se pierde. Lo cierto es que si todos actuáramos de esa manera, el despreciable negocio del secuestro moriría por sustracción de materia.
pmejiama1@une.net.co

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta ese planteamiento; el responsable de lo que pasa no es el Gobierno, sino los bandidos esos.
Y Uribe, que a veces le da por ser populachero les dió tiro para que lo insultaran en su propia casa.
Pobrecito Moncayo, pero que se devuelva tranquilo, que ya hizo todo lo posible...

Anónimo dijo...

Bastante de acuerdo con usted Pablo ... la única forma de acabar con la mendicidad es dejando de dar limosna. La única forma de acabar con el secuestro extorsivo es que todos se pongan de acuerdo y dejen de pagar. Aunque se dice fácil, vaya uno a estar en esa situación y vende hasta el gato. Yo también soy de los que piensa que no hay que darles un centavo a esos miserables, así sea a costa de la propia vida.

Concuerdo con usted también en que hacer el famoso intercambio sería
institucionalizar el secuestro como medio para obtener lo que se necesite.

Sobre el profesor Concallo ... en lo único que no estoy de acuerdo es en que le haya echado todo el pato al gobierno. También le ha echado sus vainazos a la guerrilla, recuerdo que dijo algo así como "ninguna de las dos partes, por egoístas quiere ceder en su posición". El lo único que busca es el "closure", que le entreguen lo que queda de su hijo, que 10 años en esa situación es francamente algo difícil de concebir.

En todo caso ojalá no ceda el gobierno, ninguno. Así la guerrilla tenga que jubilar a Ingrid y hasta que Emmanuel tenga nietos. Pero es que no se puede ceder ante esos métodos de presión, bajo ninguna circunstancia. Cosa que hacen los gringos y no la copiamos, como si copiamos todas las malas mañas.

Astrolabio-jsa dijo...

De acuerdo: hay que señalar claramente a los secuestradores y asesinos, que son los zombis de las Farc. Al Gobierno le corresponde aportar una salida, pero también juidicializar y encarcelar a los delincuentes. Abrazo.

Anónimo dijo...

Estimado pablo. Acabo de regresar a la ciudad y me estoy poniendo al día Para mí el señor Doncallo se me destiño por la grosería en que trato al señor presidente, claro, con la complacencia de los mamertos que gritaban desde las sombras, como suelen hacerlo siempre.
Para mi este acto ya se ha cerrado. Ahora por cuanrto tiempo no tendremos que mamar a la señora Yolanda Pulecio y al vivo del marido de Ingrid que más bien parece que no quisiera que ella vuelva a la libertad para seguir disfrutando del apartamento, casa y beca por cuenta de su secuestro.
Luis Guillermo

Jorge Iván dijo...

Pablo, totalmente de acuerdo contigo en cuanto a la actitud de Moncayo. Además, que eso de perdirle a Uribe que "reparta sus bienes", !abrase visto Sarita¡ como dice un amigo nuestro.
Esta muy claro, la chusma no tiene personas y cadaveres secustrados sino MERCANCIA, que le sirve como escudo, o para venderla o para canjearla, pero eso si, hay que encimarles medio país mas el IVA. Les importa un soberano carajo las marchas y las protestas y se poposean de la risa con el tal acuerdo humanitario.