viernes, diciembre 19, 2008

Vicisitudes de un peregrinaje (I)

Al estudiar con detenimiento a la Sagrada Familia no puede dejar de notarse que a San José lo han pordebajiado con relación a las advocaciones que enaltecen al niño Jesús y a su mamá, la Virgen María. El Divino Niño en Bogotá; el Niño Jesús de Praga; Niño Jesús El Doctorcito de Lima y Niñopa de Ciudad de México son apenas algunos ejemplos, y referente a las Vírgenes basta con decir que existen once mil. Cada cultura tiene su preferida y los devotos marianos son fervientes seguidores de una imagen en particular; para un cubano la Virgen de la Caridad del Cobre es la única, mientras que en Brasil es Nuestra Señora Aparecida y en Canadá prefieren a Notre Dam du Cap.

En cambio a San José le dedican una parroquia con su barrio y un buen parque, pero de resto es poco lo que lo nombran; son escasos sus seguidores, las estampitas con su imagen no tienen buena salida y los devotos no llenan un estadio. Al hombre le tocó moler duro durante su existencia y miren las injusticias de la vida: cuando en una casa hay varios muchachitos, toca rifar los turnos para acomodar las figuras del pesebre y los dos últimos siempre son San José y el burro. Increíble, hay zambos que prefieren arrimar el buey a la cuna que poner en lugar destacado al padre putativo del recién nacido. Me parece que es hora de reconocerle al abnegado carpintero su importante papel y bien podría la iglesia organizar entre los estudiantes un concurso que reviva los momentos de la Natividad, con el ingrediente que cada quién lo haga como si los hechos ocurrieran en su región y en la actualidad. Ahí les va un ejemplo del relato que podría jalarse un bachiller con una buena imaginación, pero con el léxico y la redacción que caracterizan a los estudiantes de ahora.

*Resulta de que al catano José le dio la ventolera porque tenía que irse para su pueblo de origen, Chinchiná, para quedar registrado en el censo que estaba a punto de realizar el DANE en todo el país para saber cuántos es que somos. Y la Virgen María a tratar de convencerlo para que dejara esa enguanda porque ella ya estaba piponcha y faltaba poquito para que naciera el pelaito; además le recordó que él tenía que entregar unos encargos que le habían hecho en la carpintería y que esta era la hora en que no los tenía ni tibios. Y sale el cucho con el cuento que a un carpintero que no sea incumplido nadie le cree, y que por el viaje no se preocupara que él era muy abeja y ya tenía todo fríamente calculado.

Pero vea mijo, le decía María, fíjese que nosotros estamos muy vaciaos para ponernos a viajar y además aquí en el barrio ya le cogimos el tirito a la atención del SISBEN; qué tal que por allá sean bien complicadas esas vueltas y se llegue el momento de aquello y nosotros sin atención médica. Es que si usted hubiera buscado trabajo como empleado, como tanto le he dicho, tendríamos al menos una EPS en donde a la larga le paran a uno más bolas. Yo no sé, pero me parece que no estoy como para montarme en un bus durante horas para llegar a un pueblo donde usted ya no conoce a nadie; o es que se le olvidó que salieron de allá cuando su mercé era un mocoso chiquito.

María, mija, no se complique la vida. Además, quién le dijo a usted que nos vamos en bus. Nada de eso, nos trepamos en la moto y eso es en dos patadas que llegamos a mi pueblito que hace tanto no visito. Aguarde y verá yo le acondiciono la parrilla a la burrita, ahí acomodamos los corotos y de una vez empaco algo de herramienta por si resulta cualesquier cosa para hacer por allá. Fresca que yo me la rebusco y con seguridad tengo bastantes parientes que nos reciben con los brazos… ¡Un momentico José!, no será que habla en serio cuando dice que nos vamos en moto. ¡Míreme!, parezco una ballena y ya no doy paso. Ahí están pintados los hombres, como no se imaginan siquiera lo que es un embarazo; creen que esto es como soplar y hacer botellas. Pero le advierto una cosa y que le quede bien clarito, no me le encaramo en ese pelle ni amarrada y bien pueda lárguese solito que a lo mejor el empadronamiento queda mal hecho si usted no está en ese pueblo pichurrio.

Aguarde vieja yo cuento hasta diez para no irla a embarrar. Primero que todo, más pichurrio será el moridero donde nació usted porque ni le pinto la bacanería que es Chinchiná. El clima, la gente, el paisaje, el ambiente de la plaza principal y ni para qué le cuento más. Segundo: nos vamos en la motico porque en bus nos vale un ojo de la cara y frescolines que yo le paro las veces que quiera para que estire las piernas; mire que así puede orinar cada que le provoque, porque usted ahora parece una chicharra y qué tal en un bus que solo para cuando le da la gana al chofer. Continuará…

Vicisitudes de un peregrinaje (II)

Los hombres debemos reconocer que somos muy olímpicos y todo nos parece sencillo, mientras que las mujeres sacan peros, ponen pereque, son negativas y todo se le vuelve un mundo. Esa diferencia puede verse cuando salimos de paseo y nosotros creemos que basta con echar dos pantalonetas y unas camisetas en un maletín, mientras que ellas planean todo con tiempo, compran cremas y bronceadores, empacan mudas de sobra y no repiten vestido de baño ni muertas. Pues fíjese que hasta esos dos santos personajes, José y María, casi se agarran de las mechas porque al fin y al cabo ellos también fueron humanos. Sigo con el bíblico relato.

*Déjeme organizar el paseo y no me saque la piedra, que le recuerdo que el arcángel Gabriel le advirtió que este nacimiento va a pasar a la historia, y qué tal usted y yo agarrados. Mejor empiece a empacar y no sobra advertirle que no puede llevar mucha cosa. Tranquilo mijo, respondió ella con cierto tonito, que una con más de ocho meses de embarazo no necesita casi nada; y si el niño se adelanta ojalá nazca vestidito.

Quince días después volaba José en esa caspa de motocicleta y la pobre María bien incómoda porque entre el maletín en la espalda y su marido adelante, la barriga no le cabía. El chaleco tampoco cerraba y ese casco protector tallaba por todas partes, pero no decía ni mu para no darle el gusto. Eso sí, cada cuarto de hora lo hacía parar en donde fuera porque la vejiga la mortificaba, y había que ver al tipo renegar porque había logrado pasarse una docena de camiones y ahora a repetir la peligrosa operación. Y pónganse los impermeables y pare de nuevo para quitárselos; chaleco, casco, guantes y plásticos para los zapatos, y esa mujer que trinaba. Con toda la razón, además.

¿Si vio mija?, eso fue en un ya que llegamos. Porque yo vengo fresco. Espere pregunto dónde queda la dirección de mis primos que ahí seguro nos reciben; y fresca que el lunes, después del empadronamiento, arrancamos para la casa. Vea, aquí todo es mogollo, ya di con la dirección. María, como quien no quiere la cosa, mascullaba con ira contenida: Tranquilo viejo que yo vengo muy presentable con este disfraz y semejante barriga; y debo tener el pelo divino.

Pailas mija, comentó José cariacontecido, nos fregamos porque se corotiaron hace días y nadie sabe para dónde; vamos a la plaza que allá seguro me dan razón. Ella se acomodó en una cafetería y desde ahí lo veía conversar con todo el mundo, hasta que se vino como muy animado. Yo se lo dije, uno es jodido y de alguna forma se la rebusca. Fíjese que como los hotelitos siempre son costosos, cuadré con un doctor que nos da posada y a cambio yo le hago unos remiendos en una finquita que tiene allí no más. Por fortuna traje la herramienta. La pobre María debió zamparse de nuevo el disfraz y ahora el recorrido era por carretera destapada, con un polvero espantoso, y al llegar el tipo les cedió la pieza del reblujo y de una puso a José a arreglar unas chambranas.

Esa noche la mujer se sintió indispuesta por el cansancio y llegó a creer que el niño iba a nacer, lo que preocupó al carpintero que andaba sin un peso en el bolsillo. Madrugó y al conversar con algunos trabajadores le dijeron que no fuera tan pendejo, que vendiera la moto por lo que le dieran y llevara la plata a un negocio que había en el pueblo, que en unas semanas le daban un billete largo. El hombre ni corto ni perezoso arrancó con las instrucciones y encontró la empresa que operaba en un garaje, ferió la moto por una chichigua e hizo la inversión que lo iba a sacar de pobre.

José llegó tardecito con la sorpresa y encontró a su mujer con los dolores, y quién dijo que pasaba un carro a esa hora. Entonces le tocó a la alimentadora servir de partera y ahí entre aperos, herramientas y costales nació el barrigón, muy alentado por cierto. Los cogedores de café se arrimaban a noveleriar y a felicitarlos, y el agobiado padre madrugó al pueblo a retirar la plata para poder comprar siquiera con qué vestir al chino. Ni qué decir de lo que sintió cuando llegó y encontró un mundo de gente tirándole piedras al negocio dizque porque se largaron con el billete y los dejaron como el ternero.

Regresó a la finca y mientras María lloraba desconsolada, un pirobo le dijo que los paracos los tenían entre ojos y que era mejor que se abrieran. No hubo de otra que empeñar la herramienta y comprar dos pasajes para Bogotá, y allí se instaló donde un hermano que vivía en el barrio Egipto. No hay mayores datos sobre la vida de la Sagrada familia en los años siguientes, hasta que el muchacho entró a la universidad y cogió fama de revolucionario. Dizque no se perdía marcha, lanzaba arengas y era un duro para convocar manifestaciones. Las fuerzas oscuras ya lo tenían fichado y por cierto un fulano lo sentenció con esta frase: Ese man no llega a la edad de Cristo.

martes, diciembre 09, 2008

Publicidad engañosa.

Para quienes no entendemos de publicidad ni mercadeo es difícil aceptar que ciertos comerciales sean exitosos y calen en el consumidor. He reiterado que el único espacio de televisión nacional que veo es un noticiero al medio día, y durante la tanda de comerciales cambio a otro canal donde me entretengo con cualquier cosa que reemplace esa aburrida seguidilla de comerciales tan pendejos y chocantes. Entonces debo brincar a cada momento convencido de que ya tienen que haber terminado, y me quedo aterrado con que dicha pausa es tan larga que casi alcanzo a ver otro programa durante ese lapso. En dichos cambios se topa uno con un comercial como el del imbécil que entra a la casa mientras baila y canta, hasta llegar al lado de su mujer que le prepara un sancocho con cierto caldo de sustancia. Aunque a esa hora debería provocar darle una probadita al preparado que bulle en la olla, a lo único que invita es a darle un sopapo a ese tontarrón por ridículo y postizo.

Otra cosa que ofende es la publicidad engañosa. Por qué tienen que utilizar argucias y marrullas para tratar de enredar al consumidor, y la prueba más fehaciente es cuando al final de un comercial deben decir algunas reglas o restricciones que a ellos no les conviene, por lo que el locutor de turno las recita a una velocidad imposible de entender. Cómo es que no hay una entidad que se dé cuenta de semejante vaina tan obvia para que los obligue a ser más honestos.

Hace unos días me topé con una publicidad de UNE donde ofrecen los mismos servicios que tengo en un paquete de esos que llaman combo, pero con la diferencia que el precio es menor al que pago actualmente. Llamé y le dije a la niña que cómo hacía para cancelar mi plan, que por cierto ya cumplió el tiempo por el cual me comprometí, para cambiarlo por el de la oferta porque es mucho más barato.

Entonces ella empezó a explicarme de qué se trata ese plan y le dije que es exactamente lo que tengo ahora; luego de pensarlo un poco se le prendió el bombillo y aseguró que el de la oferta tiene un internet más veloz, y le conté que hace poco me ofrecieron duplicarme la velocidad por dos mil pesos mensuales, a lo cual accedí de inmediato; que por favor me anotara en la nueva oferta y le sumara los dos mil pesitos. Ya sin argumentos, aseguró que yo no podía aspirar a esa oferta por el estrato de mi línea, pero alegué que en la publicidad que tenía en la mano no decía una sola palabra al respecto. Cuando ya no encontraba de donde agarrarse, y después de inventarse mil cuentos que le desbaraté al instante, aseguró que no se podía y punto. Como quien dice, que me jodiera.

A mediados del año llamaron de Telmex para proponer que me cambiara a esa empresa, y antes de oírle el cuento al vendedor le pegunté por qué si desde diciembre del año pasado los vi trepados en los postes del barrio dedicados a tender las redes, no habían empezado a ofrecer sus servicios para así evitar que nos comprometiéramos con la competencia. Podían haber adelantado una campaña publicitaria donde anunciaran su llegada a la ciudad para una fecha determinada y de una vez prometieran algunas promociones y ventajas a quienes se cambiaran a la nueva empresa de comunicaciones. Sobre todo en esa época cuando muchos manizaleños nos sentimos aporreados por la desaparición de Emtelsa, y después algo ofendidos por la forma como la empresa que la absorbió empezó a despedir gran parte de su personal donde con seguridad teníamos un conocido, amigo o pariente cercano entre los damnificados.

El caso es que el tipo no supo dar razón de la estrategia publicitaria y procedió a echarme el rollo de las ventajas que obtendría si me apuntaba en la lista de los que prefieren la multinacional mejicana. Cuando me enteré de que lo que me ofrecía eran los mismo tres servicios que tengo con UNE, televisión por cable, banda ancha y telefonía local ilimitada, lo insté a que me dijera el precio del llamado “triple play” para ver la diferencia en plata. El hábil vendedor evitaba la pregunta y empezó con un cuento acerca de que ellos ofrecían una televisión con más canales, a lo que le dije que a la que tengo le sobran por lo menos el 60% de canales que son relleno y basura internacional.

Entonces arrancó con el tema de la velocidad de la banda ancha de internet. Le respondí que hace unos días me la duplicaron por una suma irrisoria y que si para abrir una página determinada en el navegador mi PC se demora un segundo, no necesito que lo haga en la mitad del tiempo. El tipo se quedó sin argumentos y por fin desembuchó que la promoción que ofrecía era más costosa de la que pago en la actualidad, por lo que debí comentarle que no me explico cómo una empresa nueva que viene a competir espera que uno se meta en la enguanda del cambio de líneas y demás inconvenientes, y fuera de eso deba pagar más por los mismos servicios. ¡Tienen huevo!

martes, diciembre 02, 2008

Tenemos alcalde.

Está comprobado que los gobernantes que perduran en la memoria del pueblo son los que dejan grandes obras de infraestructura. En Bogotá recuerdan perfectamente cuál alcalde levantó los puentes de la 26; los pereiranos siempre tendrán presente quién era el Presidente cuando se construyó el imponente viaducto; en nuestra ciudad agradecemos al alcalde que dejó su firma en el cómodo y moderno estadio de fútbol; y a Rojas Pinilla, a pesar de la represión y los momentos difíciles que vivió nuestro país bajo su régimen militar, lo relacionan de inmediato con la construcción del Aeropuerto Eldorado. Pensar que en ese entonces lo criticaron porque el terminal aéreo quedaba en los mismísimos infiernos, en un pueblito llamado Fontibón, y ahora no saben cómo manejar el problema de estar metidos en medio de barrios y urbanizaciones.

Sin duda es un gran error desconocer el trabajo social de nuestros gobernantes. Ojalá todos pensaran primero en saneamiento básico, infraestructura hospitalaria y atención en salud, educación, y que con lo que sobre miren a ver para qué alcanza. Por eso los gobernadores son tan poco recordados, porque pavimentan vías veredales, construyen escuelas en pueblos olvidados y dotan de puestos de salud a remotos corregimientos. Cada una de esas comunidades, muy reducidas por cierto, se lo agradecerán eternamente pero de resto nadie se entera.

Hace poco le pregunté a nuestro alcalde Juan Manuel su opinión acerca de las críticas que le hacen porque viaja mucho al exterior y a otras ciudades del país. Respondió que si nos sentamos a esperar a que dirigentes cívicos, empresarios y políticos vengan a Manizales a ver qué necesitamos, se nos va a borrar la raya. En el exterior hay organizaciones no gubernamentales con billete para invertir en el tercer mundo; gobiernos de ciudades y países del hemisferio norte que buscan comunidades subdesarrolladas donde puedan desarrollar proyectos; e inversionistas de toda índole que se interesan por encontrar una buena plaza dónde afincar sus empresas.

Un gobernante de provincia debe viajar siquiera una vez a Bogotá durante la semana, porque Congresistas, Ministros y altos funcionarios no van a venir aquí a preguntarnos qué se nos ofrece. También debe visitar otras capitales para formalizar alianzas con sus colegas, intercambiar conocimientos y buscar beneficios para su comunidad. Y más ahora con las facilidades de las comunicaciones y la maravilla del internet, que parece lo mismo estar sentado en su oficina que encontrarse en la Patagonia. Con los adelantos tecnológicos en este campo las distancias desaparecieron.

Lo que nadie puede desconocer es el liderazgo, capacidad de trabajo y organización que demostró Juan Manuel Llano al momento de enfrentar la crisis que soporta nuestra ciudad a causa de un invierno que no da tregua. En estos casos no es necesario estar en todas partes y dominar los diferentes temas, sino saberse rodear de expertos y coordinar un equipo que atienda las emergencias. Trajo ministros, congresistas y al mismo Presidente Uribe para obtener los recursos necesarios, con la salvedad que en todo el país sufren las inclemencias del clima y también requieren de ayudas económicas.

Tal cual vemos al alcalde compartir con los damnificados, metido entre el barro e interesado por las necesidades de cada ciudadano, así es él. No ha cambiado un ápice, porque Juan siempre ha sido amable, sencillo, des complicado, frentero, ejecutivo y metelón. Tiene don de mando y poder de convocatoria. Ni hablar de los informes que ha presentado por el canal UNE televisión, donde en forma concisa y detallada notifica a la ciudadanía sobre la manera como han enfrentado la emergencia.

Imagino la cantidad de peticiones que recibe a diario el señor alcalde, y los problemas que debe solucionar con semejante arremetida de la naturaleza contra nuestra ciudad, pero no dejo pasar la oportunidad para decirle algo al oído. Resulta que siempre me he vanagloriado ante quienes visitan la ciudad, cuando me dispongo a acompañarlos para recorrerla, por el magnífico estado de nuestras vías. En casi todas las ciudades del país transitar por calles y avenidas es una odisea, porque los huecos son la constante y si no conducen con cuidado acaban con el carro o se quedan atascados en medio del fango. En Bogotá por ejemplo nunca podrán ponerse al día en ese sentido, porque mientras arreglan unas calles las otras se vuelven intransitables.

Pues yo no veo la hora de que sea la semana de ferias para mostrarle a los visitantes la Plaza Alfonso López y su anillo vial, el túnel de la calle 52, los bulevares y los paseos, el desarrollo de la Avenida Kevin Ángel, las obras del Cable vía, el Terminal de transportes y tantas otras novedades que da gusto enseñar, pero no podré evitar transitar con esos invitados por las avenidas Santander y Paralela. Y entonces me quedaré sin argumentos para ofrecer que le doy un premio al que me muestre un hueco en la calle, porque el piso de esas dos importantes arterias está en muy malas condiciones. No son huecos grandes, pero son muchos, y si no les meten la mano rápido con una nueva capa asfáltica, nos cogen ventaja y se nos acaba el reinado.

El caso es que Juan Manuel ya dejó ver la casta y estoy seguro de que al terminar el mandato los manizaleños estaremos muy satisfechos con su desempeño.