jueves, agosto 18, 2011

Pioneros.

Al recorrer la ciudad y ver el desarrollo que presentan la avenida Santander y los barrios orientales, que hasta hace tres o cuatro décadas eran sectores netamente residenciales, no puedo dejar de asombrarme con el cambio tan marcado que ha sufrido Manizales. Y me refiero a barrios como Belén, Estrella, Palogrande, La Rambla, Palermo, Sancancio o la Alta Suiza, porque entonces La Sultana, La Enea, Lusitania o los conjuntos residenciales localizados alrededor de la avenida Alberto Mendoza eran apenas unas comunidades incipientes y muchos de ellos ni siquiera existían.

En las distintas capitales del mundo se impuso la expresión "zona rosa" para referirse a ese lugar de la urbe dedicado al comercio y al esparcimiento, donde son comunes los bares, restaurantes, centros comerciales, gimnasios, heladerías, cafés y demás atractivos que hacen del entorno un sitio agradable y llamativo para propios y visitantes. En Manizales se localizó esa zona en el sector de El Cable, cuyo parque se convirtió desde hace varios años en sitio de reunión y de rumba, donde los ciudadanos se dan cita para disfrutar del lugar y su diversa oferta de servicios; desde los asiduos visitantes de los negocios tradicionales, hasta los jóvenes que debido a su bajo presupuesto prefieren comprar media botella de ron y tomársela en cualquier esquina.

Trato de recordar cuáles fueron esos negocios pioneros de lo que hoy es un verdadero fogoncito comercial. Las comidas rápidas, tan comunes ahora, no se conocían entonces. El mecato más común en las tiendas de barrio era un pan con salchichón y Coca Cola; o en la puerta de la panadería “La Victoria” nos despachábamos una buena dosis de parva con gaseosa; tiempo después podía comerse un perro caliente en el carrito de “El Joven”, ahí cerca a la panadería. La mayoría de esos negocios funcionaron en la avenida Santander, y uno de los primeros fue una venta de arepas rellenas venezolanas que montaron unos universitarios foráneos en la calle 48, enseguida del parque Rafael Arango Villegas. Después apareció “Casandra”, que ofrecía perros calientes y hamburguesas en un local situado entre las calles 61 y 62; el atractivo eran los perros en piyama, cuya salchicha venía envuelta en tocineta.

También funcionó un negocio vecino al semáforo de la calle 50, “Los pollitos dicen…”, donde lo más apetecido era la arepa con queso y carne asada, acompañados de chocolate o Milo caliente. Por la Paralela, frente al estadio existió “Pio pio”, propiedad de una pareja de jipis muy conocida, lugar famoso por ofrecer las mejores hamburguesas de la ciudad. En esas apareció “Don Juaco” en un garaje del barrio Palogrande, que prosperó hasta convertirse en lo que es hoy; y media cuadra más abajo atendió durante un tiempo “Monos”, también de comidas rápidas y cuya casa matriz queda en Pereira. Otro pionero en este tipo de negocios es “Brunos”, que nació del empuje de Bruno Seidel en un puesto ambulante localizado frente al Seminario Mayor (hoy Universidad de Caldas), hasta que se trasladó a inmediaciones del Batallón Ayacucho, donde después construyeron una sede muy exitosa que funcionó hasta hace poco tiempo.

Para tomarse unos tragos en aquellas calendas debíamos ir al centro de la ciudad, porque en la zona residencial no existían bares ni discotecas. Claro que en algunas tiendas de barrio acostumbraban vender aguardiente por tragos, y en una que nunca ha faltado la tertulia etílica es la abundancia del barrio Estrella. En otra tienda localizada frente al Cable, don Venancio, el propietario, también mantenía las copas escondidas detrás de la vitrina de los confites. Hasta que el dueño de “San Carlos”, en la avenida Santander con calle 60, empezó a ofrecer diversidad de licores a la clientela. Poco después abrieron un negocio muy novedoso en el segundo piso del centro comercial Los Rosales, “Tinto y dinamita”; y luego inauguraron uno que sin duda tuvo mucho éxito: “Caballo loco”, en la falda de la 61, el cual ante la aceptación del público abrió sucursal frente al parque de El Cable.

Hoy en día la zona rosa se extiende por un sector que durante nuestra infancia y juventud estaba destinado sólo a residencias, y aunque ahora en toda su extensión la avenida Santander está colmada de comercios, desde el sector de Las Palmas hasta donde termina la avenida, en la antigua embotelladora, la presencia de bares, restaurantes, cafetines, heladerías y discotecas hacen del sector una rumba general, con mayor énfasis durante los fines de semana. Sin duda la zona de mayor movimiento es el parque de El Cable y sus alrededores, aunque en el sector de Niza, vecindario tranquilo donde no volaba una mosca después de las 9 de la noche, ahora es un hervidero por donde casi no se puede transitar. En el barrio Estrella también empieza a verse movimiento comercial.

Pero tal vez la cuadra con mayor densidad de locales dedicados al entretenimiento nocturno es la comprendida entre las calles 63 y 64, por la avenida, y son muchos los negocios que allí han funcionado. En cierta época coincidieron dos establecimientos, localizados en edificios vecinos y ambos muy exitosos: “Años locos” y “Mango biche”. Esa cercanía se prestó para una de esas confusiones tan comunes en las señoras, cuando le preguntaron a una amiga dónde se había emparrandado la noche anterior y muy convencida respondió:
-¡En Años biches!
pamear@telmex.net.co

1 comentario:

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Cuando estudié en El Tablazo entre 1966 y 1970, tenía permiso de los curas Capuchinos para tomar clases se Inglés en el Colombo-Americano.

Salía del Colombo faltando 10 minutos para las 7 de la noche, hora en que salía el último Expreso Palmira para Pereira. Varias veces me dejó y tenía que caminar hasta la salida de Manizales, cuando todavía no tenía todos esos pasos elevados, para “echar dedo” para ver si alguien me llevaba. Una noche tuve que caminar hasta El Tablazo.

Asustaban en las calles del Manizales de esa época y a esa hora. Nada que ver con el Manizales nocturno, bullicioso e iluminado de hoy día, o mejor, de hoy noche. Zona rosa? Pollito asado? Hamburguesas? Eso no se conocía. Heladerías? Menos. Lo que había era lo que llamamos "cafés" los cuales por fortuna no se han acabado, algunos de los cuales frecuento cada que visito esa hermosa ciudad de mis ancestros.
Que bueno recordar. Allí viví parte de mi juventud.