martes, octubre 24, 2006

Quiere ser famoso?

¿QUIERE SER FAMOSO?
Es una ironía que tantas personas sueñen con llegar algún día a ser famosas mientras quienes lo son, salvo algunas excepciones, reniegan de tal condición y añoran un poco de tranquilidad e intimidad. No debe existir nada más maluco que pertenecer a la realeza, porque esa gente no tiene licencia ni para meter un grito cuando estornudan. El solo hecho de saber que en todo momento hay un fotógrafo escondido para lograr el papayazo de pillarlo fuera de lugar, debe crispar los nervios a cualquiera. Un ejemplo tangible de dicha persecución es la televisión española, país donde son obsesivos con la farándula o los temas del corazón; allá los famosos no tienen derecho ni a morir en paz.

Una cosa bien curiosa es que en esta sociedad frívola y superficial es suficiente la condición de millonario para que una persona sea perseguida por la prensa y su nombre reconocido en cualquier lugar. Y para empeorar las cosas esos personajes viven empalagados de la vida y por ello le jalan a todo para buscar innovar, situación que se presta para que los descubran en los enredos más escabrosos. Fíjese que si a un fulano común y silvestre lo pillan amanecido entre el carro haciendo maromas con una bandida, máximo lo zampan al calabozo de un día para otro y le clavan una multa. Pero si el tipo llega a ser reconocido como alguien famoso se le va hasta la empuñadura. Además, ellos o sus familiares cercanos son proclives a la depresión, las adicciones o el suicidio. Porque ahí sí puede corroborarse aquello que en esta vida la plata no lo es todo... aunque siempre es mucho lo que ayuda.

Recuerdo un comercial de la televisión hispana donde aparece una niña que espera el desayuno que prepara su atareada madre, y en actitud soñadora la mocosa comenta que ella no piensa complicarse la vida. Que en vez de estudiar o casarse y criar muchachitos, piensa presentarse a un reality show, ser la más intrigante y conflictiva, hacerse famosa y después vivir del cuento. Nada más cierto. Porque ese tipo de programas, que tiene contaminada la televisión mundial, lo único que logra es sacar personajes del anonimato quienes después de mostrar todo lo ruin que puede llegar a ser una persona y de permitir que los exploten al máximo, salen a disfrutar de una fama artificial que puede ser efímera o duradera según el carisma del sujeto. No cabe duda: entre más lagarto, mejor le va.

En estos casos nuestro país no es la excepción y hay que ver cómo aprovechan su cuarto de hora quienes logran hacer sonar su nombre en un programa de este tipo. Actores de pacotilla que son flor de un día, presentadoras de la sección de farándula en tele noticieros, cantantes improvisados o deportistas en decadencia que recuperan su condición de ídolos del populacho, salen de la olla porque a diario les resultan contratos en todas partes. Es común que presenten un desfile de beneficencia, animen fiestas de pueblo, firmen autógrafos en un centro comercial o acompañen a un político en su gira de campaña.

Los deportistas son otro gremio que salta de la fama al anonimato como por arte de magia. Es suficiente que un morocho haga dos goles en un partido del fútbol dominical y la prensa lo infla hasta dejarlo convencido de que es lo máximo, pero también es condición que el tipo mantenga su nivel porque de lo contrario nadie vuelve a mencionarlo. Ni hablar si nos representa en el exterior, como Montoya, Camilo Villegas o Edgar Rentaría, porque la prensa le sigue los pasos sin despintarle el ojo.

Pero sin duda la modalidad de moda para conseguir plata, remojar prensa y darse pantalla es haber tenido un pasado oscuro y publicar un libro. Puede haber sido un bandido de película como el tal Popeye, lugarteniente de Pablo Escobar, y nadie pone en tela de juicio sus andanzas sino que compran los ejemplares como pan caliente. O quien fuera la moza de mostrar del mismo capo que sale a decir en público que el antisocial orinaba agua bendita, y cuenta un mundo de vainas que nadie puede contradecir porque su interlocutor ya está en el otro mundo; como era de esperarse, las editoriales están detrás de sus memorias para llenarse todos de plata. Porque la diva ya advirtió que se viene con dos libros de una vez.

Y qué tal el periodista Alberto Giraldo, que aseguró el futuro de sus allegados con una publicación donde untó hasta al gato, pero con la condición que debían esperar a que él estirara la pata para darla a conocer. Así, ni modo de hacerle el reclamo. Basta leer cualquier libro de ese tipo para saber que son escritos por encargo y sin pulirse mucho; solo importa que traiga chismes y destape ollas podridas, que aunque sean mentira, alimentan el morbo de los lectores y dan tema para sus tertulias.

Así es la vida. Porque publica uno su librito y aunque en un principio vende algunos ejemplares, después no encuentra forma de salir del resto. Toca acomodar las cajas en todos los rincones, y aunque reparta muestras gratis, ésa vaina no rinde. No le busque: la honestidad solo produce tranquilidad de conciencia, virtud, que aunque no llena, evita los desvelos.
pmejiama1@epm.net.co

jueves, octubre 19, 2006

Paranoia a la carta.

La gran mayoría de los gringos, y en general quienes habitan el occidente del planeta, que estaban convencidos de que los musulmanes, mahometanos, budistas o cualquier seguidor de una de las tantas religiones diferentes a las cristianas eran terroristas ignorantes y trogloditas, ahora se enteran de que en realidad son muy inteligentes. Además, no le tienen miedo a la muerte y por el contrario la enfrentan como un paso más en su trasegar por la existencia. Pues resulta que esos hombres de turbante en la cabeza, vestimenta particular y un fusil de asalto en bandolera, no se le quitan ni al tren y tienen más cacumen que sus congéneres del supuesto mundo civilizado.

Los afganos sacaron el ejército soviético, con toda su maquinaria de guerra, con el rabo entre las patas y una derrota que nadie pronosticaba. Esos mismos combatientes, que recibieron asesoría militar y armamento de la CIA, decidieron utilizar toda la experiencia adquirida en el enfrentamiento contra la Unión Soviética para una vez despachados éstos, voltear la cola y cogerla contra los gringos que siempre han sido sus enemigos naturales. Como dice el refranero: nadie sabe para quien trabaja. Otra cosa es que cuando se trata de luchar, no importa el país de origen de los combatientes sino su creencia religiosa. Se juntan árabes, iraníes, libios, filipinos, paquistaníes o egipcios, y todos son uno mismo. El único fin es la guerra santa y frente a esa meta nada se interpone.

Entonces aceptaron que enfrentar a Estados Unidos con un ejército regular es casi un suicidio, por lo que resolvieron aplicarles una presión sicológica que los tiene al borde de un ataque de nervios. Aunque la arremetida terrorista comenzó hace muchos años, fue desde ese aciago 11 de septiembre que los países más poderosos no volvieron a tener sosiego, porque en las grandes capitales esperan a diario que les llegue el turno de recibir el batacazo.

Claro que como quienes habitamos el tercer mundo dependemos de los ricos en casi todo, también llevamos del bulto en dicho conflicto así no tengamos nada que ver con el asunto. Un ejemplo claro es la friega que cogieron cuando se viaja en avión. Qué tal presentarse en el aeropuerto con 4 horas de anticipación para un vuelo al exterior, el cual dura otro extenso lapso según el destino. Eso es cansón para cualquiera, pero inmamable para un anciano, un discapacitado o alguien que viaje con niños pequeños o un bebé.

Ya montado en el avión, no se le ocurra agacharse abruptamente, estornudar en forma escandalosa, echarle un piropo a la azafata o tomarse unos tragos de más. Cuidadito con hacer un chiste acerca de una bomba o algo por el estilo, y mucho menos se vaya a demorar en el baño, así tenga diarrea. Mejor entra varias veces y hace por poquitos. Si está mareado, a dieta u odia la comida artificial que sirven las aerolíneas, tráguese lo que le ofrezcan porque de lo contrario se torna sospechoso. No mire demasiado a alguien, ojo con dormirse y roncar, acate todas las instrucciones y ni se le ocurra preguntar si puede conocer la cabina de pilotos. También es recomendable hacerse un lavado de cerebro y estar preparado para la raquetiada que le van a meter cuando llegue al destino.

Las medidas de seguridad rayan en la paranoia y la noticia de cualquier suceso, por inocente que sea, le da la vuelta al mundo. Nos enteramos hace poco de un intento de secuestro de un avión de Quatar Airways, pero un amigo que surca los cielos de medio mundo al mando de un avión de dicha compañía, me contó que fue un despistado pasajero que iba para el baño y se metió a primera clase. Al percatarse del error, salió con prisa en busca de su objetivo y dicho proceder fue suficiente para que los ricachones, que bogaban champaña y jartaban salmón en esa privilegiada sección, dieran la voz de alerta sobre un sospechoso que quería meterse a la cabina.

Dice el capitán Martínez que a todos los tripulantes, sin excepción, les revisan sus maletines de vuelo, los zapatos, el cinturón y hasta la gorra en busca de explosivos; también les confiscan cualquier objeto corto punzante, así sea un corta uñas. Qué tal la estupidez, cuando el piloto vuela encerrado tras una puerta blindada y entre las cosas que tiene a su disposición en la cabina, hay por ejemplo un hacha y una pistola de bengalas en el equipo de supervivencia. Si quiere hacer un daño puede despresurizar el avión a gran altura, mandarlo contra la Torre Eiffel o dirigirlo en picada contra el mundo. Sin duda es una falta absoluta de lógica actuar de esa manera contra quienes llevan el mando del aparato.

Ahora pillaron a los terroristas, que ante la imposibilidad de meter explosivos a los aviones, querían armar las bombas durante el vuelo con elementos químicos camuflados en lociones, cremas, frascos de medicamentos y otros recipientes. Entonces ya no puede usted llevar elementos personales a la mano, y para cargar una compota o un tetero para el bebé hay que sacar mil permisos. Mucho menos llevar fiambre o bebidas hidratantes, y podemos concluir que ahora lo único que puede echarse el pasajero durante un vuelo internacional es un polvito. Hasta sabrosa la vaina.
pmejiama1@epm.net.co

miércoles, octubre 11, 2006

Limpiarse cuesta.

Qué pagadera de impuestos tan tenaz. Así el ciudadano no declare renta, debido a que su patrimonio no alcanza el tope reglamentario, en todo momento paga contribuciones al estado. La mayoría de artículos adquiridos están gravados con el impuesto del valor agregado; al comprar una boleta para cualquier espectáculo, incluido el cine, colabora con parte del importe para espectáculos públicos y contribución al deporte; paga peajes cuando transita por carretera; le tumban un porcentaje de cualquier cifra que reciba por servicios prestados; también le meten diente a su salario y mejor no sigo porque acabo a los berridos.

Todos los gobiernos recurren a reformas tributarias para sanear el déficit fiscal, y aunque en la campaña política prometan tirarles pasito a los contribuyentes, a la hora de la verdad no se salva nadie. El pueblo espera que por fin escojan a los más acomodados para cargarles la mano, pero la decepción es grande cuando publican las nuevas leyes y al ciudadano raso no le queda sino aceptar la dura realidad. Porque no cabe duda de que nuestro pueblo es campeón para aguantar garrote y agachar la cabeza, mientras en otras latitudes se rebotan y obligan a los dirigentes a echar reversa.

Lo que indispone es saber que con menores aportes podríamos tener un país desarrollado y bien dotado, pero el desangre de la burocracia y la corrupción es incontrolable. Los políticos buscan enriquecerse con el billete que casamos todos y dicho proceder envenena a cualquiera, mientras la infraestructura nacional se deteriora a pasos agigantados. Aunque en todos los rincones del planeta existe la corrupción, no hay otra explicación para que haya países donde la plata rinde y se nota en su inversión y desarrollo. Mire que si destinan una partida para adelantar un proyecto en particular y este se pudiera desarrollar como dice el contrato, con seguridad las cosas irían mejor. Pero empiezan a barequiar y a buscar la forma de repartir mordidas, y cuando van a mitad de las obras se termina la plata destinada. Dan ganas de matar y comer del muerto.

Ahora viene el batacazo de turno y en los corrillos se comenta cómo nos va a tocar el bolsillo. El punto que más polémica ha creado es la iniciativa del gobierno de gravar todos los artículos de la canasta familiar con un IVA del 10%. Muchos no tienen con qué comprar lo indispensable para sostener a su familia con los precios actuales, para que ahora salgan con que le van a clavar más alzas con el cacareado impuesto. Hay que ser coherente y aceptar que al visitar un supermercado podemos escoger artículos de todo tipo, pero sin duda los básicos son de uso obligatorio y por ende deben estar exentos de cualquier gravamen.

Nadie debe quejarse porque tiene que pagar más por ciertos productos sin los cuales puede vivir perfectamente, pero que por su condición económica puede adquirir. Ejemplos como el salmón ahumado, la tocineta, las alcachofas, los melocotones, el jamón, los quesos, enlatados y encurtidos, productos de mar, mecato para los muchachitos, jugos congelados y demás antojitos que tientan al comprador, son opcionales y nada tienen que ver con los alimentos básicos; porque yo sí le cuento las cosas tan provocativas que adornan las vitrinas. Pero pretender clavarle el impuesto a los granos, los huevos, la sal y el azúcar, las verduras, la panela o a la brincha de carne, es un despropósito.

Por fortuna quienes planearon la nueva reforma echaron para atrás la medida y resolvieron escuchar el clamor popular. Sin embargo, aterra ver que en dichas excepciones no aparecen por ninguna parte los productos de aseo. Está claro que uno puede mantenerse limpio con sofisticados champúes, jabones de esencia, acondicionadores para el pelo, lociones y menjurjes, talcos y demás aditamentos que ofrece la sociedad de consumo; también hay muchas cosas para echarle a la lavadora o para limpiar los pisos, y ahí están los pañuelos desechables y los copitos para los oídos que tanto se utilizan, pero de igual manera hay opciones de limpieza con productos básicos. El jabón de tierra para el cuerpo y el rey para la ropa son muy utilizados, y en la lavadora basta con un detergente común y corriente.

Lo inaudito es que le metan IVA al papel higiénico. Que le carguen la mano al papel de triple hoja o al importado, pero que dejen tranquilo el rollito ordinario que acostumbra comprar la gente del común. Ya hice mención de muchos productos suntuarios pero nadie puede decir que es un lujo limpiarse los debajeros, porque de seguir así nos tocará fabricar un hisopo con un palo y una esponja para proceder como en la época de los romanos. ¡Gaquis! O que se instaure de nuevo el bidet en los baños para que el usuario recurra a la agüita para lavarse el motor. El problema es que en los espacios modernos con trabajo caben el inodoro y un lavamanos, para buscar la forma de acomodar el desusado mueble.

De manera que a recortar cuadritos de periódico, papel al que por fortuna sacaron del baile del IVA, y a cambiar el adminículo (si la palabra rima con el tema es mera coincidencia) donde se acomoda el rollo, por una puntilla a medio clavar. Y paciencia porque seguiremos como mariposas de museo: ¡clavados y chapaliando!
pmejiama1@une.net.co

miércoles, octubre 04, 2006

QUE DESILUCION TAN...

QUE DESILUCION TAN…
En este país debemos cargar lápiz y papel a la mano para anotar esas noticias curiosas e increíbles que suceden a diario, y que con seguridad vamos a olvidar con el paso de los años. Porque cuando en un futuro alguien lea las notas va a pensar que quien las recopiló era un exagerado, fantasioso y lenguaraz, además de morboso y mordaz. Imagino a un compatriota que reside en el exterior y que gracias a las comunicaciones modernas puede seguir el acontecer nacional en directo, cuando le relate por ejemplo a un danés o a un suizo las cosas que suceden en su terruño. Al otro se le tienen que brotar los ojos y habrá que cerrarle la boca para que no chorree la baba. Es que nosotros, de tanto enterarnos de sucesos dignos de ocupar primeros lugares en la prensa amarillista del mundo, nos hemos vuelto inmunes al asombro.

Porque hasta el más curtido queda estupefacto al ver a un tipo cualquiera que ante las cámaras de televisión acepta haber contratado a un sicario para que mate a su esposa, pero que debido a no tener la plata para cancelar la vuelta propuso al asesino que le prestara el servicio financiado en cómodas cuotas mensuales. El sindicado muy fresco dijo que él había pagado sus “clubes” muy cumplido pero que estaba molesto por la forma como el apache asesinó a su mujer, ya que lo hizo frente a las hijas y de una forma diferente a la estipulada en el contrato. Qué tal el desgraciado: aparte de que acepta la acusación, regatea el trabajo porque el trato era despacharla de una manera menos escandalosa.

Mientras tanto al iniciar el gobierno su segundo período enfrenta infinidad de problemas debido a que muchos funcionarios la embarran a diario y las fuerzas militares, que en los últimos tiempos habían alcanzado buena aceptación de la ciudadanía, meten las patas sin pausa y le dan tema a quienes las tienen entre ojos. Porque una cosa es que les caigan con todo cuando se matan entre ellos en emboscadas que no tienen explicación, y otra que quieran ensuciar la imagen de una entidad porque uno de sus miembros viola una niña. En una institución que tiene 200 mil hombres en sus filas no pueden faltar especimenes de toda ralea. El asunto es aislado y lo deben solucionar mochándole el cabo al cabo, y listo.

Como para llorar los hechos que presenciamos a diario de niños maltratados de forma inhumana. Quemarle las manos a un pequeño porque cogió unas monedas o sentar al bebé en una hornilla porque se orina en los calzones, son muestra de ignorancia y brutalidad.

Todos esperamos que los políticos den buen ejemplo, pero ellos hacen todo lo contrario. La rebatiña por los cargos burocráticos es vulgar y cuando creíamos que tras el derrumbe de los partidos tradicionales desaparecerían la corrupción y la politiquería, nos cae como un baldado de agua fría la dura realidad de unos nuevos caciques que se creen dueños del país y viven agarrados de las mechas como vulgares verduleras.

El gobierno y algunos congresistas promueven una ley que permite a los homosexuales alcanzar los derechos de seguridad social para sus parejas, pero sin aceptar el matrimonio y mucho menos la adopción. Muchos estamos de acuerdo con dicho proceder, porque si un tipo se aguanta los resabios y pataletas de un mozo bien zalamero durante 20 años, lo mínimo es que mientras convivan tengan derecho a la salud y demás gabelas que benefician a los conyugues, y que herede la pensión cuando enviude. Pero ahora se unen representantes de varias iglesias a oponerse al proyecto de ley, con el argumento que dicho proceder va contra la familia que es la base de la sociedad. Entonces que lesbianas, maricas y demás militantes de esas filas se bañen y se echen una restregada con estropajo, que con seguridad éso se les quita. Después que procedan a conformar una familia bien bonita. Como si fuera así de fácil.

Luego se entera la sociedad de que el Superintendente de Notariado y Registro es un vergajo sin escrúpulos que manipula notarios para alcanzar sus cometidos. Qué tal, toda la vida confiamos en que el notario es el guardián de la ley, sinónimo de honorabilidad y rectitud, que su palabra es suficiente para sellar cualquier trato, que basta su firma para certificar lo que sea, y vienen estos sinvergüenzas a dejar esa institución por el piso. Cómo será la piedra de los funcionarios que han desempeñado el oficio con honestidad y decoro.

Pero sin duda lo que me dejó decepcionado fue lo del brujo consultor de los fiscales (porque el asunto es heredado de la administración anterior). Qué desilusión enterarnos de que en el bunker donde supuestamente priman la entereza y la seriedad, un psíquico asesora altos funcionarios e investiga a todo el mundo sin restricciones de ningún tipo. Por más que trato, no puedo dejar de ver a dichos funcionarios como a unos bobazos. Lástima que ya desaparecieron, al morir el genial humorista Montecristo, dos personajes que habrían colaborado de forma magistral. Me refiero a Madame Bruyilda Calandraca de Chambacú y al profesor Monzodíaco Huanabacoa, ya que por ejemplo la eminente quiromántica era experta en “parasilocogía”.
pmejiama1@une.net.co