lunes, septiembre 14, 2009

Radio Reloj.

Gratos recuerdos tengo de mi paso por la radio. Diez años con Caracol y solo uno en RCN, cuando debí suspender debido a quebrantos de salud que me impidieron seguir entonces con esa entretenida e interesante labor. Me invitó el doctor Javier Giraldo Neira en febrero de 1994 para que participara, bajo la dirección de Yesid López, en Pase la tarde con Caracol Manizales. La idea era incluir una voz femenina en el programa y contactamos a la ex-gobernadora Beatriz Londoño de Castaño, una mujer maravillosa, carismática y con excelente sentido del humor. En un principio los nervios de enfrentarnos a un micrófono, en directo, nos hicieron meter las patas y gaguear en algunas ocasiones, pero con el paso del tiempo se adquieren cancha y experiencia.

Con Beatriz hicimos un trabajo ameno, didáctico, con mucha gracia y participación de los oyentes. Cuando ella decidió retirarse ingresó Ramón Salazar, quien por cierto fue el gestor de mi debut en ese medio hablado. Ramón trabajaba como ejecutivo de cuenta y en las tardes nos acompañaba en el estudio, y con él formé un equipo durante muchos años que también nos llevó a la televisión regional; siempre nos entendimos muy bien, aparte de pequeños roces causados por su incumplimiento frecuente. Era más incumplido que un carpintero.

Unos dos años después Yesid se retira de Caracol y resolvemos crear un nuevo programa, el que bautizamos El Costurero y realizamos durante varios años con la compañía de quien a su vez ejercía como control de consola, don Carlos Arturo Lince Gil. Formamos un buen equipo y buscamos imprimirle al espacio una programación variada, cultural, didáctica, social, científica, musical y entretenida, todo adobado con mucho humor. Nunca faltaban los concursos, la poesía que los oyentes tanto disfrutaban, a diario enseñábamos una palabra y su significado para enriquecer el léxico de nuestros seguidores, no faltaba un médico para compartir sus conocimientos, las obras sociales tenían en el programa un aliado incondicional, los artistas jóvenes y veteranos un micrófono abierto, y en general personajes que visitaban la ciudad o paisanos que tenían algo de interés para divulgar. Los políticos o vividores la veían gris con nosotros, aunque en época de elecciones le dábamos a todos, de la manera más democrática posible, un espacio para divulgar sus ideas.

Cuando Ramón decidió retirarse porque su participación en televisión copaba su tiempo, tuve la suerte de contactar un personaje que es sinónimo de gracia, chispa, afabilidad y don de gentes. En uno de los programas de televisión conocí a Jorge Ferney Díaz, un trovador conocido en el medio artístico como Serrucho, quien desde un principio aceptó formar parte de nuestro grupo del Costurero. Mientras don Carlos Arturo aplicaba sus conocimientos musicales y manejaba los tiempos con una excelente voz, Serrucho y yo despachábamos secciones e invitados en una sincronización absoluta. El repentismo del trovador, esa gracia innata y una capacidad para sacarle el doble sentido a cualquier situación, se combinaba con el humor de don Carlos y alguna gracia que yo le imprimía al programa, para hacer de la tarde un rato delicioso en medio de risas, compartir conocimientos e información valiosa. Nuestra preocupación siempre fue evitar herir susceptibilidades, no aprovecharnos del poder del micrófono, combatir el periodismo amarillista y apoyar ante todo la cultura, el buen hablar y las causas cívicas y sociales.

En el estudio y al aire nos pasaban unos cacharros que nos hacían desternillar de la risa, con el agravante que el programa sigue adelante y uno debe controlar sus impulsos. Recuerdo una tarde que estaba con Yesid y Beatriz, y se metió al estudio la loca María, un personaje típico de la ciudad que en sus años mozos fue guaricha, y que ya vieja recorría las calles con facha de bandida y maquillada como un figurín. La mujer iba a que le renovaran una fórmula oftalmológica que Yesid de forma generosa le conseguía, y empezó a decir barbaridades sin acatar que estábamos al aire. Entre más vulgaridades decía la intrusa mayor era nuestra hilaridad, por lo que la vieja preguntaba a todo pulmón: ¿De qué se ríen estos hijue….?

Un asunto complicado es cuando uno es muy escéptico y debe atender personas o clientes comerciales que ofrecen productos y servicios que a la legua se nota que son pura carreta. Una tarde llegó un gurú a promocionar unas conferencias sobre la orinoterapia, y después de oírle decir un mundo de babosadas, no me aguanté y opiné que yo hasta le jalaba a esa vaina, con tal de que no fueran a inventar la bolloterapia. El tipo se “delicó”, como dicen ahora, y salió como una tatacoa con la firme intención de no pagar las cuñas contratadas.

En cambio realizábamos unas tenidas deliciosas cuando los invitados eran personajes como Tola y Maruja, El águila descalza, u otros artistas con carisma y facilidad de expresión. Porque yo sí le digo lo que es entrevistar a una persona de las que responde con monosílabos; en esos casos evitábamos mirarnos a la cara porque nos prendía una risueña difícil de controlar.

Hoy, después de cinco años, la gente todavía me comenta el programa y preguntan si pensamos revivirlo. Ojalá algún día las grandes cadenas opten de nuevo por la radio regional y dejen a un lado la centralización. ¡Ah tiempos aquellos!
pmejiama1@une.net.co

1 comentario:

Jorge Iván dijo...

Buena esa Pablo, nos pusiste a hacer croche con esta cronica sobre tu pasado radial. Queda la duda si te descontaron del sueldo la propaganda del guru de marras.