martes, marzo 15, 2011

Pena ajena.

Se ha vuelto costumbre utilizar esta expresión para referirnos a algo que le sucede a otra persona y sin embargo lo consideramos como propio, sin importar que el implicado sea un desconocido. Puede tratarse de metidas de pata, actos bochornosos, enredos, imprudencias, embarradas, actos delictivos, salidas en falso o cualquier otra situación que produzca malestar o incomodidad, los cuales asumimos en carne propia y por ello decimos que nos producen pena ajena. Si el involucrado es alguien conocido, un amigo, vecino, pariente o así sea un simple coterráneo, entonces el sentimiento y la incomodidad que sentimos son aún mayores. Sin importar que uno esté totalmente desvinculado del hecho y así no tenga velas en el entierro, no deja de sentir malestar ante una situación que considera anormal o reprochable.

Desde sus inicios Manizales ha sido reconocida en el ámbito nacional como una ciudad habitada por gentes conservadoras, chapadas a la antigua y pacatas, pero de igual manera se ha dicho que sus habitantes son personas cultas, distinguidas y sobre todo muy honestas. Aquellos primeros colonizadores se caracterizaron por ser muy religiosos y en todas las casas era obligado el rezo del rosario antes de irse a dormir. Las mujeres dedicaban su existencia a las labores del hogar y eran educadas durante la infancia y adolescencia para que desempeñaran a la perfección ese destino, mientras los varoncitos desde muy jóvenes debían ayudar a sus padres en las labores del campo. Su única diversión eran las fiestas patronales, en las que daban muestras de devoción y compromiso con la iglesia.

Esa bonhomía de aquellos primeros habitantes de nuestro terruño se fue heredando a través de las generaciones, y es así como recordamos con nostalgia que hasta la época de nuestros abuelos muchos negocios se hacían de palabra, sin necesidad de testigos o notarios que avalaran el trato. El compromiso era sagrado, la honestidad una constante y el honor se defendía con la vida. Podrían tacharlos de camanduleros, montañeros y godos, pero nadie dudaba que fuera gente sana, amante de la cultura y las buenas costumbres.

Y aunque todavía hoy nos tildan de tradicionales y mojigatos, todos esos apelativos son pálida sombra ante la fama que hemos ganado en los últimos tiempos, gracias a unos pocos oportunistas que decidieron enriquecerse a costa de los dineros públicos. Desde aquella época infausta del tan mentado “Robo a Caldas”, que por inmoral y aberrante perdura en la mente de los colombianos, políticos y funcionarios se han encargado de situar a nuestro departamento en el ojo del huracán, en cuanto a corrupción se refiere. Antes en nuestro país se tenía como modelo de la trampa y la marrulla a los políticos costeños, pero para nuestra desgracia ese estigma ha sido endilgado a nuestro terruño, gracias a los repetidos escándalos que se producen en Manizales y Caldas.

Pena ajena es lo que siento cuando recibo la llamada de amigos que viven en diferentes ciudades del país y del exterior, para preguntar que cómo es la cosa, que si es cierto esto o aquello, que no pueden creer que fulanito ande en esas, que cuente bien cómo es el batido, que están abismados con semejantes cuentos. Y no me queda más que aceptar lo innegable, confirmar los vergonzosos hechos, repetir lo que dicen la prensa y los organismos de control, ratificar las condenas e investigaciones. Me sucedió de manera reiterada durante la legislatura anterior, cuando nuestro departamento quedó con representación mínima en el Congreso porque casi todos los senadores y representantes terminaron en la cárcel, o debieron renunciar debido a investigaciones que los comprometían. Y los dos más recientes gerentes de la Industria Licorera de entonces encanados, y ex-alcaldes suspendidos y procesados, y hasta el gato untado de una u otra manera.

Peor todavía si los señalados son allegados, conocidos, amigos o familiares. Porque es mucha la fuerza que uno hace para que cumplan con su deber, para que no den de qué hablar, para que salgan con la frente en alto de sus cargos. Y entonces la gente reclama y dice que por qué no aprovechar esta oportunidad de tener una tribuna pública para denunciar a los corruptos, pero nadie tiene pruebas, ninguno pone la cara, todo es me dijeron, oí por ahí, me enteré, se rumora, comentan. Me piden revelar que fulano exige comisión en los contratos, y quien denuncia dice que le contó peranito que la sobrina de mengano, supo que al hijo de zutano le pidieron plata por adjudicarle un contrato. Si el ofendido tiene un video, una grabación o cualquier prueba fehaciente, vaya y venga, pero es muy trabajoso denunciar a alguien simplemente porque el cuento está en boca de todos.

Manizales es una ciudad pequeña, con una sociedad cerrada, donde se sabe qué tiene cada quien, en qué trabaja, cuánto se gana. Le conocen la historia familiar, si la mujer tiene plata, si heredó fortuna, qué negocios maneja y quiénes son sus socios. De manera que no es fácil enriquecerse de la noche a la mañana. Cada quién sabrá si puede vivir con la conciencia manchada, si sus padres, hermanos y familiares cercanos merecen el escarmiento público por su culpa, si no le importa que los hijos algún día se enteren de sus andanzas. Personalmente, prefiero apegarme al dicho popular: “pobre pero honrado”.
pamear@telmex.net.co

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es increíble cuando fui a hacer un evento en Enero, al sacar el permiso en Fomento y Turismo me dieron un permiso inicialmente verbal. En la empresa desde donde me mandaron en Bogotá no quedaron a gusto porque todo debería quedar por escrito... en Manizales simplemente me decían que fresco ya tiene el permiso.

Mejor dicho se ve que en Manizales todavía vale la palabra... en Bogotá hmmmm... lo dudo!

Jorge Iván dijo...

Para hacer posible la corrupcion simplemente se requiere de medio politico, medio particular y media de Cristal. eso es todo.

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Me sumo a la lista de los colombianos que sentimos pena ajena. Pena ajena y pena propia porque lo que se ha hecho para frenar la clase corrupta no ha sido suficiente. Y queramos o no se nos viene a la mente el último mandato presidencial que se llenaba la boca para decir como había combatido a la guerrilla y a los paramilitares. Y que? Floreció la corrupción como nunca antes, literlamente "jodió" a los trabajadores con los contratos, florecieron los falsos positivos y lo peor de todo es que ahora está saliendo a la luz pública lo de la falsedad en las reinserciones. Pena ajena es lo que nos va a faltar en caso de que se descubra el "iceberg" completo, que por lo que veo solo ha salido la punta. Que pena! Que pena y que vergüenza!