miércoles, mayo 23, 2012

Temas de ciudad.

Hace cuatro o cinco décadas el capitán Jaime Duque Grisales quiso construir un parque gigantesco en su natal Villamaría y hasta alcanzó a hacer movimientos de tierra en terrenos que ahora ocupan el barrio La Floresta y algunas empresas importantes. Una inmensa explanación con lago central prometía un lugar de recreo que traería mucho turismo al municipio, pero los políticos de entonces se atravesaron y el proyecto fue cancelado. Tiempo después construyó el parque cerca al municipio de Sopó, en Cundinamarca, y hay que ver la magnitud de esas instalaciones y la cantidad de gente que las visita.
Pues ahora parece que se repite la historia. Porque iniciaron obras en el sector de Los Cámbulos para continuar la línea del cable aéreo hasta la plaza central del vecino municipio, pero allí frenaron el proyecto debido a obstáculos legales que impiden demoler la edificación en cuyo lote está planeado construir la estación. Sin ser experto en el tema, así por encima no le veo mucho valor arquitectónico a la casa del conflicto y a sus vecinas de cuadra.
Una gran fuerza laboral de Villamaría trabaja en Manizales y está claro que es  más rápido, fácil, ágil y agradable montarse en una cabina que lo lleva en pocos minutos al sector de Fundadores, que venirse apretujado en un bus en medio del caos vehicular. Más si se tiene en cuenta que la idea es prolongar el cable hasta el sector de La Floresta, donde vive un gran porcentaje de esa población. Y aunque en la actualidad el servicio del cable le sirve sólo a quienes tienen por destino el centro de Manizales, en un futuro el transporte integrado permitirá al pasajero utilizar el mismo pasaje del cable para hacer conexión con un bus, buseta o colectivo que lo traslade al sector que requiera.
Segundo tema: el sentido común se impone por encima de cualquier cosa y por ello no es necesario ser experto en urbanismo para darse cuenta de que haber montado un call center en las bodegas donde funcionó hasta hace poco la empresa Sontec, es absolutamente descabellado. Porque si existen en la ciudad tantas edificaciones que han sido evacuadas por estar en zonas de riesgo, e infinidad de lotes donde no puede construirse por la misma razón, qué puede decirse de un edificio que ya fue afectado por una avalancha y por ello debieron desocuparlo. En la quebrada La Castrillona han adelantado trabajos de mitigación de riesgo, pero en cualquier momento se desprende otro derrumbe y ya está claro por dónde es el desfogue de ese cauce.
De milagro no debimos lamentar una tragedia cuando la avalancha derrumbó las paredes e invadió el interior de la fábrica que allí funcionaba, lo que obligó a sus dueños a abandonarla y recurrir a los seguros para salvar su inversión. Ahora me entero, por información publicada en La Patria, que el nuevo propietario adquirió el inmueble en un remate de la compañía de seguros, imagino que a muy buen precio, y ahora lo arrienda para una actividad comercial que requiere gran cantidad de empleados; porque un call center parece un panal. Entonces se pregunta uno qué entidades concedieron los permisos para remodelar ese edificio; quién autorizó que pueda destinarse a ese negocio; cómo es posible que ningún organismo de control se haya percatado de semejante despropósito; dónde está la oficina de prevención de riesgos; qué dicen Planeación, la Curaduría respectiva y en general la administración municipal. Porque se viene otra avalancha como la anterior y toca ir a recoger cadáveres a todo lo largo del cauce del río Chinchiná.
Otra cuestión que me inquieta también se relaciona con el urbanismo. Como advertí soy ignaro en estos temas y por ello quedé patidifuso al enterarme de un asunto que tiene que ver con el conjunto habitacional donde resido. Resulta que el condominio es una delicia, con vista privilegiada, áreas comunes amplias y agradables, escenarios deportivos y demás atractivos, pero como no hay felicidad completa tiene un defecto: la escasez de parqueaderos para visitantes. Entonces averiguamos con la Curaduría segunda, que concedió la licencia, y allí nos consiguieron copia de los planos donde puede verse el número de parqueaderos para visitantes que se planificaron y dónde están localizados. Grande fue nuestra sorpresa al percatarnos de que autorizaron seis de esos parqueaderos en una pequeña bahía que hay a un costado de la calle por donde se ingresa al condominio, por fuera del cerramiento de la propiedad.
Francamente no sabíamos que pudiera destinarse espacio público para uso exclusivo de particulares, lo que representa un inconveniente para la administración del conjunto porque los vigilantes no pueden responder por la seguridad de unos carros que están en la calle; además, con qué argumentos puede impedírsele a un ciudadano cualquiera que ocupe ese espacio. El actual Curador no desempeñaba el cargo cuando concedieron la licencia, pero según él es posible que el área en mención haya sido cedida por el constructor al municipio cuando adelantaron el trámite respectivo. Ahora la inquietud está en Planeación, a ver si es posible que certifiquen que el área pertenece al conjunto y entonces proceder con el cerramiento correspondiente, o de lo contrario tomar cartas en el asunto. Será que soy muy suspicaz, pero esa vaina no me gusta ni poquito.
pamear@telmex.net.co

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