Un comercial de radio invita a
marchar para interceder por los caballitos carretilleros, de los que sus dueños
muchas veces abusan por obligarlos a cargar como si fueran vehículos a motor;
además les dan fuete, no les curan las peladuras y los ponen a competir con el
pesado tráfico de las ciudades, a cambio de pésima y escasa alimentación. Está
bien que protesten en su favor, pero me parece exagerado que en el comercial de
marras convoquen a que marchemos por la dignidad de los que no tienen voz. En
primer lugar, opino que la palabra dignidad se aplica mejor a las personas, y
con respecto a que no tienen voz el asunto me deja pasmado, porque qué tal un
jamelgo que llegue a la oficina del trabajo a denunciar al patrón. Eso ni
Míster Ed, el caballo aquel de la televisión.
Con el paso del tiempo al ser
humano le ha entrado una especie de remordimiento con los animales, tal vez por
la culpa que tenemos en el problema del calentamiento global y su influencia en
la desaparición de tantas especies, y ahora muchos quieren darle a las bestias
el mismo trato que a sus congéneres; claro que hay ciertos sujetos tan bestias…
Me parece exagerado por ejemplo que existan personas que arman un escándalo
porque alguien quiere matar un ratón que se metió en su casa; otros lloran al
ver un perro atropellado o crean un drama cuando van a sacrificar el marrano
para el paseo. Y hasta recogen en la calle al gozque sarnoso para llevarlo a su
casa e invertir dinero en su recuperación, gesto que no se les ocurre hacer con
un semejante.
En mi época los animales ocupaban
su lugar, nunca los maltratamos ni abusamos de ellos, y nadie se escandalizaba
porque el perro familiar estuviera en la patio, muchas veces amarrado, durmiera
en la perrera y se entretuviera echándole muela al recipiente donde se
alimentaba de sobrados; el único mimo que recibía era el baño semanal con un
jabón hecho a base de veterina para evitar las garrapatas. Tiempo después
tuvimos un perrito faldero que contra la voluntad de mi mamá se la pasaba dentro
de la casa, donde dejaba su rastro nauseabundo en pisos y tapetes, hasta que
después de muchos años se lo llevaron para la finca. Puedo asegurar que a ese
animalito le cambió la vida, porque andaba a toda hora con un combo de
chandosos de la región y se perdían varios días; cierta vez apareció con una
herida abierta y un tegua lo remendó como si fuera un costal. Y claro, como
llevaba tanto tiempo sin conocer hembra, en el campo se le encaramaba al bicho
que encontrara; las gallinas le corrían, la marrana chillaba como posesa, los
patos no salían del agua y hasta los conejos, que son tan promiscuos, pagaban
escondederos a peso.
Otro animal doméstico era el gato
que recorría el vecindario, por naturaleza independiente y retraído, y la gente
acostumbraba no darle comida para que tuviera que cazar ratones; porque para
eso lo teníamos y no para acariciarlo, ponerle moños o cascabeles. En el patio
también levantábamos gallinas y pollos, y cuando estaban gordos, les
retorcíamos el pescuezo sin ningún remordimiento. Lo mismo con unos conejos que
crié alguna vez, y aunque esos animalitos son tan tiernos y delicados, igual me
tocaba despacharlos porque nadie quiere comprar un conejo para un estofado y
que se lo lleven respirando.
Ahora hablan de dignidad para los
animales y les parece muy digna una iguana en un acuario; o una perrita con
visera y minifalda; un gato encerrado en un aparta estudio; un conejito en una
jaula diminuta; o una tortuga en un balde. Esos animales más que mascotas se
convierten en juguetes para entretener muchachitos. La naturaleza es sabia y
los animales nacen para vivir a la intemperie y en libertad, y a quienes
insisten en que ellos se ponen tristes, estresados, de mal genio, sienten
angustia, celos o se enamoran, les digo que todo se reduce a instintos. Si
fueran tan inteligentes ya estarían en el colegio.
Pensándolo bien siquiera no
tienen voz. Qué tal las vacas protestando porque ya todo es artificial: el toro
que entucaba, olía y las acosaba en el potrero quedó en el pasado, y sus crías
son separadas al nacer para alimentarlas aparte; ¿en qué queda el vínculo familiar?,
¿acaso las quieren reducir a máquinas de producir leche?, ¿a qué hora les
cambiaron aquellito por el brazo de un veterinario? Y qué tal unas gallinas
ponedoras que conversen todas al tiempo, como señoras en costurero, y que
además empiecen a exigir jaulas más amplias y confortables, y que les acomoden
gallos en sitios estratégicos, así sea para verlos pavonearse.
No quiero imaginarme una huelga
de pavos en vísperas de acción de gracias o que los cerdos digan no más a la
costumbre de sacrificarlos en diciembre; adiós a lechonas, fritangas, huesos de
marrano, morcillas, sancochos de espinazo y demás delicias provenientes del
otrora cochino; y digo otrora porque los actuales son criados en unos galpones
que parecen de Fisher Price. Ni hablar de una lora que converse de corrido, una
hiena cuenta chistes, un pisco orador, un burro políglota o los perros
cantándole a la luna llena. Mejor dejemos así.
pamear@telmex.net.co
1 comentario:
Puede parecerle algo extraño estimado pariente lejano, pero todo en la madre naturaleza tiene su dignidad. Y por no respetar esto es que estamos acabando con el planeta. Desde luego los animales tienen su dignidad, de animales, pero la tienen. Hay mucho tema para discutir y probablemente no nos pondremos de acuerdo, pero le puedo proponer ya algunos puntos específicos.
•Es diferente tener un animal para conducir una carretilla o zorra como se dice, que abusar de su papel como parte motriz del “vehículo”.
•Es diferente críar un toro en un potrero para llevarlo a una planta de sacrificio y posteriormente alimentarse de su carne, que criar un animalito para llevarlo a la plaza pública (Léase plaza de toros) y abusar de él para alimentar el sadismo de masas, herencia ancestral de los circos romanos que no hemos podido superar.
•No estoy de acuerdo con el abuso y el maltrato a los animales, bajo cualquier condición. Como Médico Veterinario, no puedo estarlo.
•No estoy de acuerdo con tanta pendejada señoritera de estar acicalando a y adornando a las mascotas con toda clase de adminículos tratando de llenar vacíos de paternidades y de maternidades frustradas.
Como dije al comienzo, es un tema difícil de tratar sobre el cual cada uno tiene diferentes puntos de vista. Sería más fácil poner a Chávez y a Uribe de acuerdo; o sería más fácil que los negociadores de la tan anhelada paz de ambos bandos se pongan de acuerdo en vez de tanto cacareo y turismo a costillas de los colombianos de a pie, a que una sociedad multitudinaria se ponga de acuerdo y aprenda a respetar los otros seres a quienes les tocó compartir el planeta con una clase dominante, odiosa, ambiciosa, insaciable, irresponsable, ignorante y maleducada como es la clase humana a la que infortunadamente usted y yo pertenecemos.
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