martes, junio 11, 2013

Temas de ciudad.


Aunque aseguran los entendidos que el ritmo de la construcción ha bajado en los últimos tiempos, a diario vemos nuevas obras que se adelantan en la ciudad. Y la pregunta de todos es, de dónde sale gente para ocupar semejante cantidad de apartamentos que ofrece el mercado; porque está claro que en la mayoría de los casos son personas que cambian de vivienda, porque mejoran sus ingresos o simplemente quieren estrenar, pero a su vez ellos desocupan el inmueble donde residían. Desde mi ventana puedo ver, sólo en los barrios aledaños, ocho edificios en construcción. Ahora noto con agrado que demarcaron el lote donde se construirá el Centro Cultural de la Universidad de Caldas, a un costado de la facultad de Veterinaria.

Importante el desarrollo que presenta el sector aledaño a la avenida Kevin Ángel, en el tramo que va de la empresa Mabe hasta Aguas de Manizales, donde los concesionarios de vehículos construyeron sus vitrinas, también hay comercios, almacenes y una gran cantidad de edificios de apartamentos que ocupan un costado de la vía. Ni hablar del auge de la construcción que presenta la región de La Florida, que aunque pertenece al municipio de Villamaría, está poblada por ciudadanos manizaleños. Numerosos conjuntos campestres donde las casas se construyen por cientos, además de muchos colegios que aprovecharon el ambiente campestre del entorno para instalarse allí. Lo grave es que la infraestructura no avanza al mismo ritmo y por ejemplo las vías ya no dan abasto.

Empezaron los trabajos de la conexión vial en la entrada a Villamaría, muy necesaria para solucionar un cuello de botella que genera gran peligro a los conductores que tratan de ingresar al flujo vehicular de la Panamericana. Ojalá el contratista no sea el mismo que construye la doble calzada de La Playita a Lusitania, porque ahí sí perdemos la esperanza; pasan los meses, los años y una obra de kilómetro y medio de longitud no está ni tibia. A este paso de tortuga no veremos nunca terminada la doble calzada desde la Estación Uribe hasta el sector de Potro Rojo, que es el tramo necesario para agilizar la comunicación entre los dos principales ingresos a la ciudad.

Por otra parte, es lamentable el estado que presenta el entorno de la avenida del centro en el tramo que va del Parque Olaya hasta el sector de Fundadores.  A excepción del templo de Los Agustinos no hay una sola edificación presentable y hay edificios levantados cuando se construyó la avenida, hace unos 30 años, a los que nunca les han dado siquiera una mano de pintura. Mala imagen se llevará el visitante que entre a Manizales por ese sector, porque los alrededores del parque Alfonso López dan grima; cantinas, cacharrerías, ventorrillos y pensiones de mala muerte. Al frente de Sanandresito hay un edificio de parqueaderos, que tiene una fachada en curva forrada con tabletas color ladrillo. Al dinamitar el antiguo edificio de la alcaldía, hace ya muchos años, grandes parches de esa fachada se desprendieron y esta es la hora que sigue sin reparar.  

En casi todas las capitales del país se implantan sistemas de transporte masivo, lo que parece un imposible en nuestra ciudad porque debido a la topografía las pocas avenidas que tenemos no permiten una mínima ampliación. Pensar en un tren subterráneo es una utopía y se me ocurre que una solución realizable es continuar con el sistema del cable. Una red que llegue a Chipre, La Sultana, La Enea, La Linda, El Tablazo, Bosques del norte, Maltería y demás sectores de Manizales. Un medio de transporte amable con el ambiente, sin congestiones ni ruido; rápido, agradable y además es un atractivo turístico. Espero que la línea que pronto nos conectará con Villamaría sea un éxito y así se anime la administración municipal a ampliarlo hacia otros sectores.

Además en calles y avenidas ya se nota la saturación de tráfico; porque con esa forma de vender vehículos de todo tipo, mientras que de nuevas vías no existen ni siquiera proyectos, muy pronto no habrá por dónde circular. Para colmo, son muchos los conductores que no cumplen con las normas de tránsito y el caos que generan con sus infracciones repercute en todas las esquinas. El otro día arrimamos a Mercaldas de Sancancio a comprar unas cosas. Esa firma comercial adquirió varias casas aledañas para adecuar un parqueadero muy cómodo y allí metimos el carro, pero mientras mis acompañantes hacían las compras conté los clientes que llegaron en sus vehículos al lugar: de doce sólo uno ingresó al parqueadero, porque los demás prefirieron dejar el carro en la calle a todo el frente del supermercado, calzada que está inundada de avisos de prohibido parquear.

Por fortuna esta primera temporada de lluvias del año estuvo moderada, ya que al menos en nuestra región pasó casi desapercibida. Así los recursos pueden invertirse en obras de infraestructura, en vez de dedicarlos a reparar vías, remover derrumbes, reponer puentes, intervenir laderas inestables, y además, repartir auxilios a tanto damnificado. La triste realidad es que en nuestro país la peor calamidad que enfrentamos es la corrupción administrativa, la misma que anima al ciudadano de bien a no pagar impuestos porque nadie entrega sus recursos a sabiendas de que irán a parar al bolsillo del político inmoral. ¡Nule-busque más!
pablomejiaarango.blogspot.com

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