Aunque aseguran los entendidos
que el ritmo de la construcción ha bajado en los últimos tiempos, a diario
vemos nuevas obras que se adelantan en la ciudad. Y la pregunta de todos es, de
dónde sale gente para ocupar semejante cantidad de apartamentos que ofrece el
mercado; porque está claro que en la mayoría de los casos son personas que
cambian de vivienda, porque mejoran sus ingresos o simplemente quieren
estrenar, pero a su vez ellos desocupan el inmueble donde residían. Desde mi
ventana puedo ver, sólo en los barrios aledaños, ocho edificios en
construcción. Ahora noto con agrado que demarcaron el lote donde se construirá
el Centro Cultural de la Universidad de Caldas, a un costado de la facultad de
Veterinaria.
Importante el desarrollo que
presenta el sector aledaño a la avenida Kevin Ángel, en el tramo que va de la
empresa Mabe hasta Aguas de Manizales, donde los concesionarios de vehículos
construyeron sus vitrinas, también hay comercios, almacenes y una gran cantidad
de edificios de apartamentos que ocupan un costado de la vía. Ni hablar del
auge de la construcción que presenta la región de La Florida, que aunque
pertenece al municipio de Villamaría, está poblada por ciudadanos manizaleños. Numerosos
conjuntos campestres donde las casas se construyen por cientos, además de
muchos colegios que aprovecharon el ambiente campestre del entorno para
instalarse allí. Lo grave es que la infraestructura no avanza al mismo ritmo y
por ejemplo las vías ya no dan abasto.
Empezaron los trabajos de la
conexión vial en la entrada a Villamaría, muy necesaria para solucionar un
cuello de botella que genera gran peligro a los conductores que tratan de
ingresar al flujo vehicular de la Panamericana. Ojalá el contratista no sea el
mismo que construye la doble calzada de La Playita a Lusitania, porque ahí sí
perdemos la esperanza; pasan los meses, los años y una obra de kilómetro y
medio de longitud no está ni tibia. A este paso de tortuga no veremos nunca
terminada la doble calzada desde la Estación Uribe hasta el sector de Potro
Rojo, que es el tramo necesario para agilizar la comunicación entre los dos
principales ingresos a la ciudad.
Por otra parte, es lamentable el
estado que presenta el entorno de la avenida del centro en el tramo que va del
Parque Olaya hasta el sector de Fundadores. A excepción del templo de Los Agustinos no hay
una sola edificación presentable y hay edificios levantados cuando se construyó
la avenida, hace unos 30 años, a los que nunca les han dado siquiera una mano
de pintura. Mala imagen se llevará el visitante que entre a Manizales por ese
sector, porque los alrededores del parque Alfonso López dan grima; cantinas,
cacharrerías, ventorrillos y pensiones de mala muerte. Al frente de
Sanandresito hay un edificio de parqueaderos, que tiene una fachada en curva
forrada con tabletas color ladrillo. Al dinamitar el antiguo edificio de la
alcaldía, hace ya muchos años, grandes parches de esa fachada se desprendieron
y esta es la hora que sigue sin reparar.
En casi todas las capitales del
país se implantan sistemas de transporte masivo, lo que parece un imposible en
nuestra ciudad porque debido a la topografía las pocas avenidas que tenemos no
permiten una mínima ampliación. Pensar en un tren subterráneo es una utopía y
se me ocurre que una solución realizable es continuar con el sistema del cable.
Una red que llegue a Chipre, La Sultana, La Enea, La Linda, El Tablazo, Bosques
del norte, Maltería y demás sectores de Manizales. Un medio de transporte
amable con el ambiente, sin congestiones ni ruido; rápido, agradable y además
es un atractivo turístico. Espero que la línea que pronto nos conectará con
Villamaría sea un éxito y así se anime la administración municipal a ampliarlo hacia
otros sectores.
Además en calles y avenidas ya se
nota la saturación de tráfico; porque con esa forma de vender vehículos de todo
tipo, mientras que de nuevas vías no existen ni siquiera proyectos, muy pronto
no habrá por dónde circular. Para colmo, son muchos los conductores que no
cumplen con las normas de tránsito y el caos que generan con sus infracciones
repercute en todas las esquinas. El otro día arrimamos a Mercaldas de Sancancio
a comprar unas cosas. Esa firma comercial adquirió varias casas aledañas para
adecuar un parqueadero muy cómodo y allí metimos el carro, pero mientras mis
acompañantes hacían las compras conté los clientes que llegaron en sus
vehículos al lugar: de doce sólo uno ingresó al parqueadero, porque los demás
prefirieron dejar el carro en la calle a todo el frente del supermercado, calzada
que está inundada de avisos de prohibido parquear.
Por fortuna esta primera
temporada de lluvias del año estuvo moderada, ya que al menos en nuestra región
pasó casi desapercibida. Así los recursos pueden invertirse en obras de
infraestructura, en vez de dedicarlos a reparar vías, remover derrumbes,
reponer puentes, intervenir laderas inestables, y además, repartir auxilios a tanto
damnificado. La triste realidad es que en nuestro país la peor calamidad que
enfrentamos es la corrupción administrativa, la misma que anima al ciudadano de
bien a no pagar impuestos porque nadie entrega sus recursos a sabiendas de que
irán a parar al bolsillo del político inmoral. ¡Nule-busque más!
pablomejiaarango.blogspot.com
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