Por fin le vemos a la
administración municipal el inicio de obras en la ciudad. Sin duda la inversión
social es lo primero, mejorar la calidad de vida de los menos favorecidos y
demás proyectos que beneficien a la comunidad, pero la realidad es que lo único
que perdura en la memoria del ciudadano del común son las obras de infraestructura.
Aparecen pues varios frentes de trabajo en diferentes puntos de Manizales y lo
primero que debe recordar la ciudadanía es que esto genera incomodidades,
porque para realizarlas sin causar traumas tocaría llamar a Hechizada para que
mueva la cumbamba. Los vecinos de las obras son quienes más sufren, pero a su
vez quienes mayor valorización obtienen por las mejoras.
El bulevar de la avenida
Santander ha sido un éxito desde su primer tramo, porque debido a nuestra agreste
topografía la cuchilla por donde está trazada esa vía es la más apta y
agradable para caminar. Emprenden ahora el tramo que va del Triángulo a Cristo
Rey, por un costado, y esperemos que el invierno no retrase los plazos
establecidos para entregar las obras. Porque la temporada de Navidad y ferias
está encima y con la cantidad de carros que llegan a la ciudad para las
celebraciones, el caos vehicular puede empeorar. Muchas críticas ha despertado
el hecho de tener que robarle espacio a la calzada de la avenida, pero confío
en que quienes diseñaron el proyecto tienen muy claro cuáles son las
dimensiones establecidas para que el tráfico fluya sin inconvenientes.
En el barrio La Enea sí que va a
lucir el bulevar, porque el movimiento comercial de la avenida Cumanday es
impresionante. Me gustaría saber qué dice el director de Planeación municipal
cuando pasa por allí y se percata de que todas las viviendas incumplen con las
normas de urbanismo. Desde que al primer propietario se le ocurrió poner unas
escalas metálicas en caracol para acceder al segundo piso y así poder utilizar
el primero con fines comerciales, todos los vecinos copiaron la idea. A
cualquier hora el sector parece en carnaval y en sus comercios consigue uno lo
que necesite; además a muy buenos precios. Claro que allí fue necesario robarle
casi todo el espacio al separador central de la avenida, lo que desluce el
entorno y restringe la siembra de árboles ornamentales.
Por fin se le ve cara a la doble
calzada Lusitania – La Playita, aunque todavía
faltan tramos y detalles. Ahora viene el resto de la vía, hasta el
sector de la Estación Uribe, el cual esperamos se realice con celeridad y
compromiso; porque si van a demorarse como ha sucedido con los dos kilómetros
mencionados, esa obra no estaría terminada antes de la mitad del siglo. Ya está
de un cacho el segundo puente de La Playita y la salida de Villamaría también
empieza a coger cara. Lo que es inexplicable es que la dirección de tránsito no
destine personal en las horas pico para que se encargue de organizar el
tráfico, porque el atasco que se forma es monumental y al usuario no le queda
sino armarse de paciencia, ya que la autoridad brilla por su ausencia. Al menos
así pude comprobarlo una tarde que transité por la Panamericana, en la
intersección de La Fuente, y las filas de carros eran interminables.
Es una prioridad conectar la
Estación Uribe con el sector de Potro Rojo por medio de una doble calzada, para
agilizar todo ese tráfico que utiliza la variante para evitar el paso por la
ciudad. Desde el puente La Libertad hacia la salida para el Magdalena ya pueden
verse algunas edificaciones demolidas, lo que hace pensar que están próximos a
iniciar esa importante obra. Y es que transitar por allí se ha convertido en
una tortura, porque el número de camiones que se dirigen a las diferentes
empresas del sector causan congestión. El inconveniente siempre es la compra de
predios, como ha sucedido con un vivero cercano a Lusitania y que aunque
parezca increíble, esta es la hora que no han podido transar con el dueño.
Me pregunto cuál será el alcalde
que sea recordado por sembrar árboles y fomentar la siembra de jardines en parques
y zonas verdes. Hace muchos años se creó un concurso para premiar la vivienda
con más flores y mi suegra ganó el primer premio por la frondosidad y el
colorido de las plantas que adornaban el balcón de su casa en La Camelia. Recuerdo
que recorrer los barrios residenciales era un espectáculo digno de verse, como lo
es hoy en día visitar el barrio Estrella. En el parque central y todos los
antejardines del vecindario sembraron gran cantidad de hortensias, lo que
convierte el entorno en un lugar de ensueño. Ojalá otras comunidades copien la
idea y así le empezamos a cambiar la cara a esta ciudad tan escasa de verde.
También adelantan trabajos detrás de Caldas motor y el
cable que nos une con la vecina Villamaría está próximo a entrar en
funcionamiento. De lo que no hay derecho, es que después de invertir una
millonada en el cable que va hasta Los Yarumos no haya sido posible ponerlo a funcionar.
Que digan quiénes son los responsables de semejante descalabro, porque de
alguna manera tienen que pagar. (Hasta risa me produce esa última frase).
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