En qué momento el periodismo radial
en Colombia dejó de informar y de investigar, para dedicarse a manipular la
audiencia. Comunicadores amañados a quienes se les nota a la legua sus
preferencias, disputan la sintonía en las mañanas cuando los oyentes aprovechan
su compañía mientras se alistan para iniciar la jornada; otro momento ideal
para entretenerse con la radio es durante los eternos recorridos diarios,
debido al caos vehicular. La imparcialidad es cosa del pasado y produce rabia
ver cómo estos artistas mediáticos linchan desde sus trincheras a quienes no
son de sus afectos, mientras acomodan las entrevistas con aquellos cercanos a
los intereses del grupo económico que los respalda.
Todos los días reniego al oír a
Julito Sánchez y su noticiero farandulero, pero francamente no encuentro una mejor
opción. Desde de que Juan Gossaín dejó las noticias de la cadena básica de RCN
perdí interés por esa emisora, porque francamente Pachito Santos no dio la
medida. La emisión de esa cadena en FM se convirtió en el fortín de Vicky
Dávila, una zamba que saltó al estrellato sin tocar aro y ahora se cree la vaca
que más pasto tapa. Otra descartada es la cadena básica de Caracol, pues un
chupamedias como Arizmendi repele y empalaga. Muchos alaban el programa
dirigido por Fernando Londoño, pero definitivamente no le jalo a una visión tan
cargada para una sola causa, como el apoyo absoluto del ex ministro al Uribismo
y su crítica acérrima contra el gobierno; lo considero de un extremismo
extremo.
De manera que me toca optar por
La W, aunque debo reconocer que es entretenida y a ratos el humor hace
presencia, pero la parcialidad de sus periodistas es francamente chocante; por
fortuna Alberto Casas, y ahora el español Rafael Manzano, son hombres racionales
y ecuánimes que participan oportunamente cuando sus compañeros acorralan como
hienas hambrientas al invitado de turno. Claro que destapan ollas, desenmascaran
corruptos y malandrines, cuestionan políticos y denuncian irregularidades, pero
no enfrentan a todos los invitados con el mismo criterio.
Por ejemplo llaman a uno de los
implicados en el caso Interbolsa, quien se mueve en el mismo círculo social de
Julito, y desde el saludo puede notarse que son amigos de toda la vida. Entonces
el director acepta sus explicaciones sin rechistar, lo deja hablar a sus anchas
y además se encarga de que la charla sea relajada; y como es lógico, los
lacayos de la mesa tratan al invitado con igual consideración. Por el contrario
si se trata del alcalde de Soacha, un funcionario del montón, el policía
investigado o cualquier ciudadano de a pie, le caen todos en gavilla y ni
siquiera le permiten defenderse. Para finalizar la entrevista Julio le mete un
regaño, lo ridiculiza y procede a condenarlo de manera perentoria.
El asunto de la pauta
publicitaria es otro escollo para que la información sea imparcial, porque sin
duda es la que sostiene a los medios de comunicación. De esa misma pauta se
valen los grandes grupos económicos para acallar contradictores, direccionar conciencias,
apoyar candidaturas, presionar decisiones y demás formas de imponer sus
conveniencias. El que tiene plata marranea y en este caso se cumple el dicho al
pie de la letra.
Ante cualquier tragedia sucedida
en nuestro país los periodistas rasos salen en desbandada a buscar un culpable para
ponerle el sambenito, sin indagar primero las causas del desastre, el
historial, cómo sucedieron los hechos y sobre todo sin enterarse de las
conclusiones de los investigadores. Una información apresurada y fuera de contexto
puede acabar con la reputación de personas o empresas, algo imposible de
recuperar porque está claro que a la gente le cala es el amarillismo y la
sevicia. La maledicencia es dañina, injusta y repudiable.
Se cae un edificio en Medellín y
de inmediato señalan al constructor, al calculista, al curador, que fue por la
calidad del concreto, la saturación de edificios en la zona y otras tantas
causas posibles, pero al no poder señalar a ninguno con seguridad, enfilaron
baterías contra el alcalde dizque porque andaba muy orondo de vacaciones en
Europa. Como si el tipo, igual que cualquier empleado, no tuviera derecho a
tomarse su período de descanso. Seguro planeó las vacaciones, organizó los
horarios de su familia para poder viajar juntos, dejó a una excelente
funcionaria encargada de remplazarlo y se fue tranquilo. Por casualidad ocurre
la tragedia y vienen a señalarlo de irresponsable, porque no madrugó al oro día
para solidarizarse con los damnificados. Creerán que basta con dirigirse al
aeropuerto y subirse al primer avión que aparezca.
Importante el control que ejerce
la prensa, además de eficaz, y ello puede comprobarse al ver el respeto que le
tienen corruptos, politiqueros, funcionarios ineficientes, militares torcidos y
demás personajes por el estilo. Pero que no abusen de esa herramienta, porque
muchos periodistas creen estar por encima de los demás y a donde llegan
presentan la credencial convencidos de que eso los exime de hacer fila y pagar
por el ingreso; y que nadie ose controvertirlos o quiera ponerlos en su sitio
porque se lo traga la tierra.
En nuestro medio el oficio de
comunicador es mal remunerado y ello se presta para que algunos vendan su
conciencia, mientras afortunadamente muchos otros honestos y comprometidos se
encargan de engrandecer nuestra radio.
pablomejiaarango.blogspot.com
1 comentario:
Buenos días pariente tataratataraprimo: leyendo su artículo, rápidamente hice un resumesn así.
1. Me mamé de la emisora de "Julito"
2. El tal Pachito Santos nunca ha sido nada, aparte de sapo. Periodista? nunca. Político? menos. Es un pobre lambericas.
3. En la mañana, mientras me preparo para salir a trabajar, escucho la 88.5 que es una emisora de Carvajal. Tiene un programa bueno que se llama "Panorama musical colombiano". Cero noticias.
4. Cuando llego a mi sede de trabajo, me entero (Sin querer) de todos los bochinches nacionales e internacionales, incluyendo los del turismo en la Habana pagado por el bolsillo nuestro.
5. Cuando me pierdo los bochinches, en la noche prendo la T.V., veo los titulares de las noticias y pare de contar.
6. Nunca, jamás, veo u oigo a Carlos Antonio Vélez, es un vomitivo.
7. Cuando quiero algo interesante, espero su columna los viernes, aparte de los regalos visuales que de vez en cuando usted gentilmente me envía.
8. No necesito más. Con las preocupaciones cuotidianas tengo la dosis de estres que mi cuerpo habitualmente me pide.
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