Asombra ver el poco conocimiento que
tienen la mayoría de manizaleños acerca de la historia de la ciudad, sobre todo
los jóvenes, a quienes no parece interesarles nada de lo sucedido antes de la
fecha de su nacimiento. En cambio otros disfrutamos al ver fotos antiguas, oír
anécdotas y relatos de nuestros antepasados, recordar personajes típicos que
hicieron historia, conocer textos y documentos de antaño, y demás asuntos
alusivos al devenir de nuestro terruño. Por ello aprecio tanto reunirme con mi
pariente Ramiro Henao, quien me enseña todo ese material que recibió como
herencia de su padre, el doctor Félix Henao Toro, hombre de vasta cultura y
amplios conocimientos.
En la más reciente tertulia
escarbamos en una colección de periódicos, publicados en Manizales en un lapso comprendido
entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Lo que más llamó mi atención fue
la inquietud literaria de nuestros ancestros, ya que por aquellas calendas
circulaban por las calles de la ciudad gran cantidad de publicaciones de todo
tipo; claro que a diferencia de ahora, cuando basta un clic para acceder a
cualquier tipo de información, entonces debían contentarse con lo que se
publicara en la localidad. El caso es que aquellas empresas quijotescas eran emprendidas
por los ciudadanos con el apoyo irrestricto de comerciantes y empresarios,
quienes financiaban las ediciones por medio de la pauta publicitaria; por
cierto, en muchos casos era mayor el espacio destinado a los avisos comerciales
que el contenido noticioso y literario de los periódicos.
Entre tanto material me topé con
el Boletín de estadística de Manizales, publicado el 20 de octubre de 1916 y
dirigido por M. Isauro Echeverri, cuyo contenido presenta interesantes datos de
una ciudad que entonces tenía 66 años de fundada. Unas ocho imprentas
trabajaban día y noche para atender los encargos, porque durante ese período
existieron en la ciudad aproximadamente quince publicaciones entre periódicos y
revistas; El Criterio, Renacimiento, La Idea, El Eco, El Cable, Correo de
Caldas, La Andina, entre otros, y sus colaboradores fueron personajes
reconocidos como Aquilino Villegas, Alfonso Robledo, Pbro. Nazario Restrepo,
Ricardo Jaramillo Arango, Jesús María Guingue, José María Restrepo Maya,
Vicente Gutiérrez, Alfonso Villegas A., Rafael Arango Villegas, Marcelino
Arango, Pompilio Gutiérrez y muchos otros ciudadanos.
Pero además en ese lapso
circularon 22 publicaciones literarias, entre ellas El Artesano, que apareció
en 1904 y después de un tiempo fue suspendido a causa de una censura
eclesiástica por haber enaltecido un suicidio; mi abuelo Rafael Arango Villegas
dirigió dos publicaciones: El Gitano y Punto y coma. También existieron 13
periódicos de variedades e intereses generales, entre los que destaco Mercurio,
fundado en 1913 por Francisco José Gómez con el objeto de luchar por los buenos
precios del café (si supiera don Pacho que seguimos en las mismas); 12 Industriales
y noticiosos; y en los periódicos políticos podía notarse la hegemonía
conservadora, porque de 17 publicaciones sólo 5 eran de orientación liberal.
En 1915 murieron en la ciudad
1243 ciudadanos y llama la atención que muchos de ellos fallecieron a causa de
enfermedades que hoy son fácilmente controladas; tosferina, tuberculosis,
meningitis, sarampión, bronquitis y bronco neumonía eran muy comunes, y solo de
lombrices murieron 38 niños mientras la causa de otras 26 defunciones fue el
raquitismo. Por esa fecha operaban aquí tres comunidades religiosas: Agustinos
Recoletos, Hermanos Maristas (2 franceses, un suizo y 3 colombianos) y las
Hermanas de La Presentación (una francesa y 14 colombianas). Un obispo, un
vicario, dos curas párrocos, dos capellanes y otros 10 sacerdotes completaban
la representación de la iglesia.
Hace un siglo ya explotaban
varias minas que todavía funcionan en Manizales y Villamaría, como La Coqueta,
El Diamante, La Cascada y Toldafría, las cuales produjeron ese mismo año un
total de 420 kilos de plata y 178 mil castellanos de oro. En la ciudad existían
73 almacenes y diferentes comercios que importaban sus mercancías de Europa y
Estados Unidos. Al mismo tiempo operaban 17 casas exportadoras de café, 9 de
metales preciosos, 8 de cacao y 4 de pieles. La empresa de energía disponía de
una planta de 130 caballos que producía 110 voltios, los cuales abastecían 14
industrias y 264 lámparas del alumbrado público, más las 2819 lámparas
particulares que eran vendidas o arrendadas. En la empresa laboraban 16
personas y la nómina mensual era de 610 pesos oro.
Entonces los rangos militares
eran asignados por el gobierno a ciudadanos destacados, quienes recibían el
nombramiento, el uniforme y salían a combatir en las tantas escaramuzas que era
tan comunes, incluida la famosa Guerra de los mil días. En 1915 vivían en
Manizales un general en jefe, Pompilio Gutiérrez; un general de división, Jesus
María Arias; 7 generales de brigada, entre ellos Alejandro Gutiérrez, Marcelino
Arango y Enrique Restrepo Botero (mi bisabuelo). Uno de los tres coroneles era
Juan de Dios Jaramillo; Aquilino Villegas y otros dos ciudadanos eran tenientes
coroneles; 9 sargentos mayores, 17 capitanes, 8 tenientes y 10 subtenientes
conformaban la oficialidad residente en la ciudad.
Muchos otros datos curiosos e interesantes pueden
verse en el boletín estadístico de 1916, como que el año anterior en esta
capital vivían 34720 habitantes, Aguadas superaba a Pereira en población y Santa
Rosa de Cabal a Armenia. Siempre es que desde entonces ha pasado mucha agua
bajo el puente.
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