Desde que Bogotá optó por Transmilenio
muchas ciudades del país siguieron el ejemplo, porque definitivamente la
congestión vehicular es un mal general. El desorden vial representa demoras en
el desplazamiento de los ciudadanos, lo que además les causa perjuicios, estrés
y mal genio. Ni qué decir de la contaminación, el ruido intenso, desorden,
anarquía de conductores irresponsables, peligro para los peatones, depravados y
ladrones que aprovechan los tumultos, y tantos factores que convierten el traslado
diario en una pesadilla para los usuarios.
El alcalde Peñaloza implementó
los buses articulados para descongestionar la capital, pero la inoperancia de
posteriores administraciones que no siguieron el plan establecido de
crecimiento causó la saturación del sistema y por ello está a punto de colapsar,
ya que no da abasto ante la alta demanda de pasajeros. En otras ciudades como
Pereira metieron el carril exclusivo para el transporte masivo a las malas,
porque no cabía, y por ello el tránsito del resto de vehículos es aún más
caótico debido a que el espacio para transitar es mínimo; supe que en
Bucaramanga sucede algo similar.
En nuestra ciudad empiezan a
prenderse las alarmas por el asunto de la congestión vehicular, sobre todo a
ciertas horas y en determinadas zonas donde los atascos son cada vez más comunes.
Circulan demasiados vehículos y las vías son obsoletas e insuficientes; y el
solo hecho de buscar un sitio para parquear es toda una odisea. La solución
para muchos es que la gente no use el vehículo particular y se desplace en
transporte público, pero son pocos los que optan por dejar el carro entre el
garaje para irse a una esquina a esperar la buseta que los lleve a su destino, la
que además debe tener cupo disponible. Oscuro panorama para una ciudad como la
nuestra que no tiene posibilidad a la vista de contar con un sistema de
transporte masivo.
Porque mientras en otras capitales
implementan esa modalidad, en unas mejor que en otras, aquí es imposible
sacarle a cualquier avenida un carril exclusivo para el transporte masivo; ninguna
puede darse el lujo de ceder siquiera un metro de espacio. Pensar en un sistema
de metro es utópico, porque tendría que ser aéreo o subterráneo y la topografía
de la ciudad demandaría una inversión inalcanzable para nuestro presupuesto. Sin
embargo, ahí está la solución a la vista y parece que a nadie le interesara
implementarla para el resto de la ciudad. Me refiero al cable aéreo que nos
comunica con el vecino municipio.
Acostumbro ir a comer chorizos a
Villamaría y ahora descubrí una forma deliciosa de desplazarme hasta allá. Con
un grupo de amigos dejamos el carro en un parqueadero a media cuadra de la
estación del cable de Fundadores, procedemos a comprar en la taquilla los
tiquetes de ida y regreso de una vez, hacemos la fila y en pocos minutos
abordamos la góndola que nos lleva hasta la estación de Los Cámbulos. Allí
hacemos trasbordo a otra góndola que en pocos minutos nos deja en el parque
central del pueblo. Es viernes al caer la tarde y las calles están llenas de
gente, chalanes que pasean en sus caballos, venta de mazorcas asadas, en un jeep
Willis improvisado como café ofrecen deliciosas variedades de la bebida, ventorrillos
y demás atractivos hacen que el ambiente parezca de feria.
Escogemos mesa en un bar localizado
en el marco de la plaza, en la parte exterior para poder ver todo lo que sucede
alrededor. Música maravillosa, Ron Viejo de Caldas y buena atención, hacen del
momento algo inolvidable. Al rato pedimos que nos guarden la mesa, con botella
incluida, mientras vamos a comer chorizos en un negocio familiar localizado a
cuadra y media de la plaza, donde además venden unas empanadas deliciosas. De
regreso al bar, satisfechos y alegres, nos preguntamos por qué hemos viajado a
pueblos lejanos a hacer ese mismo programa, con los costos que ello representa,
si tenemos a la mano uno de idénticas características.
Al regresar en el cable comentamos
por qué Manizales no implementa el servicio para las diferentes zonas, si lo
único que tiene son ventajas. Rápido, cómodo, no produce contaminación,
silencioso, sin congestiones, con una vista espectacular, atrae turismo y muchos
otros beneficios. Qué tal una red con estaciones en diferentes sectores de la
ciudad, con ramales que sirvan además a lugares retirados como La Enea, El Tablazo,
La Linda, Morrogacho o La Florida. Eso sí, deben implementar el sistema de
buses alimentadores porque me dicen personas que viven en Villamaría en
sectores como La Pradera, alejados del centro, que mientras no existan esos
buses ellos no pueden usar el cable por la imposibilidad de pagar dos pasajes.
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