lunes, abril 27, 2015

A la costa en carro (II).

La carretera por Fredonia desemboca al frente de Amagá en la que comunica a Medellín con Bolombolo, cruce desde el que faltan unos 15 kilómetros para conectar con la doble calzada conocida como variante de Caldas. El tramo es de subida y con muchas curvas, además de tráfico pesado por la gran cantidad de camiones que transportan carbón mineral desde Amagá. Avanzan a buen ritmo las obras para reemplazar esa vía por una doble calzada, con unos viaductos impresionantes que harán de ese recorrido un paseo de pocos minutos.

Ya después de coronar la subida a pocos metros empieza la variante de Caldas, una obra que habla mal de la efectividad que caracteriza a los paisas en cuanto a construcción de proyectos de infraestructura; porque llevan más de 20 años trabajándole y esta es la hora que aún hay varios tramos con paso restringido. Superado ese trayecto por fin estamos en la avenida Regional que recorre el valle de Aburrá, de sur a norte, con un buen promedio de velocidad que debe controlarse por la existencia de cámaras de vigilancia en la vía. Pocos semáforos y tráfico fluido a la altura de La Alpujarra y Bancolombia, donde hay que estar pendientes de encontrar la plaza de toros, al otro lado del río, porque es la señal de que pronto aparecerá la desviación que lleva al puente para pasar a la otra orilla y conectar con la autopista que nos saca de Medellín hacia el norte.

Pues no valieron las indicaciones porque es nula la señalización para dicho cruce y preciso nos mandamos por el puente equivocado, lo que nos dejó en la vía que va para Bello; después de muchas vueltas llegamos a la glorieta de Niquía donde retomamos la autopista, amplia y moderna, que se dirige a Barbosa y en la que en cierto punto hay que estar concentrados porque allí tampoco es buena la señalización para desviarse hacia Don Matías. Empieza ahí la escalada de Matasanos llena de curvas y voladeros, camiones, parapentistas que asombran a los viajeros, finquitas y casas campesinas, y una panorámica que deslumbra y emociona.

Coronada la cumbre la topografía se torna agradable, con una carretera de muy buenas especificaciones que cruza potreros y cultivos de frutas, y luego de pasar la entrada para Don Matías y un rato después la de Santa Rosa de osos, subimos al tramo más alto del recorrido hasta Llanos de Cuivá, donde empieza el descenso hacia Yarumal. Después de este municipio la carretera desmejora su estado y aparecen los colonos que viven de pedir limosna a los viajeros; habitan ranchos improvisados con plásticos y desde bebés hasta ancianos, todos estiran el brazo con un vaso desechable en la mano en actitud de súplica.

En al Alto de ventanas es común encontrar neblina, pero si está despejado una panorámica espectacular hacia el norte, y empieza la bajada que nos lleva en una media hora a Puerto Valdivia, donde nos topamos de nuevo con el río Cauca. Sigue la vía hacia Tarazá, de cuidado porque es muy poblada en sus orillas, y superado ese pueblo ‘caliente’ el siguiente destino es Caucasia, donde finaliza el territorio antioqueño. Seguimos la troncal de occidente hacia la costa y a 15 kilómetros queda el último de los 10 peajes que hay en la ruta mencionada, y poco después está La Apartada, un pueblo que solo es noticia cuando se inunda. Ahí nos desviamos a mano derecha 45 kilómetros hasta llegar a nuestro destino, mientras que a quienes van para el Golfo de Morrosquillo les faltan unas 3 horas.

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