viernes, noviembre 13, 2015

Analizo procederes.

Parece increíble que nuestro ADN se diferencie del de los primates por un estrecho margen y que en esa mínima diferencia contemos nosotros con el poder de raciocino. La inteligencia humana es tan maravillosa que nos permite dominar a los demás seres vivos sin importar su fiereza o condición física, lo que nos sitúa por encima de la cadena alimenticia. Lástima grande que el hombre no haya asumido con responsabilidad el cuidado del planeta, mientras los seres irracionales nos dan ejemplo de cómo se respeta la naturaleza.

Cada mente es un mundo capaz de las proezas más inimaginables, un puente que nos conecta con la realidad y permite que interactuemos con ella. Nuestro intelecto no tiene límites y está en cada quien aprovecharlo en la medida que su condición lo permita, porque nada produce tanta satisfacción como cultivarlo y mantenerlo activo. Dice el mito que Einstein, el científico por antonomasia, utilizó solo el 10% de su cerebro, lo que nos invita a cavilar acerca de cuánto lo explotamos las personas del común. 

Lo cierto es que muchos mantienen el cerebro en vacaciones y para subsistir siguen a la manada, como los animales, sin interesarse en nada que pueda aportarles información o cultura. Esas mentes vacías son terreno abonado para influenciarlas con cualquier causa o creencia, receptoras naturales de basura digital y programas insulsos, fáciles de cautivar y con un déficit absoluto de carácter. Cuando me detengo a analizar algunas de las acciones que realizan me pregunto hasta dónde puede llegar la estupidez humana.

Como los Récord Guinness, que embelesan a tantos, donde por ejemplo certifican a la persona que tiene las uñas más largas del planeta; una vieja con garras de un metro en cada dedo que posa orgullosa y muestra su trofeo. Acaso no es consciente de que ha desperdiciado la vida con esa enguanda, porque basta imaginar lo que será vivir el día a día con semejantes garfios; vestirse, rascarse un oído, ir al baño, comer…

Hace años hice un programa de televisión con un personaje de Armenia a quien le faltaba visitar unos pocos países del mundo para que le dieran el ansiado certificado. Decepcionado quedé al enterarme de que el tipo llegaba a un país, se tomaba la foto en un sitio emblemático, compraba la camiseta correspondiente y corría hacia el siguiente destino; nunca se interesó por la historia, la cultura, la gastronomía o cualquier dato de interés del sitio visitado. Qué desperdicio la plata en manos de semejante badulaque.

Me da golpe oír a la gente decir que su mascota consiguió pareja, que los animalitos se adoran, coquetean y hasta hacen el amor. Se les olvida que los únicos que tenemos sentimientos somos los humanos, mientras el resto se basa en instintos; ellos no hacen el amor, se aparean. Un perro se le trepa a cualquier hembra en calor sin importar el vínculo de sangre que tengan. Y que tal el can que declararon héroe y homenajearon con medalla porque descubrió un cargamento de droga, cuando el chucho lo único que esperaba encontrar era un hueso carnudo, que fue como le enseñaron.

Estúpidos quienes se hacen matar por un equipo de fútbol, quienes permiten ser manipulados por sectas y religiones, quienes no disfrutan la vida por atesorar, aquellos que rinden pleitesía a artistas y demás personajes, y miles de etcéteras. Mención especial para los que acampan durante varios días en las afueras de un almacén para ser los primeros en comprar un dispositivo cualquiera; porque ni siquiera van en busca de un descuento. Esos sí son los campeones de la estulticia.

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