miércoles, marzo 12, 2008

Recorrido urbano (II).

No alcanzo a imaginar lo que puede gozar un manizaleño que no haya regresado a la ciudad desde hace muchos años, al recorrer sus barrios, parques y avenidas, y comparar su estado actual con el que dejó al momento de partir. Sin duda Manizales ha evolucionado en su desarrollo urbanístico y presenta una cara muy diferente a la de ahora años. Si quienes vivimos aquí desde siempre disfrutamos con las obras y proyectos que se adelantan, para el visitante ocasional tiene que ser muy emocionante el ejercicio.

Sigo entonces con nuestro personaje, quien desde la glorieta de la universidad mira para el morro de Sancancio. Hace unos 40 años había una carretera sin pavimentar que salía del estadio hacia el morro por donde ahora va la Avenida Paralela, y en el sector solo existían la Escuela de auxiliares de enfermería, el batallón, la fábrica Iderna, la clínica siquiátrica y una o dos viviendas rurales. En cambio ahora quedan muy pocos terrenos disponibles para construir, y pueden verse gran cantidad de casas, edificios de apartamentos, un gran centro comercial y establecimientos de todo tipo.

Ya que anda por esos lados, puede atravesar por el viaducto de Vizcaya para llegar a la glorieta de San Rafael. Con seguridad ahí sí va a quedar con la boca abierta, porque en épocas remotas en ese sector quedaba la Baja Suiza y la única vía que lo atravesaba era una tortuosa carreterita que salía del edificio Cervantes, en El Cable, y que comunicaba la ciudad con la Escuela de Carabineros y el barrio Minitas. En cambio ahora se va a topar con una moderna avenida, la Kevin Ángel, y en sus márgenes gran variedad de construcciones. También va a admirarse cuando vea los diversos barrios que hay en lo que hasta hace poco se llamaba la comuna cinco, en donde antes solo había potreros y casas campestres, entre ellas la finca de don Aparicio Díaz Cabal.

Después de comprobar que la antigua estación del ferrocarril se convirtió en una moderna universidad, puede notar que por donde cruzaba el túnel para el tren ahora hay un amplio viaducto que comunica dos importantes zonas de la ciudad. Lugo sube al Parque de los Fundadores y mientras asimila los cambios ocurridos durante su ausencia, recorre las dos cuadras que lo separan del Parque de Caldas. Allí solo va a reconocer la iglesia de La Inmaculada, el cedro y el guadual que perduran en las zonas verdes, porque el resto ha sufrido una remodelación total. Ojalá que no traiga antojo de comer en la salsamentaria de Mister albóndiga, porque de ella solo queda el recuerdo.

Seguramente encontrará la carrera 23, en el centro, muy diferente a como la dejó. Si antes era una vía carrera, donde los vehículos transitaban con dificultad porque los buses paraban en todas las esquinas y un carril estaba destinado al parqueo, ahora está diseñada para la comodidad de los peatones, quienes transitan por amplios andenes adornados con palmeras y mobiliario adecuado. Los carritos de dulces y los puestos de los vendedores ambulantes fueron remplazados por habitáculos especiales para que ofrezcan allí sus productos. De los viejos almacenes y negocios va a encontrar muy pocos, como el café La Cigarra y la pastelería La Suiza, aunque esta última en un local diferente al que ocupó en aquella época; quedaba en la misma carrera, pero entre las calles 24 y 25.

Que ni busque el viejo edificio de la alcaldía en la Plaza Alfonso López porque hace tiempos le metieron dinamita, y en la actualidad en ese entorno solo hay obreros, materiales de construcción y maquinaria pesada. Si regresa dentro de unos meses, podrá deleitarse con el diseño moderno y agradable que va a presentar una zona que por tanto tiempo ha sido el patito feo de la ciudad.

Después de recorrer a Manizales por todos sus recovecos va a recordar por ejemplo que donde existen hoy varios edificios de apartamentos, consultorios y locales comerciales, a un costado del antiguo Seminario Mayor, había un muro como el que rodeaba entonces el complejo deportivo del estadio. En la Avenida Paralela con calle 52 querrá saber si hace mucho tiempo derribaron la gallera, para enterarse de que ya van a demoler una estación de servicio que ha operado allí por muchos años para dar paso a la construcción de un túnel que comunicará muy pronto la Paralela con el sector del barrio La Asunción.

Seguro va a reconocer el sitio donde se levanta el Hospital de Caldas, pero dirá que lo nota como distinto porque está más moderno y funcional. Después sube a Chipre para disfrutar del maravilloso paisaje y comprobar que las casitas donde funcionan infinidad de negocios son las originales, y que donde quedaba el recordado Lago de Aranguito, y después las Torres de Chipre, ahora hay un majestuoso monumento a los colonizadores. Y además, que por fin volvieron realidad el antiquísimo proyecto de convertir el inmenso tanque de agua del Parque del Observatorio en un adecuado y funcional mirador.

Muy satisfecho quedará cuando recorra la doble calzada que nos une con la vecina Chinchiná y se tope con una obra espectacular que está a punto de ser realidad en el sector de La Estampilla, porque sin duda los viaductos darán realce a esa entrada a Manizales.
pmejiama1@une.net.co

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo primo:
Ahí si nos mataste a los "extranjeros" que no conocemos en detalle tu hermosa ciudad.
Hace años que no paso por esos lares, pero estoy seguro que si regreso, encontraré lo mismo de la primera vez: la calidad, cordialidad y simpatía de todos ustedes.
Ya ves; no cambia nada...

Jorge Iván dijo...

Excelente que la ciudad cambie y se modernice, pero que no crezca. ¿Habra cosa mas agradable que vivir en una ciudad chiquita?. Claro que hay quienes se ufanan de vivir en una ciudad de 8 millones de desesperados habitantes. Cada quien en lo suyo. Felicitaciones a Manizales por todos esos cambios. Es tan de ustedes como tan nuestra.