martes, abril 09, 2013

Asuntos varios.


Desde que empezó a especularse con la gravedad del estado de salud del presidente Chávez, muchos nos preguntamos acerca de lo que sucedería después de su desaparición. Con lo que no contábamos era con que el líder populista se encargaría de dejar montado el andamiaje para seguir gobernando en cuerpo ajeno, como sin duda lo logró. Porque en Venezuela lo único que sucedió fue que cambiaron de payaso. Con la diferencia que el anterior era auténtico, carismático y polémico, así nos chocara a tantos, mientras que Maduro es un oportunista que debió aferrarse a un cadáver idolatrado por el pueblo para impulsar su ya programada campaña presidencial.

Fui de los que pensé que era la oportunidad para la oposición de hacerse con el poder y por ello me extrañó ver al candidato Capriles reacio a lanzarse nuevamente a la carrera por la presidencia; un personaje que hace muy poco alcanzó una cifra tan significativa de votos no podía desaprovechar semejante coyuntura, sobre todo porque supusimos que ya sin el chafarote bocón como contrincante la situación sería muy diferente. Pues por varios medios me he enterado de que la oposición en Venezuela no tiene ninguna intención de ganar las elecciones, porque de hacerlo tendría que tomar fuertes medidas para recuperar al país de la crisis económica en la que está inmerso.

Entonces basta imaginar la reacción de un pueblo empobrecido al que la cacareada revolución bolivariana ha dado dádivas durante tantos años, cuando llegue un gobierno de derecha a imponer impuestos, suspender subsidios y ayudas en metálico y en especie, y a apretarles el cinturón de muchas otras maneras. Dicho gobierno sería blanco de la ira del populacho y con seguridad no duraría mucho. De manera que la explicación es muy lógica: si Chávez y su cohorte de áulicos se encargaron de montar semejante mentira, de llevar al país a la ruina y crear une caos institucional, que sean ellos mismos quienes enfrenten la realidad y miren a ver cómo van a salir del berenjenal.

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Mientras tanto se prende la campaña presidencial en nuestro país y los primeros protagonistas son los ex presidentes, quienes buscan acomodarse en el partidor. Agarrados de las mechas parecen quinceañeras, mientras el presidente Santos reparte viviendas gratis y hace promesas en las que pocos creen, apoyado en la ventaja que supone hacer una campaña desde la Casa de Nariño. Pero ojo, que no vaya a pactar de cualquier manera con la insurgencia por tener un caballito de batalla para ganar las elecciones, porque ese cuento que para diciembre puede estar firmada la paz, suena sospechoso. Confiemos en que Humberto de la Calle y su equipo no se dejen influenciar de intereses políticos y electorales.

Falta más de un año para ir a las urnas y desde ya podemos suponer que el asunto va a estar movido. Las diferentes fuerzas políticas buscan atravesársele al  ex presidente Uribe, quien espera recuperar el poder al instalarse con sus fuerzas en el Congreso. Al mismo tiempo Pastrana defiende a capa y espada su gobierno, sobre todo en lo que se refiere al Caguán y al asunto de San Andrés, mientras Ernesto Samper tiene la desfachatez de ponerle la cara al país. Me parece que debemos aprovechar la situación y ahora que por fin aceptamos que el Aeropuerto de Palestina hay que construirlo por etapas, condicionarle a Santos nuestro apoyo a su reelección si nos deja financiada esa primera etapa; pero nada de promesas, que se vean las partidas correspondientes y los contratos adjudicados.

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Me dolió profundamente ver la foto de Juan Manuel Llano enjugándose una lágrima después de oír el fallo que lo envió a la cárcel mientras le siguen un proceso judicial. Porque debido a la camaradería de nuestros padres, Juan es mi amigo desde la niñez. Fue mi compinche durante la adolescencia y juventud, compañero en el colegio, contertulio de parrandas, amigote generoso y siempre dispuesto. En los últimos tiempos nuestros caminos se han cruzado en pocas ocasiones, situación que no hace mella a una amistad de vieja data.

Por ello sentí tanto dolor al verlo en semejante situación. Y no soy nadie para decir si es culpable o inocente de los cargos que pesan sobre él, que para eso está la justicia, pero no dejo de preguntarme en qué queda aquella premisa que conocemos hasta quienes somos legos en materia judicial, acerca de que todo individuo es inocente mientras no se le compruebe lo contrario. Además, eso de que Juan Manuel es un peligro para la sociedad me parece absurdo. Peligrosos esos bandidos que vemos a diario en las noticias, quienes son detenidos mientras cometen todo tipo de fechorías y que para sorpresa de todos portan el brazalete electrónico o salen de las cárceles a disfrutar permisos.
Siempre he dicho que quien la hace la paga, sin excepciones, pero mientras no haya un veredicto condenatorio Juan debería estar en su casa; o al menos en el batallón o en la Escuela de Carabineros, como él lo solicitó. No puedo entender a nuestra administración de justicia, que para combatir el hacinamiento en las cárceles concede beneficio de prisión domiciliaria a criminales de la peor calaña. Ojalá el proceso se resuelva lo más pronto posible, e independiente del resultado, Juan sabe que cuenta con un amigo incondicional.

2 comentarios:

nosotras74 dijo...

Me encanta la forma sencilla y clara como escribes los artículos. Además concuerdan con mi opinión.
Gracias por compartir el blogg

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Totalmente de acuerdo con sus apreciaciones acerca del papel de Maduro en la sucesión a Chavez.

Cual revolución! El avivato utilizó esa palabrita para motivar a la sumisión a los venezolanos, probablemente los de menos recursos económicos. Revolución (Así se haya vuelto un régimen totalitario)de la Fidel!

Nunca he entendido por cual razón este señor ha llamado a su proceso revolución y más que todo porqué los venezolanos se dejaron embarcar en semejante cuento. Hay derecho a ser un avivato, pero no hay derecho a que haya tantos pendejos juntos!

Valga la ocasión para aclarar que nosotros no hemos estado muy lejos
de tener un comportamiento "avenezuelado". Hasta pronto pariente lejano. BERNARDO MEJIA ARANGO