martes, julio 31, 2012

Deportes a la carta.

Acostumbrábamos reunirnos los hermanos en la casa de mi mamá, hace ya muchos años, para ver los miércoles en horas de la noche un programa en la Cadena 3, hoy Señal Colombia, en el cual el periodista Andrés Salcedo presentaba un partido de fútbol alemán. El narrador colombiano vivió muchos años en ese país europeo, donde se convirtió en narrador estrella del torneo de primera división, y por lo tanto conocía al dedillo a jugadores, entrenadores y demás personajes relacionados con el mundillo del fútbol teutón.


En ese entonces el canal institucional era transmitido por una frecuencia diferente a la de las dos cadenas nacionales, por lo que era necesaria una antena especial para sintonizarlo. Vendían para tal fin una pequeña antenita, en forma de corbatín, que se pegaba a la del televisor y de esa manera algo podía verse del aún incipiente canal. Aparte de eso, la televisión en colores apenas había llegado a nuestro país a mediados de 1978, durante la transmisión del Mundial de fútbol de Argentina, y por lo tanto en la mayoría de los hogares todavía se veía la televisión en blanco y negro. De manera que el tan esperado programa, donde podíamos ver tal vez el único partido de fútbol que trasmitían durante la semana, era con una imagen lluviosa, mal sintonizada y en blanco y negro.

Hoy en día prende uno el televisor a cualquier hora y encuentra fútbol argentino, mejicano, español, la semifinal del torneo suramericano, un clásico del fútbol italiano, todos en colores, alta definición y en pantalla gigante, y sin embargo muchas veces apaga el aparato molesto dizque porque no hay nada para ver. Ahí cabe perfecto aquello que tanto gordo empalaga. Porque entre más tenemos, más queremos; así somos los seres humanos. Por ello siempre que pienso así, rememoro aquellos partidos transmitidos por Salcedo y a todos apretujados en un cuarto para no perdernos jugada de lo poco que alcanzábamos a ver.

La televisión por cable nos permite asistir, en primera fila, a los más importantes eventos deportivos del mundo entero. Ya depende a qué disciplinas sea uno aficionado, porque hay para todos los gustos, y basta con programarse para disfrutar de los torneos y competencias que se realizan durante todo el año. A quien le interese por ejemplo la velocidad tiene para escoger entre todo tipo de carreras y categorías en los más variados vehículos, desde los modernos F-1 hasta camiones y carros de playa, además de motocicletas de todos los estilos. Otra disciplina con muchos seguidores es el tenis profesional, deporte que reúne a los mejores exponentes en diferentes torneos de interés alrededor del planeta.

Somos amigos a aficionarnos al deporte en el que algún colombiano se destaque y por ello muchos nos volvimos seguidores del automovilismo cuando Montoya fue figura; lo mismo sucedió con Lucho Herrera en el ciclismo, Asprilla en el fútbol, Rentería en el béisbol, Camilo Villegas en el golf, etc. El problema está en que nuestros representantes deportivos en el ámbito mundial son flor de un día, razón por la cual uno se olvida de la disciplina en la que el fulano figuró y nunca le vuelve a parar bolas.

Otra situación que se presenta es que después de deleitarse por ejemplo con el torneo de tenis de Wimbledon, ya no podrá encontrarle gracia al de Colsanitas en Bogotá y con seguridad le parecerá jartísimo. Lo mismo nos sucede con el fútbol. Recientemente disfrutamos la Eurocopa, torneo futbolero que reúne las mejores selecciones de ese continente, donde el buen fútbol impera porque son técnicos, hábiles, aplicados, serios y comprometidos con su camiseta, además de poseer una excelente preparación física. El juego limpio se impone y la casi totalidad de jugadores son caballerosos, buenos camaradas, honestos y profesionales.

Unas semanas después vemos la final del torneo colombiano entre Santa Fe y Deportivo Pasto y nos dan ganas de llorar. Qué pobreza futbolística, qué falta de técnica, qué espectáculo tan deplorable; un partido en el que cada que alguien recibe el balón es blanco de patadas y empujones. Y los futbolistas son marrulleros, irresponsables, volean garra sin compasión, engañan al árbitro, se insultan, pelean y en general son unos troncos monumentales. Después de ver un partido como el que jugaron Italia e Inglaterra en la Eurocopa no queda sino aceptar que lo que practican aquí se llama igual, pero no tiene nada que ver. La diferencia es como la que hay entre los técnicos Sir Álex Ferguson, del Manchester United, y Alberto Gamero, del Boyacá Chicó.

La televisión nos trae espectáculos como el Tour de Francia o los Juegos Olímpicos de invierno; deportes elegantes como la equitación, recios como el rugbi, brutales como el boxeo, perfectos como la gimnasia, técnicos como el billar, aburridos como los piques de velocidad, emocionantes como el fútbol, lentos como el baloncesto cuando reiteradamente piden tiempo, eternos como el béisbol y con tantas variables que hasta nos transmiten un campeonato mundial de póker.

Ahora vienen los juegos olímpicos de Londres y quedaremos con los ojos cuadrados de ver a los mejores deportistas del planeta enfrentados para lograr subirse a lo más alto del podio. Y que les quede claro a las señoras que durante el próximo mes no soltaremos el control remoto del televisor ni para ir al baño.

pamear@telmex.net.co

2 comentarios:

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

La "caja diabólica" tiene cosas buenas. Lo que sucede tataratataraprimo es que las generaciones que nacieron después de que Colombia salió de la era de los dos o tres canales en blanco y negro, no concocieron la incipiente "caja diabólica" de los años 50´s y aún de los 60´s y 70´s y que como invento recién estrenado que era, lo recibimos como bajado del cielo, quienes lo concocimos.

Cuando vivíamos en las tierras altas de Tuluá, solo el odontólogo (Léase "dentista") del caserío tenía televisor, pero allá no llegaba el sonido, así que nos contentábamos con ver las imágenes. Nos sentíamos como el personaje de Macondo cuando su padre lo llevó a conocer el hielo.

Me imagino que no soy el único que da y da vueltas en los canales y termina viendo TCM o el canal de la National Geographic. Usted tiene razón, pariente lejano; tanto gordo estraga. Me gustó su artículo. BERNARDO MEJIA ARANGO

Jorge Ramiro dijo...

Yo opto siempre por ver los canales de deportes. Mas alla de que den, disfruto mucho de pedir comidas a domicilio, mientras elijo buenos partidos para ver en tele