Produce desazón ver cómo se
utiliza nuestro idioma en las redes sociales. Sin normas de ortografía,
redacción, sintaxis, puntuación, etc., y se nota a la legua que el léxico de muchos
de los usuarios es muy limitado. Y aunque en un gran porcentaje son profesionales,
algunos de ellos con más cartones que un tugurio, al querer escribir no dan pie
con bola. Sin duda, esto se debe a que en la vida han leído un libro. Otra cosa
es que el afán al momento de enviar mensajes de texto o mantener conversaciones
por escrito, lo que llaman chatear, los induce a un facilismo pasmoso que
convierte el idioma en una jerigonza que aunque se entiende, ofende a quienes
tratamos de respetarlo.
Qué decir de la forma de
expresarse de personas analfabetas o con pocos estudios, quienes apelan a las
palabras que oyen en cualquier conversación para adicionarlas a su léxico, con
el agravante que muchas veces las captan de forma errada y por ello dicen unas
incongruencias que producen risa. Además, la ignorancia los hace creer que si
preguntan van a quedar al descubierto y por ello prefieren aprender por sus
propios medios. Entonces esa forma equivocada de pronunciar algunos vocablos
pasa de generación en generación y parece no haber poder humano que lo corrija:
dentrar por entrar, romboy por round point (aunque deberían utilizar sustitutos
en castellano para esa expresión, como glorieta o rotonda), rampla por rampa,
vusté por usted, lisarse por deslizarse, cedular por celular, fugo por jugo,
reumatís por reumatismo y muchos otros ejemplos.
Me cuenta un amigo que cierto día
que fue a visitar a una hermana, abrió la puerta el cuñado y le dijo que
esperara un minuto antes de entrar, mientras llamaba al celador de la cuadra
que estaba en la esquina. El hombrecito se vino a la carrera, agarrándose la
funda del machete, y llegó jadeante a ver qué se ofrecía. Entonces el cuñado le
dijo que les contara cómo fue la liberación del vecino que tenían secuestrado,
a lo que el humilde guachimán respondió con mucha seguridad: cómo le parece
dotor que lo rescató ayer el grupo “aula”. Ese mismo amigo fue a un taller a
que le arreglaran un gallito del carro y al ver el mecánico de qué se trataba,
comentó: aguarde patrón traigo la herramienta porque necesito un destornillador
de “astría”.
Me parece ver a mi mamá y a la
tía Lucy atacadas de la risa siempre que regresaban de hacerle visita a una
amiga que era bastante bruta al momento de expresarse. La vieja decía que
fulanita tenía muy bonito el “óvulo” de la cara; que a zutano lo habían operado
de las “ortas”; habló alguna vez de unos cadáveres que encontraron “motilados”;
y otro día llegó descrestada de la casa de una hija porque acababa de comprar
una lavadora, y al querer dar más detalles del aparato confundió la reconocida
marca Kelvinator con Kevin-héctor. Otra vez mi hermana le preguntó a la
empleada del servicio que cómo era eso de los Testigos de Jehová, a lo que la
mujercita respondió que por ejemplo ellos debían evitar a toda costa lo que
llaman “formicación”. Después se refirió la doméstica a un nieto suyo que utilizaba
una moto para trabajar, pero que al promocionarlo en la empresa al cargo de vendedor,
le dijeron que tratara de cambiarla por un carrito dizque porque eso le daba
más “estatuas”.
En su trabajo diario mi hijo debe
lidiar con diferentes contratistas, como carpinteros, metalmecánicos,
tapiceros, técnicos electrónicos y demás personajes, y cierta vez que discutían
la manera de adecuar un espacio, un maestro, ya viejo y experimentado, insistía
en que la solución era poner unos “istantes”. Nadie entendía de qué hablaba,
hasta que después de algunas explicaciones lograron captar que se refería a instalar
unos estantes. En otra ocasión estaban enredados con un trabajo y mi hijo le
dijo al maestro que por favor se encargara de solucionarlo. Cuando fue a
revisar, el hombre había ideado una salida perfecta y al felicitarlo por su
éxito, el viejo respondió ufano: Sí don Poncho, es que en este trabajo uno
tiene que ser “recurtivo”. Y una compañera comentó en otra ocasión que en un
estadio murieron varias personas aplastadas porque salieron todos a las
carreras; dizque se formó una “estampilla”, fue lo que dijeron.
La señora que cuidaba el bebé de
una prima le dijo una mañana, que el muchachito amaneció como ido, que el niño estaba
como un “lente”. Otra acostumbraba referirse al momento “curcial”; la agregada
de una finca me contó alguna vez que tramitaba con la Caja de Compensación el
“suicidio” familiar; y la empleada doméstica de un amigo le respondió, al este reclamarle
porque iba muy seguido al médico: y yo qué culpa dotor, no ve que soy
“hiterpensa”.
Insisto, muchas personas creen
que si preguntan se rebajan y que los demás pueden notar su ignorancia, lo que
redunda definitivamente en su contra porque se quedan toda la vida inmersos en el
error. Cuando en los noticieros de televisión entrevistan al vulgo se ven
infinidad de muestras, como hace poco que al reportar una manifestación en Cali
una humilde mujer se quejaba porque unos policías la maltrataron: Fíjese que me
cascaron por “firmar” un video con el “cedular”.
pamear@telmex.net.co
4 comentarios:
Excelente y muy cierto.
"Eselente" y muy cierto.
Con todo el respeto que se merece el autor de la presente entrada en el blog, me pregunto, y al hacerlo le pregunto a usted, ¿ésta tiene algún interés o fin que sea distinto al de ridiculizar al «vulgo» por su desconocimiento del adecuado uso o expresión de ciertas palabras?. Me pregunto si hay algún interés distinto a ese porque, y talvez me equivoque, es el único que identifico de manera inmediata.
Creo que mucho uso de las redes sociales y el hecho de escribir de rápida manera, puede generar que haya muchos errores de ortografía. Este ultimo año, estuve de vacaciones en el norte Argentino y en los hoteles salta pude encontrarme con una persona que estudiaba letras y me conto muchas cosas interesantes
Publicar un comentario