martes, febrero 19, 2013

Inocentes confusiones.


Produce desazón ver cómo se utiliza nuestro idioma en las redes sociales. Sin normas de ortografía, redacción, sintaxis, puntuación, etc., y se nota a la legua que el léxico de muchos de los usuarios es muy limitado. Y aunque en un gran porcentaje son profesionales, algunos de ellos con más cartones que un tugurio, al querer escribir no dan pie con bola. Sin duda, esto se debe a que en la vida han leído un libro. Otra cosa es que el afán al momento de enviar mensajes de texto o mantener conversaciones por escrito, lo que llaman chatear, los induce a un facilismo pasmoso que convierte el idioma en una jerigonza que aunque se entiende, ofende a quienes tratamos de respetarlo.

Qué decir de la forma de expresarse de personas analfabetas o con pocos estudios, quienes apelan a las palabras que oyen en cualquier conversación para adicionarlas a su léxico, con el agravante que muchas veces las captan de forma errada y por ello dicen unas incongruencias que producen risa. Además, la ignorancia los hace creer que si preguntan van a quedar al descubierto y por ello prefieren aprender por sus propios medios. Entonces esa forma equivocada de pronunciar algunos vocablos pasa de generación en generación y parece no haber poder humano que lo corrija: dentrar por entrar, romboy por round point (aunque deberían utilizar sustitutos en castellano para esa expresión, como glorieta o rotonda), rampla por rampa, vusté por usted, lisarse por deslizarse, cedular por celular, fugo por jugo, reumatís por reumatismo y muchos otros ejemplos.

Me cuenta un amigo que cierto día que fue a visitar a una hermana, abrió la puerta el cuñado y le dijo que esperara un minuto antes de entrar, mientras llamaba al celador de la cuadra que estaba en la esquina. El hombrecito se vino a la carrera, agarrándose la funda del machete, y llegó jadeante a ver qué se ofrecía. Entonces el cuñado le dijo que les contara cómo fue la liberación del vecino que tenían secuestrado, a lo que el humilde guachimán respondió con mucha seguridad: cómo le parece dotor que lo rescató ayer el grupo “aula”. Ese mismo amigo fue a un taller a que le arreglaran un gallito del carro y al ver el mecánico de qué se trataba, comentó: aguarde patrón traigo la herramienta porque necesito un destornillador de “astría”.

Me parece ver a mi mamá y a la tía Lucy atacadas de la risa siempre que regresaban de hacerle visita a una amiga que era bastante bruta al momento de expresarse. La vieja decía que fulanita tenía muy bonito el “óvulo” de la cara; que a zutano lo habían operado de las “ortas”; habló alguna vez de unos cadáveres que encontraron “motilados”; y otro día llegó descrestada de la casa de una hija porque acababa de comprar una lavadora, y al querer dar más detalles del aparato confundió la reconocida marca Kelvinator con Kevin-héctor. Otra vez mi hermana le preguntó a la empleada del servicio que cómo era eso de los Testigos de Jehová, a lo que la mujercita respondió que por ejemplo ellos debían evitar a toda costa lo que llaman “formicación”. Después se refirió la doméstica a un nieto suyo que utilizaba una moto para trabajar, pero que al promocionarlo en la empresa al cargo de vendedor, le dijeron que tratara de cambiarla por un carrito dizque porque eso le daba más “estatuas”.

En su trabajo diario mi hijo debe lidiar con diferentes contratistas, como carpinteros, metalmecánicos, tapiceros, técnicos electrónicos y demás personajes, y cierta vez que discutían la manera de adecuar un espacio, un maestro, ya viejo y experimentado, insistía en que la solución era poner unos “istantes”. Nadie entendía de qué hablaba, hasta que después de algunas explicaciones lograron captar que se refería a instalar unos estantes. En otra ocasión estaban enredados con un trabajo y mi hijo le dijo al maestro que por favor se encargara de solucionarlo. Cuando fue a revisar, el hombre había ideado una salida perfecta y al felicitarlo por su éxito, el viejo respondió ufano: Sí don Poncho, es que en este trabajo uno tiene que ser “recurtivo”. Y una compañera comentó en otra ocasión que en un estadio murieron varias personas aplastadas porque salieron todos a las carreras; dizque se formó una “estampilla”, fue lo que dijeron.    

La señora que cuidaba el bebé de una prima le dijo una mañana, que el muchachito amaneció como ido, que el niño estaba como un “lente”. Otra acostumbraba referirse al momento “curcial”; la agregada de una finca me contó alguna vez que tramitaba con la Caja de Compensación el “suicidio” familiar; y la empleada doméstica de un amigo le respondió, al este reclamarle porque iba muy seguido al médico: y yo qué culpa dotor, no ve que soy “hiterpensa”.   

Insisto, muchas personas creen que si preguntan se rebajan y que los demás pueden notar su ignorancia, lo que redunda definitivamente en su contra porque se quedan toda la vida inmersos en el error. Cuando en los noticieros de televisión entrevistan al vulgo se ven infinidad de muestras, como hace poco que al reportar una manifestación en Cali una humilde mujer se quejaba porque unos policías la maltrataron: Fíjese que me cascaron por “firmar” un video con el “cedular”.
pamear@telmex.net.co

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente y muy cierto.

Anónimo dijo...

"Eselente" y muy cierto.

Anónimo dijo...

Con todo el respeto que se merece el autor de la presente entrada en el blog, me pregunto, y al hacerlo le pregunto a usted, ¿ésta tiene algún interés o fin que sea distinto al de ridiculizar al «vulgo» por su desconocimiento del adecuado uso o expresión de ciertas palabras?. Me pregunto si hay algún interés distinto a ese porque, y talvez me equivoque, es el único que identifico de manera inmediata.

Camila dijo...

Creo que mucho uso de las redes sociales y el hecho de escribir de rápida manera, puede generar que haya muchos errores de ortografía. Este ultimo año, estuve de vacaciones en el norte Argentino y en los hoteles salta pude encontrarme con una persona que estudiaba letras y me conto muchas cosas interesantes