viernes, agosto 12, 2016

No le jalo.

No cabe duda de que uno debe evolucionar a medida que pasa el tiempo o arriesga que lo deje el tren, como reza el dicho popular, pero debo confesar que no he podido seguir esa regla de oro en muchas situaciones de mi vida. Y no me preocupa ver que la juventud tiene un gusto diferente al mío en muchas cosas, pero sí llama mi atención que muchos de quienes pertenecen a mi generación compartan el mismo placer. Pienso entonces si acaso seré muy resabiado, chocho o retrógrado, porque por más que trato no puedo encontrarle ninguna gracia.

Un ejemplo es lo sucedido con los dibujos animados a través de mi existencia. Cuando tenía unos siete años no había mejor aliciente que recibir una revista de comics; teníamos acceso a ellas prestadas o alquiladas, mientras esperábamos a que empezara la película en un cine, pero ya tenerla en propiedad y poder disponer de un ejemplar, era una quimera. Tenía que estar uno enfermo para que la mamá se apareciera con un regalito de esos y los títulos más comunes eran Archie, La pequeña Lulú o Rico Mc Pato; años después, más maduros en la lectura preferíamos al Llanero Solitario, El Zorro o Superman.

Durante la semana era obligatorio leer la página dedicada a los ‘monitos’ de los diferentes periódicos, en las que seguíamos las genialidades de Justo y Franco, Olafo o Educando a papá. Tampoco le perdíamos el hilo a las historietas de Dick Tracy o Modesty Blaise. El domingo nos peleábamos la sección de comics, para disfrutar de nuestros héroes Tarzán, El Fantasma y Mandrake el mago. Con el paso de los años nuestro gusto cambió y esas inocentes historietas dejaron de interesarnos, aunque ahora veo que muchos contemporáneos míos aún disfrutan con aquellos héroes de antaño.

Me parece inaudito oír adultos mayores refiriéndose a las maravillas de una película donde se enfrentan Batman y Superman; uno a esta edad y pegado de semejantes pendejadas. Pero además se relamen con cintas como Shrek, Buscando a Nemo, Toy Story, Peter Pan y demás títulos por el estilo. Se han visto varias veces la zaga de la Guerra de las galaxias, Harry Potter y siguen expectantes a Rápido y furioso. Con pasión comentan ‘clásicos’ como El hombre araña, Godzilla o Transformers. Y qué tal desde que les dio por hacer las películas con computadoras, en las que se mezclan lo real y lo virtual, pero con la voz de los famosos para asegurar el éxito de las mismas. Una industria cinematográfica cuyo éxito se mide por la taquilla obtenida.

Cuando contraté el servicio de alta definición con mi proveedor de televisión por cable, supuse que disfrutaría de buen cine en más de veinte canales dedicados a tal fin. Pero qué va, por más que busco de canal en canal es casi imposible toparse con algo medianamente digerible. Solo encuentro cine comercial de Hollywood, vampiros, muertos vivientes, superhéroes, series ridículas y superficiales, caras bonitas, famosos y demás babosadas por el estilo. Definitivamente a eso no le jalo.

Me gustaban mucho los canales culturales de Discovery, Natgeo, History, Animal Planet, BBC, etc., pero hay que ver en lo que se convirtieron. Programas estúpidos, con libretos preconcebidos e historias rosas, dirigidos a un público con un cociente intelectual básico. Por fortuna tengo en alta definición Señal Colombia, una opción maravillosa para disfrutar de programación variada, cultural, muy interesante y sin pauta comercial. Y todas las noches a las 10:30 presentan buenas películas de cine independiente; filmes de todas las épocas y diferente origen, excepto cine comercial. ¡Ese es el mío!

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