viernes, julio 25, 2014

A paso de tortuga.


Con los años me volví escéptico respecto a los anuncios que hacen sobre la construcción de cualquier tipo de obra, pública o privada, y resolví que solo creo en realidades tangibles. Ni siquiera con el proyecto en construcción porque aquí somos amigos de dejar las obras empezadas, cualquiera sea la razón para suspender los trabajos; para la muestra ahí están el macro proyecto de San José y el aeropuerto de Palestina. En el periódico anuncian cada cierto tiempo la construcción de nuevos centros comerciales, la llegada de un gran almacén o el trazado para una carretera nueva, pero pasan los años y nada de nada. Por eso prefiero esperar a que inauguren las obras para darlas por un hecho.

Desde mi ventana veo las máquinas que acondicionan el lote donde se construirá el Centro Cultural de la Universidad de Caldas, un proyecto del que oigo hablar desde hace por lo menos una década; con decir que el gran arquitecto Rogelio Salmona, quien lo diseñó, murió en 2007. El anterior rector de la universidad dejó el proyecto financiado y es posible que al menos la primera etapa sea una pronta realidad. Le seguiré el ritmo a los trabajos para estar pendiente de los avances y como ya dije, el día de la inauguración hablamos.

Me pregunto cómo será en los países desarrollados el proceso de construcción de la infraestructura vial, porque aquí es un verdadero viacrucis. Desde que hacen el anuncio hasta que ponen la obra en funcionamiento pasan años, lustros, décadas. Se cansa uno de leer en la prensa los paquidérmicos pasos que deben superarse para lograr mover la primera palada de tierra; primero el Confis, el Compes, el Banco Mundial y otros tantos organismos; después el recorrido por el Congreso donde le ponen palos en las ruedas para mirar cómo le meten el diente; pasa por Presidencia para sancionar la ley; de ahí a los Ministerios de Hacienda, Obras Públicas, Medio Ambiente y hasta el de Educación, donde ejércitos de burócratas justifican su corbata al ponerle talanqueras al proyecto.

El proceso de licitación es todo un parto porque a cada convocatoria le aparece un enemigo que obliga el aplazamiento, sin hablar de serruchos y mordidas. Cuando por fin resuelven cuál consorcio es el ganador, uno de los perdedores demanda el proceso y el pleito demora varios años en resolverse. A estas alturas el ciudadano que sigue la noticia pierde el interés y piensa que no hay posibilidad de que le alcance la vida para ver la obra terminada. Como no hay mal que dure cien años algún día se firma por fin el contrato con los constructores, pero el inicio de la obra todavía está lejano porque falta socializar el proyecto, diferentes estudios ambientales, rastreo arqueológico para defender el patrimonio ancestral, estudios de suelos, localización de escombreras y otras tantas condiciones impajaritables.  

Entonces cada quince días anuncian la suspensión de los trabajos porque se toparon con el rancho de un indígena o debido a que deben cruzar un hilo de agua y los ecologistas se oponen. Sin embargo los trabajos se reanudan y después de un tiempo anuncian con bombos y platillos la inauguración de un tramo de la vía, como sucedió con la cacareada Autopista del Sol, donde dieron al servicio diez kilómetros de doble calzada, lo que corresponde al uno por ciento del total del recorrido. O como el puente helicoidal de Dosquebradas donde hubo inauguración con Ministro a bordo, echaron voladores, discursos y ruptura de cinta, y ni siquiera habían conectado los viaductos, no tenían barandas, capa asfáltica ni habían construido otros puentes menores de acceso al lugar. Será que nos creen pendejos o qué.

Hace varios años llegó con el periódico un cuadernillo donde la Gobernación anunciaba el proyecto del anillo vial para el Aeropuerto de Palestina. Esa belleza de obras, tan necesarias y esperadas, parecían un sueño hecho realidad. Ahora al menos le trabajan a los diferentes frentes, aunque el porcentaje de lo terminado es muy bajo con respecto al total de lo prometido. Y como aquí resolvieron que al tramo que espera el inicio de obras no vuelven a hacerle mantenimiento, ahí está el que comunica a Tres Puertas con Santagueda totalmente abandonado, lleno de rotos e invadido por la maleza.

Ya en La Portada empiezan los trabajos de la corta doble calzada que va hasta Maloka, obra que está adelantada aunque a retazos y por ello aún no tiene cara. Desde Santagueda hacia La Plata y Palestina a la carretera solo falta construirle varios parches en sitios de hundimientos y pérdida de la banca, pero es cuestión de que le metan mano para terminarla. La vía Chinchiná - Alto de Curazao quedó muy buena hasta Hosterías del Café, y ahí adelantico, se construye una doble calzada que según el cuadernillo de marras llega hasta la vereda Cartagena. La obra evita entrar a Chinchiná porque conecta esa doble calzada, por una nueva carretera que ya iniciaron y va por detrás del embalse de Balsora, y cae a la troncal hacia Tarapacá II en inmediaciones de la estación de servicio inaugurada recientemente.
Aunque trabajan a paso de tortuga ahí van, con la seguridad que terminarán antes de que esté listo el aeropuerto, el cual no está ni tibio.

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