Imagino poder asomarme por un
huequito dentro de cuatro o cinco décadas para ver cómo se comporta la sociedad
de entonces. Porque sin duda estas nuevas generaciones tendrán que mostrar un
comportamiento muy diferente a lo conocido hasta ahora, cuando todos sobrepasen
los cincuenta años, ya que hasta la actualidad a nadie le había tocado criarse
en un mundo basado en la tecnología. Hoy muchos jóvenes son sedentarios,
cusumbosolos, huraños y poco sociables, porque a través de sus dispositivos
electrónicos encuentran la manera de interactuar con sus semejantes. Seguro se
notarán cambios significativos en la conducta de esas personas del futuro.
El mundo moderno ha encausado a
los seres humanos a buscar el éxito profesional como la única meta a alcanzar,
sin preocuparse de ningún otro tipo de conocimientos ni habilidades. Los
jóvenes estudian hasta el cansancio y el triunfador es aquel que recibe el salario
más abultado, sin importar que sea una persona vacía e ignorante en cualquier
otra disciplina que no tenga que ver son su especialidad. Impresiona ver a un
yupi que desempeña un alto cargo ejecutivo y ni siquiera sabe escribir; desconoce
la ortografía y aún más la redacción, puntuación o sintaxis. El léxico que
maneja da grima y no sabe lo que es cultura general, porque nunca ha leído un
libro diferente a los que exige su profesión.
Un ejemplo de ese cambio puede
verse en los médicos. Hoy, debido a los desbocados avances en ciencia y tecnología
solo les queda tiempo para mantenerse al día en conocimientos, porque a diario
aparecen nuevos medicamentos, prácticas quirúrgicas, protocolos y avances en
radiología que facilitan los diagnósticos, todo lo cual deben estudiar y
aprender a interpretar; también reciben avalanchas de información desde todos
los rincones del planeta. Muy diferentes aquellos galenos de antaño que acudían
todos a los mismos textos, con algunas excepciones de revistas y publicaciones
que llegaban del exterior, y por lo tanto basaban sus diagnósticos en el trato
directo con el paciente, el tacto, los síntomas, la experiencia; lo que llaman
ojo clínico.
Además esos facultativos tenían
tiempo para la lectura y muchos fueron verdaderos científicos, reconocidos
escritores, intelectuales, investigadores; algunos dominaban varios idiomas,
que aprendían por su cuenta, y otros eran además artistas -músicos, cantantes,
escultores, pintores-, y les quedaba tiempo para otras distracciones. Regentaban
familias numerosas, poseían finca y la manejaban ellos mismos, pertenecían a
obras de beneficencia, tenían una vida social activa, eran cívicos y algunos le
jalaban a la política. Lo más increíble es que al terminar el día hacían
visitas a domicilio y en todas partes les ofrecían comida y trago; de manera
que con regularidad llegaban a la casa jinchos de la perra y era común la
obesidad entre ellos.
En cambio ahora son mayoría los que
nunca ojean un periódico, no se interesan por la actualidad, les resbala
cualquier manifestación artística o cultural, son ajenos al acontecer diario y
solo les interesan los chismes, tener un buen carro, hablar de plata y mantenerse
pegados a toda hora del teléfono móvil. Son ignorantes absolutos y lo peor es
que no les importa, y muchos aducen que para qué sirve saber tantas vainas si
cuando frunzan se les borra el casete. Pues no importa cuántos títulos tenga,
en qué universidades del mundo haya estudiado o cuál sea su hoja de vida,
mientras una persona no lea literatura nunca tendrá una mente cultivada. Todos
los libros, unos más que otros, dejan alguna enseñanza. Por ello es común que al
buen lector que acumula información en su cabeza, le pregunten con cierta
regularidad cuando se refiere a algún tema: ¿Y usted cómo sabe? Porque sí, es
la única respuesta posible.
Pero como quien no tiene la
costumbre de leer es difícil que adquiera ese gusto cuando ya es adulto, hay
otras opciones de adquirir conocimientos. Por ejemplo en la televisión está el
canal Señal Colombia, donde pueden verse documentales, programas culturales, de
arte, ciencia, tecnología y demás temas de interés; en la televisión por cable
hay canales culturales que ofrecen una programación variada e interesante. En
el correo electrónico y las redes sociales circula mucha basura, pero también
se encuentran cosas maravillosas que ilustran y abren la mente a temas
apasionantes; artículos de prensa recomendados, noticias sobre investigaciones
y descubrimientos, asuntos de ecología y medio ambiente, tradiciones y
costumbres de diferentes pueblos, etc. Y que nadie diga que no le queda tiempo
para esas lecturas, porque si puede pasarse varias horas al día pegado del chat
y de las redes sociales…
A propósito de los médicos de antes a quienes les
alcanzaba el tiempo para todo, recordé un hecho que causó revuelo en Manizales
hace varias décadas cuando un organismo de control gubernamental llegó a la
ciudad para revisar los horarios de diferentes galenos que, al hacer un balance
de los contratos laborales que tenían vigentes, presentaban una agenda
prácticamente imposible de cumplir por cualquier profesional. Uno de los médicos
cuestionados fue el doctor Raúl Vallejo y cuando alguna vez comenté el asunto
con su hijo –del mismo nombre y profesión-, dijo con mucha gracia que después
de ese informe en su familia no podían entender cómo su papá, con semejante carga
laboral, podía llegar todos los días a las seis de la tarde a joder a la casa.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario