A ver si quienes presentan a diario avances en la tecnología y nos aturden con avalanchas de adelantos científicos, son capaces de meterle el diente a un asunto que me ronda la cabeza desde hace días: que se inventen una conexión de internet para el cerebro humano. Con la acumulación de calendarios la memoria empieza a flaquear y es común que olvidemos nimiedades que aunque estamos seguros de saber su respuesta, por más que tratemos es imposible traerlas a la memoria. Uno pretende olvidar el asunto pero en la mente el subconsciente sigue con la búsqueda, hasta que en medio de otra conversación cualquiera salta la respuesta; cuando ya para qué. El caso es que mientras tengamos a mano una conexión a internet el asunto se soluciona, porque basta teclear la inquietud en Google y en un parpadeo tenemos la solución. Entonces, para no depender de aparatos electrónicos, lo ideal sería contar con línea directa entre nuestro “diminuto hórrido abismo”, como dijo el poeta, y la red cibernética. Así tendríamos acceso a toda la información, no ignoraríamos nada, pareceríamos el libro gordo de Petete.
Porque entre más cosas aprende uno en la vida, más se aterra de la cantidad que desconoce. Nuestro cúmulo de saberes puede compararse con un grano de arena en el Sahara; una gota de agua en el océano; una estrella en el firmamento. Morimos con el cerebro sin estrenar porque dicen los entendidos que a ese disco duro le cabe muchísima información, y se atreven a diagnosticar que un personaje como Einstein, que fue un tipo bien pepa, solo utilizó un 10% de su capacidad cerebral. Qué puede esperarse entonces de un simple mortal como uno: ignorante al cuadrado, por quince de fondo.
El filósofo griego Sócrates fue el que se dejó venir con la frase que titulo este escrito y eso que el cliente pertenecía al combo de los que había para mostrar en esa época. La máxima resume el convencimiento de su ignorancia, aparte de una modestia muy loable. Claro que pensándolo bien, si entonces no contaban siquiera con un transistor para enterarse de los acontecimientos, el tipo no debía saber tanto como lo hacen creer sus biógrafos. Me late que aquellos filósofos se destacaron porque dedicaron algo de tiempo al raciocinio, mientras sus paisanos se gastaban la existencia en cazar peleas, jartar vino, perseguir muchachas y construir templos y palacios. No les quedaba minuto para dedicarse a hacer dibujitos en la arena.
Un ejemplo sencillo de lo amplio que es cualquier tema y lo poco que lo conocemos, puede verse en el lenguaje. Dicen los estudios que una persona ilustrada, amante de la lectura e interesada en el buen manejo del idioma, al final de sus días cuenta con un léxico aproximado a cinco mil palabras; si se trata de un erudito el número puede llegar a siete mil. Póngale pues que el hombre sea un sabio, un lingüista de cartel, el non plus ultra de las letras y que acumule el doble: catorce mil palabras. Eso no es nada comparado con el total que tiene nuestro idioma, que según dicen son ciento cincuenta mil; aunque algunos aseguran que con los vocablos en desuso y otras arandelas la cifra es mucho mayor.
Al que se crea muy salsita en conocimientos del idioma basta hacerle una prueba para bajarlo de la nube: abra un diccionario en cualquier página y empiece a preguntarle el significado de palabras escogidas al azar. Seguro que muy pronto va a pedir cacao y a reconocer que su léxico no es tan rico como creía. A quienes nos gusta la lectura hemos despachado libros de todo tipo y sin embargo cada que leemos uno nuevo, encontramos palabras desconocidas que muchas veces nos hacen consultar el diccionario; por fortuna la mayoría pueden deducirse por el sentido de la frase y así ahorramos mucho tiempo. Hace poco leí un libro sobre la vida de Jorge Eliecer Gaitán, escrito por J. A. Osorio Lizarazo, copartidario del caudillo y cuyo lenguaje, asumo que por ser escrito en esa época, me pareció almibarado y rebuscado; en todas las páginas hay vocablos desconocidos para mí, como simonía, proditorio, hebdomadario, ditirambo, ácrata, preterir o tropo, que de una me mandaron al diccionario, y otras que aunque creo haberlas visto alguna vez, por su poco uso tampoco es fácil recordar su definición: molicie, malbaratar, contumelia, mendaz, morralla, hiperestesia, inverecundo o preterir.
Lo mismo pasa con escritores y poetas, que cuando uno cree conocer algo del tema, ligerito se convence de su ignorancia. En el libro Los detectives salvajes, del chileno Roberto Bolaño, y en Barba Jacob el mensajero, de Fernando Vallejo, nombran varios cientos de poetas, literatos, intelectuales y hombres de letras, y al menos en mi caso los reconocibles pueden contarse en los dedos de las manos. O en el poema Son, del magistral León De Greiff, debí recurrir al Larousse para entenderlo porque no conocía el significado de zampoña, sacabuche, arpegio, daifa, adufe, vozne, bandurria, murria, cornamusa o zote.
Alguna vez Pato Restrepo conversaba con un señor y al despedirse el tipo comentó que él le parecía un hombre muy conspicuo. Pato queda con una espinita y no lo deja ir sin decirle: ¡Pues mientras averiguo qué es esa vaina usted es un hijueputa!
Pmejiama1@une.net.co
miércoles, junio 30, 2010
miércoles, junio 23, 2010
Oficios nobles en extinción.
La modernización de la ciudad con el paso del tiempo genera cambios que traen beneficios económicos, bienestar para quienes la habitamos, confort y aprovechamiento de la tecnología. Sin embargo, la memoria se niega a borrar todas esas costumbres, hechos y personajes que escribieron páginas muy importantes en el devenir del terruño. Circula en internet un archivo fotográfico de Manizales de ayer y produce nostalgia recordar aquellos lugares que recorrimos durante nuestra infancia y juventud. Recordar por ejemplo la carrera 23, en el centro de la ciudad, que en ese entonces congregaba los almacenes tradicionales atendidos por aquellos egregios comerciantes; por esa arteria transitaba la gente cómodamente y era común ver los personajes típicos que hicieron historia. Muy distinto a la pelotera de ahora, que a toda hora parece un carnaval, y cuyos locales comerciales están ocupados por tenderetes que ofrecen todo tipo de baratijas a precios de ocasión.
También pierde la ciudad al crecer a esos artesanos que cumplían sus nobles funciones de servicio a la comunidad, y a quienes la tecnología desbancó definitivamente del mercado. Recuerdo por ejemplo las camionetas que recorrer los barrios para ofrecer leche cruda; las señoras salían con la cantina, recipiente utilizado para tal fin, y el vendedor vertía la cantidad solicitada con asombrosa habilidad. No faltaba el regateo porque la medida no satisfacía, la leche estaba demasiado clarita o los residuos sólidos eran muy notorios. Puedo imaginar cuántas consultas por dolores de estómago, diarreas e infecciones intestinales generaría un mercado que tenía muy poco control sanitario.
Además caminaban las calles los ropavejeros con sus carretas cargadas de mercancía, quienes compraban cualquier cachivache que sobrara en los hogares. Cuando con mis hermanos llegamos a la adolescencia, la edad en la que uno siempre se ve corto de fondos para dedicarse a sus andanzas, descubrimos esa maravillosa fuente de ingresos. Mi padre guardaba con mucho cariño unos discos de música clásica, de 75 revoluciones y gruesos como platos, los cuales nunca oía porque ya el tocadiscos de la casa no reproducía esa clase de discos. Entonces poco a poco empezamos a feriarlos, hasta llegar al colmo de vender el “tripitorio” de la vieja radiola que tampoco funcionaba desde hacía mucho tiempo. Sólo en el próximo trasteo, cuando fueron a levantar el mueble, se dieron cuenta de que no pesaba nada y al revisarlo encontraron el coco vacío.
El afán de las mamás para que los hijos aprendieran a manejar carro lo más pronto posible era para que les ayudaran con la carga diaria de hacer los mandados. Y una de esas diligencias semanales era mandar a remallar las medias de seda al convento de Las Adoratrices, en donde empieza la bajada hacia el barrio Fátima; también zurcían las religiosas las prendas que sufrían algún desgarro. Al llegar al claustro y tocar varias veces en el portalón, había que esperar un buen rato hasta que por fin una venerable monjita abría y recibía el encargo; pocas veces dejaban ver a las novicias, convencidas de que les iban a tirar la llave a unas muchachas que casi siempre eran bigotudas y bien feítas.
Otro oficio que desapareció del entorno es el de zapatero remendón, aunque hasta hace poco todavía se escuchaban los gritos de quienes ofrecían ese servicio puerta a puerta. En mi casa había que ir al menos una vez a la semana a donde el remendón para que le pusiera tapas a los tacones de mi mamá, o a remontar varios pares de zapatos; para uno estrenar botines tenían que acabarse primero por encima, porque la suela se la reponían cuantas veces fuera necesario. El último zapatero que recuerdo se llamaba Baltasar, un viejito que tenía su negocio en el barrio Lleras y que se mantenía a medio pelo, y en cuyo negocio, que parecía una ratonera, a toda hora había un grupo de vejestorios dedicados a la tertulia y a chupar aguardiente. A don Balta había que hablarle durito para que oyera, y como respuesta, señalaba con la trompa un cerro de chagualos para que cada quien buscara los suyos; y no contestaba porque siempre tenía la boca llena de tachuelas. Ahora el único negocio que conozco cerca a mi casa se llama dizque “Clínica del calzado”.
Pocas personas utilizan en la actualidad el servicio del sastre. La ropa se compra lista, aunque las señoras todavía los aprovechan para mandarle a subir el ruedo a los pantalones o cambiar una cremallera. Pero sastres como don Carlos Aldas o don Luis Montero, el de La Ecuatoriana, ya no se ven. Antes todo el mundo mandaba a hacer el flux donde un sastre, por lo que era común regalar en fechas especiales un corte de paño. El negocio les rebajó notablemente a estos profesionales de la aguja cuando aparecieron los vestidos Valher y Everfit, y desde entonces el fuerte de su negocio consistió en voltear el traje cuando después de usarlo el papá, se lo legaba al hijo. Ahora parece que quienes se dedican a ese oficio reniegan de sus antecesores, porque conocí hace poco uno que en vez de sastre se anunciaba como modisto.
Ya no hacen parva en las tiendas de barrio; nadie compra frascos y botellas; no hay amoladores en las calles; y todo empezó a cambiar cuando reemplazaron la forcha por el yogur.
pmejiama1@une.net.co
También pierde la ciudad al crecer a esos artesanos que cumplían sus nobles funciones de servicio a la comunidad, y a quienes la tecnología desbancó definitivamente del mercado. Recuerdo por ejemplo las camionetas que recorrer los barrios para ofrecer leche cruda; las señoras salían con la cantina, recipiente utilizado para tal fin, y el vendedor vertía la cantidad solicitada con asombrosa habilidad. No faltaba el regateo porque la medida no satisfacía, la leche estaba demasiado clarita o los residuos sólidos eran muy notorios. Puedo imaginar cuántas consultas por dolores de estómago, diarreas e infecciones intestinales generaría un mercado que tenía muy poco control sanitario.
Además caminaban las calles los ropavejeros con sus carretas cargadas de mercancía, quienes compraban cualquier cachivache que sobrara en los hogares. Cuando con mis hermanos llegamos a la adolescencia, la edad en la que uno siempre se ve corto de fondos para dedicarse a sus andanzas, descubrimos esa maravillosa fuente de ingresos. Mi padre guardaba con mucho cariño unos discos de música clásica, de 75 revoluciones y gruesos como platos, los cuales nunca oía porque ya el tocadiscos de la casa no reproducía esa clase de discos. Entonces poco a poco empezamos a feriarlos, hasta llegar al colmo de vender el “tripitorio” de la vieja radiola que tampoco funcionaba desde hacía mucho tiempo. Sólo en el próximo trasteo, cuando fueron a levantar el mueble, se dieron cuenta de que no pesaba nada y al revisarlo encontraron el coco vacío.
El afán de las mamás para que los hijos aprendieran a manejar carro lo más pronto posible era para que les ayudaran con la carga diaria de hacer los mandados. Y una de esas diligencias semanales era mandar a remallar las medias de seda al convento de Las Adoratrices, en donde empieza la bajada hacia el barrio Fátima; también zurcían las religiosas las prendas que sufrían algún desgarro. Al llegar al claustro y tocar varias veces en el portalón, había que esperar un buen rato hasta que por fin una venerable monjita abría y recibía el encargo; pocas veces dejaban ver a las novicias, convencidas de que les iban a tirar la llave a unas muchachas que casi siempre eran bigotudas y bien feítas.
Otro oficio que desapareció del entorno es el de zapatero remendón, aunque hasta hace poco todavía se escuchaban los gritos de quienes ofrecían ese servicio puerta a puerta. En mi casa había que ir al menos una vez a la semana a donde el remendón para que le pusiera tapas a los tacones de mi mamá, o a remontar varios pares de zapatos; para uno estrenar botines tenían que acabarse primero por encima, porque la suela se la reponían cuantas veces fuera necesario. El último zapatero que recuerdo se llamaba Baltasar, un viejito que tenía su negocio en el barrio Lleras y que se mantenía a medio pelo, y en cuyo negocio, que parecía una ratonera, a toda hora había un grupo de vejestorios dedicados a la tertulia y a chupar aguardiente. A don Balta había que hablarle durito para que oyera, y como respuesta, señalaba con la trompa un cerro de chagualos para que cada quien buscara los suyos; y no contestaba porque siempre tenía la boca llena de tachuelas. Ahora el único negocio que conozco cerca a mi casa se llama dizque “Clínica del calzado”.
Pocas personas utilizan en la actualidad el servicio del sastre. La ropa se compra lista, aunque las señoras todavía los aprovechan para mandarle a subir el ruedo a los pantalones o cambiar una cremallera. Pero sastres como don Carlos Aldas o don Luis Montero, el de La Ecuatoriana, ya no se ven. Antes todo el mundo mandaba a hacer el flux donde un sastre, por lo que era común regalar en fechas especiales un corte de paño. El negocio les rebajó notablemente a estos profesionales de la aguja cuando aparecieron los vestidos Valher y Everfit, y desde entonces el fuerte de su negocio consistió en voltear el traje cuando después de usarlo el papá, se lo legaba al hijo. Ahora parece que quienes se dedican a ese oficio reniegan de sus antecesores, porque conocí hace poco uno que en vez de sastre se anunciaba como modisto.
Ya no hacen parva en las tiendas de barrio; nadie compra frascos y botellas; no hay amoladores en las calles; y todo empezó a cambiar cuando reemplazaron la forcha por el yogur.
pmejiama1@une.net.co
lunes, junio 07, 2010
El opio del pueblo.
No le como cuento a las tales profecías de Nostradamus ni de ningún otro quiromántico por el estilo. Se trata de textos acomodados, escritos con mucha habilidad, para que sean interpretados de diferentes maneras según el acontecimiento histórico al que se le quieran adaptar. Le veo más gracia a Julio Verne, quien en el siglo XVIII escribió novelas que fueron ficción para la época, pero que con el paso del tiempo se hicieron realidad; quien podría imaginar entonces que algún día el hombre lograría recorrer las profundidades del océano en un submarino, o más increíble aún, llegar a la luna en una nave espacial.
En cambio me interesó un video que encuentro en internet titulado Zeitgeist, que en alemán quiere decir “espíritu de una época”, donde presentan argumentos para exponer otra visión de ciertos acontecimientos de la historia que hemos aceptado sin detenernos a cavilar acerca de ellos. El primer tema que toca el programa versa acerca de las religiones, y en especial la católica, un asunto que se presta para discusiones y enfrentamientos por la manera como las personas defienden su devoción. Sin duda las tesis esgrimidas en el video dan mucho qué pensar, pero tampoco es como para aceptarlas como ciertas y verdaderas porque a la larga también son interpretaciones de dichos sucesos.
A mí, igual que a la mayoría, me matricularon en el catolicismo sin preguntarme. Bautizo, primera comunión, confirmación, misa los domingos, comunión el primer viernes del mes con el consabido susto por la confesada, vigilia los viernes de cuaresma, procesiones y visita a monumentos en Semana Santa, novenas en navidad, celebración de la semana Mariana, matrimonio por la iglesia y todos los ritos que nos impusieron por ser católicos, apostólicos y romanos. Nació mi hijo y no dudé en alinearlo en la misma creencia, sin detenerme a pensar lo que ahora me inquieta. Porque yo de pequeño también creía que Dios es un señor que está en el cielo y que puede ver todo lo que sucede en la tierra, así uno se encierre con llave y baje las persianas. Que vivía en el paraíso con María Santísima, ambos en cuerpo y alma como nos lo enseñaron en clase de religión, mientras las almas de los mortales tenían el privilegio de acompañarlos por haberse manejado bien en la tierra.
Por qué nunca nos hablaron de que nuestra religión coincide con otras en muchos aspectos. Que 3000 años antes de Cristo los egipcios adoraron a un dios solar representado en Horus, quien nació de una virgen un 25 de diciembre y que ésta debió huir porque querían asesinar a su hijo recién nacido. Horus tuvo 12 discípulos que correspondían a las constelaciones y durante el invierno, ese dios representado en el sol, se desplazaba hacia el sur hasta detenerse el 22 de diciembre, día del solsticio de invierno, en la constelación de la cruz del sur. Allí se quedaba estático durante 3 días, para nacer de nuevo e iniciar su regreso al norte el 25 de diciembre. Ese día el cinturón de Orión, conocido como “Las 3 Marías” o “los 3 Reyes Magos”, señalaba el lugar del nacimiento. Otra deidad, Sobk, caminó sobre las aguas y ofreció panes y peces a sus seguidores.
Ya con los años acaté que el catolicismo basa su enseñanza en la fe, que en pocas palabras quiere decir que debemos aceptar sus preceptos sin discutirlos, echarles cabeza o ahondar en ellos; lo que llaman tragar entero. Pero mi intelecto se negó a pasar de agache e insistió en desmenuzar los hechos, en investigar y controvertir, para toparme con infinidad de dudas y cuestionamientos. Luego viene la iglesia como intermediaria entre el Ser Supremo y su grey, y se encarga con sus desaciertos a través de la historia de espantar a muchos fieles.
Después de comparar el catolicismo con otras religiones, de leer algo acerca de ellas y sopesar sus pros y sus contras, encuentro un relato que al fin me identificó con una doctrina valedera. Resulta que un teólogo brasileño le preguntó al Dalai Lama cuál es la religión ideal, y cuando esperaba como respuesta que el budismo u otro culto oriental, el monje respondió que es aquella en la que cada uno crea. Que para él, la religión debe enseñar al hombre a distinguir entre el bien del mal, a respetar a los demás y comportase de forma irreprochable. A ser honesto, recto, ético y moral. Tolerante, comprensivo, responsable y generoso. Una religión que ante todo nos exija ser buenas personas.
Carlos Marx dijo con sabiduría que la religión es el opio del pueblo, frase valedera durante mucho tiempo, pero que en la actualidad ha perdido fuerza. Porque al menos en el catolicismo el dominio de la iglesia duró hasta nuestra generación, aunque muchos en la edad adulta nos declaramos “independientes” y optamos por una comunicación directa con Dios, sin mediadores. En cambio la juventud, que ya no logran manipular con el miedo al diablo y al castigo eterno, no le come cuento a nada. Sólo les quedan las masas ignorantes y obtusas que se aferran a la religión como náufragos a una tabla y que no controvierte ni objetan. Resta decir que toda religión tiene seguidores moderados, extremistas, fervientes, convencionales, independientes, apasionados, disidentes y los del montón, que son mayoría.
pmejiama1@une.net.co
En cambio me interesó un video que encuentro en internet titulado Zeitgeist, que en alemán quiere decir “espíritu de una época”, donde presentan argumentos para exponer otra visión de ciertos acontecimientos de la historia que hemos aceptado sin detenernos a cavilar acerca de ellos. El primer tema que toca el programa versa acerca de las religiones, y en especial la católica, un asunto que se presta para discusiones y enfrentamientos por la manera como las personas defienden su devoción. Sin duda las tesis esgrimidas en el video dan mucho qué pensar, pero tampoco es como para aceptarlas como ciertas y verdaderas porque a la larga también son interpretaciones de dichos sucesos.
A mí, igual que a la mayoría, me matricularon en el catolicismo sin preguntarme. Bautizo, primera comunión, confirmación, misa los domingos, comunión el primer viernes del mes con el consabido susto por la confesada, vigilia los viernes de cuaresma, procesiones y visita a monumentos en Semana Santa, novenas en navidad, celebración de la semana Mariana, matrimonio por la iglesia y todos los ritos que nos impusieron por ser católicos, apostólicos y romanos. Nació mi hijo y no dudé en alinearlo en la misma creencia, sin detenerme a pensar lo que ahora me inquieta. Porque yo de pequeño también creía que Dios es un señor que está en el cielo y que puede ver todo lo que sucede en la tierra, así uno se encierre con llave y baje las persianas. Que vivía en el paraíso con María Santísima, ambos en cuerpo y alma como nos lo enseñaron en clase de religión, mientras las almas de los mortales tenían el privilegio de acompañarlos por haberse manejado bien en la tierra.
Por qué nunca nos hablaron de que nuestra religión coincide con otras en muchos aspectos. Que 3000 años antes de Cristo los egipcios adoraron a un dios solar representado en Horus, quien nació de una virgen un 25 de diciembre y que ésta debió huir porque querían asesinar a su hijo recién nacido. Horus tuvo 12 discípulos que correspondían a las constelaciones y durante el invierno, ese dios representado en el sol, se desplazaba hacia el sur hasta detenerse el 22 de diciembre, día del solsticio de invierno, en la constelación de la cruz del sur. Allí se quedaba estático durante 3 días, para nacer de nuevo e iniciar su regreso al norte el 25 de diciembre. Ese día el cinturón de Orión, conocido como “Las 3 Marías” o “los 3 Reyes Magos”, señalaba el lugar del nacimiento. Otra deidad, Sobk, caminó sobre las aguas y ofreció panes y peces a sus seguidores.
Ya con los años acaté que el catolicismo basa su enseñanza en la fe, que en pocas palabras quiere decir que debemos aceptar sus preceptos sin discutirlos, echarles cabeza o ahondar en ellos; lo que llaman tragar entero. Pero mi intelecto se negó a pasar de agache e insistió en desmenuzar los hechos, en investigar y controvertir, para toparme con infinidad de dudas y cuestionamientos. Luego viene la iglesia como intermediaria entre el Ser Supremo y su grey, y se encarga con sus desaciertos a través de la historia de espantar a muchos fieles.
Después de comparar el catolicismo con otras religiones, de leer algo acerca de ellas y sopesar sus pros y sus contras, encuentro un relato que al fin me identificó con una doctrina valedera. Resulta que un teólogo brasileño le preguntó al Dalai Lama cuál es la religión ideal, y cuando esperaba como respuesta que el budismo u otro culto oriental, el monje respondió que es aquella en la que cada uno crea. Que para él, la religión debe enseñar al hombre a distinguir entre el bien del mal, a respetar a los demás y comportase de forma irreprochable. A ser honesto, recto, ético y moral. Tolerante, comprensivo, responsable y generoso. Una religión que ante todo nos exija ser buenas personas.
Carlos Marx dijo con sabiduría que la religión es el opio del pueblo, frase valedera durante mucho tiempo, pero que en la actualidad ha perdido fuerza. Porque al menos en el catolicismo el dominio de la iglesia duró hasta nuestra generación, aunque muchos en la edad adulta nos declaramos “independientes” y optamos por una comunicación directa con Dios, sin mediadores. En cambio la juventud, que ya no logran manipular con el miedo al diablo y al castigo eterno, no le come cuento a nada. Sólo les quedan las masas ignorantes y obtusas que se aferran a la religión como náufragos a una tabla y que no controvierte ni objetan. Resta decir que toda religión tiene seguidores moderados, extremistas, fervientes, convencionales, independientes, apasionados, disidentes y los del montón, que son mayoría.
pmejiama1@une.net.co
martes, junio 01, 2010
Un mes sabático.
No cabe duda de que las cosas escasas son las más apetecidas. Por ello disfrutamos tanto del mundial de fútbol, porque debemos esperar 4 años entre uno y otro. Los millones de aficionados al balompié del planeta, que los hay por todos los rincones, esperamos con ansias la fecha de inicio de un evento que reúne las 32 selecciones clasificadas; es lógico que quienes pertenecen a los países invitados tienen un aliciente extra, aunque a los eliminados nos queda el consuelo que al menos no vamos a herniarnos de hacer fuerza. Ahí sí, que gane el mejor.
Debido a los horarios en que veremos los partidos en nuestro país, se complica la situación para los asalariados y para quienes aunque son independientes, no se pueden sentar todo un mes a ver fútbol durante buena parte del día. Sólo cuando el mundial se desarrolla en un país americano el horario se acomoda a nuestra rutina diaria; aunque nos queda el consuelo que si el horario de África y Europa es inconveniente, el de Asia es mucho peor. Ahora nos toca madrugar a las 6:30 para ver el primer partido; pausa para el desayuno y arranca el segundo a las 9 de la mañana; ahí queda un espacio para almorzar, echarse un motoso y alistarse porque a la 1:30 de la tarde empieza el último encuentro del día. Los fines de semana, a este horario de la tarde podemos revolverle almuerzo con los amigos para comentar, pronosticar, discutir y compartir alrededor de unas cervecitas.
En todo caso queda la opción, para el muy aficionado que por compromisos laborales no pueda disfrutar del mundial, de sacar vacaciones, pedir una licencia no remunerada, contagiarse de hepatitis o inventar cualquier escusa para no ir a trabajar. Si es desempleado, deje de mandar hojas de vida mientras dura el evento porque seguro es tan salado que le resulta una chanfa; fíjese que si lleva varios años varado, qué carajo unas semanitas más. Si algunos se toman un año sabático para descubrirse a sí mismos, hacer catarsis, especializarse en algo o escribir un libro, no va a tener uno derecho a desconectarse durante 4 semanas.
A veces envidio a la mayoría de las mujeres que no les interesa el mundial en lo más mínimo; lógico que se enteran, porque ahora no se habla de otra cosa, pero las tiene sin cuidado quiénes juegan, a qué horas, dónde, cuáles selecciones son las favoritas, quiénes son las estrellas, etc. Lo único que les llama la atención es cuando aparece en el noticiero un jugador de esos al que se refieren como a un papacito. Aunque parezca increíble, también hay varones que poco se interesan en el tema; claro que ellos sí deben tener cuidado porque no faltarán quienes duden de su hombría. Porque la vaina no deja de ser sospechosa…
Sin duda el fútbol es una pasión que nos transforma a muchos; mi mujer se ríe cuando me ve un domingo por la tarde, íngrimo ante el televisor, mientras reniego, hablo solo, insulto, regaño, grito, me desespero y es más el desgaste mental que lo que disfruto. Entre la Selección Colombia y el Once Caldas me han sacado canas, pero ella no puede entender cuando me ve al borde de un colapso y al preguntar quiénes juegan, le hablo de un partido de la liga alemana; entonces se coge la cabeza y comenta que ahora sí me enloquecí. Un amigo costeño se refiere a la edad de las personas basado en el ciclo de los mundiales. Por ejemplo conoce a un muchachito de 12 años y dice: “Ajá, ese pelao tiene tre mundiale”.
Además nos idiotizamos con el álbum, leemos cuanto artículo publiquen, oímos programas radiales y seguimos en la televisión todo lo relacionado con el mundial. Y quienes estén próximos a tener un hijo, de ser varón, querrán bautizarlo Mario Lionel, Cristiano Elías, Jorge Webó, Pedro Ballack o Luis Kaká. Ahora nos disponemos a competir para ganar la quiniela mundialista; por cierto, debemos invitar a novias y esposas a participar en el concurso para que se interesen en el tema. Es más, ¡estamos dispuestos a mostrarles la polla!
Cómo será la pasión que despierta el fútbol que a veces hasta locutores y comentaristas son contagiados y se van de la lengua. Me cuenta el doctor Gilberto Echeverry que a finales de los años 40 hubo un clásico regional en el estadio Libaré de Pereira, entre el equipo de esa ciudad y el Once Deportivo. El portero de los matecañas, el ñato Oliden Ángel, tenía fama de hampón y decían que jugaba con una puñaleta escondida entre la media. En el equipo de Manizales había un delantero muy hábil que protagonizaba unos contragolpes mortales y desde que empezó el partido el locutor se empeñó en advertirle al Ñato que debía tener cuidado. En una de esas se desbocó el muchacho y empieza ese hombre a gritar por el micrófono los consejos pertinentes: “Salile Ñato que te fusila, salile, salile Ñato…”. Pero de nada valió porque el portero se quedó estático, el delantero le metió un riflazo que ni siquiera lo vio entrar y el locutor en vez de cantar el gol, sólo atinó comentar al aire:
- ¡Ñato hijueputa!, ¿no te dije que te iba a fusilar?
pmejiama1@une.net.co
Debido a los horarios en que veremos los partidos en nuestro país, se complica la situación para los asalariados y para quienes aunque son independientes, no se pueden sentar todo un mes a ver fútbol durante buena parte del día. Sólo cuando el mundial se desarrolla en un país americano el horario se acomoda a nuestra rutina diaria; aunque nos queda el consuelo que si el horario de África y Europa es inconveniente, el de Asia es mucho peor. Ahora nos toca madrugar a las 6:30 para ver el primer partido; pausa para el desayuno y arranca el segundo a las 9 de la mañana; ahí queda un espacio para almorzar, echarse un motoso y alistarse porque a la 1:30 de la tarde empieza el último encuentro del día. Los fines de semana, a este horario de la tarde podemos revolverle almuerzo con los amigos para comentar, pronosticar, discutir y compartir alrededor de unas cervecitas.
En todo caso queda la opción, para el muy aficionado que por compromisos laborales no pueda disfrutar del mundial, de sacar vacaciones, pedir una licencia no remunerada, contagiarse de hepatitis o inventar cualquier escusa para no ir a trabajar. Si es desempleado, deje de mandar hojas de vida mientras dura el evento porque seguro es tan salado que le resulta una chanfa; fíjese que si lleva varios años varado, qué carajo unas semanitas más. Si algunos se toman un año sabático para descubrirse a sí mismos, hacer catarsis, especializarse en algo o escribir un libro, no va a tener uno derecho a desconectarse durante 4 semanas.
A veces envidio a la mayoría de las mujeres que no les interesa el mundial en lo más mínimo; lógico que se enteran, porque ahora no se habla de otra cosa, pero las tiene sin cuidado quiénes juegan, a qué horas, dónde, cuáles selecciones son las favoritas, quiénes son las estrellas, etc. Lo único que les llama la atención es cuando aparece en el noticiero un jugador de esos al que se refieren como a un papacito. Aunque parezca increíble, también hay varones que poco se interesan en el tema; claro que ellos sí deben tener cuidado porque no faltarán quienes duden de su hombría. Porque la vaina no deja de ser sospechosa…
Sin duda el fútbol es una pasión que nos transforma a muchos; mi mujer se ríe cuando me ve un domingo por la tarde, íngrimo ante el televisor, mientras reniego, hablo solo, insulto, regaño, grito, me desespero y es más el desgaste mental que lo que disfruto. Entre la Selección Colombia y el Once Caldas me han sacado canas, pero ella no puede entender cuando me ve al borde de un colapso y al preguntar quiénes juegan, le hablo de un partido de la liga alemana; entonces se coge la cabeza y comenta que ahora sí me enloquecí. Un amigo costeño se refiere a la edad de las personas basado en el ciclo de los mundiales. Por ejemplo conoce a un muchachito de 12 años y dice: “Ajá, ese pelao tiene tre mundiale”.
Además nos idiotizamos con el álbum, leemos cuanto artículo publiquen, oímos programas radiales y seguimos en la televisión todo lo relacionado con el mundial. Y quienes estén próximos a tener un hijo, de ser varón, querrán bautizarlo Mario Lionel, Cristiano Elías, Jorge Webó, Pedro Ballack o Luis Kaká. Ahora nos disponemos a competir para ganar la quiniela mundialista; por cierto, debemos invitar a novias y esposas a participar en el concurso para que se interesen en el tema. Es más, ¡estamos dispuestos a mostrarles la polla!
Cómo será la pasión que despierta el fútbol que a veces hasta locutores y comentaristas son contagiados y se van de la lengua. Me cuenta el doctor Gilberto Echeverry que a finales de los años 40 hubo un clásico regional en el estadio Libaré de Pereira, entre el equipo de esa ciudad y el Once Deportivo. El portero de los matecañas, el ñato Oliden Ángel, tenía fama de hampón y decían que jugaba con una puñaleta escondida entre la media. En el equipo de Manizales había un delantero muy hábil que protagonizaba unos contragolpes mortales y desde que empezó el partido el locutor se empeñó en advertirle al Ñato que debía tener cuidado. En una de esas se desbocó el muchacho y empieza ese hombre a gritar por el micrófono los consejos pertinentes: “Salile Ñato que te fusila, salile, salile Ñato…”. Pero de nada valió porque el portero se quedó estático, el delantero le metió un riflazo que ni siquiera lo vio entrar y el locutor en vez de cantar el gol, sólo atinó comentar al aire:
- ¡Ñato hijueputa!, ¿no te dije que te iba a fusilar?
pmejiama1@une.net.co
lunes, mayo 24, 2010
Un asunto judicial.
Hace 20 años dejé de trabajar en el aeropuerto y todavía pienso, cada que amanece el día nublado y lluvioso, que siquiera no estoy en ese tierrero tan espantoso que se arma en el terminal aéreo cuando el clima no colabora. Mientras que durante el verano todo funciona como un relojito, a excepción de algunos inconvenientes que se presentan por problemas técnicos o de otra índole, al llegar el invierno a los empleados de la parte operativa, desde quien atiende el counter hasta el piloto del avión, los agobia el estrés y el acelere que son el pan de cada día. Fueron muchas las experiencias vividas durante ese lapso y ahora mismo recuerdo una en particular.
Iban a instalar las luces de aproximación en la pista de La Nubia y para hacer las pruebas respectivas, vino una avioneta de la Aerocivil con los técnicos y el personal necesarios. En vista de que debían efectuar varios aterrizajes, el director del ente oficial que administraba el aeropuerto se antojó de darse un champú y ahí lo encaramaron para que calmara fiebre. El caso es que en una de las aproximaciones algo salió mal, el piloto, una ráfaga de viento o una falla mecánica, y la avioneta se golpeó de frente contra la cabecera de la pista con tan buena suerte que en vez de destrozarse contra el piso, alcanzó a rodar por el asfalto y a pesar de los daños, todos sus ocupantes salieron ilesos; aparte del susto y de algunos golpes menores.
Como soy novelero por herencia fui uno de los primeros en estar en el lugar del accidente, pateándome la evacuación de los tripulantes, la evaluación preliminar de los daños, las posibles causas y todo lo que se dijera en los corrillos. Por fortuna en ese momento el voleo era poco y después de regresar a mi oficina, recibí una llamada muy extraña de un periodista de La Patria que me acusaba sin argumentos y por último amenazó con demandarme penalmente. Entonces hablé con un directivo del periódico para preguntarle de qué se trataba el asunto y me explicó que el periodista marcó al teléfono de mi oficina, y al indagar por lo sucedido con la avioneta, quien respondió la llamada le dijo que no fuera pechugón, que bajara hasta el aeropuerto a cumplir con su trabajo que para eso le pagaban; y que no jodiera más que necesitaba el teléfono. Y la verdad, me dijo, el comunicador cree haber reconocido por el tono la voz al Director de Valorización Municipal, el doctor Germán Mejía Arango.
Pichón le decía todo el mundo a ese personaje, aunque en el aeropuerto lo llamábamos el capitán bombillo flojo, porque tenía un tic que lo hacía parpadear en todo momento. Era un tipo genial, mamagallista, de fino humor, amable y dicharachero, además de amante de la aviación; le gustaba tanto volar que quienes negociaban con él decían que era muy “avión”. Muchas veces, antes de empezar su jornada laboral, muy temprano llegaba al aeropuerto y me invitaba a que lo acompañara a dar un vueltón en su Paiper Navajo Chieftain; en menos de media hora íbamos a monitorear desde el aire alguna obra que tuviera en construcción, hacíamos cualquier pirueta y regresábamos al hangar. De manera que apenas me lo nombraron supuse que era cierto, ya que nunca dejaba de pasar por la oficina para pegarse del teléfono a tenoriar, porque además era coqueto como ninguno.
Los días pasaron y me olvidé del asunto, hasta que una tarde llegó un juez con su secretario a tomarme declaración juramentada sobre el caso. Cuando dije mi nombre completo el juez preguntó, con cierta ironía, si yo era hermano del acusado, a lo que respondí que ni riesgos, que mi dios me amparara, que era una simple coincidencia. Siguió el interrogatorio y en esas entró Pichón como un ventarrón, hablando duro con ese ronqueto que lo caracterizaba, y como es de suponerse yo no sabía qué camino coger. No me quedó sino informarle de qué se trataba el asunto y procedí a presentarle los funcionarios, a lo que respondió que no jodieran con eso, que ante semejante tarde tan bonita mejor se fueran a dar una palomita en el avión. Con ese desparpajo tan suyo sacó la hoja de la máquina de escribir, mientras el secretario lo miraba estupefacto, la echó a la basura y le pasó el brazo por los hombros al juez mientras lo sacaba de la oficina con dirección a los hangares. Allá se los llevó mientras hablaba como una lora sin dejarlos siquiera rechistar.
Yo me quedé de una sola pieza. Los nervios me invadían e imaginaba que ya iban a aparecer con el piloto esposado y que a mí también me iban a echar mano por cómplice, por sapo o simplemente por estar en el lugar equivocado. Pues muy errado estaba porque llegaron al caer la tarde; venían del aeropuerto de Medellín donde el acusado les había comprado turrones del Astor, pasteles, donas, ambos estrenaban cachucha y el juez andaba güete porque Pichón le había soltado el avión durante un corto trayecto. Recogieron la máquina de escribir portátil, sus maletines y se montaron al carro de Germán, quien de esa manera se libró de un asunto que pudo llegar a empapelarlo.
pmejiama1@une.net.co
Iban a instalar las luces de aproximación en la pista de La Nubia y para hacer las pruebas respectivas, vino una avioneta de la Aerocivil con los técnicos y el personal necesarios. En vista de que debían efectuar varios aterrizajes, el director del ente oficial que administraba el aeropuerto se antojó de darse un champú y ahí lo encaramaron para que calmara fiebre. El caso es que en una de las aproximaciones algo salió mal, el piloto, una ráfaga de viento o una falla mecánica, y la avioneta se golpeó de frente contra la cabecera de la pista con tan buena suerte que en vez de destrozarse contra el piso, alcanzó a rodar por el asfalto y a pesar de los daños, todos sus ocupantes salieron ilesos; aparte del susto y de algunos golpes menores.
Como soy novelero por herencia fui uno de los primeros en estar en el lugar del accidente, pateándome la evacuación de los tripulantes, la evaluación preliminar de los daños, las posibles causas y todo lo que se dijera en los corrillos. Por fortuna en ese momento el voleo era poco y después de regresar a mi oficina, recibí una llamada muy extraña de un periodista de La Patria que me acusaba sin argumentos y por último amenazó con demandarme penalmente. Entonces hablé con un directivo del periódico para preguntarle de qué se trataba el asunto y me explicó que el periodista marcó al teléfono de mi oficina, y al indagar por lo sucedido con la avioneta, quien respondió la llamada le dijo que no fuera pechugón, que bajara hasta el aeropuerto a cumplir con su trabajo que para eso le pagaban; y que no jodiera más que necesitaba el teléfono. Y la verdad, me dijo, el comunicador cree haber reconocido por el tono la voz al Director de Valorización Municipal, el doctor Germán Mejía Arango.
Pichón le decía todo el mundo a ese personaje, aunque en el aeropuerto lo llamábamos el capitán bombillo flojo, porque tenía un tic que lo hacía parpadear en todo momento. Era un tipo genial, mamagallista, de fino humor, amable y dicharachero, además de amante de la aviación; le gustaba tanto volar que quienes negociaban con él decían que era muy “avión”. Muchas veces, antes de empezar su jornada laboral, muy temprano llegaba al aeropuerto y me invitaba a que lo acompañara a dar un vueltón en su Paiper Navajo Chieftain; en menos de media hora íbamos a monitorear desde el aire alguna obra que tuviera en construcción, hacíamos cualquier pirueta y regresábamos al hangar. De manera que apenas me lo nombraron supuse que era cierto, ya que nunca dejaba de pasar por la oficina para pegarse del teléfono a tenoriar, porque además era coqueto como ninguno.
Los días pasaron y me olvidé del asunto, hasta que una tarde llegó un juez con su secretario a tomarme declaración juramentada sobre el caso. Cuando dije mi nombre completo el juez preguntó, con cierta ironía, si yo era hermano del acusado, a lo que respondí que ni riesgos, que mi dios me amparara, que era una simple coincidencia. Siguió el interrogatorio y en esas entró Pichón como un ventarrón, hablando duro con ese ronqueto que lo caracterizaba, y como es de suponerse yo no sabía qué camino coger. No me quedó sino informarle de qué se trataba el asunto y procedí a presentarle los funcionarios, a lo que respondió que no jodieran con eso, que ante semejante tarde tan bonita mejor se fueran a dar una palomita en el avión. Con ese desparpajo tan suyo sacó la hoja de la máquina de escribir, mientras el secretario lo miraba estupefacto, la echó a la basura y le pasó el brazo por los hombros al juez mientras lo sacaba de la oficina con dirección a los hangares. Allá se los llevó mientras hablaba como una lora sin dejarlos siquiera rechistar.
Yo me quedé de una sola pieza. Los nervios me invadían e imaginaba que ya iban a aparecer con el piloto esposado y que a mí también me iban a echar mano por cómplice, por sapo o simplemente por estar en el lugar equivocado. Pues muy errado estaba porque llegaron al caer la tarde; venían del aeropuerto de Medellín donde el acusado les había comprado turrones del Astor, pasteles, donas, ambos estrenaban cachucha y el juez andaba güete porque Pichón le había soltado el avión durante un corto trayecto. Recogieron la máquina de escribir portátil, sus maletines y se montaron al carro de Germán, quien de esa manera se libró de un asunto que pudo llegar a empapelarlo.
pmejiama1@une.net.co
martes, mayo 11, 2010
Faranduleras.
Algún día se le ocurrió a Yamid Amat cerrar su noticiero de televisión con una sección donde una muchacha bien bella presentara los chismes y las banalidades de actualidad, y desde ese día la modita se impuso hasta llegar a ocupar un buen porcentaje del contenido de los informativos. La pionera fue Viena Ruiz, quien con un carrizo provocativo y sensual puso a suspirar a más de uno, mientras hacía cara de pícara y maliciosa para acabar de enloquecer a sus fervientes admiradores. Ahora la competencia no se basa en presentar las notas más llamativas e impactantes, sino en conseguir las presentadoras más buenas (y no me refiero a buenas profesionales o buenas personas).
Es triste reconocerlo pero la farándula se robó la atención del público y nuestro país no es la excepción. En España los chismes del corazón, como les dicen allá, arrastran más audiencia que cualquier otro tema; en los Estados Unidos pesa más el affaire de un famoso que el peor escándalo político; los mejicanos respiran farándula y en todo el planeta las telenovelas acaparan la audiencia en la pantalla chica. Ahora años la programación de la televisión colombiana presentaba una novela en el horario nocturno y además había programas de opinión, musicales, humorísticos, documentales, deportivos, concursos y variedades para todos los gustos. En la actualidad las novelas empiezan a medio día y así se van hasta el final de la noche, solo interrumpidas por los noticieros que dedican más tiempo a la farándula y los deportes que a la información relevante. La bobería de nuestro pueblo puede reflejarse en un dato que es bien preocupante: la revista que más ejemplares vende es un magacín dedicado a las telenovelas. ¡Válgame dios!
Hay que ver el papel y el espacio en radio y televisión que le han gastado por ejemplo al caso del compañero de Shaquira. Que el tipo es un bueno para nada, un mantenido, un vividor que se la gana de ojo. Y si a ella le provoca mantenerlo y además tiene con qué, a quien carajo le importa. Para qué va a trabajar ese personaje si la muchacha nada en la abundancia y a lo mejor el cliente se gana su plata por la noche cuando se meten debajo de las cobijas; así como ella paga por tener su avión, mansiones, ropa y joyas de marca, tiene derecho a pagar por un buen taladro. Si algún día se aburre y decide reemplazarlo, y lo manda para la porra sin un peso encima, el problema es solo de él.
Ahora qué tal el follón que le armaron al negrito golfista por andar “porfueriando”. Yo no me explico cómo sus manejadores pretendieron vender la imagen de un personaje de ese perfil como un tipo casero, juicioso y fiel como perro faldero, si para nadie es un secreto que un hombre como él, con plata, fama y presencia, está expuesto a todo tipo de tentaciones. Entonces cuando sucede lo inevitable y el hombre tiene su resbalón, se le viene el mundo encima y empiezan a aparecer sucursales por todas partes. A quién se le puede ocurrir que un personaje como ese, que pasa la mayor parte del tiempo en diferentes lugares del mundo y vive rodeado de admiradores, además de hordas de mujeres que lo acosas y cortejan, va a acostarse todos los días en el hotel a suspirar mientras contempla la foto de su familia. Un hombre a esa edad piensa en sexo a toda hora y papaya que le dan, papaya que parte. Ahora les dio dizque porque Tiger es adicto al sexo y tiene desórdenes síquicos; ¡qué va!, que no sean pendejos que ese cliente lo que tiene es plata de sobra para sostener semejante batallón de mozas. Otra cosa es que si el moreno, además de billete y fama, hace honor a su raza en cuanto a armamento se refiere… ¡No pregunte más!
Los famosos hacen cualquier cosa para atraer la atención de los medios de comunicación. Cazan peleas, arreglan matrimonios, anuncian divorcios, simulan querellas, difunden rumores o lo que sea necesario para mojar prensa. Para la muestra la noticia que ocupó los titulares de los principales medios donde el cantante puertorriqueño Ricky Martin anunció que pertenece al otro equipo. Valiente tontarrón, descubrió que el agua moja. Noticia impactante si le dicen a uno que Vicente Fernández, Alberto Cortez, Serrat o Juanes son maricas, pero de semejante loca, que desde chiquito se le nota por el caminado, a nadie va a coger por sorpresa la información.
Muchas mujeres se habrán sentido engañadas porque en su momento tuvieron romance con el boricua y otras tantas quedarán decepcionadas al enterarse de que a su ídolo sexual se le moja la canoa. Mientras tanto, la comunidad gay habrá recibido con beneplácito la noticia referente a que el cantante llega a engrosar las filas de los dañaos. Ya se conoce el machucante del personaje, quien resultó ser su productor musical, además de que se manda la misma pinta de filipichín repelente. El caso es que la primicia tiene al artista en todos los titulares y pasará tiempo antes de que los cazadores de chismes pierdan interés por el caso; deben andar todos que les pica la lengua para preguntarle a Ricky si en esa relación el funge de sopla-nucas o de muerde-almohadas.
pmejiama1@une.net.co
Es triste reconocerlo pero la farándula se robó la atención del público y nuestro país no es la excepción. En España los chismes del corazón, como les dicen allá, arrastran más audiencia que cualquier otro tema; en los Estados Unidos pesa más el affaire de un famoso que el peor escándalo político; los mejicanos respiran farándula y en todo el planeta las telenovelas acaparan la audiencia en la pantalla chica. Ahora años la programación de la televisión colombiana presentaba una novela en el horario nocturno y además había programas de opinión, musicales, humorísticos, documentales, deportivos, concursos y variedades para todos los gustos. En la actualidad las novelas empiezan a medio día y así se van hasta el final de la noche, solo interrumpidas por los noticieros que dedican más tiempo a la farándula y los deportes que a la información relevante. La bobería de nuestro pueblo puede reflejarse en un dato que es bien preocupante: la revista que más ejemplares vende es un magacín dedicado a las telenovelas. ¡Válgame dios!
Hay que ver el papel y el espacio en radio y televisión que le han gastado por ejemplo al caso del compañero de Shaquira. Que el tipo es un bueno para nada, un mantenido, un vividor que se la gana de ojo. Y si a ella le provoca mantenerlo y además tiene con qué, a quien carajo le importa. Para qué va a trabajar ese personaje si la muchacha nada en la abundancia y a lo mejor el cliente se gana su plata por la noche cuando se meten debajo de las cobijas; así como ella paga por tener su avión, mansiones, ropa y joyas de marca, tiene derecho a pagar por un buen taladro. Si algún día se aburre y decide reemplazarlo, y lo manda para la porra sin un peso encima, el problema es solo de él.
Ahora qué tal el follón que le armaron al negrito golfista por andar “porfueriando”. Yo no me explico cómo sus manejadores pretendieron vender la imagen de un personaje de ese perfil como un tipo casero, juicioso y fiel como perro faldero, si para nadie es un secreto que un hombre como él, con plata, fama y presencia, está expuesto a todo tipo de tentaciones. Entonces cuando sucede lo inevitable y el hombre tiene su resbalón, se le viene el mundo encima y empiezan a aparecer sucursales por todas partes. A quién se le puede ocurrir que un personaje como ese, que pasa la mayor parte del tiempo en diferentes lugares del mundo y vive rodeado de admiradores, además de hordas de mujeres que lo acosas y cortejan, va a acostarse todos los días en el hotel a suspirar mientras contempla la foto de su familia. Un hombre a esa edad piensa en sexo a toda hora y papaya que le dan, papaya que parte. Ahora les dio dizque porque Tiger es adicto al sexo y tiene desórdenes síquicos; ¡qué va!, que no sean pendejos que ese cliente lo que tiene es plata de sobra para sostener semejante batallón de mozas. Otra cosa es que si el moreno, además de billete y fama, hace honor a su raza en cuanto a armamento se refiere… ¡No pregunte más!
Los famosos hacen cualquier cosa para atraer la atención de los medios de comunicación. Cazan peleas, arreglan matrimonios, anuncian divorcios, simulan querellas, difunden rumores o lo que sea necesario para mojar prensa. Para la muestra la noticia que ocupó los titulares de los principales medios donde el cantante puertorriqueño Ricky Martin anunció que pertenece al otro equipo. Valiente tontarrón, descubrió que el agua moja. Noticia impactante si le dicen a uno que Vicente Fernández, Alberto Cortez, Serrat o Juanes son maricas, pero de semejante loca, que desde chiquito se le nota por el caminado, a nadie va a coger por sorpresa la información.
Muchas mujeres se habrán sentido engañadas porque en su momento tuvieron romance con el boricua y otras tantas quedarán decepcionadas al enterarse de que a su ídolo sexual se le moja la canoa. Mientras tanto, la comunidad gay habrá recibido con beneplácito la noticia referente a que el cantante llega a engrosar las filas de los dañaos. Ya se conoce el machucante del personaje, quien resultó ser su productor musical, además de que se manda la misma pinta de filipichín repelente. El caso es que la primicia tiene al artista en todos los titulares y pasará tiempo antes de que los cazadores de chismes pierdan interés por el caso; deben andar todos que les pica la lengua para preguntarle a Ricky si en esa relación el funge de sopla-nucas o de muerde-almohadas.
pmejiama1@une.net.co
lunes, mayo 03, 2010
Trágame tierra.
Una persona senil muchas veces incomoda a los demás por su imprudencia. Para su fortuna, el anciano no debe recurrir a esa hipocresía que utilizamos los demás para no herir susceptibilidades, y son como los niños que dicen las cosas sin tapujos. Claro que su acompañante hace mucha fuerza cada que se encuentran con alguien para que el viejo no meta las patas, y se desespera porque no entiende lo que le dicen, deben hablarle duro, se confunde y tergiversa las cosas. Olvida que se trata de una enfermedad como cualquier otra y que nadie está libre de padecerla.
Claro que para decir imprudencias basta con abrir la boca. Una vez estábamos en Bogotá en un almacén y nos topamos con una parienta de mi mujer, con quien no se veía desde hacía mucho tiempo. Ana María se le abalanzó a abrazarla, darle besos y sobarle la barriga mientras con voz tierna le decía que qué era esa belleza, que por qué nadie le había contado que esperaban un bebé. La pobre muchacha miró a su marido con cara de asombro y alcanzó a balbucear: No, qué va, ¡yo acaso estoy embarazada! Ahí es cuando uno quiere que la tierra se lo trague.
Es común que al encontrarnos con alguien no recordemos su nombre, por lo que debemos hacer un esfuerzo para entender lo que el otro dice mientras el subconsciente trabaja a marchas forzadas para dar con la información. O cuando queremos preguntarle por su familia y toca echar cabeza para recordar si el fulano tiene los padres vivos, y al final resolvemos que es preferible pasar por mal educado que meter las quimbas.
Mis padres eran amigos de subir a Chipre a mirar el paisaje y mecatiar, a pesar de la nube de mendigos y vendedores de chucherías que pululan allí. El viejo era muy seriote y le ofuscaba que llegaran a echarle cuentos, como un señor en silla de ruedas que ofrecía boletas para la rifa de un cuadro pintado por él. En un principio le compraba, porque el hombre además tenía artritis en las manos, pero al cabo del tiempo ya estaba jarto de participar en el sorteo. Entonces se arrima el tipo a entablarle conversa a mi padre, quien le respondía con monosílabos, y en esas le pregunta por su hermano Fabio. Él murió hace como tres años, le dice mi padre de mala gana, por lo que el tipo comenta como para no cerrar el diálogo:
-¡Ah, de razón que no lo he vuelto a ver!
Mi mamá, que por cierto era bien despistada, se moría de la risa cuando se le olvidaba algo o hacía alguna pendejada. Un día envolató el teléfono inalámbrico y no había manera de encontrarlo, hasta que por fin timbró y apareció dentro de la panera. Y entre más pensaba por qué lo había guardado en ese lugar tan absurdo, más risa le daba. Al final de su enfermedad hubo que administrarle medicamentos muy fuertes para el dolor, los cuales a veces la confundían un poco, por lo que al despedirse de una señora que fue a visitarla le mandó saludes a una amiga que tenían en común. La otra, sorprendida, le respondió que cómo así, que si acaso no se acordaba que ella había muerto hacía poco. Y mi mamá, que era muy consciente de su condición, le dijo con mucha gracia:
-Ah, no, entonces olvídate de las saludes que yo se las doy personalmente.
Otro día le recordó a mi hermana la promesa que le hicimos de llevarla al Santuario de Buga. Mónica, angustiada de que mi madre creyera que pronto se iba a recuperar, le dijo que claro, pero que debíamos esperar a que estuviera mejorcita. Entonces mi madre responde muy tranquila:
-Mija, por Dios, yo me refiero es a las cenizas.
Y nos fuimos en patota con algunos familiares, llevamos fiambre, dormimos por allá y tomamos aguardientico, como le gustaba a ella. A los días de regresar, mis hermanas no sabían qué hacer con las cenizas y decían que con ellas por ahí rodando se sentían como en Cien años de soledad. Entonces resolvimos depositarlas en la tumba de mi padre, por lo que un día encontré a Mónica muy confundida porque en el Jardín Cementerio le dijeron que ese mandado costaba lo mismo que un entierro. ¡Olvídese!, le comenté, se van de vista el domingo, llevan unas flores y una palita para hacer jardinería, y cuando hayan removido la tierra riegan con disimulo las cenizas, que de una vez sirven como abono.
Resulta que en medio de las tumbas de mi papá y Ardilla, mi hermano, está la de otro señor que casualmente también es Mejía. Llegan mis hermanas al cementerio muy compungidas, nerviosas de que las pillaran, y cuál sería la angustia cuando después de llevar a cabo el plan, Maria Clara se percata de que la otra regó las cenizas en la tumba del vecino. La pobre Mónica sólo atinó a escarbar con los dedos, y utilizándolos como rastrillos, trataba de empujar lo más que pudiera al sitio correcto. Ahí la tristeza se tornó en carcajadas y lloraban, pero de la risa, y la conclusión fue que lo que se hereda no se hurta, porque a mi madrecita le hubiera sucedido exactamente lo mismo.
pmejiama1@une.net.co
Claro que para decir imprudencias basta con abrir la boca. Una vez estábamos en Bogotá en un almacén y nos topamos con una parienta de mi mujer, con quien no se veía desde hacía mucho tiempo. Ana María se le abalanzó a abrazarla, darle besos y sobarle la barriga mientras con voz tierna le decía que qué era esa belleza, que por qué nadie le había contado que esperaban un bebé. La pobre muchacha miró a su marido con cara de asombro y alcanzó a balbucear: No, qué va, ¡yo acaso estoy embarazada! Ahí es cuando uno quiere que la tierra se lo trague.
Es común que al encontrarnos con alguien no recordemos su nombre, por lo que debemos hacer un esfuerzo para entender lo que el otro dice mientras el subconsciente trabaja a marchas forzadas para dar con la información. O cuando queremos preguntarle por su familia y toca echar cabeza para recordar si el fulano tiene los padres vivos, y al final resolvemos que es preferible pasar por mal educado que meter las quimbas.
Mis padres eran amigos de subir a Chipre a mirar el paisaje y mecatiar, a pesar de la nube de mendigos y vendedores de chucherías que pululan allí. El viejo era muy seriote y le ofuscaba que llegaran a echarle cuentos, como un señor en silla de ruedas que ofrecía boletas para la rifa de un cuadro pintado por él. En un principio le compraba, porque el hombre además tenía artritis en las manos, pero al cabo del tiempo ya estaba jarto de participar en el sorteo. Entonces se arrima el tipo a entablarle conversa a mi padre, quien le respondía con monosílabos, y en esas le pregunta por su hermano Fabio. Él murió hace como tres años, le dice mi padre de mala gana, por lo que el tipo comenta como para no cerrar el diálogo:
-¡Ah, de razón que no lo he vuelto a ver!
Mi mamá, que por cierto era bien despistada, se moría de la risa cuando se le olvidaba algo o hacía alguna pendejada. Un día envolató el teléfono inalámbrico y no había manera de encontrarlo, hasta que por fin timbró y apareció dentro de la panera. Y entre más pensaba por qué lo había guardado en ese lugar tan absurdo, más risa le daba. Al final de su enfermedad hubo que administrarle medicamentos muy fuertes para el dolor, los cuales a veces la confundían un poco, por lo que al despedirse de una señora que fue a visitarla le mandó saludes a una amiga que tenían en común. La otra, sorprendida, le respondió que cómo así, que si acaso no se acordaba que ella había muerto hacía poco. Y mi mamá, que era muy consciente de su condición, le dijo con mucha gracia:
-Ah, no, entonces olvídate de las saludes que yo se las doy personalmente.
Otro día le recordó a mi hermana la promesa que le hicimos de llevarla al Santuario de Buga. Mónica, angustiada de que mi madre creyera que pronto se iba a recuperar, le dijo que claro, pero que debíamos esperar a que estuviera mejorcita. Entonces mi madre responde muy tranquila:
-Mija, por Dios, yo me refiero es a las cenizas.
Y nos fuimos en patota con algunos familiares, llevamos fiambre, dormimos por allá y tomamos aguardientico, como le gustaba a ella. A los días de regresar, mis hermanas no sabían qué hacer con las cenizas y decían que con ellas por ahí rodando se sentían como en Cien años de soledad. Entonces resolvimos depositarlas en la tumba de mi padre, por lo que un día encontré a Mónica muy confundida porque en el Jardín Cementerio le dijeron que ese mandado costaba lo mismo que un entierro. ¡Olvídese!, le comenté, se van de vista el domingo, llevan unas flores y una palita para hacer jardinería, y cuando hayan removido la tierra riegan con disimulo las cenizas, que de una vez sirven como abono.
Resulta que en medio de las tumbas de mi papá y Ardilla, mi hermano, está la de otro señor que casualmente también es Mejía. Llegan mis hermanas al cementerio muy compungidas, nerviosas de que las pillaran, y cuál sería la angustia cuando después de llevar a cabo el plan, Maria Clara se percata de que la otra regó las cenizas en la tumba del vecino. La pobre Mónica sólo atinó a escarbar con los dedos, y utilizándolos como rastrillos, trataba de empujar lo más que pudiera al sitio correcto. Ahí la tristeza se tornó en carcajadas y lloraban, pero de la risa, y la conclusión fue que lo que se hereda no se hurta, porque a mi madrecita le hubiera sucedido exactamente lo mismo.
pmejiama1@une.net.co
martes, abril 27, 2010
Me la juego.
Sin pecar de pesimista, hasta ahorita estaba convencido de que me iría de este mundo sin ver un cambio en el manejo del poder en nuestro país. Desde que tengo uso de razón, y desde siempre, gamonales y caciques han sido quienes manipulan los hilos del poder. Ellos ponen los congresistas a su antojo y después de tener el control del Parlamento, el resto es simple carpintería. Gobiernos de un partido o del otro; presidentes jóvenes o viejos; con fama de honestos o de corrompidos; dirigentes prometedores y aparición de nuevos partidos, pero siempre con el mismo resultado: corruptelas, marrullas, triquiñuelas, desafueros y un desastroso manejo de lo público.
Por fin arranca esta campaña presidencial, estancada por la encrucijada aquella, y en un principio los candidatos con más opción nos prometían lo mismo de siempre. Santos cuenta con el guiño del Presidente Uribe y por ello puntea, porque este gobierno siempre ha tenido muchos adeptos, pero con él seguiremos en la misma tónica politiquera. A Santos el poder y la riqueza lo acompañan desde la cuna, y siempre se ha movido en los más altos círculos del país y el exterior; ha desempeñado importantes cargos en el alto gobierno y en el sector privado, lo que le permite enfrentarse a presidir los destinos del país, y ante la falta de un contrincante que descuelle se perfiló como el más seguro sucesor. Nohemí lo persiguió de lejitos sin representar ningún peligro, porque los conservadores aparte de que son bien poquitos, cometieron el peor error de una colectividad: dividirse. Lo mismo le sucedió al Polo y a esos sí que les ha ido mal.
Vargas Lleras y Pardo crecen como la cola de las vacas, para abajo, todo gracias a que sus coequiperos piensan que el único que tiene que hundirse con el barco es el capitán; esos gamonales prefieren lanzarse en paracaídas y planear un rato mientras se aclara a ver dónde es que toca aterrizar. Por fortuna también hay un partido para los inconformes, para quienes soñamos con un cambio y no queremos saber más de partidos tradicionales ni de promeseros. La ola Verde es la opción que aglutinó a varios ex alcaldes exitosos en sus respectivas administraciones, quienes le cambiaron la cara a las dos principales ciudades del país. Si ellos se le midieron a semejante desafío, algo podrán hacer con este sufrido país.
Que Mockus no es el apropiado para capotear esta leonera, es cierto; que no tiene respaldo político que lo apoye en su gobierno, también es verdad; y que no logra llegarle al público porque su idioma es para académicos y científicos, además de otras tantas falencias, pero tiene un atributo que poco le hemos visto a nuestros dirigentes: principios. El profesor Antanas predica la ética y la honestidad, es didáctico y moderado, y aunque ha sido dado a la excentricidad, creo que siempre lo ha hecho como un medio de difundir un mensaje. Lástima que en el debate televisado no haya alcanzado a responder cómo hará para que en el Congreso le marchen, sin darles nada a cambio. Para mí, esa es la pregunta del millón.
De todas maneras me la juego. Echando a perder se aprende y si logramos sobrevivir a los gobiernos de Turbay, Barco, Samper o Pastrana hijo, para nombrar unos pocos, podemos ensayar a ver qué sucede si elegimos Presidente a un hombre ajeno a los intríngulis de la politiquería. El matemático sabe que no puede descuidar el asunto de la seguridad, y parece muy consciente de ello, porque sin duda ese punto es el que mantuvo al actual gobierno con tan buena aceptación. Vamos a meterle un susto monumental a los grandes electores, a sacudirlos y recordarles que estamos mamados de tanta sinvergüencería.
A propósito del debate, qué espectáculo tan deprimente. Un show mediático, como todo lo de los canales privados de televisión, donde un moderador arrogante y empalagoso orquestó con tres periodistas de pacotilla un encuentro insípido y anodino; Jorge Alfredo es un tósigo, Arizmendi no convence, Fidel Cano parece muñeco de ventrílocuo y Darío Fernando Patiño no tiene un recorrido importante. Hubiera sido diferente con periodistas punzantes y atrevidos. Otra cosa es que pretender que un candidato responda cómo va a hacerle frente al desempleo, a la emergencia social, la crisis del café o al problema de seguridad, en un minuto, es absurdo. Las preguntas fueron tan estúpidas y utópicas que parecían hechas por alumnos de primaria. Quedarse hasta la media noche, pegado de semejante pendejada, sólo para ver quién pisa una cáscara y la embarra; porque nada distinto sucede.
Vamos pues a empeñarnos en respaldar esta oportunidad que se nos presenta. A convencer a la mayor cantidad de personas de que en la primera vuelta apoyemos a Mockus a ver qué pasa. Si logra una buena votación, tendrá derecho a importante participación en el gobierno elegido. Pero si llegara a ganar en la primera vuelta, para sorpresa de todos, debemos unirnos para apoyarlo y presionar para que los congresistas lo acompañen en su mandato. Quien no arriesga un huevo no obtiene un pollo y de qué otra forma podremos saber si en Colombia es posible un cambio de mentalidad. Y mucho ojo con el candidato, porque no debemos olvidar que muchas ilusiones murieron acribilladas por las balas asesinas.
pmejiama1@une.net.co
Por fin arranca esta campaña presidencial, estancada por la encrucijada aquella, y en un principio los candidatos con más opción nos prometían lo mismo de siempre. Santos cuenta con el guiño del Presidente Uribe y por ello puntea, porque este gobierno siempre ha tenido muchos adeptos, pero con él seguiremos en la misma tónica politiquera. A Santos el poder y la riqueza lo acompañan desde la cuna, y siempre se ha movido en los más altos círculos del país y el exterior; ha desempeñado importantes cargos en el alto gobierno y en el sector privado, lo que le permite enfrentarse a presidir los destinos del país, y ante la falta de un contrincante que descuelle se perfiló como el más seguro sucesor. Nohemí lo persiguió de lejitos sin representar ningún peligro, porque los conservadores aparte de que son bien poquitos, cometieron el peor error de una colectividad: dividirse. Lo mismo le sucedió al Polo y a esos sí que les ha ido mal.
Vargas Lleras y Pardo crecen como la cola de las vacas, para abajo, todo gracias a que sus coequiperos piensan que el único que tiene que hundirse con el barco es el capitán; esos gamonales prefieren lanzarse en paracaídas y planear un rato mientras se aclara a ver dónde es que toca aterrizar. Por fortuna también hay un partido para los inconformes, para quienes soñamos con un cambio y no queremos saber más de partidos tradicionales ni de promeseros. La ola Verde es la opción que aglutinó a varios ex alcaldes exitosos en sus respectivas administraciones, quienes le cambiaron la cara a las dos principales ciudades del país. Si ellos se le midieron a semejante desafío, algo podrán hacer con este sufrido país.
Que Mockus no es el apropiado para capotear esta leonera, es cierto; que no tiene respaldo político que lo apoye en su gobierno, también es verdad; y que no logra llegarle al público porque su idioma es para académicos y científicos, además de otras tantas falencias, pero tiene un atributo que poco le hemos visto a nuestros dirigentes: principios. El profesor Antanas predica la ética y la honestidad, es didáctico y moderado, y aunque ha sido dado a la excentricidad, creo que siempre lo ha hecho como un medio de difundir un mensaje. Lástima que en el debate televisado no haya alcanzado a responder cómo hará para que en el Congreso le marchen, sin darles nada a cambio. Para mí, esa es la pregunta del millón.
De todas maneras me la juego. Echando a perder se aprende y si logramos sobrevivir a los gobiernos de Turbay, Barco, Samper o Pastrana hijo, para nombrar unos pocos, podemos ensayar a ver qué sucede si elegimos Presidente a un hombre ajeno a los intríngulis de la politiquería. El matemático sabe que no puede descuidar el asunto de la seguridad, y parece muy consciente de ello, porque sin duda ese punto es el que mantuvo al actual gobierno con tan buena aceptación. Vamos a meterle un susto monumental a los grandes electores, a sacudirlos y recordarles que estamos mamados de tanta sinvergüencería.
A propósito del debate, qué espectáculo tan deprimente. Un show mediático, como todo lo de los canales privados de televisión, donde un moderador arrogante y empalagoso orquestó con tres periodistas de pacotilla un encuentro insípido y anodino; Jorge Alfredo es un tósigo, Arizmendi no convence, Fidel Cano parece muñeco de ventrílocuo y Darío Fernando Patiño no tiene un recorrido importante. Hubiera sido diferente con periodistas punzantes y atrevidos. Otra cosa es que pretender que un candidato responda cómo va a hacerle frente al desempleo, a la emergencia social, la crisis del café o al problema de seguridad, en un minuto, es absurdo. Las preguntas fueron tan estúpidas y utópicas que parecían hechas por alumnos de primaria. Quedarse hasta la media noche, pegado de semejante pendejada, sólo para ver quién pisa una cáscara y la embarra; porque nada distinto sucede.
Vamos pues a empeñarnos en respaldar esta oportunidad que se nos presenta. A convencer a la mayor cantidad de personas de que en la primera vuelta apoyemos a Mockus a ver qué pasa. Si logra una buena votación, tendrá derecho a importante participación en el gobierno elegido. Pero si llegara a ganar en la primera vuelta, para sorpresa de todos, debemos unirnos para apoyarlo y presionar para que los congresistas lo acompañen en su mandato. Quien no arriesga un huevo no obtiene un pollo y de qué otra forma podremos saber si en Colombia es posible un cambio de mentalidad. Y mucho ojo con el candidato, porque no debemos olvidar que muchas ilusiones murieron acribilladas por las balas asesinas.
pmejiama1@une.net.co
martes, abril 20, 2010
La ley del embudo.
La ciencia de la economía es complicada de entender para la gente del común y no todos los columnistas que tratan el tema en los medios escritos son fáciles de leer, porque exponen sus opiniones en un léxico que con seguridad es muy claro para ellos, pero que al resto de los mortales nos deja groguis. Por ello disfruto una columna que publica este diario, escrita por el doctor Luis Alfonso Arias, porque es didáctica, clara y utiliza un lenguaje coloquial y sencillo; además, presenta unos ejemplos que son entendibles para cualquiera que haya terminado el bachillerato. Porque son muchas las inquietudes que tenemos acerca del tema.
El asunto del dólar es algo bien complicado. Uno crece convencido de que si la divisa americana se iguala a nuestro peso es porque somos una economía fuerte, a diferencia de otras que tienen un cambio mucho más disparejo, pero cuando los “verdes” empiezan a bajar ponen el grito en el cielo porque al país se lo va a llevar el patas. Que los exportadores se friegan, es la queja principal, pero no dicen nada de los que se benefician porque importan materia prima u otros productos. La verdad es que el ciudadano del común hace fuerza para que bajen de precio a ver si puede mercarse unos cuantos para salir de paseo al exterior, porque mientras estén caros, olvídese. Claro que yo tengo la fórmula infalible para que el dólar pierda valor y arranque para abajo: no es sino que a mi poder lleguen unos cuantos, así sean poquitos, y eso es como con la mano.
El cuento de la tal inflación sí que menos lo entendemos. Hace varios años, cuando la cifra que marcaba este fenómeno era de dos dígitos, no se oía hablar sino de las medidas para reducirla a como diera lugar. Y arrancó para abajo, y todos igual de jodidos, con la diferencia que los salarios aumentan en la misma proporción que marque la inflación, que cada vez es más baja, mientras todos los demás gastos suben como espuma en mayores porcentajes.
Tampoco es fácil concebir cómo es que funciona el negocio de las entidades financieras en nuestro país, porque en ninguna otra situación se presenta la ley del embudo con mayor precisión como en este caso. Aquí la boca del embudo, que corresponde a las entidades financieras, tiene un ancho mayor al del Cañón del Chicamocha, mientras el tubito angosto nos representa a los millones de marranos que depositamos nuestra confianza en ellos. Y así hagan campañas para que todo el mundo retire sus ahorritos del banco, no haga ningún tipo de transacción, nadie tome dinero prestado, devuelvan las tarjetas de crédito y ni siquiera se utilicen los cajeros automáticos, en una sociedad moderna es muy complicado sobrevivir sin hacer uso del mercado financiero.
Es como dicen, un mal necesario, pero hay que ver lo que reniega la gente de los bancos porque se la quieren ganar toda y en una sucursal bancaria cobran hasta por estornudar. Piensa uno que la mayoría de sus servicios deberían ser gratuitos, para que el cliente utilice su portafolio que a la larga es lo que les interesa, pero por el contrario escurren al usuario con sevicia y fruición. Cómo es posible que consigne usted en Manizales un cheque girado en Pereira y por el canje le cobren un mundo de plata; ni porque mandaran un mensajero en bus a hacer el trámite. Ahora con oprimir la tecla de una computadora esa vaina pasa como por arte de magia, en milésimas de segundo, y nadie tiene desgaste alguno. Y vaya compre una chequera para que se entere de lo que cuesta; como si al girar cheques no se moviera el banco y acrecentara sus ganancias.
Oí al Presidente Uribe justificar las utilidades que reportan los bancos dizque porque ellos generan empleo, pagan impuestos y activan la economía, razones que estarían muy bien si las ganancias fueran razonables. Pero cuando deben utilizar cifras en billones, con B de billete, para cuantificar los montos, los agobiados cuentahabientes quedamos estupefactos. ¡Qué estupefactos!, quedamos es verracos, picados, envenenados y aterrados ante semejante despropósito. Hasta nos aguantamos que tengan unas utilidades mayores a la de cualquier negocio, el doble si quieren, porque nadie trabaja para que lo vean, pero las cifras que presentan son exorbitantes.
Que alguien explique por qué si un cliente lleva al banco 30 millones de pesos y abre un CDT le pagan unos intereses irrisorios, mientras que a quien solicite un crédito de consumo le clavan un interés que supera con creces el que pagan por lo que ellos captan. Y por un sobregiro o el uso de la tarjeta de crédito cobran hasta el 25%; ni hablar de los créditos de vivienda y demás “servicios”. La gente siempre dependerá de los préstamos, así la expriman, porque bien es sabido que la necesidad tiene cara de perro. Otra cosa es que gracias al 4 x mil la mayoría únicamente recurre al banco cuando es estrictamente necesario; de resto, puro “Bancolchón”.
La cifra de utilidades solo es superada por los madrazos que reciben las entidades financieras, expresiones que se generan cuando el sufrido deudor recibe una llamada el domingo a primera hora para recordarle el inminente vencimiento de una obligación.
pmejiama1@une.net.co
El asunto del dólar es algo bien complicado. Uno crece convencido de que si la divisa americana se iguala a nuestro peso es porque somos una economía fuerte, a diferencia de otras que tienen un cambio mucho más disparejo, pero cuando los “verdes” empiezan a bajar ponen el grito en el cielo porque al país se lo va a llevar el patas. Que los exportadores se friegan, es la queja principal, pero no dicen nada de los que se benefician porque importan materia prima u otros productos. La verdad es que el ciudadano del común hace fuerza para que bajen de precio a ver si puede mercarse unos cuantos para salir de paseo al exterior, porque mientras estén caros, olvídese. Claro que yo tengo la fórmula infalible para que el dólar pierda valor y arranque para abajo: no es sino que a mi poder lleguen unos cuantos, así sean poquitos, y eso es como con la mano.
El cuento de la tal inflación sí que menos lo entendemos. Hace varios años, cuando la cifra que marcaba este fenómeno era de dos dígitos, no se oía hablar sino de las medidas para reducirla a como diera lugar. Y arrancó para abajo, y todos igual de jodidos, con la diferencia que los salarios aumentan en la misma proporción que marque la inflación, que cada vez es más baja, mientras todos los demás gastos suben como espuma en mayores porcentajes.
Tampoco es fácil concebir cómo es que funciona el negocio de las entidades financieras en nuestro país, porque en ninguna otra situación se presenta la ley del embudo con mayor precisión como en este caso. Aquí la boca del embudo, que corresponde a las entidades financieras, tiene un ancho mayor al del Cañón del Chicamocha, mientras el tubito angosto nos representa a los millones de marranos que depositamos nuestra confianza en ellos. Y así hagan campañas para que todo el mundo retire sus ahorritos del banco, no haga ningún tipo de transacción, nadie tome dinero prestado, devuelvan las tarjetas de crédito y ni siquiera se utilicen los cajeros automáticos, en una sociedad moderna es muy complicado sobrevivir sin hacer uso del mercado financiero.
Es como dicen, un mal necesario, pero hay que ver lo que reniega la gente de los bancos porque se la quieren ganar toda y en una sucursal bancaria cobran hasta por estornudar. Piensa uno que la mayoría de sus servicios deberían ser gratuitos, para que el cliente utilice su portafolio que a la larga es lo que les interesa, pero por el contrario escurren al usuario con sevicia y fruición. Cómo es posible que consigne usted en Manizales un cheque girado en Pereira y por el canje le cobren un mundo de plata; ni porque mandaran un mensajero en bus a hacer el trámite. Ahora con oprimir la tecla de una computadora esa vaina pasa como por arte de magia, en milésimas de segundo, y nadie tiene desgaste alguno. Y vaya compre una chequera para que se entere de lo que cuesta; como si al girar cheques no se moviera el banco y acrecentara sus ganancias.
Oí al Presidente Uribe justificar las utilidades que reportan los bancos dizque porque ellos generan empleo, pagan impuestos y activan la economía, razones que estarían muy bien si las ganancias fueran razonables. Pero cuando deben utilizar cifras en billones, con B de billete, para cuantificar los montos, los agobiados cuentahabientes quedamos estupefactos. ¡Qué estupefactos!, quedamos es verracos, picados, envenenados y aterrados ante semejante despropósito. Hasta nos aguantamos que tengan unas utilidades mayores a la de cualquier negocio, el doble si quieren, porque nadie trabaja para que lo vean, pero las cifras que presentan son exorbitantes.
Que alguien explique por qué si un cliente lleva al banco 30 millones de pesos y abre un CDT le pagan unos intereses irrisorios, mientras que a quien solicite un crédito de consumo le clavan un interés que supera con creces el que pagan por lo que ellos captan. Y por un sobregiro o el uso de la tarjeta de crédito cobran hasta el 25%; ni hablar de los créditos de vivienda y demás “servicios”. La gente siempre dependerá de los préstamos, así la expriman, porque bien es sabido que la necesidad tiene cara de perro. Otra cosa es que gracias al 4 x mil la mayoría únicamente recurre al banco cuando es estrictamente necesario; de resto, puro “Bancolchón”.
La cifra de utilidades solo es superada por los madrazos que reciben las entidades financieras, expresiones que se generan cuando el sufrido deudor recibe una llamada el domingo a primera hora para recordarle el inminente vencimiento de una obligación.
pmejiama1@une.net.co
lunes, abril 12, 2010
Hasta pecado será.
Pocas cosas me mortifican más que el derroche y la excentricidad. En un mundo donde hay tanta miseria, que presenta altas cifras de mortalidad por hambre, con millones de niños sin derecho a la educación o la salud, con gentes que viven en la calle sin pertenencias ni destino, donde el maltrato, el abuso y la esclavitud son pan de cada día, no soporto que unos pocos privilegiados destinen sus recursos a gastos innecesarios. Para mi gusto el despilfarro y el boato son despreciables, absurdos, insultantes. Y cuando me entero de dichos excesos, solo deseo a quien los comete que el destino se la cobre. Que algún día sepa lo que son el hambre y la necesidad.
Vi en un programa de televisión, dedicado exclusivamente al despilfarro, un hotel en la costa occidental de los Estados Unidos donde van las personalidades del jet set a disfrutar sus vacaciones. El programa se llama “Mundo de millonarios” y se trata más que todo de resaltar ese tipo de excentricidades absurdas. Empieza el presentador a mostrar los diferentes atractivos y en cada uno resalta cuánto hay que pagar por él: un masaje cuesta un ojo de la cara, cena en la playa para sorprender a la mujer amada un dineral, una vuelta en barco otra fortuna y así todo por el estilo, pero lo que me ofendió fue cuando hablaron de ciertos tipos de licores. El barman mostraba las botellas y decía el precio de cada trago, pero tragos como el aguardiente que se mandan de un solo golpe, y empezó a subir el precio hasta llegar a un tequila muy exclusivo cuyo costo era de mil dólares por trago. Entonces pienso en cuántas necesidades pueden paliarse con ese dinero y solo me queda la esperanza de que la Justicia Divina castigue dichos excesos.
El ser humano es dado a compartir su vida con animales y por ello son tan comunes las mascotas. Está bien que suplan sus necesidades básicas, pero de ahí a la extravagancia hay mucho trecho. Durante mi infancia en la casa siempre hubo perro, gato, conejos, tortuga, gallinas y palomas, pero todos vivían en el patio. Comían sobrados, cáscaras de hortalizas que nos regalaban en la galería, y un poco de maíz amarillo para las aves, mientras que el gato cazaba ratones y pájaros en el vecindario. En cambio ahora el consumismo inventa a diario diferentes alimentos, tratamientos de belleza y hasta juguetes para los animalitos. Y como a ciertos millonarios les gusta es aparentar, ya existe una aerolínea para transportar mascotas y en las principales ciudades del mundo hay hoteles cinco estrellas para alojarlas. No hay derecho. Y me cuenta una amiga virtual peruana, que vive en España, que vio exhibida ropa para perros con precios entre 50 y 300 euros. ¡Válgame Dios!, como si los animales necesitaran vestirse.
Es un gusto para cualquier padre festejar el matrimonio de su hija con una fiesta que reúna a familiares y amigos. Que no falten la torta, el champaña, la buena comida, el traguito y la música para entretener a los comensales, además de todos los detalles que dicta el protocolo, pero la inversión no debe ser exorbitante. Cómo es que hay gente que se gasta un infierno de plata en dicha celebración, si con mucho menos puede programar algo muy completo y el resto de la plata se lo regala a esa hija que empieza una nueva vida. Qué remordimiento si algún día pasa trabajos, saber que se tiraron ese dineral en una fiesta de la que no quedaron sino las fotos y el guayabo. Porque ya ni el sagrado vínculo perdura.
Son muchos los que se derriten al hablar de la plata que tiene otro fulano, de cuáles propiedades posee, cuánto billete mueven sus empresas y negocios, como se codea en un círculo de potentados y pertenece a los clubes más exclusivos. Que los hijos estudian en los mejores colegios y universidades, de los viajes que ha hecho, de las fiestas que celebra para hacer relaciones públicas, de las obras de arte que adornan las paredes de su casa. Y claro, todos quieren ser amigos del personaje, lo aceptan en su círculo social, así a sus espaldas digan que es una caranga resucitada, y se vanaglorian de su aprecio, pero vaya que ese fulano tenga un revés financiero y se quede en la calle. A ver cuántos lo siguen frecuentando, quienes lo saludan siquiera en la calle. Hasta dónde llega la estulticia de quienes creen que la gente vale por los bienes materiales que posee.
Al referirme a las mascotas recordé la anécdota de un amigo de Medellín, quien cierta vez se encontró con una sobrina que andaba güete con un perrito que le regalaron. No se cambiaba por nadie con su cachorro y cuando el tío le preguntó cómo se llamaba el chandoso, ella muy orgullosa respondió que Mateo. El hombre se lamentó por la manía de la gente de ponerles nombres de personas a los animales y le comentó a la niña si no le parecía más oportuno nombrarlo con un apelativo de animal. Pues a los pocos días se topó de nuevo con la zamba y ésta muy orgullosa le contó: Tío, ya le puse nombre de animal a mi perrito, ¡se llama elefante!
pmejiama1@une.net.co
Vi en un programa de televisión, dedicado exclusivamente al despilfarro, un hotel en la costa occidental de los Estados Unidos donde van las personalidades del jet set a disfrutar sus vacaciones. El programa se llama “Mundo de millonarios” y se trata más que todo de resaltar ese tipo de excentricidades absurdas. Empieza el presentador a mostrar los diferentes atractivos y en cada uno resalta cuánto hay que pagar por él: un masaje cuesta un ojo de la cara, cena en la playa para sorprender a la mujer amada un dineral, una vuelta en barco otra fortuna y así todo por el estilo, pero lo que me ofendió fue cuando hablaron de ciertos tipos de licores. El barman mostraba las botellas y decía el precio de cada trago, pero tragos como el aguardiente que se mandan de un solo golpe, y empezó a subir el precio hasta llegar a un tequila muy exclusivo cuyo costo era de mil dólares por trago. Entonces pienso en cuántas necesidades pueden paliarse con ese dinero y solo me queda la esperanza de que la Justicia Divina castigue dichos excesos.
El ser humano es dado a compartir su vida con animales y por ello son tan comunes las mascotas. Está bien que suplan sus necesidades básicas, pero de ahí a la extravagancia hay mucho trecho. Durante mi infancia en la casa siempre hubo perro, gato, conejos, tortuga, gallinas y palomas, pero todos vivían en el patio. Comían sobrados, cáscaras de hortalizas que nos regalaban en la galería, y un poco de maíz amarillo para las aves, mientras que el gato cazaba ratones y pájaros en el vecindario. En cambio ahora el consumismo inventa a diario diferentes alimentos, tratamientos de belleza y hasta juguetes para los animalitos. Y como a ciertos millonarios les gusta es aparentar, ya existe una aerolínea para transportar mascotas y en las principales ciudades del mundo hay hoteles cinco estrellas para alojarlas. No hay derecho. Y me cuenta una amiga virtual peruana, que vive en España, que vio exhibida ropa para perros con precios entre 50 y 300 euros. ¡Válgame Dios!, como si los animales necesitaran vestirse.
Es un gusto para cualquier padre festejar el matrimonio de su hija con una fiesta que reúna a familiares y amigos. Que no falten la torta, el champaña, la buena comida, el traguito y la música para entretener a los comensales, además de todos los detalles que dicta el protocolo, pero la inversión no debe ser exorbitante. Cómo es que hay gente que se gasta un infierno de plata en dicha celebración, si con mucho menos puede programar algo muy completo y el resto de la plata se lo regala a esa hija que empieza una nueva vida. Qué remordimiento si algún día pasa trabajos, saber que se tiraron ese dineral en una fiesta de la que no quedaron sino las fotos y el guayabo. Porque ya ni el sagrado vínculo perdura.
Son muchos los que se derriten al hablar de la plata que tiene otro fulano, de cuáles propiedades posee, cuánto billete mueven sus empresas y negocios, como se codea en un círculo de potentados y pertenece a los clubes más exclusivos. Que los hijos estudian en los mejores colegios y universidades, de los viajes que ha hecho, de las fiestas que celebra para hacer relaciones públicas, de las obras de arte que adornan las paredes de su casa. Y claro, todos quieren ser amigos del personaje, lo aceptan en su círculo social, así a sus espaldas digan que es una caranga resucitada, y se vanaglorian de su aprecio, pero vaya que ese fulano tenga un revés financiero y se quede en la calle. A ver cuántos lo siguen frecuentando, quienes lo saludan siquiera en la calle. Hasta dónde llega la estulticia de quienes creen que la gente vale por los bienes materiales que posee.
Al referirme a las mascotas recordé la anécdota de un amigo de Medellín, quien cierta vez se encontró con una sobrina que andaba güete con un perrito que le regalaron. No se cambiaba por nadie con su cachorro y cuando el tío le preguntó cómo se llamaba el chandoso, ella muy orgullosa respondió que Mateo. El hombre se lamentó por la manía de la gente de ponerles nombres de personas a los animales y le comentó a la niña si no le parecía más oportuno nombrarlo con un apelativo de animal. Pues a los pocos días se topó de nuevo con la zamba y ésta muy orgullosa le contó: Tío, ya le puse nombre de animal a mi perrito, ¡se llama elefante!
pmejiama1@une.net.co
martes, marzo 30, 2010
Tergiversaciones.
Una de las características más tiernas de los niños en sus primeros años es lo que conocemos como media lengua. Con su léxico incipiente y el desconocimiento absoluto de los tiempos, los infantes aprenden al escuchar a los demás y utilizan unas frases y unos terminachos que sin duda divierten a quien los oye. Por ello desde que el bebé balbucea sus primeros vocablos hay que filmarlo, grabarlo o anotar todo lo que dice para que después, cuando ya está polligallo, no nos devanemos los sesos al tratar de recordar cómo es que decía el zambo. Claro que esa dificultad para pronunciar ciertos fonemas es graciosa y tierna hasta cierta edad, porque cuando el muchachito crece y sus compañeros hablan a la perfección, la situación se torna en un problema que puede crearle traumas y molestias.
En nuestra época ese tipo de dislexias se corregían a punta de correa, ya que no recuerdo haber siquiera escuchado la palabra fonoaudiología entonces. Ahora llevan al mucharejo donde la terapeuta, consultan con una sicóloga la causa de la disfunción, conversan con los profesores para que colaboren con el tratamiento, recurren a los papás de los amiguitos para que hablen con sus hijos y así no se la monten al afectado, y cuanto sea necesario con tal de que el chino suelte la lengua. Otra cosa es que muchos petacones hablan así por tatas y por mimados.
El hijo del Negro Peláez hablaba media lengua cuando se llegó el momento de entrar al colegio y por ello resolvieron contratar una fonoaudióloga. La escogida fue mi hermana Mónica, a quien todos llamamos La Mosca, y ella trabajó con el niño varias semanas hasta completar el tratamiento. Cada cierto número de sesiones visitaba al papá para contarle los adelantos logrados, y cuando dio por terminado el proceso, le hizo un resumen completo de los resultados. El día que el Negro iba a pagarle por sus servicios, y como el hombre es un mamagallista profesional, le dijo muy serio que la noche anterior lo primero que hizo al llegar a la casa fue hablar con el niño para corroborar lo dicho por ella, y que al preguntarle cómo se llamaba la doctora que lo atendía, el mocoso respondió muy seguro: “La Mosta”.
Ya de adultos existen vocablos que se nos confunden al tratar de pronunciarlos y algunas personas, sobre todo las mujeres, por hablar precipitadamente son engañadas por el subconsciente y trastocan las palabras con otras parecidas. Me cuenta un amigo que un día su mujer le comentaba algo sobre un tipo que se caracterizaba por ser voluminoso y acuerpado. Ella trataba de describir al sujeto y decía que era grandote, muy grueso y pesado, y quiso resumir el asunto al compararlo con un bustamante. Mientras la señora seguía con la cháchara, Fernando se quedó cavilando acerca de lo que ella quiso expresar con esa palabra y con cierta ironía le comentó:
-Oiga mija, ¿cierto que lo que usted quiso decir fue que el fulano parece un mastodonte?
El Chapulín Colorao es un maestro para trabarse con el refranero popular y hace unas mescolanzas que ni él mismo entiende, y Mencha Restrepo puede considerarse una avezada alumna de dicha escuela. Un ejemplo que se me viene a la cabeza sucedió una vez mientras ella conversaba con el marido, y para dar a entender que lo que decía era muy obvio, sentenció: “Huevo es, frito se come”. Los refranes son tan comunes que uno los memoriza desde pequeño sin esfuerzo y sólo alguien muy distraído puede hacerles semejantes cambios. Otro día Luis le preguntó de dónde la había llamado el hijo que vive en Bogotá, porque alcanzó a oír que andaba como de parranda, y ella así se confundió al mencionar tal vez el sitio más famoso de la capital, un nombre que además rima y por ello es de fácil recordación:
-Fulanito anda enrumbado en Andrés carne de cerdo.
Irene, sobrina de Mencha y digna representante del gremio femenino en ese sentido, cierto día fue a visitar a un familiar que recién se mudó a un edificio nuevo. Ella no tenía muy claro en qué nivel vivían sus parientes y en vez de confirmar con el portero, confió en su memoria y se dirigió al piso que suponía. Al llegar al apartamento vio un avisito que había a un lado, debajo del interruptor eléctrico, y en el cuál decía Luz Padilla. Se fue a otro piso y cuando estaba por timbrar observó que allí también aparecía el nombre de la misma propietaria, escena que se repitió cuando hizo su tercer intento. Entonces desesperada pensó que esa vieja había comprado todo el edificio, hasta que detalló bien el letrero y vio que decía era “Luz pasillo”.
Conozco otra señora que es la campeona para eso de confundirse al hablar. Un día discutía con su marido porque este no estaba conforme con la empleada del servicio. El hombre exponía las quejas que tenía del proceder de la fámula y de los oficios que consideraba no estaban bien hechos, además de otras observaciones al respecto, hasta que la mujer le dijo muy ofuscada:
-Vea mijito, es que usted lo que necesita es una “bucana”. Y ojalá esté bien “follante”, porque eso le va a costar un ojo de la cara.
pmejiama1@une.net.co
En nuestra época ese tipo de dislexias se corregían a punta de correa, ya que no recuerdo haber siquiera escuchado la palabra fonoaudiología entonces. Ahora llevan al mucharejo donde la terapeuta, consultan con una sicóloga la causa de la disfunción, conversan con los profesores para que colaboren con el tratamiento, recurren a los papás de los amiguitos para que hablen con sus hijos y así no se la monten al afectado, y cuanto sea necesario con tal de que el chino suelte la lengua. Otra cosa es que muchos petacones hablan así por tatas y por mimados.
El hijo del Negro Peláez hablaba media lengua cuando se llegó el momento de entrar al colegio y por ello resolvieron contratar una fonoaudióloga. La escogida fue mi hermana Mónica, a quien todos llamamos La Mosca, y ella trabajó con el niño varias semanas hasta completar el tratamiento. Cada cierto número de sesiones visitaba al papá para contarle los adelantos logrados, y cuando dio por terminado el proceso, le hizo un resumen completo de los resultados. El día que el Negro iba a pagarle por sus servicios, y como el hombre es un mamagallista profesional, le dijo muy serio que la noche anterior lo primero que hizo al llegar a la casa fue hablar con el niño para corroborar lo dicho por ella, y que al preguntarle cómo se llamaba la doctora que lo atendía, el mocoso respondió muy seguro: “La Mosta”.
Ya de adultos existen vocablos que se nos confunden al tratar de pronunciarlos y algunas personas, sobre todo las mujeres, por hablar precipitadamente son engañadas por el subconsciente y trastocan las palabras con otras parecidas. Me cuenta un amigo que un día su mujer le comentaba algo sobre un tipo que se caracterizaba por ser voluminoso y acuerpado. Ella trataba de describir al sujeto y decía que era grandote, muy grueso y pesado, y quiso resumir el asunto al compararlo con un bustamante. Mientras la señora seguía con la cháchara, Fernando se quedó cavilando acerca de lo que ella quiso expresar con esa palabra y con cierta ironía le comentó:
-Oiga mija, ¿cierto que lo que usted quiso decir fue que el fulano parece un mastodonte?
El Chapulín Colorao es un maestro para trabarse con el refranero popular y hace unas mescolanzas que ni él mismo entiende, y Mencha Restrepo puede considerarse una avezada alumna de dicha escuela. Un ejemplo que se me viene a la cabeza sucedió una vez mientras ella conversaba con el marido, y para dar a entender que lo que decía era muy obvio, sentenció: “Huevo es, frito se come”. Los refranes son tan comunes que uno los memoriza desde pequeño sin esfuerzo y sólo alguien muy distraído puede hacerles semejantes cambios. Otro día Luis le preguntó de dónde la había llamado el hijo que vive en Bogotá, porque alcanzó a oír que andaba como de parranda, y ella así se confundió al mencionar tal vez el sitio más famoso de la capital, un nombre que además rima y por ello es de fácil recordación:
-Fulanito anda enrumbado en Andrés carne de cerdo.
Irene, sobrina de Mencha y digna representante del gremio femenino en ese sentido, cierto día fue a visitar a un familiar que recién se mudó a un edificio nuevo. Ella no tenía muy claro en qué nivel vivían sus parientes y en vez de confirmar con el portero, confió en su memoria y se dirigió al piso que suponía. Al llegar al apartamento vio un avisito que había a un lado, debajo del interruptor eléctrico, y en el cuál decía Luz Padilla. Se fue a otro piso y cuando estaba por timbrar observó que allí también aparecía el nombre de la misma propietaria, escena que se repitió cuando hizo su tercer intento. Entonces desesperada pensó que esa vieja había comprado todo el edificio, hasta que detalló bien el letrero y vio que decía era “Luz pasillo”.
Conozco otra señora que es la campeona para eso de confundirse al hablar. Un día discutía con su marido porque este no estaba conforme con la empleada del servicio. El hombre exponía las quejas que tenía del proceder de la fámula y de los oficios que consideraba no estaban bien hechos, además de otras observaciones al respecto, hasta que la mujer le dijo muy ofuscada:
-Vea mijito, es que usted lo que necesita es una “bucana”. Y ojalá esté bien “follante”, porque eso le va a costar un ojo de la cara.
pmejiama1@une.net.co
miércoles, marzo 24, 2010
¡No entiendo!
Es cierto que las cosas se ven fáciles desde nuestro cómodo papel de observadores, aunque no por ello dejamos de hacernos cuestionamientos acerca de por qué acontecen ciertas vainas, que a nuestro parecer no tienen lógica o simplemente creemos que pudieron hacerlas de otra manera. Como cuando vemos un partido de fútbol y pensamos que cada jugada en el área debería terminar en gol, y que meter ese balón al arco estaba mogollo; por ello es tan acertado aquello que habla de ver los toros desde la barrera. Sin embargo, tenemos derecho a controvertir por ejemplo la actuación de nuestros dirigentes cuando obran de una manera absurda o poco inteligente.
Con respecto al gobierno de Uribe, que entra en su recta final, existen opiniones a favor y en contra, pero todos le reconocemos al Presidente su adicción al trabajo; en su largo mandato nunca lo hemos visto en fiestas, paseos o momentos de ocio. De pronto se vuela para la finca un fin de semana, pero desde allá sigue al pie del cañón. Otra característica que también es irrefutable, para bien o para mal, es su sagacidad política; el hombre no da puntada sin dedal y cuando lo vimos en las peores situaciones, siempre cayó parado. Por eso me pregunto, cómo fue a presentar la Emergencia Social en un momento crucial de la campaña electoral. Con su equipo de gobierno tenían que ser conscientes de que la medida sería antipopular, así después salieran a tratar de enderezar entuertos. Ya el daño estaba hecho. Por qué si el caos en la salud es un problema que viene de tiempo atrás, como herencia de gobiernos anteriores, y que ha crecido como una bola de nieve, le vino a meter el diente preciso en ese momento. ¿Será acaso que conoció de antemano la decisión de la Corte de frenar el referendo y por ello no se preocupó por las consecuencias políticas que la decisión pudiera acarrearle?
Otro asunto inquietante es el que tiene que ver con el transporte público de Manizales y Villamaría. Le he seguido la pista al TIM y estoy seguro de que es necesario, va a mejorar muchas cosas y en poco tiempo la gente reconocerá sus bondades. Claro que imaginé que iban a implementarlo despacio, por zonas y rutas, con beneficios y descuentos para quienes se le apuntaran al cambio, y con una socialización adecuada. Porque pretender que toda la ciudadanía asimilara el sistema, con semejante cantidad de cambios para todos los implicados, de un día para otro, es utópico e ilusorio. Ojalá la medida judicial que frenó temporalmente el nuevo modelo de transporte les dé tiempo para planear mejor las cosas.
Me cuenta alguien que alguna vez en Berlín compró un tiquete, muy barato por cierto, que sirve para transportarse durante el día en tren de cercanías, metro, bus y tranvía. Cuando quiso enseñarlo al primer conductor este le dijo que no era necesario y que simplemente lo guardara por si alguien lo solicitaba. Pero no le preguntaron por el tiquete en el resto de las rutas y cuando comentó el asunto con la persona donde se alojaba, esta respondió que ellos simplemente suponen que quien utiliza el transporte es porque pagó. Sin duda a los colombianos nos faltan siglos para comportarnos de esa manera.
Tampoco entiendo cuál es la táctica del Director Técnico del Once Caldas para enfrentar los campeonatos. Esta es la hora en que no sé cuál es la nómina del equipo, porque en todos los partidos salen unos jugadores diferentes; el tipo cambia hasta al portero. El señor Osorio es serio es su trabajo, responsable y se nota que conoce del tema, pero en esa tónica va a tener el equipo perfecto y ajustado para cuando llegue el momento de debutar en la Segunda división; porque de seguir así, allá vamos a ir a parar muy ligerito. El equipo no tiene continuidad y parece un yoyo: le gana al San Pablo y pierde con Equidad. Y que no salgan con el cuento que los jugadores se cansan, porque apenas estamos en el comienzo de los torneos; y con el mundo de plata que se ganan…
Por cierto, qué embrollo de tráfico el que se forma cada que hay programación en el estadio, porque cierran la Avenida Paralela al frente del escenario deportivo. La ciudadanía tuvo paciencia mientras construyeron el intercambiador vial del estadio, pero no hay derecho a que cierren la vía desde el medio día para un partido de Copa Libertadores. Hay que ver el taco que se forma en la falda que comunica las avenidas Paralela y Lindsay (carrera 24), conocida como La Palomera, porque el semáforo es lento y a mucha gente le cuesta trabajo hacer un pare en semejante pendiente. Quiera dios que no se vaya a devolver una buseta o un camión en una de esas, porque sería una tragedia anunciada.
Es inaudito además que en Colombia le otorguen beneficio de prisión domiciliaria a un sicario de reconocida trayectoria, mientras las cárceles están llenas de personas que no representan peligro para la sociedad. Hicieron un tumbis, caparon impuestos, se embalaron por lengüilargos, tuvieron un desliz o la ira los encegueció, y por eso están en el trullo, pero de ahí a ser más peligrosos que ciertos apaches, ¡olvídese!
pmejiama1@une.net.co
Con respecto al gobierno de Uribe, que entra en su recta final, existen opiniones a favor y en contra, pero todos le reconocemos al Presidente su adicción al trabajo; en su largo mandato nunca lo hemos visto en fiestas, paseos o momentos de ocio. De pronto se vuela para la finca un fin de semana, pero desde allá sigue al pie del cañón. Otra característica que también es irrefutable, para bien o para mal, es su sagacidad política; el hombre no da puntada sin dedal y cuando lo vimos en las peores situaciones, siempre cayó parado. Por eso me pregunto, cómo fue a presentar la Emergencia Social en un momento crucial de la campaña electoral. Con su equipo de gobierno tenían que ser conscientes de que la medida sería antipopular, así después salieran a tratar de enderezar entuertos. Ya el daño estaba hecho. Por qué si el caos en la salud es un problema que viene de tiempo atrás, como herencia de gobiernos anteriores, y que ha crecido como una bola de nieve, le vino a meter el diente preciso en ese momento. ¿Será acaso que conoció de antemano la decisión de la Corte de frenar el referendo y por ello no se preocupó por las consecuencias políticas que la decisión pudiera acarrearle?
Otro asunto inquietante es el que tiene que ver con el transporte público de Manizales y Villamaría. Le he seguido la pista al TIM y estoy seguro de que es necesario, va a mejorar muchas cosas y en poco tiempo la gente reconocerá sus bondades. Claro que imaginé que iban a implementarlo despacio, por zonas y rutas, con beneficios y descuentos para quienes se le apuntaran al cambio, y con una socialización adecuada. Porque pretender que toda la ciudadanía asimilara el sistema, con semejante cantidad de cambios para todos los implicados, de un día para otro, es utópico e ilusorio. Ojalá la medida judicial que frenó temporalmente el nuevo modelo de transporte les dé tiempo para planear mejor las cosas.
Me cuenta alguien que alguna vez en Berlín compró un tiquete, muy barato por cierto, que sirve para transportarse durante el día en tren de cercanías, metro, bus y tranvía. Cuando quiso enseñarlo al primer conductor este le dijo que no era necesario y que simplemente lo guardara por si alguien lo solicitaba. Pero no le preguntaron por el tiquete en el resto de las rutas y cuando comentó el asunto con la persona donde se alojaba, esta respondió que ellos simplemente suponen que quien utiliza el transporte es porque pagó. Sin duda a los colombianos nos faltan siglos para comportarnos de esa manera.
Tampoco entiendo cuál es la táctica del Director Técnico del Once Caldas para enfrentar los campeonatos. Esta es la hora en que no sé cuál es la nómina del equipo, porque en todos los partidos salen unos jugadores diferentes; el tipo cambia hasta al portero. El señor Osorio es serio es su trabajo, responsable y se nota que conoce del tema, pero en esa tónica va a tener el equipo perfecto y ajustado para cuando llegue el momento de debutar en la Segunda división; porque de seguir así, allá vamos a ir a parar muy ligerito. El equipo no tiene continuidad y parece un yoyo: le gana al San Pablo y pierde con Equidad. Y que no salgan con el cuento que los jugadores se cansan, porque apenas estamos en el comienzo de los torneos; y con el mundo de plata que se ganan…
Por cierto, qué embrollo de tráfico el que se forma cada que hay programación en el estadio, porque cierran la Avenida Paralela al frente del escenario deportivo. La ciudadanía tuvo paciencia mientras construyeron el intercambiador vial del estadio, pero no hay derecho a que cierren la vía desde el medio día para un partido de Copa Libertadores. Hay que ver el taco que se forma en la falda que comunica las avenidas Paralela y Lindsay (carrera 24), conocida como La Palomera, porque el semáforo es lento y a mucha gente le cuesta trabajo hacer un pare en semejante pendiente. Quiera dios que no se vaya a devolver una buseta o un camión en una de esas, porque sería una tragedia anunciada.
Es inaudito además que en Colombia le otorguen beneficio de prisión domiciliaria a un sicario de reconocida trayectoria, mientras las cárceles están llenas de personas que no representan peligro para la sociedad. Hicieron un tumbis, caparon impuestos, se embalaron por lengüilargos, tuvieron un desliz o la ira los encegueció, y por eso están en el trullo, pero de ahí a ser más peligrosos que ciertos apaches, ¡olvídese!
pmejiama1@une.net.co
martes, marzo 16, 2010
Una terapia irremplazable.
Tal vez el único vicio provechoso y benéfico que existe es el de la lectura; y me refiero a ella como vicio porque más que una afición, un pasatiempo o una costumbre, con el paso de los años se vuelve una verdadera adicción. No puede quedarse el lector sin libro porque se siente desamparado e incompleto. Si va a pasar el fin de semana en una finca o para cualquier otro paseo, es primordial echar a la maleta un librito bien entretenido; con seguridad si lo lleva no se le va a presentar oportunidad de leer, porque apenas encuentre un lugar tranquilo y retirado, logre acomodarse y se cale las gafas, en ese momento llega alguien a entablarle conversación. Pero si no lo lleva, tenga la seguridad de que lo va a echar de menos en más de una ocasión. Otra cosa es que en cama ajena es común que las personas se desvelen, y ahí es cuando el libro se convierte en la mejor compañía.
Otro vicio bien común es llevar lectura al baño cuando la persona procede a evacuar el intestino. Hay casos de estreñimiento sicológico que impiden “obrar” al individuo si no acompaña el momento con su lectura predilecta, que puede ser un libro, el periódico o una revista, y se ven casos de quienes ante la falta de material deben dedicarse a leer la letra menuda del tubo de crema dental, del frasco de champú o del desodorante que hay en el gabinete; son medidas desesperadas que ayudan al angustiado huésped del escusao a aliviar la tripa. Claro que esas emergencias solo ocurren por fuera de la casa, porque alguien precavido mantiene en el baño el radio y un revistero con material actualizado. Otra cosa es que los médicos no recomiendan esa costumbre, porque demorarse mucho en dicha función estimula las temidas hemorroides.
El único inconveniente de la lectura es que muchas veces, en horas de la noche, no permiten conciliar el sueño. Es difícil cerrar un buen libro y sucede con frecuencia que uno piense que apenas termine un capítulo suspende, pero al llegar el momento no puede resistirse a echarle una ojeada a lo que sigue, y ahí es cuando queda pegado otra vez. Un libro interesante y entretenido no puede compararse con el mejor de los filmes; además de ser un excelente ejercicio para la mente, porque cada quien interpreta de manera diferente lo que lee y de una vez imagina su propia película.
Hoy en día los padres de familia se esfuerzan por interesar a sus hijos en algún deporte que los aleje de los peligros que tientan a la juventud, pero muy pocos se empeñan en fomentarles el hábito de la lectura. En los colegios deberían inducirlos a la lectura desde pequeños y no esperar a que los estudiantes estén en la adolescencia, cuando no existe riesgo de que dediquen su tiempo libre a tales menesteres; y con el agravante que les exigen unas lecturas jartas y pesadas. Debemos convencer a los menores de que leer entretiene, instruye, madura, educa, enriquece la personalidad, forja el carácter y sobre todo culturiza.
Ni siquiera los estudios más especializados pueden igualar el amplio horizonte de saberes que se adquieren con la lectura. Un libro es la mejor compañía y con él pueden a usted confinarlo o enfrentar un tratamiento médico que exija quietud; mata el tiempo mientras espera que le llegue el turno en la fila; mitiga el estrés en la sala de espera del aeropuerto y hace corto el vuelo más largo; hace soportable el tedio y la soledad. La vejez para el lector es mucho más llevadera que para quien solo ve televisión o juega parqués.
Un tema delicioso de conversación con un grupo de amigos amantes de la lectura es acerca de los diferentes títulos que cada uno ha leído, y si algunos de esos títulos son comunes entre varios de los presentes, es interesante oír la opinión de cada quien y la forma como asimiló su contenido. Entonces el uno se compromete a prestarle este libro a aquel, mientras que aquel se lo lleva al otro y así pasan los libros de mano en mano dejando todo ese bagaje de sabiduría y entretención.
Que si la plata no alcanza para cubrir las necesidades básicas mucho menos va a sobrar para comprar libros, alegan algunos, pero eso puede solucionarse con algo de iniciativa. Alguna vez en uno de mis programas de radio, después de que muchos oyentes se quejaron por el alto costo de los libros y lo inalcanzables que eran para ellos, llamó un señor y nos explicó su fórmula mágica. Ahorró para comprar el primer ejemplar y después de leerlo, fue a una librería de esas donde canjean todo tipo de textos; bastaba que el hombre encimara algunos pesos y se iba con un nuevo título para su casa.
A enseñar pues a los hijos a leer, estimularlos y compartir con ellos las lecturas, pero sobre todo aconsejarles libros que se acomoden a su edad y a sus gustos; porque sin duda con los años esos gustos cambiarán radicalmente. Todos los libros dejan alguna enseñanza, unos más que otros, pero ese cúmulo de conocimientos son los que alimentan la cultura general, materia que no enseñan en ninguna parte.
pmejiama1@une.net.co
Otro vicio bien común es llevar lectura al baño cuando la persona procede a evacuar el intestino. Hay casos de estreñimiento sicológico que impiden “obrar” al individuo si no acompaña el momento con su lectura predilecta, que puede ser un libro, el periódico o una revista, y se ven casos de quienes ante la falta de material deben dedicarse a leer la letra menuda del tubo de crema dental, del frasco de champú o del desodorante que hay en el gabinete; son medidas desesperadas que ayudan al angustiado huésped del escusao a aliviar la tripa. Claro que esas emergencias solo ocurren por fuera de la casa, porque alguien precavido mantiene en el baño el radio y un revistero con material actualizado. Otra cosa es que los médicos no recomiendan esa costumbre, porque demorarse mucho en dicha función estimula las temidas hemorroides.
El único inconveniente de la lectura es que muchas veces, en horas de la noche, no permiten conciliar el sueño. Es difícil cerrar un buen libro y sucede con frecuencia que uno piense que apenas termine un capítulo suspende, pero al llegar el momento no puede resistirse a echarle una ojeada a lo que sigue, y ahí es cuando queda pegado otra vez. Un libro interesante y entretenido no puede compararse con el mejor de los filmes; además de ser un excelente ejercicio para la mente, porque cada quien interpreta de manera diferente lo que lee y de una vez imagina su propia película.
Hoy en día los padres de familia se esfuerzan por interesar a sus hijos en algún deporte que los aleje de los peligros que tientan a la juventud, pero muy pocos se empeñan en fomentarles el hábito de la lectura. En los colegios deberían inducirlos a la lectura desde pequeños y no esperar a que los estudiantes estén en la adolescencia, cuando no existe riesgo de que dediquen su tiempo libre a tales menesteres; y con el agravante que les exigen unas lecturas jartas y pesadas. Debemos convencer a los menores de que leer entretiene, instruye, madura, educa, enriquece la personalidad, forja el carácter y sobre todo culturiza.
Ni siquiera los estudios más especializados pueden igualar el amplio horizonte de saberes que se adquieren con la lectura. Un libro es la mejor compañía y con él pueden a usted confinarlo o enfrentar un tratamiento médico que exija quietud; mata el tiempo mientras espera que le llegue el turno en la fila; mitiga el estrés en la sala de espera del aeropuerto y hace corto el vuelo más largo; hace soportable el tedio y la soledad. La vejez para el lector es mucho más llevadera que para quien solo ve televisión o juega parqués.
Un tema delicioso de conversación con un grupo de amigos amantes de la lectura es acerca de los diferentes títulos que cada uno ha leído, y si algunos de esos títulos son comunes entre varios de los presentes, es interesante oír la opinión de cada quien y la forma como asimiló su contenido. Entonces el uno se compromete a prestarle este libro a aquel, mientras que aquel se lo lleva al otro y así pasan los libros de mano en mano dejando todo ese bagaje de sabiduría y entretención.
Que si la plata no alcanza para cubrir las necesidades básicas mucho menos va a sobrar para comprar libros, alegan algunos, pero eso puede solucionarse con algo de iniciativa. Alguna vez en uno de mis programas de radio, después de que muchos oyentes se quejaron por el alto costo de los libros y lo inalcanzables que eran para ellos, llamó un señor y nos explicó su fórmula mágica. Ahorró para comprar el primer ejemplar y después de leerlo, fue a una librería de esas donde canjean todo tipo de textos; bastaba que el hombre encimara algunos pesos y se iba con un nuevo título para su casa.
A enseñar pues a los hijos a leer, estimularlos y compartir con ellos las lecturas, pero sobre todo aconsejarles libros que se acomoden a su edad y a sus gustos; porque sin duda con los años esos gustos cambiarán radicalmente. Todos los libros dejan alguna enseñanza, unos más que otros, pero ese cúmulo de conocimientos son los que alimentan la cultura general, materia que no enseñan en ninguna parte.
pmejiama1@une.net.co
miércoles, marzo 10, 2010
Negar hasta morir.
Desde que San Pedro, que era la mano derecha del Galileo, su escudero preferido y vocero del combo de los apóstoles, lo faltonió al negarlo tres veces cuando vio que la cosa se puso negra, el ser humano ha echado mano de ese artilugio para evadir responsabilidades. Negar hasta morir aconsejan algunos y así esté comprometido hasta las orejas, basta con mantenerse en sus trece y de esa manera siempre quedará la duda acerca de su culpabilidad. Yo no fui, a mí que me esculquen, se trata de un montaje o soy víctima de una persecución, son las disculpas más socorridas cuando alguien se ve acorralado.
Ya en el colegio el niño aprende que la mejor salida es negar cualquier acusación y aunque el rector los pare a todos en el patio y diga que nadie se mueve hasta que aparezca el culpable, la táctica a seguir es hacerse el manuel y dejar que le echen la culpa a otro marrano. Ese mismo zambo, cuando crezca y se case, tendrá el descaro de negar a rajatabla cuando su mujer le diga que lo vio salir de un amoblado con una pájara. No importa que ella jure que era él, que vio claritico la placa del carro, que reconoció la calcomanía del vidrio trasero; es más, que alcanzó a verle la cabeza a la negra asquerosa cuando trataba de esconderse y mil detalles por el estilo, y sin embargo el tipo asegura sin sonrojarse que debió ser una confusión porque él nunca ha visitado un antro de esos.
Los políticos son unos magos en el arte de negar y en nuestro país aún más. Pueden pillarlos con las manos en la masa, puede haber grabaciones, fotografías, videos y otras pruebas comprometedoras, y el fulano dirá sin recato que se trata de un error, que son artimañas de sus enemigos, que manipularon el material y otra sarta de excusas que ofenden a quienes esperamos justicia. Aún siento rabia de aquella noche cuando me trasnoché para ver en directo la renuncia del Presidente Samper, la cual di por sentada cuando Botero Zea, su Ministro de Defensa y tesorero de la campaña que lo llevó a la presidencia, reconoció que todos sabían de dónde venían los miles de millones de pesos que recibieron de la mafia. Entonces salió el gordo cínico y descarado a decir que todo era mentira, que se trataba de trapisondas maquinadas por el hasta ese momento fiel tirabeques.
Se escuda quien niega en que mientras exista la duda que genera la palabra del uno contra la del otro, siempre dejará en el aire la posibilidad de la duda. Las grabaciones que prueban el pago de una millonaria suma por parte de DMG al Personero de Bogotá, Francisco Rojas Birry, son contundentes. Pero qué va, otra vez nos quedamos con los crespos hechos porque el desvergonzado indio puso cara de yo no fui. Ahora salen varios periodistas llaneros a denunciar que la Senadora Carlina Rodríguez le mandó un sobre con 150 mil pesos a cada uno. Llaman a la vieja a ver qué dice y en vez de reconocer, se ofende ante semejante exabrupto. Que cómo se les ocurre, que ella, que ha dedicado media vida a trabajar por los colombianos, que ha desempeñado su labor como un verdadero apostolado; ella, que con su trabajo honorable, transparente e impoluto ha sacado la cara por el Congreso, que es sinónimo de ética, moralidad y honestidad, nunca haría una cosa así. Que eso fue su jefe de prensa en esa región, a quien dijo pagarle 5 millones de pesos por sus servicios. Pues el tipo tiene que ser muy bruto o muy diligente, porque el regalito fue para 20 periodistas y por lo tanto ahí se le fueron más de la mitad de sus honorarios.
Por fortuna salió a flote ese escándalo en Villavicencio, porque son muchos los periodistas comprometidos con los candidatos por cuenta del billete. Oí a Mariela Márquez denunciar que en Colombia el ingreso del 60% de los periodistas depende de la venta de pauta publicitaria. El comunicador debe comercializar el espacio que la empresa le cede y ante la poca demanda, acepta como cliente a un político, a una empresa del estado, a la administración municipal o departamental, y así queda maniatado definitivamente. Si el salario de un cargaladrillos depende por ejemplo de la Industria Licorera, cómo esperar que el tipo denuncie cualquier asunto referente a esa empresa o a la Gobernación. Lo mismo pasa con las campañas políticas, que después de tener tratos económicos con un comunicador lo ponen a comer en la mano.
Ahora vienen las elecciones y debemos recordar que en Caldas la mayoría de los escogidos hace 4 años andan enchiquerados, y muchos candidatos actuales son sus herederos. Otros son sucesores de personajes de ingrata recordación, porque en la política los votos no desaparecen; se endosan, usufructúan, donan o comparten, pero nunca se pierden. Apoyaré para la Cámara a Juana Carolina Londoño porque la conozco; es joven, inteligente, comprometida con su labor y se ha preparado para ejercer la política; y además está emparentada con mi familia. Para el Senado voy con Luis Emilio Sierra, a quien no conozco pero ha hecho bien las cosas y al menos no debe legislar desde La Picota.
Ya en el colegio el niño aprende que la mejor salida es negar cualquier acusación y aunque el rector los pare a todos en el patio y diga que nadie se mueve hasta que aparezca el culpable, la táctica a seguir es hacerse el manuel y dejar que le echen la culpa a otro marrano. Ese mismo zambo, cuando crezca y se case, tendrá el descaro de negar a rajatabla cuando su mujer le diga que lo vio salir de un amoblado con una pájara. No importa que ella jure que era él, que vio claritico la placa del carro, que reconoció la calcomanía del vidrio trasero; es más, que alcanzó a verle la cabeza a la negra asquerosa cuando trataba de esconderse y mil detalles por el estilo, y sin embargo el tipo asegura sin sonrojarse que debió ser una confusión porque él nunca ha visitado un antro de esos.
Los políticos son unos magos en el arte de negar y en nuestro país aún más. Pueden pillarlos con las manos en la masa, puede haber grabaciones, fotografías, videos y otras pruebas comprometedoras, y el fulano dirá sin recato que se trata de un error, que son artimañas de sus enemigos, que manipularon el material y otra sarta de excusas que ofenden a quienes esperamos justicia. Aún siento rabia de aquella noche cuando me trasnoché para ver en directo la renuncia del Presidente Samper, la cual di por sentada cuando Botero Zea, su Ministro de Defensa y tesorero de la campaña que lo llevó a la presidencia, reconoció que todos sabían de dónde venían los miles de millones de pesos que recibieron de la mafia. Entonces salió el gordo cínico y descarado a decir que todo era mentira, que se trataba de trapisondas maquinadas por el hasta ese momento fiel tirabeques.
Se escuda quien niega en que mientras exista la duda que genera la palabra del uno contra la del otro, siempre dejará en el aire la posibilidad de la duda. Las grabaciones que prueban el pago de una millonaria suma por parte de DMG al Personero de Bogotá, Francisco Rojas Birry, son contundentes. Pero qué va, otra vez nos quedamos con los crespos hechos porque el desvergonzado indio puso cara de yo no fui. Ahora salen varios periodistas llaneros a denunciar que la Senadora Carlina Rodríguez le mandó un sobre con 150 mil pesos a cada uno. Llaman a la vieja a ver qué dice y en vez de reconocer, se ofende ante semejante exabrupto. Que cómo se les ocurre, que ella, que ha dedicado media vida a trabajar por los colombianos, que ha desempeñado su labor como un verdadero apostolado; ella, que con su trabajo honorable, transparente e impoluto ha sacado la cara por el Congreso, que es sinónimo de ética, moralidad y honestidad, nunca haría una cosa así. Que eso fue su jefe de prensa en esa región, a quien dijo pagarle 5 millones de pesos por sus servicios. Pues el tipo tiene que ser muy bruto o muy diligente, porque el regalito fue para 20 periodistas y por lo tanto ahí se le fueron más de la mitad de sus honorarios.
Por fortuna salió a flote ese escándalo en Villavicencio, porque son muchos los periodistas comprometidos con los candidatos por cuenta del billete. Oí a Mariela Márquez denunciar que en Colombia el ingreso del 60% de los periodistas depende de la venta de pauta publicitaria. El comunicador debe comercializar el espacio que la empresa le cede y ante la poca demanda, acepta como cliente a un político, a una empresa del estado, a la administración municipal o departamental, y así queda maniatado definitivamente. Si el salario de un cargaladrillos depende por ejemplo de la Industria Licorera, cómo esperar que el tipo denuncie cualquier asunto referente a esa empresa o a la Gobernación. Lo mismo pasa con las campañas políticas, que después de tener tratos económicos con un comunicador lo ponen a comer en la mano.
Ahora vienen las elecciones y debemos recordar que en Caldas la mayoría de los escogidos hace 4 años andan enchiquerados, y muchos candidatos actuales son sus herederos. Otros son sucesores de personajes de ingrata recordación, porque en la política los votos no desaparecen; se endosan, usufructúan, donan o comparten, pero nunca se pierden. Apoyaré para la Cámara a Juana Carolina Londoño porque la conozco; es joven, inteligente, comprometida con su labor y se ha preparado para ejercer la política; y además está emparentada con mi familia. Para el Senado voy con Luis Emilio Sierra, a quien no conozco pero ha hecho bien las cosas y al menos no debe legislar desde La Picota.
miércoles, marzo 03, 2010
El Criticón.
Así se titula una de las grandes obras de la literatura española, escrita por Baltasar Gracián y publicada en tres fechas diferentes a mediados de los años 1600. En ella el autor presenta una semblanza del ser humano en todas sus facetas, y de la sociedad en general, con vivos ejemplos de las pasiones, virtudes y defectos. Alguien dirá que en tanto tiempo el hombre ha cambiado en muchos aspectos, y es válida la apreciación, pero en el modo de comportarse y de sentir siempre ha sido el mismo. Sin importar la época ni la región del mundo, han existido, existen y existirán personas buenas, corrompidas, honestas, perversas, amables, simpáticas, detestables, activas, falsas y miles de particularidades que sería difícil enumerar. Además desde siempre hemos convivido con el odio, la maldad, la envidia, el rencor, la maledicencia, la perversión y otros tantos defectillos que en el mundo han sido.
Y una de las características más odiosas que podemos encontrar en alguien es el pesimismo desbordado. En la vida hay que tener criterio y poner cualquier asunto, sin excepciones, en una balanza imaginaria que nos marque los beneficios y perjuicios que pueda ocasionar. Un ejemplo manido es el que habla del vaso medio lleno o medio vacío, el cual retrata de forma perfecta la diferencia que hay entre optimistas y pesimistas. También debemos evitar los prejuicios que son tan dañinos y engañosos, y no tomar partido por algo o por alguien sin tener antes conocimiento de causa.
Sin duda es chocante ese individuo que a todo le saca pero, que jode porque sí, que nada le parece y siempre se muestra insatisfecho. Es lógico que cualquier situación, por positiva que sea, tenga defectos y deficiencias, pero el negativo redomado prefiere insistir en esos lunares en vez de resaltar aquello que el resto alaba. Ese tipo de sujeto es temido en el club, en la asociación, en el gremio, en el conjunto donde reside y en cualquier situación en la que comparta con otras personas, porque siempre se atraviesa en las decisiones, todo hay que explicárselo varias veces mientras le encuentra alguna maca y nunca está satisfecho con nada. El pesimista extremo es melindroso, obsesivo, cositero, criticón hasta el cansancio y amargado sin remedio. Y quienes viven o comparten con él deben cuidarse porque ese defecto es contagioso.
Las críticas cuando son fundamentadas hay que hacerlas, claro que sí. Por ello insisto en un asunto que tiene a la comunidad incómoda y que a pesar de las denuncias y quejas, no veo que nadie le pare bolas. Se trata de la balacera que generan las prácticas de tiro en el polígono del Batallón Ayacucho, el cual está localizado a pocos metros de edificios, casas y conjuntos residenciales del sector del Morro Sancancio. Volean chumbimba de sol a sol y el estruendo es ensordecedor, por lo que quienes sufren directamente este suplicio están desesperados. Aunque en la actualidad vivo a unos 300 metros en línea recta del lugar, gracias a que el apartamento mira hacia el otro lado el ruido apenas es audible, pero como casi toda mi vida he sido vecino del Batallón conozco ese martirio de primera mano.
Cuando llegué hace casi 50 años a vivir al barrio La Camelia, el batallón quedaba localizado en las afueras de la ciudad y sus alrededores eran potreros y terrenos que apenas empezaban a urbanizar. En esa época el ingreso al cuartel era por la Avenida Santander, donde quedaba La Guardia, que además tenía en el sótano los calabozos. Entonces cuando se les escapaba algún detenido los inexpertos reclutas lo encendían a bala, y las pocas residencias y los vehículos que había parqueados en las calles, quedaban marcados por los impresionantes huracos que dejaban los tiros de fusil. No hubo muertos fue de milagro, porque cuando sentíamos el tropel todo el mundo se escondía.
En la actualidad el batallón está rodeado de viviendas por casi todos sus costados y para quienes habitamos el sector no deja de ser un riesgo. Hace unos años, como a media noche, sentimos unos disparos que sin necesidad de ser experto en el tema podía notarse que provenían de armas de diferentes calibres. Los vecinos del Conjunto Loma Verde vivieron momentos de pánico cuando desde la portería les indicaban que se refugiaran en un lugar céntrico de la casa, y en algunas los disparos impactaron techos y marquesinas. Cuando al otro día llamaron a indagar por lo sucedido, la respuesta fue que se trató de un simulacro. Cómo sería de real el tal simulacro, que utilizaron balas de verdad y apenas amaneció mandaron una cuadrilla de soldados a peinar con machetes todo el monte aledaño al lugar.
Soy consciente de que cambiar el Batallón de lugar no es una decisión que se tome fácilmente, pero por ahora pueden conseguir un sitio alejado para acondicionarlo como polígono de tiro. En mí época juvenil existía un lugar así donde hoy queda el Eco-parque Los Yarumos. Por cierto, durante las noches era visitado por grupos de jóvenes que encontraban allí un ambiente tranquilo para tomar trago y fumar marihuana sin que nadie los jodiera; además, era ideal para quien se levantaba una viejita en el carro y no encontraba dónde parquearse para poderle meter mano. Lo llamábamos Sabrinsky Point.
pmejiama1@une.net.co
Y una de las características más odiosas que podemos encontrar en alguien es el pesimismo desbordado. En la vida hay que tener criterio y poner cualquier asunto, sin excepciones, en una balanza imaginaria que nos marque los beneficios y perjuicios que pueda ocasionar. Un ejemplo manido es el que habla del vaso medio lleno o medio vacío, el cual retrata de forma perfecta la diferencia que hay entre optimistas y pesimistas. También debemos evitar los prejuicios que son tan dañinos y engañosos, y no tomar partido por algo o por alguien sin tener antes conocimiento de causa.
Sin duda es chocante ese individuo que a todo le saca pero, que jode porque sí, que nada le parece y siempre se muestra insatisfecho. Es lógico que cualquier situación, por positiva que sea, tenga defectos y deficiencias, pero el negativo redomado prefiere insistir en esos lunares en vez de resaltar aquello que el resto alaba. Ese tipo de sujeto es temido en el club, en la asociación, en el gremio, en el conjunto donde reside y en cualquier situación en la que comparta con otras personas, porque siempre se atraviesa en las decisiones, todo hay que explicárselo varias veces mientras le encuentra alguna maca y nunca está satisfecho con nada. El pesimista extremo es melindroso, obsesivo, cositero, criticón hasta el cansancio y amargado sin remedio. Y quienes viven o comparten con él deben cuidarse porque ese defecto es contagioso.
Las críticas cuando son fundamentadas hay que hacerlas, claro que sí. Por ello insisto en un asunto que tiene a la comunidad incómoda y que a pesar de las denuncias y quejas, no veo que nadie le pare bolas. Se trata de la balacera que generan las prácticas de tiro en el polígono del Batallón Ayacucho, el cual está localizado a pocos metros de edificios, casas y conjuntos residenciales del sector del Morro Sancancio. Volean chumbimba de sol a sol y el estruendo es ensordecedor, por lo que quienes sufren directamente este suplicio están desesperados. Aunque en la actualidad vivo a unos 300 metros en línea recta del lugar, gracias a que el apartamento mira hacia el otro lado el ruido apenas es audible, pero como casi toda mi vida he sido vecino del Batallón conozco ese martirio de primera mano.
Cuando llegué hace casi 50 años a vivir al barrio La Camelia, el batallón quedaba localizado en las afueras de la ciudad y sus alrededores eran potreros y terrenos que apenas empezaban a urbanizar. En esa época el ingreso al cuartel era por la Avenida Santander, donde quedaba La Guardia, que además tenía en el sótano los calabozos. Entonces cuando se les escapaba algún detenido los inexpertos reclutas lo encendían a bala, y las pocas residencias y los vehículos que había parqueados en las calles, quedaban marcados por los impresionantes huracos que dejaban los tiros de fusil. No hubo muertos fue de milagro, porque cuando sentíamos el tropel todo el mundo se escondía.
En la actualidad el batallón está rodeado de viviendas por casi todos sus costados y para quienes habitamos el sector no deja de ser un riesgo. Hace unos años, como a media noche, sentimos unos disparos que sin necesidad de ser experto en el tema podía notarse que provenían de armas de diferentes calibres. Los vecinos del Conjunto Loma Verde vivieron momentos de pánico cuando desde la portería les indicaban que se refugiaran en un lugar céntrico de la casa, y en algunas los disparos impactaron techos y marquesinas. Cuando al otro día llamaron a indagar por lo sucedido, la respuesta fue que se trató de un simulacro. Cómo sería de real el tal simulacro, que utilizaron balas de verdad y apenas amaneció mandaron una cuadrilla de soldados a peinar con machetes todo el monte aledaño al lugar.
Soy consciente de que cambiar el Batallón de lugar no es una decisión que se tome fácilmente, pero por ahora pueden conseguir un sitio alejado para acondicionarlo como polígono de tiro. En mí época juvenil existía un lugar así donde hoy queda el Eco-parque Los Yarumos. Por cierto, durante las noches era visitado por grupos de jóvenes que encontraban allí un ambiente tranquilo para tomar trago y fumar marihuana sin que nadie los jodiera; además, era ideal para quien se levantaba una viejita en el carro y no encontraba dónde parquearse para poderle meter mano. Lo llamábamos Sabrinsky Point.
pmejiama1@une.net.co
lunes, febrero 22, 2010
Pilas con la seguridad.
Siempre hemos dicho que es mejor prevenir que curar o que la seguridad es mejor que la policía. Ojalá estas máximas se cumplieran en nuestro medio, pero el subdesarrollo, la mala educación, este desorden que nos caracteriza y sobre todo la falta de plata, hacen que dichas intenciones se queden en simples quimeras. Un ejemplo claro es la salud pública, cuya atención básica no incluye tratamientos preventivos y cuando el paciente logra acceder al especialista, ya está podrido.
Las autoridades viales adelantan campañas para prevenir la accidentalidad y en los puentes festivos presentan los resultados de las mismas en base a la cantidad de muertos que hay en las carreteras. Es inaudito que aquí sea necesario castigar al infractor con multas, sanciones y retenciones del vehículo para que cumpla unas normas que apuntan directamente a salvar su propia vida y la de sus pasajeros. Cómo es posible que a la gente la tengan que multar por no utilizar el cinturón de seguridad. Es de simple sentido común entender que ante cualquier choque o voltereta, la integridad de las personas que ocupan el vehículo siniestrado sufre doblemente si no se acatan las normas de seguridad.
Y qué tal los motociclistas que en carretera cargan el casco protector colgado del brazo, dizque porque esa vaina acalora mucho, y solo se lo encasquetan al acercarse a una población; igual procede la parrillera, con el agravante que el mocoso que viaja en sándwich entre los dos, tampoco lleva ninguna protección. Otros buscan pasarse la norma por la galleta al utilizar un simple casco de beisbolista, el cual ni siquiera aseguran a la barbilla para mantenerlo en su sitio en caso de sufrir un accidente. Se pegan un lamparazo y el improvisado casco sale disparado con el impulso, motivo por el cual no cumple con su cometido de proteger. Cómo puede entenderse que haya que castigarlos para que no se maten, y lo más inaudito, que los infractores crean que le meten un gol al policía cuando este supone que utilizan el equipo adecuado.
El manejo de cualquier vehículo requiere los cinco sentidos de quien lo conduce. Aquel que se toma unos pocos tragos asegura que está en condiciones de manejar, pero los estudios han demostrado que los reflejos y la atención disminuyen en forma considerable. Antes reconvenían al borracho conductor, después implantaron multas, luego procedieron a retenerle la licencia por un tiempo determinado, dependiendo del grado de alcohol que presente el transgresor, y en la actualidad el asunto se puso más serio porque en caso de resultar víctimas fatales por culpa del conductor alicorado, este puede ir a prisión, no excarcelable, a purgar pena de 6 a 10 años.
Cómo habrá que explicarle a la gente que el peligro de hablar por celular mientras maneja no radica solo en que debe destinar una mano para sostener el aparato. No, lo grave del asunto es que un gran porcentaje de la atención del conductor está dedicada a atender el asunto que lo ocupa al teléfono, atención que debería destinar única y exclusivamente a transitar sin riesgos para él y para los demás. De manera que el cuento del manos libres tampoco exime la posibilidad de causar un accidente, aunque al utilizarlo no podrá ser multado el conductor ni tendrá que utilizar uno de sus brazos para tal menester. Un ejercicio simple para demostrar esa teoría es que un día cualquiera, sin planearlo con anterioridad, al colgar la llamada trate de recordar detalles del tramo que acaba de recorrer. Seguro no va a tener claro qué ruta siguió, cuántos semáforos estaban en rojo, si había algún obstáculo en la vía o cualquier otro detalle.
Si la persona espera una llamada urgente mientras conduce su carro basta con orillarse y contestar, o simplemente espera hasta llegar a su destino para mirar las llamadas perdidas y proceder a devolverlas. Así de sencillo. Y ahora que los aparatos traen, además de todos los perendengues, servicio de internet, los conductores requieren de ambas manos para teclear con sus pulgares mientras atienden el correo electrónico, chatean o navegan por la red. Por ello cuando un policía le clave una multa por esa infracción, piense que de no haber caído en el retén, pudo haber atropellado una persona en la cuadra siguiente.
Tengo una amiga que cuando viajo con ella lo primero que hace es acomodarse el audífono del manos libres. Entonces empieza a conversar con Raimundo y todo el mundo, mientras por el espejo retrovisor atiende a sus hijos que desde el asiento de atrás se pelean por acaparar la atención de la mamá. Como no me doy cuenta en qué momento marca el teléfono, muchas veces cuando ella le pregunta a su interlocutor telefónico ¿y qué más?, empiezo a conversarle para responder hasta que me percato de que la cosa no es conmigo. A los cinco minutos sucede de nuevo, pero al revés, y entonces paso por maleducado al no contestarle.
La prueba reina de que el celular distrae es cuando el conductor que va adelante zigzaguea, cambia bruscamente de velocidad, duda en las intersecciones, transita por la mitad de la vía y ocupa ambos carriles, y en general comete muchas chambonadas, y al adelantarlo vemos que se trata de una señora, o de un tipo que habla por celular.
pmejiama1@une.net.co
Las autoridades viales adelantan campañas para prevenir la accidentalidad y en los puentes festivos presentan los resultados de las mismas en base a la cantidad de muertos que hay en las carreteras. Es inaudito que aquí sea necesario castigar al infractor con multas, sanciones y retenciones del vehículo para que cumpla unas normas que apuntan directamente a salvar su propia vida y la de sus pasajeros. Cómo es posible que a la gente la tengan que multar por no utilizar el cinturón de seguridad. Es de simple sentido común entender que ante cualquier choque o voltereta, la integridad de las personas que ocupan el vehículo siniestrado sufre doblemente si no se acatan las normas de seguridad.
Y qué tal los motociclistas que en carretera cargan el casco protector colgado del brazo, dizque porque esa vaina acalora mucho, y solo se lo encasquetan al acercarse a una población; igual procede la parrillera, con el agravante que el mocoso que viaja en sándwich entre los dos, tampoco lleva ninguna protección. Otros buscan pasarse la norma por la galleta al utilizar un simple casco de beisbolista, el cual ni siquiera aseguran a la barbilla para mantenerlo en su sitio en caso de sufrir un accidente. Se pegan un lamparazo y el improvisado casco sale disparado con el impulso, motivo por el cual no cumple con su cometido de proteger. Cómo puede entenderse que haya que castigarlos para que no se maten, y lo más inaudito, que los infractores crean que le meten un gol al policía cuando este supone que utilizan el equipo adecuado.
El manejo de cualquier vehículo requiere los cinco sentidos de quien lo conduce. Aquel que se toma unos pocos tragos asegura que está en condiciones de manejar, pero los estudios han demostrado que los reflejos y la atención disminuyen en forma considerable. Antes reconvenían al borracho conductor, después implantaron multas, luego procedieron a retenerle la licencia por un tiempo determinado, dependiendo del grado de alcohol que presente el transgresor, y en la actualidad el asunto se puso más serio porque en caso de resultar víctimas fatales por culpa del conductor alicorado, este puede ir a prisión, no excarcelable, a purgar pena de 6 a 10 años.
Cómo habrá que explicarle a la gente que el peligro de hablar por celular mientras maneja no radica solo en que debe destinar una mano para sostener el aparato. No, lo grave del asunto es que un gran porcentaje de la atención del conductor está dedicada a atender el asunto que lo ocupa al teléfono, atención que debería destinar única y exclusivamente a transitar sin riesgos para él y para los demás. De manera que el cuento del manos libres tampoco exime la posibilidad de causar un accidente, aunque al utilizarlo no podrá ser multado el conductor ni tendrá que utilizar uno de sus brazos para tal menester. Un ejercicio simple para demostrar esa teoría es que un día cualquiera, sin planearlo con anterioridad, al colgar la llamada trate de recordar detalles del tramo que acaba de recorrer. Seguro no va a tener claro qué ruta siguió, cuántos semáforos estaban en rojo, si había algún obstáculo en la vía o cualquier otro detalle.
Si la persona espera una llamada urgente mientras conduce su carro basta con orillarse y contestar, o simplemente espera hasta llegar a su destino para mirar las llamadas perdidas y proceder a devolverlas. Así de sencillo. Y ahora que los aparatos traen, además de todos los perendengues, servicio de internet, los conductores requieren de ambas manos para teclear con sus pulgares mientras atienden el correo electrónico, chatean o navegan por la red. Por ello cuando un policía le clave una multa por esa infracción, piense que de no haber caído en el retén, pudo haber atropellado una persona en la cuadra siguiente.
Tengo una amiga que cuando viajo con ella lo primero que hace es acomodarse el audífono del manos libres. Entonces empieza a conversar con Raimundo y todo el mundo, mientras por el espejo retrovisor atiende a sus hijos que desde el asiento de atrás se pelean por acaparar la atención de la mamá. Como no me doy cuenta en qué momento marca el teléfono, muchas veces cuando ella le pregunta a su interlocutor telefónico ¿y qué más?, empiezo a conversarle para responder hasta que me percato de que la cosa no es conmigo. A los cinco minutos sucede de nuevo, pero al revés, y entonces paso por maleducado al no contestarle.
La prueba reina de que el celular distrae es cuando el conductor que va adelante zigzaguea, cambia bruscamente de velocidad, duda en las intersecciones, transita por la mitad de la vía y ocupa ambos carriles, y en general comete muchas chambonadas, y al adelantarlo vemos que se trata de una señora, o de un tipo que habla por celular.
pmejiama1@une.net.co
lunes, febrero 15, 2010
A difundir el mensaje.
Es difícil erradicar una idea preconcebida de nuestra mente y necesitamos conocimientos, pruebas y ejemplos para lograr cambiar la imagen que tenemos de cualquier cosa. Por eso al oír hablar de Beirut, Sarajevo, la Franja de Gaza o Chechenia de inmediato relacionamos dichos lugares con ruinas acribilladas por disparos y explosiones, vehículos incendiados en las calles, barricadas con milicianos armados hasta los dientes y una población civil aterrorizada. De igual manera, en cualquier lugar del mundo imaginan a Medellín como la muestran los documentales y películas que han querido retratar la vida de las comunas: viviendas proletarias apiñadas en una ladera, sicarios en moto que siembran el terror, humildes familias que tratan de sobrevivir y en general un ambiente de pobreza y subdesarrollo absolutos. Lejos están de saber que dichos sectores pertenecen a una ciudad moderna y hermosa; con parques, museos, grandes edificios, zonas verdes, hoteles y centros comerciales que se comparan con los de cualquier metrópoli del mundo.
Por ello causa gran preocupación la visión que tiene la comunidad internacional respecto a los grupos guerrilleros que operan en nuestro territorio. La verdad es que la imagen del guerrillero idealista y romántico que lucha por una causa justa, y combate al tirano desalmado y totalitario, es como un genérico para todos aquellos que dedican su vida a la lucha revolucionaria. Los partisanos que hostigaron a los ejércitos en Europa; la figura del Che Guevara es reconocida y admirada por todos, y sus hazañas épicas lo convirtieron en un mártir de la historia; los tupamaros y montoneros que lucharon contra los dictadores en Uruguay y Argentina; Edén Pastora, “Comandante Cero”, quien combatió al sanguinario Somoza en Nicaragua; el Comandante Marcos, de la región de Chiapas en México, con su pasamontañas y la pipa que le da un aire de intelectual, son personajes que la historia a convertido en héroes sin distingos ni excepciones.
Mi sobrino estudia en la Universidad de Buenos Aires, que por ser gratuita acoge en sus aulas estudiantes de diferentes clases sociales, edades, colores y religiones, y el año pasado participó en un foro que trataba el tema de las fuerzas insurgentes en el continente. De tanto oír a los exponentes alabar a los miembros de la guerrilla colombiana, de admirar sus proezas y destacar su lucha contra la oligarquía, Miguel no se resistió y pidió la palabra para exponer su punto de vista, que es el de la gran mayoría de colombianos. Les habló de las pescas milagrosas, donde se llevan hasta conductores de bus y gentes del común; de las vacunas,las extorsiones y los secuestros; de las tomas a los pueblos más pobres y alejados, donde arrasan con lo que encuentran a su paso; de las minas anti persona que siembran en los campos para que humildes campesinos queden lisiados de por vida; de los soldados y policías que mantienen encerrados como animales en medio de la selva desde hace más de diez años; de las bombas en pueblos y ciudades que asesinan vilmente a inocentes ciudadanos. Porque la gran mayoría de sus atentados perjudican es a la gente del común, a los campesinos, al desprevenido transeúnte.
Pues la intervención de Miguel no fue bien recibida porque la visión preconcebida que tienen de nuestra realidad no va a cambiar con una solitaria voz en medio del desierto. Y peor ahora que en Argentina anuncian en los cines un documental que muestra a las FARC como una institución de caridad, unos ángeles redentores que luchan por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos ; y entrevistan a los espectadores al salir de la función y todos encantados con esa maravilla de organización guerrillera. Si eso es allí no más,en un país cercano, cuál será la opinión de escandinavos, australianos,japoneses, checos, sudafricanos o israelitas. Cómo les llegará la información de distorsionada, que cuando Ingrid estaba secuestrada mostraban en los noticieros las entrevistas que hacían a los parisinos en la calle, quienes le imploraban al Presidente Uribe que liberara a esa pobre mujer, convencidos de que él la tenía confinada.
Que Chávez los apoye e insista en que no son terroristas no preocupa, porque él mismo se ha encargado de minar su credibilidad de tanto desvariar y decir pendejadas. Pero la visión errada del mundo sí es muy grave, por lo que todos debemos poner un granito de arena para tratar de cambiar esa imagen distorsionada de nuestra realidad. Y una forma fácil de colaborar es distribuir entre nuestros contactos cibernéticos en el exterior los videos, mensajes e información que recibamos en el correo electrónico acerca de las atrocidades cometidas por los grupos guerrilleros; y de una vez solicitarles que los hagan circular entre sus contactos. Seguro que así podremos contribuir en algo a minimizar esta sinrazón.
Nota: Murió el miércoles en Manizales doña Clementina Echeverry, quien con su esposo don Jaime Jaramillo engendró una prole que es sinónimo de generosidad y altruismo. Una mujer querida por todos, activa, hermosa, de porte señorial y elegante, a quien la sociedad entera va a extrañar, su familia echará de menos en todo momento y cientos de “Niños de los Andes” la van a recordar como a una madre putativa muy especial. Reciba su familia un abrazo solidario de quienes reconocemos en ellos un ejemplo de entrega y compromiso.
pmejiama1@une.net.com
Por ello causa gran preocupación la visión que tiene la comunidad internacional respecto a los grupos guerrilleros que operan en nuestro territorio. La verdad es que la imagen del guerrillero idealista y romántico que lucha por una causa justa, y combate al tirano desalmado y totalitario, es como un genérico para todos aquellos que dedican su vida a la lucha revolucionaria. Los partisanos que hostigaron a los ejércitos en Europa; la figura del Che Guevara es reconocida y admirada por todos, y sus hazañas épicas lo convirtieron en un mártir de la historia; los tupamaros y montoneros que lucharon contra los dictadores en Uruguay y Argentina; Edén Pastora, “Comandante Cero”, quien combatió al sanguinario Somoza en Nicaragua; el Comandante Marcos, de la región de Chiapas en México, con su pasamontañas y la pipa que le da un aire de intelectual, son personajes que la historia a convertido en héroes sin distingos ni excepciones.
Mi sobrino estudia en la Universidad de Buenos Aires, que por ser gratuita acoge en sus aulas estudiantes de diferentes clases sociales, edades, colores y religiones, y el año pasado participó en un foro que trataba el tema de las fuerzas insurgentes en el continente. De tanto oír a los exponentes alabar a los miembros de la guerrilla colombiana, de admirar sus proezas y destacar su lucha contra la oligarquía, Miguel no se resistió y pidió la palabra para exponer su punto de vista, que es el de la gran mayoría de colombianos. Les habló de las pescas milagrosas, donde se llevan hasta conductores de bus y gentes del común; de las vacunas,las extorsiones y los secuestros; de las tomas a los pueblos más pobres y alejados, donde arrasan con lo que encuentran a su paso; de las minas anti persona que siembran en los campos para que humildes campesinos queden lisiados de por vida; de los soldados y policías que mantienen encerrados como animales en medio de la selva desde hace más de diez años; de las bombas en pueblos y ciudades que asesinan vilmente a inocentes ciudadanos. Porque la gran mayoría de sus atentados perjudican es a la gente del común, a los campesinos, al desprevenido transeúnte.
Pues la intervención de Miguel no fue bien recibida porque la visión preconcebida que tienen de nuestra realidad no va a cambiar con una solitaria voz en medio del desierto. Y peor ahora que en Argentina anuncian en los cines un documental que muestra a las FARC como una institución de caridad, unos ángeles redentores que luchan por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos ; y entrevistan a los espectadores al salir de la función y todos encantados con esa maravilla de organización guerrillera. Si eso es allí no más,en un país cercano, cuál será la opinión de escandinavos, australianos,japoneses, checos, sudafricanos o israelitas. Cómo les llegará la información de distorsionada, que cuando Ingrid estaba secuestrada mostraban en los noticieros las entrevistas que hacían a los parisinos en la calle, quienes le imploraban al Presidente Uribe que liberara a esa pobre mujer, convencidos de que él la tenía confinada.
Que Chávez los apoye e insista en que no son terroristas no preocupa, porque él mismo se ha encargado de minar su credibilidad de tanto desvariar y decir pendejadas. Pero la visión errada del mundo sí es muy grave, por lo que todos debemos poner un granito de arena para tratar de cambiar esa imagen distorsionada de nuestra realidad. Y una forma fácil de colaborar es distribuir entre nuestros contactos cibernéticos en el exterior los videos, mensajes e información que recibamos en el correo electrónico acerca de las atrocidades cometidas por los grupos guerrilleros; y de una vez solicitarles que los hagan circular entre sus contactos. Seguro que así podremos contribuir en algo a minimizar esta sinrazón.
Nota: Murió el miércoles en Manizales doña Clementina Echeverry, quien con su esposo don Jaime Jaramillo engendró una prole que es sinónimo de generosidad y altruismo. Una mujer querida por todos, activa, hermosa, de porte señorial y elegante, a quien la sociedad entera va a extrañar, su familia echará de menos en todo momento y cientos de “Niños de los Andes” la van a recordar como a una madre putativa muy especial. Reciba su familia un abrazo solidario de quienes reconocemos en ellos un ejemplo de entrega y compromiso.
pmejiama1@une.net.com
jueves, febrero 11, 2010
La lógica irrefutable de los niños.
En más de una ocasión los niños nos desarman con su lógica rotunda y espontánea, y de forma absurda e irresponsable los adultos acostumbramos salirnos por la tangente para evadir la respuesta, convencidos de que la criatura olvidará el asunto en segundos. Porque nos da trabajo convencernos de que ese bebé que hasta hace poco solo balbuceaba algunas sílabas, reía al vernos hacer carantoñas, y comía y dormía durante casi todo el tiempo, de un momento a otro se convirtió en un ser pensante y racional. Y ahí es cuando sin darnos por enterados le enseñamos a mentir, a hacer trampa, a denigrar de los demás, a tramar; peleamos frente a él y tratamos asuntos delicados, como si lo hiciéramos delante de una mascota.
Infortunadamente nos acordamos muy tarde de cuidar la lengua delante de los pequeños, y casi siempre ocurre cuando algún comentario que hace el mocoso nos deja fríos, de una sola pieza. Ellos son unas esponjas que asimilan todo lo que sucede a su alrededor, aunque parezcan desentendidos, y es como si tuvieran antenas porque no se les pasa ni media. Se las pillan al vuelo y así los adultos hablen en clave o cambien los nombres de los implicados, el muchachito se entera del asunto antes de lo que uno cree. Recuerdo que en mi infancia nuestros padres, que sabían algo de inglés, aprovechaban ese idioma para comentar los asuntos prohibidos para nosotros; el problema es que a los zambos ahora les enseñan inglés desde la guardería. Otra modalidad que utilizaban los adultos era comunicarse por medio de jerigonzas previamente establecidas.
Los niños hablan sin tapujos, son directos y francos, y como no le ponen malicia a nada, se expresan sin dobleces ni argucias. A veces creemos que basta callarlos con un regaño, pero ellos se quedan rumiando el asunto hasta encontrarle alguna explicación. Cierta vez visitaba a mi mamá y coincidí con mi hermano Daniel y su hijo Pedro Luis, que entonces tendría 7 años. El muchachito se enteró de que en otro apartamento del mismo edificio había una persona que él quiere mucho y estaba desesperado por visitarla; entonces consultaba al papá a qué horas iban a ir, cuánto faltaba, si seguro lo llevaría y mil pregunta más, hasta que el papá se desesperó y lo regañó, le prohibió insistir con la cantaleta y le advirtió que si seguía con la joda, le daba una palmada; que él sí lo iba a llevar, pero dentro de un rato. En cierto momento fuimos a la cocina a preparar tinto y en esas apareció el muchachito, y le dijo al papá que si era cierto que en la vida todas las cosas tienen su momento. Nos miramos con asombro por lo inteligente del raciocinio y Daniel le dijo que sí, que tenía toda la razón, y entonces el mocoso se apresuró a preguntar:
-Papá, ¿entonces me puede decir cuál es el momento en que vamos a ir a donde fulanita?
Cuando María Escobar tenía unos 2 añitos, estábamos en Cartago en la finca de la abuela y mientras la niña se bañaba en la piscina, desde un corredor yo la observaba y cada cierto tiempo suspendía mi lectura para sacarle la piedra cuando le gritaba: ¡María Escobar es una bebé!; ¿quién es la negra más inmunda de esta casa?; ¡que le traigan el chupo a la bebita!; ¡Fo!, esa mocosa se poposió en la piscina; y demás pendejadas por el estilo, y ella furiosa porque no hay nada que ofenda más a un infante que ya se cree grande, que lo comparen con un bebé. Claro que a veces le daba tentación de risa, pero de inmediato me lanzaba unas miradas de esas que si mataran, me habría fulminado en el acto; entonces le decía que qué miedo, que estaba temblando del susto y que en el agua había una culicagada con cara de perro rabioso. Como no había nadie más por ahí cerca no le quedaba más remedio que oír la jodentina, hasta que me miró con los ojos entornados por el intenso sol, me apuntó con su dedito y soltó esta sentencia:
-Pablito, te lo advierto de una vez, ¡si sigues así, no vuelves!
Sucede también que olvidamos que los infantes ven la vida con ojos diferentes a los nuestros. Resulta que iba de viaje María, ya de 5 años, con sus papás, el hermanito y la abuela materna que viajaba con los niños atrás para entretenerlos y ponerles cuidado. Consuelo les conversa, les enseña cosas, los interesa en los diferentes temas y se esmera en ilustrarlos en todo lo que sea posible. En cierto momento, la muchachita le dijo a la abuelita que le contara por qué se había separado del marido, a lo que la mujer con mucho tacto y en un lenguaje fácil y comprensible, trató de explicar algo que no es fácil de exponer a un pequeñín. Cuando terminó con su relato, la nieta le dijo que si no había pensado en juntarse otra vez con el abuelito, y entonces ella muy asombrada le respondió que cómo se le ocurría, que si no le parecía que ese señor estaba muy viejo, arrugado, chocho y resabiado. La mocosa la mira de arriba abajo y comenta:
-Abuelita… ¡pero tú también!
pmejiama1@une.net.co
Infortunadamente nos acordamos muy tarde de cuidar la lengua delante de los pequeños, y casi siempre ocurre cuando algún comentario que hace el mocoso nos deja fríos, de una sola pieza. Ellos son unas esponjas que asimilan todo lo que sucede a su alrededor, aunque parezcan desentendidos, y es como si tuvieran antenas porque no se les pasa ni media. Se las pillan al vuelo y así los adultos hablen en clave o cambien los nombres de los implicados, el muchachito se entera del asunto antes de lo que uno cree. Recuerdo que en mi infancia nuestros padres, que sabían algo de inglés, aprovechaban ese idioma para comentar los asuntos prohibidos para nosotros; el problema es que a los zambos ahora les enseñan inglés desde la guardería. Otra modalidad que utilizaban los adultos era comunicarse por medio de jerigonzas previamente establecidas.
Los niños hablan sin tapujos, son directos y francos, y como no le ponen malicia a nada, se expresan sin dobleces ni argucias. A veces creemos que basta callarlos con un regaño, pero ellos se quedan rumiando el asunto hasta encontrarle alguna explicación. Cierta vez visitaba a mi mamá y coincidí con mi hermano Daniel y su hijo Pedro Luis, que entonces tendría 7 años. El muchachito se enteró de que en otro apartamento del mismo edificio había una persona que él quiere mucho y estaba desesperado por visitarla; entonces consultaba al papá a qué horas iban a ir, cuánto faltaba, si seguro lo llevaría y mil pregunta más, hasta que el papá se desesperó y lo regañó, le prohibió insistir con la cantaleta y le advirtió que si seguía con la joda, le daba una palmada; que él sí lo iba a llevar, pero dentro de un rato. En cierto momento fuimos a la cocina a preparar tinto y en esas apareció el muchachito, y le dijo al papá que si era cierto que en la vida todas las cosas tienen su momento. Nos miramos con asombro por lo inteligente del raciocinio y Daniel le dijo que sí, que tenía toda la razón, y entonces el mocoso se apresuró a preguntar:
-Papá, ¿entonces me puede decir cuál es el momento en que vamos a ir a donde fulanita?
Cuando María Escobar tenía unos 2 añitos, estábamos en Cartago en la finca de la abuela y mientras la niña se bañaba en la piscina, desde un corredor yo la observaba y cada cierto tiempo suspendía mi lectura para sacarle la piedra cuando le gritaba: ¡María Escobar es una bebé!; ¿quién es la negra más inmunda de esta casa?; ¡que le traigan el chupo a la bebita!; ¡Fo!, esa mocosa se poposió en la piscina; y demás pendejadas por el estilo, y ella furiosa porque no hay nada que ofenda más a un infante que ya se cree grande, que lo comparen con un bebé. Claro que a veces le daba tentación de risa, pero de inmediato me lanzaba unas miradas de esas que si mataran, me habría fulminado en el acto; entonces le decía que qué miedo, que estaba temblando del susto y que en el agua había una culicagada con cara de perro rabioso. Como no había nadie más por ahí cerca no le quedaba más remedio que oír la jodentina, hasta que me miró con los ojos entornados por el intenso sol, me apuntó con su dedito y soltó esta sentencia:
-Pablito, te lo advierto de una vez, ¡si sigues así, no vuelves!
Sucede también que olvidamos que los infantes ven la vida con ojos diferentes a los nuestros. Resulta que iba de viaje María, ya de 5 años, con sus papás, el hermanito y la abuela materna que viajaba con los niños atrás para entretenerlos y ponerles cuidado. Consuelo les conversa, les enseña cosas, los interesa en los diferentes temas y se esmera en ilustrarlos en todo lo que sea posible. En cierto momento, la muchachita le dijo a la abuelita que le contara por qué se había separado del marido, a lo que la mujer con mucho tacto y en un lenguaje fácil y comprensible, trató de explicar algo que no es fácil de exponer a un pequeñín. Cuando terminó con su relato, la nieta le dijo que si no había pensado en juntarse otra vez con el abuelito, y entonces ella muy asombrada le respondió que cómo se le ocurría, que si no le parecía que ese señor estaba muy viejo, arrugado, chocho y resabiado. La mocosa la mira de arriba abajo y comenta:
-Abuelita… ¡pero tú también!
pmejiama1@une.net.co
lunes, febrero 01, 2010
Solidaridad prioritaria.
Quienes habitamos en el llamado cinturón de fuego del planeta tierra, donde los movimientos telúricos son comunes, nos fruncimos cada que se presenta una tragedia causada por un gran terremoto porque sin excepción nos preguntamos en qué momento podemos vivir una situación similar. Por fortuna en ciudades como Manizales la modalidad de construcción sismo resistente está reglamentada y hay control por parte de las autoridades, aunque en los barrios populares la gente se pasa la ley por la galleta. A las llamadas soluciones de vivienda les dejan la plancha lista para que el propietario después construya el segundo piso, pero el problema está en que la gente, en busca de sacarle varias rentas a su propiedad, le construye, con la ayuda de algún pariente que sepa manejar el palustre, varios pisos sin la menor técnica y sin utilizar los materiales adecuados.
Lo que da golpe es ver cómo las personas se impresionan ante la gravedad de la tragedia de turno, porque las noticias llegan por todos los medios y no dan tregua para asimilarlas. Además, porque le dan prioridad al amarillismo y a resaltar las imágenes más tristes e impactantes, que por cierto son las que más rating marcan y mejor facturan. Entonces el fulano que mira el telenoticiero, el que anda pegado del transistor o el que ojea el periódico, se estremece al enterarse de los dramas humanos y de las necesidades que padecen quienes de milagro salvaron sus vidas. Y ahí es que se viene la solidaridad desbordada, la ola de donantes y voluntarios, los gobiernos dispuestos a colaborar en lo que sea menester.
La pregunta del millón es por qué la gente no colabora con esa espontaneidad y compromiso sino cuando una tragedia sacude al mundo. Como si el hambre y la necesidad no estuvieran presentes a toda hora en nuestro país, sin mirar para afuera, porque bien cierto es aquello que la caridad empieza por casa. Acaso es necesario mostrarle a diario a la ciudadanía los cinturones de miseria de las grandes ciudades; los niños desnutridos que mueren por una simple diarrea en el litoral pacífico; los miles de desplazados que deambulan las calle mendigando una limosna para calmar el hambre; los desamparados que duermen a la intemperie abrigados con periódicos y cartones. Toda esa gente necesita alimentarse, precisa atención médica, sueña con una vivienda digna, merece tener acceso al estudio, clama por una oportunidad de trabajo para sobrevivir.
Por qué entonces los colombianos, que en apenas dos semanas donaron dos mil toneladas de alimentos y otras ayudas (¡dos millones de kilos!), y recogieron dos mil quinientos millones de pesos para los damnificados de Haití, no hacen ese mismo esfuerzo siquiera una vez al año para darle la mano a nuestros hermanos caídos en desgracia. Qué bueno que emprendieran una campaña de ayuda a los pobres a ver cuánto recogen; me late que el volumen no alcanzaría un mínimo porcentaje de las cifras descritas, y eso en los primeros años, porque pasado un tiempo nadie vuelve a colaborar. Así somos de absurdos e ininteligibles los “bobos” sapiens, como a bien tuvo bautizarnos el colega Oscar Domínguez.
No me opongo a que se tienda una mano a los pueblos caídos en desgracia, ni más faltaba, pero hay que tener en cuenta que en estos casos el mundo entero aporta todo tipo de ayuda para solucionar las necesidades más apremiantes. Me parece perfecto que de inmediato se envíen desde Colombia rescatistas, médicos, socorristas, hospitales de campaña, medicamentos y demás insumos aptos para atender lo más urgente en un principio, que sin duda es salvar las vidas que sea posible; y por cierto así obró nuestro gobierno. Pero como desde los cinco continentes llegan ayudas similares, pudimos ver el hospital de campaña que enviamos embalado en cajas porque no había una autoridad que autorizara su operación.
Creo que el ideal es que los países del tercer mundo colaboremos con personal calificado en rescates y profesionales de la salud, pero que el billete y las ayudas en especie las pongan los países ricos. Seguro en Suecia o en Canadá no hay mucha gente con falencias alimentarias o de otra índole, por lo que ellos sí pueden enviar toneladas de comida, colchonetas, materiales de construcción, vestuario, medicamentos y demás productos requeridos. Y que las grandes corporaciones financieras, los grupos económicos más poderosos, las multinacionales y demás organismos se metan la mano al dril; países como los Emiratos Árabes, que nadan en petrodólares; tantos multimillonarios que dilapidan el dinero en extravagancias; las estrellas del deporte que tienen unos ingresos inimaginables, entre otros, que se esculquen los bolsillos y hagan una vaca bien alentada.
Es triste decirlo pero es posible que el pueblo haitiano salga beneficiado de esto. Porque un país olvidado del mundo, con una pobreza casi absoluta y sin esperanzas de salir adelante, ahora acapara la atención de una comunidad internacional que con seguridad va a paliar muchas de sus necesidades. Tampoco sobra recordarle a quienes se babean por adoptar uno de esos tiernos negritos que quedaron huérfanos, que aquí existen miles de niños que esperan una familia que les de una oportunidad de vida. Y tenemos blancos, mestizos, morenos, negros retintos, aindiados, ojiclaros, grandes, pequeños, bonitos, feos, sanos, discapacitados… mejor dicho, como lo quiera con tal de que lo adopte.
pmejiama1@une.net.co
Lo que da golpe es ver cómo las personas se impresionan ante la gravedad de la tragedia de turno, porque las noticias llegan por todos los medios y no dan tregua para asimilarlas. Además, porque le dan prioridad al amarillismo y a resaltar las imágenes más tristes e impactantes, que por cierto son las que más rating marcan y mejor facturan. Entonces el fulano que mira el telenoticiero, el que anda pegado del transistor o el que ojea el periódico, se estremece al enterarse de los dramas humanos y de las necesidades que padecen quienes de milagro salvaron sus vidas. Y ahí es que se viene la solidaridad desbordada, la ola de donantes y voluntarios, los gobiernos dispuestos a colaborar en lo que sea menester.
La pregunta del millón es por qué la gente no colabora con esa espontaneidad y compromiso sino cuando una tragedia sacude al mundo. Como si el hambre y la necesidad no estuvieran presentes a toda hora en nuestro país, sin mirar para afuera, porque bien cierto es aquello que la caridad empieza por casa. Acaso es necesario mostrarle a diario a la ciudadanía los cinturones de miseria de las grandes ciudades; los niños desnutridos que mueren por una simple diarrea en el litoral pacífico; los miles de desplazados que deambulan las calle mendigando una limosna para calmar el hambre; los desamparados que duermen a la intemperie abrigados con periódicos y cartones. Toda esa gente necesita alimentarse, precisa atención médica, sueña con una vivienda digna, merece tener acceso al estudio, clama por una oportunidad de trabajo para sobrevivir.
Por qué entonces los colombianos, que en apenas dos semanas donaron dos mil toneladas de alimentos y otras ayudas (¡dos millones de kilos!), y recogieron dos mil quinientos millones de pesos para los damnificados de Haití, no hacen ese mismo esfuerzo siquiera una vez al año para darle la mano a nuestros hermanos caídos en desgracia. Qué bueno que emprendieran una campaña de ayuda a los pobres a ver cuánto recogen; me late que el volumen no alcanzaría un mínimo porcentaje de las cifras descritas, y eso en los primeros años, porque pasado un tiempo nadie vuelve a colaborar. Así somos de absurdos e ininteligibles los “bobos” sapiens, como a bien tuvo bautizarnos el colega Oscar Domínguez.
No me opongo a que se tienda una mano a los pueblos caídos en desgracia, ni más faltaba, pero hay que tener en cuenta que en estos casos el mundo entero aporta todo tipo de ayuda para solucionar las necesidades más apremiantes. Me parece perfecto que de inmediato se envíen desde Colombia rescatistas, médicos, socorristas, hospitales de campaña, medicamentos y demás insumos aptos para atender lo más urgente en un principio, que sin duda es salvar las vidas que sea posible; y por cierto así obró nuestro gobierno. Pero como desde los cinco continentes llegan ayudas similares, pudimos ver el hospital de campaña que enviamos embalado en cajas porque no había una autoridad que autorizara su operación.
Creo que el ideal es que los países del tercer mundo colaboremos con personal calificado en rescates y profesionales de la salud, pero que el billete y las ayudas en especie las pongan los países ricos. Seguro en Suecia o en Canadá no hay mucha gente con falencias alimentarias o de otra índole, por lo que ellos sí pueden enviar toneladas de comida, colchonetas, materiales de construcción, vestuario, medicamentos y demás productos requeridos. Y que las grandes corporaciones financieras, los grupos económicos más poderosos, las multinacionales y demás organismos se metan la mano al dril; países como los Emiratos Árabes, que nadan en petrodólares; tantos multimillonarios que dilapidan el dinero en extravagancias; las estrellas del deporte que tienen unos ingresos inimaginables, entre otros, que se esculquen los bolsillos y hagan una vaca bien alentada.
Es triste decirlo pero es posible que el pueblo haitiano salga beneficiado de esto. Porque un país olvidado del mundo, con una pobreza casi absoluta y sin esperanzas de salir adelante, ahora acapara la atención de una comunidad internacional que con seguridad va a paliar muchas de sus necesidades. Tampoco sobra recordarle a quienes se babean por adoptar uno de esos tiernos negritos que quedaron huérfanos, que aquí existen miles de niños que esperan una familia que les de una oportunidad de vida. Y tenemos blancos, mestizos, morenos, negros retintos, aindiados, ojiclaros, grandes, pequeños, bonitos, feos, sanos, discapacitados… mejor dicho, como lo quiera con tal de que lo adopte.
pmejiama1@une.net.co
martes, enero 26, 2010
Anécdotas variadas.
*Durante mi niñez al máximo paseo que aspirábamos era viajar un domingo a Pereira, cuando aún pertenecía a Caldas, todos apeñuscados en el Desoto modelo 55. Allá nos compraban helados caseros y pandeyucas en una cafetería localizada al lado de la iglesia del parque Rafael Uribe Uribe, y nos dejaban bajar del carro a corretear alrededor del lago mientras despachábamos el mecato. A principios de los años 70 mi papá cambió la amplia berlina americana por un diminuto Simca ensamblado en el país y ahí sí empezaron a viajar a diferentes destinos, pero como en ese pichirilo solo cabían tres o cuatro de los menores en la parte de atrás, los mayores nunca clasificamos.
Es recomendable compartir estos recuerdos con los niños de ahora, porque ellos creen que la vida es como la muestra la publicidad. María Escobar tiene 5 años y hace unos días al ver un comercial de turismo en televisión, le comentó al papá que a propósito ellos cuándo se iban a ir de vacaciones. Este le respondió que cómo así, que si acaso no se acordaba de los viajes que han realizado recientemente: a la finca del abuelo en la costa atlántica; el paseo a la finca en Ibagué; de la semana de receso que los llevaron a los llanos orientales y conocieron diferentes atractivos turísticos; o de tantos otros paseos que hacen cada que se puede. La mocosa lo mira con extrañeza, se envalentona y con total desparpajo le aclara:
-No papá, yo me refiero a vacaciones de verdad: Miami, Nueva York, Buenos Aires…
*Durante mucho tiempo nuestro departamento se caracterizó por ser un fortín político conservador, y con el apoyo ideológico de la Iglesia Católica, tildaban a los liberales de pecadores, libertinos y bandidos. La godarria representaba una mayoría arrolladora y en cualquier población tenían muy bien localizados a los que preferían el trapo rojo, quienes en ciertas épocas de violencia extrema fueron obligados a abandonar su terruño o debían asumir las consecuencias. Cuentan que uno de los pocos cachiporros que había en Neira fue don Ricardo Mejía, quien pese a la desventaja defendía sus ideales con férrea decisión. El Ronco Montoya criticaba al rojo descreído y aseguraba que el tipo ese había llegado al descaro de engañar al Creador; y cuando le preguntaban que cómo era eso, relataba el hecho con ira contenida:
-Póngale cuidado y verá: resulta que ese apóstata todas las semanas buscaba a Quiroz, el lotero del pueblo, y le compraba un billete de la Lotería de Manizales, menos un quintico. Durante mucho tiempo nadie podía explicarse por qué actuaba así, hasta que un día confesó que su táctica consistía en que como con seguridad el quinto restante lo compraría algún godo rezandero, y mi Dios, por hacerle el milagrito, al que dejaría organizado era a él que tenía el resto del billete.
*Gabriel Ochoa es un paisa buena gente, agradable conversador y poseedor de un excelente sentido del humor. Un viernes iba con unos amigos para una finquita que tiene por los lados de Tarso, en el suroccidente antioqueño, y uno de los viajeros empezó a chicaniar con un teléfono celular de última tecnología que apenas empezaba a aprender a manejar. El aparatejo tenía más cosas que el neceser de un estilista y su dueño llevaba mucho rato en la descripción de todas las funciones que prestaba, hasta que hizo énfasis en algo que lo tenía descrestado. Entonces oprimió varias teclas y aparecieron los datos de cómo se comportó el clima del día anterior en la región a donde se dirigían, cuáles eran las características del actual y lo más increíble, el pronóstico para el día siguiente. Gabriel ya estaba rabón con la boleta del otro y en cierto momento lo interrumpió, sacó un viejo celular de esos que sirven primordialmente para lo que los inventaron, comunicarse por teléfono, y dijo que ese también tenía una función muy parecida. Procedió entonces a marcar un número, esperó a que el agregado de la finca le contestara y habló duro para que lo oyeran:
-¡Alo!, ¿Fulano? Qué ha habido por allá. Ajá, sí… sí. Oiga, cuénteme una cosa, ¿cómo estuvo el clima ayer? Bueno, y qué tal está hoy. Ya… entiendo… Y otra pregunta, ¿cómo lo ve para mañana? Perfecto… bueno, más tardecito le caemos por allá. ¡Adiós pues!
*El trabajo de empleada doméstica se presta para que algunas se tomen ciertas atribuciones, debido a que comparten con la familia muchos momentos de la vida diaria. Si la mujer resulta conchuda y no le ponen condiciones, en poco tiempo no hace el oficio por ver telenovelas, se la pasa pegada al teléfono o se acostumbra a disfrutar de la siesta diaria. En la casa de una familia conocida contrataron una entrodera que resultó hablantinosa y metida, la cual buscaba por todos los medios hacer buenas migas con quien le pagaba el sueldo. El patrón no le daba lado y cierto día al llegar, la mujer reclamó porque no le habían contado que él sabía cantar. Ante la curiosidad por el comentario el señor dejó su apatía y le preguntó de dónde había sacado eso, a lo que ella respondió:
-Fíjese dotor que le dejaron razón que quizque necesitan que usté asista a la reunión, porque si no va, no hay quórum.
pmejiama1@une.net.co
Es recomendable compartir estos recuerdos con los niños de ahora, porque ellos creen que la vida es como la muestra la publicidad. María Escobar tiene 5 años y hace unos días al ver un comercial de turismo en televisión, le comentó al papá que a propósito ellos cuándo se iban a ir de vacaciones. Este le respondió que cómo así, que si acaso no se acordaba de los viajes que han realizado recientemente: a la finca del abuelo en la costa atlántica; el paseo a la finca en Ibagué; de la semana de receso que los llevaron a los llanos orientales y conocieron diferentes atractivos turísticos; o de tantos otros paseos que hacen cada que se puede. La mocosa lo mira con extrañeza, se envalentona y con total desparpajo le aclara:
-No papá, yo me refiero a vacaciones de verdad: Miami, Nueva York, Buenos Aires…
*Durante mucho tiempo nuestro departamento se caracterizó por ser un fortín político conservador, y con el apoyo ideológico de la Iglesia Católica, tildaban a los liberales de pecadores, libertinos y bandidos. La godarria representaba una mayoría arrolladora y en cualquier población tenían muy bien localizados a los que preferían el trapo rojo, quienes en ciertas épocas de violencia extrema fueron obligados a abandonar su terruño o debían asumir las consecuencias. Cuentan que uno de los pocos cachiporros que había en Neira fue don Ricardo Mejía, quien pese a la desventaja defendía sus ideales con férrea decisión. El Ronco Montoya criticaba al rojo descreído y aseguraba que el tipo ese había llegado al descaro de engañar al Creador; y cuando le preguntaban que cómo era eso, relataba el hecho con ira contenida:
-Póngale cuidado y verá: resulta que ese apóstata todas las semanas buscaba a Quiroz, el lotero del pueblo, y le compraba un billete de la Lotería de Manizales, menos un quintico. Durante mucho tiempo nadie podía explicarse por qué actuaba así, hasta que un día confesó que su táctica consistía en que como con seguridad el quinto restante lo compraría algún godo rezandero, y mi Dios, por hacerle el milagrito, al que dejaría organizado era a él que tenía el resto del billete.
*Gabriel Ochoa es un paisa buena gente, agradable conversador y poseedor de un excelente sentido del humor. Un viernes iba con unos amigos para una finquita que tiene por los lados de Tarso, en el suroccidente antioqueño, y uno de los viajeros empezó a chicaniar con un teléfono celular de última tecnología que apenas empezaba a aprender a manejar. El aparatejo tenía más cosas que el neceser de un estilista y su dueño llevaba mucho rato en la descripción de todas las funciones que prestaba, hasta que hizo énfasis en algo que lo tenía descrestado. Entonces oprimió varias teclas y aparecieron los datos de cómo se comportó el clima del día anterior en la región a donde se dirigían, cuáles eran las características del actual y lo más increíble, el pronóstico para el día siguiente. Gabriel ya estaba rabón con la boleta del otro y en cierto momento lo interrumpió, sacó un viejo celular de esos que sirven primordialmente para lo que los inventaron, comunicarse por teléfono, y dijo que ese también tenía una función muy parecida. Procedió entonces a marcar un número, esperó a que el agregado de la finca le contestara y habló duro para que lo oyeran:
-¡Alo!, ¿Fulano? Qué ha habido por allá. Ajá, sí… sí. Oiga, cuénteme una cosa, ¿cómo estuvo el clima ayer? Bueno, y qué tal está hoy. Ya… entiendo… Y otra pregunta, ¿cómo lo ve para mañana? Perfecto… bueno, más tardecito le caemos por allá. ¡Adiós pues!
*El trabajo de empleada doméstica se presta para que algunas se tomen ciertas atribuciones, debido a que comparten con la familia muchos momentos de la vida diaria. Si la mujer resulta conchuda y no le ponen condiciones, en poco tiempo no hace el oficio por ver telenovelas, se la pasa pegada al teléfono o se acostumbra a disfrutar de la siesta diaria. En la casa de una familia conocida contrataron una entrodera que resultó hablantinosa y metida, la cual buscaba por todos los medios hacer buenas migas con quien le pagaba el sueldo. El patrón no le daba lado y cierto día al llegar, la mujer reclamó porque no le habían contado que él sabía cantar. Ante la curiosidad por el comentario el señor dejó su apatía y le preguntó de dónde había sacado eso, a lo que ella respondió:
-Fíjese dotor que le dejaron razón que quizque necesitan que usté asista a la reunión, porque si no va, no hay quórum.
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