viernes, julio 25, 2014

Las pasiones.


No deja de deslumbrarnos la perfección del organismo humano, con esa cantidad de sistemas y de órganos que lo conforman, y todos trabajan de manera sincronizada para que las personas lleven una vida normal. Claro que mientras estamos aliviados nunca nos interesamos por saber cómo funciona esa máquina asombrosa, pero apenas presenta una falla empiezan las preguntas, el interés, el querer saber más acerca del origen de las dolencias. Es difícil determinar cuál órgano o sistema es el más perfecto, porque sería imposible decidirse entre los sistemas circulatorio, endocrino, digestivo o respiratorio; ni hablar del esqueleto y los músculos, la piel, el sistema reproductor, el linfático o el nervioso. Y qué tal los órganos de los sentidos o las maravillas que hace el hombre con sus manos.

Sin embargo el organismo de cualquier animal es igual de perfecto y ahí puede apreciarse que la capacidad de razonar nos da a los humanos la supremacía. La diferencia de nuestro ADN con el de los chimpancés es apenas del 1%, y esa pequeña ventaja está representada en la inteligencia humana. Un detalle que nos hace dueños del mundo, capaces de alcanzar unos logros que a nosotros mismos nos deslumbran. Y cualquier ser humano, si tuvo una adecuada alimentación durante sus primeros años, tiene ese don que la mayoría no aprovechamos por descuido o desidia. ¿Por qué si alguien aprendió varios idiomas, por ejemplo, no puedo hacerlo yo? Por falta de disciplina, de interés, de compromiso.

Lo grave es que utilizamos esa herramienta maravillosa de la inteligencia para cosas negativas y así aparecen las guerras, la destrucción del medio ambiente, la manipulación de los pueblos, el armamentismo, las mafias, la injusticia social, el abuso del poder, la corrupción y tantas lacras que sería imposible enumerar. Por eso los animales, a pesar de su desventaja, nos dan ejemplo con su comportamiento netamente instintivo; lealtad, solidaridad, nobleza, disciplina, obediencia. Una realidad indiscutible es que el hombre por naturaleza es bueno, pero la sociedad lo corrompe; y en los niños confundimos nobleza, honestidad, desprendimiento o ternura con inocencia.

Algo que no controlamos los humanos son las pasiones. Aunque innatas en nosotros, sin duda podemos aprovecharlas en su justa medida sin apasionamientos ni obsesiones. Cada persona tiene derecho a escoger una religión, un equipo de fútbol, un movimiento político, el nombre de sus hijos o la manera de preparar los frijoles. Lo increíble es que creemos que nuestra elección es la acertada y no toleramos que alguien piense diferente. Por ello es común que  alguien diga por ejemplo que le encanta el plátano maduro y salte otro a insistir en que es mejor el verde; y se enfrascan en una discusión interminable porque cada uno cree tener la razón, y son tan ilusos que esperan que el otro cambie de opinión al escuchar sus argumentos.

Existen temas determinados que avivan las pasiones y por lo tanto enfrentan a las personas hasta llegar al extremo de agredirse; el colmo de la insensatez, perder la vida por el fútbol, la política o la religión. En los tres casos los individuos asumen que son dueños de la razón y se olvidan de que los demás pueden preferir cosas diferentes. En la religión se presenta una intolerancia absurda porque es común que la mayoría de seguidores de un culto piensen que no existe una opción diferente a la suya y que quienes profesen otra están condenados al fuego eterno. Al menos en nuestro medio muchos se empeñan en convencer a los demás de las bondades de su fe y buscan la forma de agregarlos al redil, sin detenerse a pensar que muchos tenemos un concepto muy diferente de la espiritualidad.

Con la política sí que es espinoso el asunto. En nuestra larga violencia política han muerto miles de personas por el simple hecho de preferir un partido determinado. Por cierto, quedé preocupado en la reciente campaña presidencial porque muchos de los seguidores de uno de los candidatos no aceptaban que alguien prefiriera al otro y de inmediato lo tachaban de comunista, amigo de la guerrilla, apátrida y además imbécil. Algunos dirigentes de dicha causa le echaban china al debate, mientras los energúmenos seguidores aprovechaban las redes sociales para dar rienda suelta a su parcialidad. Me trajo a la memoria la Alemania de la década de 1930, cuando Hitler embelesó a todo un pueblo con un discurso incendiario y su nacionalsocialismo a ultranza.  

Y falta la peor de las pasiones: el fútbol. Cómo es posible que un muchacho salga para el estadio vestido con la camiseta de su equipo, y sin importar que este gane, pierda o empate, termine en la morgue. Quién puede entender ese absurdo, esa estupidez, semejante sinsentido. Ahora con las alegrías que nos dio la selección por su exitosa participación en el Mundial pudimos ver a toda una nación unida por el mismo sentimiento, algo imposible de lograr en cualquier otra circunstancia. Sin embargo al momento de celebrar la gente se enardece, pierde el sentido de la realidad, se desboca y deja aflorar su instinto salvaje. Es la estulticia es su máxima expresión.
Cuándo aprenderemos a respetar el gusto de los demás y a decir: me gusta así, prefiero aquello, escojo aquel, profeso, resuelvo, difiero, respaldo… pero sin menospreciar la escogencia de los demás. Es fácil.

1 comentario:

BERNARDO MEJIA ARANGO bernardomejiaarango@gmail.com dijo...

Buenas noches pariente lejano:

Muy bueno su análisis. Pero en lo que no estamos de acuerdo es en la lista de las pasiones.

Para mi la primera y la más maléfica de todas es la religión, no por el ser supremo en si mismo, cualquiera que sea la creencia que se tenga acerca de El.

Es porque el hombre en su afán de gobernar el mundo y mandar, ha puesto palabras en la boca de Dios, palabras que El jamás ha pronunciado. Y lo que es más grave: lo ha puesto a accionar con la forma maléfica conque solo el hombre en su mente enfermiza puede hacerlo.

Y todavía muchísimo más grave: mata y corrompe en el nombre de un Dios al que el mismo hombre le dio forma.

Y no quiero mencionarle pruebas porque usted como periodista y muy lector que si es, conoce mucho, pero mucho mejor que yo.

Pero quiero aclararle que de su lista me preocupa el fútbol, del cual hay una cantidad insospechada (De cosas) del accionar del ser humano que el fútbol puede generar, que de todas las pasiones existentes solo se puede comparar con la religión, la que se inventó el ser humano.

BERNARDO MEJIA ARANGO