martes, mayo 31, 2016

Una oportunidad.

No dejo de pensar en la infinidad de personas que pasan la vida sin tener una oportunidad. En todas las culturas y en las diferentes épocas solo unos pocos han disfrutado el privilegio de vivir con holgura, de alimentarse bien, estudiar, viajar, culturizarse y formar una familia que perpetúe su legado. En cambio la mayoría pasa la existencia en medio de penurias, esclavizados por un trabajo mal pago, angustiados por rendir el ingreso para cubrir las necesidades básicas, sin conocer lujos ni comodidades.

Cuántos de esa gran mayoría de infortunados habrán nacido con un don, el mismo que nunca descubrieron por dedicar su tiempo a trabajar y a luchar por sobrevivir. Qué desperdicio para la humanidad perder tantos talentos, genios en las diferentes ciencias, artistas, caudillos, pensadores y cuanta habilidad exista. Personas que pasan su existencia atadas a un destino que no les permite un respiro para disfrutar un pasatiempo y que en la mayoría de los casos ni siquiera se enteran de poseer una destreza en particular.

Quienes crecimos en un hogar acomodado, donde nunca faltaron la comida ni las necesidades básicas, y que a pesar de ser tantos hijos alcanzaba para ciertos gustos, en la mayoría de los casos solo de adultos nos percatamos de las diferencias tan grandes que existen entre las gentes de los distintos estratos sociales. Por ello es tan común que tachemos a los empleados de brutos, atembados, retrasados mentales, porque a diario debe repetírseles una orden y recordarles una instrucción, pero es porque ignoramos que esas personas carecieron de una buena nutrición durante sus primeros años, y que en ese período es cuando se desarrolla el cerebro. El daño queda hecho y el individuo nunca podrá alcanzar un cociente intelectual promedio.

Hoy en día se me revuelve el estómago al enterarme de las excentricidades de algunos y de la cantidad de oportunidades que podrían brindarse con cualquiera de ellas. En qué momento la humanidad permitió que mientras un futbolista estrella devenga millones de euros al mes, el grueso de la población del mundo entero deba sobrevivir con un salario mínimo; y eso los ‘privilegiados’, porque son muchos más los que deben recurrir a un trabajo informal. Ejecutivos que devengan fortunas, artistas y famosos que gastan a raudales, millonarios, potentados y nuevos ricos que viven en una burbuja de opulencia, mientras las gentes del común los observa con incredulidad.

No es necesario ser adinerado para ayudar a los demás. Basta ver lo que gasta ahora la gente en el sostenimiento de una mascota, inversión que podría destinarse a apadrinar uno o varios niños pobres; buena alimentación, estudio, salud, vestimenta y demás necesidades. Si no quiere comprometerse de manera directa, puede hacerlo por intermedio de una fundación que cumpla ese cometido. Son muchas las obras sociales que velan por el bienestar de la niñez desamparada; o por los ancianos abandonados, los enfermos y demás necesitados.

Abismado quedé al enterarme por la radio de que en una feria especializada ofrecen planes de medicina pre-pagada para mascotas, seguros exequiales, tratamientos odontológicos, alimentos sofisticados y costosos, prendas de vestir a precios de oro, juguetes y perendengues, guarderías, salones de belleza, un seguro para garantizarles el paseo diario en caso de que el amo se incapacite y muchos otros lujos por el estilo. ¡Qué ociosidad!

Cuántos jóvenes de extracción humilde sueñan con estudiar en la universidad y debido a la falta de recursos, deben pasar sus vidas de empleadas del servicio, choferes de taxi, meseras o peones, mientras otros gastan fortunas en sostener un chandoso o un gato. Con tanta inequidad el mundo nunca tendrá sosiego.

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