Me pregunto si en nuestro
país desconocemos el significado de la palabra planeación, porque se ven unas incoherencias
por la absoluta falta de prever lo que viene, que francamente. Desde Planeación
Nacional hasta la dependencia que lleva ese mismo nombre en cualquier entidad
pública o privada, a diario se cometen errores infantiles por falta de
proyección. Con la condición generalizada que quienes incurren en semejantes
torpezas nunca son castigados ni destituidos.
Muestra fehaciente de falta
de planeación es lo que ocurre en el país con el embate para realizar obras de
infraestructura, indispensables para tener éxito en el modelo de economía
global. Durante años oímos hablar de tratados de libre comercio con diferentes
países, sobre todo Estados Unidos, y no se escatimaron esfuerzos para sacar
adelante los ansiados intercambios comerciales. Por fin lograron firmar con los
gringos, el más luchado de todos, para seguir después con naciones de todos los
continentes y encontrar de esta manera un amplio mercado para nuestras
exportaciones.
Pues los tratados están
vigentes desde hace varios años y las tan necesarias obras todavía en pañales. Trabajan
en pocos frentes, otros están adjudicados y muchos apenas recorren el proceso
licitatorio. De manera que quienes estamos curtidos en eso de oír falsas
promesas y de ver al ministro de turno pintar pajaritos de oro, sabemos que
para ver las mega-obras terminadas deberá correr mucha agua bajo el puente.
Cómo pretenden que creamos si lo único que conocemos son incumplimientos, obras
inconclusas, demandas, demoras injustificadas, desaciertos y chanchullos.
Varios botones de muestra: En
1930 iniciaron la construcción del Empire State, con tecnología de la época, y
catorce meses después inauguraron el que sería el edificio más alto de mundo
durante cuarenta años; en Manizales tardaron veinte años en construir el
Palacio Nacional, inaugurado a mediados de 1980. Otro asunto que me asombra es
ver a los constructores de la Autopista del Café buscar soluciones para el
tramo correspondiente a la entrada a Chinchiná, donde una falla geológica los
ha obligado a improvisar distintas opciones para la vía. Me pregunto si no
sabían del problema, porque yo lo conozco desde hace más de cincuenta años. Ahí
arrancaba la carreterita para El Rosario y en ese primer tramo, que bajaba hasta
el puente que se llevó la avalancha de 1985, la vía se hundía con regularidad; al
final ya parecía una montaña rusa.
Cuando suponíamos que el
túnel de La Línea estaba próximo a entrar en funcionamiento, ahora le nace otra
pata al cojo. El vicepresidente Vargas Lleras, quien aceptó el cargo con la
condición que no sería de adorno y por el contrario exigió para él los
ministerios de Vivienda y Obras públicas, que son los que mueven plata y consiguen
votos, advirtió desde su elección que le quitaría la concesión al actual
contratista del túnel. Y el uno explica por qué y el otro se defiende, y ambos
parecen tener razón, mientras los ciudadanos quedamos viendo un chispero.
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