jueves, febrero 12, 2015

El guachimán de barrio (I)

Venga Tontacio le pregunto una vaina: anoche llegué como a las once y usted por ninguna parte; recuerde que el trato es que nos abre los garajes durante su horario de trabajo. Póngale cuidao dotor, es que estaba escondido en el matorral de aquella casa pa… Cuál matorral hombre, respete, semejante belleza de jardín que tiene esa señora y usted sale con esas. Bueno, llámelo como quiera pero a mí me parece un rastrojo; el caso es que estaba paviando a unas pintas que habían pasao varias veces por aquí como echando ojo, ¿sí me entiende? La verdá yo quería cogelos con las manos en la casa… Cuál casa hombre, se dice las manos en la masa. Usté me perdonará dotor pero yo no veo ninguna masa, mientras que sí hay mucha casa donde pueden meterse esos vergajos.

Bueno Tontacio, el caso… Aguarde un momentico dotor aprovecho pa decile una vaina… espero que no se delique pero ya estoy mamao con ese cuento del Tontacio; le recuerdo que me llamo Inacio, y por cierto ya nadies me dice así. Todos me la montaron con el bendito apodo; los mocosos me joden a toda hora y hasta las mantecas me dicen así. Qué es eso de mantecas hombre, mejor refiérase a ellas como empleadas domésticas. Ahora verá pues… y por qué ellas a mí sí me dicen celador o guachimán… que entonces me llamen guardia de seguridá y listo; todos tan contentos. Yo lo único que esijo es que me respeten, porque hasta ahora nadies tiene quejas de mi comportamiento. ¡Uno también tiene su dinidá!

Está bien, está bien, voy a hablar con los vecinos para que revisemos el asunto. Pero volvamos a lo de esconderse en ese jardín: varias personas aseguran haberlo visto echándose motositos ahí a media noche, y dicen que usted ni se inmuta cuando entran a sus casas. ¿Qué quien se emputa? No hombre, que no se inmuta… como quien dice que no se da por enterado. ¡Aaaaah!, ya entiendo; sabe qué dotor, hábleme con palabras menos rebuscadas a ver si nos entendemos mejor. Ahora sí le esplico cómo es el asunto: resulta de que al sentir yo que alguien se acerca, me hago el dormido pa despistalo pero con mañita abro una vista y lo reparo; apenas me doy cuenta que es conocido, sigo en mi escondite. Es una tática muy efetiva, cuando le diga…

No me haga reír hombre Tonta… perdón, Ignacio, que ese cuento no se lo cree ni usted mismo. Le recuerdo que su función como vigilante de esta cuadra es recorrer el vecindario durante las horas de la noche, colaborar en lo que sea necesario y alarmar a la comunidad en caso de que vea algo sospechoso. Para eso le pagamos. Pues me va a perdonar dotor, pero eso de que le pagamos hay que discutilo; porque algunos vecinos como usté son cumplidos con la mensualidá, pero en cambio otros solo aflojan el billete cuando les da la gana. Como el viejo Anselmo que es una agonía, siempre que le cobro sale con que está sin cinco; y hay que ver lo que gasta esa gente.

Eso de tener tantos patrones es muy verriondo, aparte que me tienen sin seguro, ni prestaciones ni nada. Pa decile la verdá, yo he pensao en buscar… Espere hombre, no se acelere que usted sabe que conseguir trabajo no es fácil; con su edad y sin estudios, le aseguro que es complicado. Mejor deme unos días yo hablo con esta gente a ver cómo organizamos. La próxima semana le cuento. 

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