sábado, marzo 28, 2015

Educación y formación.

Con frecuencia me pregunto cómo se comportarán los niños, adolescentes y jóvenes de ahora cuando medie el siglo, porque serán los primeros que se criaron en un ambiente muy diferente a lo conocido hasta ahora. Claro que a todas las generaciones nos ha tocado vivir cambios en diferentes aspectos -cultural, tecnológico, social, religioso, etc.-, pero lo que vemos en la actualidad promete reflejarse notoriamente en la forma de ser y de comportarse de las personas. El sedentarismo causado por la tecnología, que permite interactuar con los demás sin salir de la casa, deberá reflejarse en el desarrollo físico y mental del individuo.

En las últimas décadas del siglo pasado las mujeres empezaron a prepararse y a ingresar al mercado laboral, como una forma de liberación y además para aportar al ingreso familiar, y desde entonces muchos retoños han sido criados por las empleadas domésticas; llámese aya, niñera, nodriza, institutriz o entrodera, se trata de una mujer que aplica las normas y pautas que crea convenientes, las cuales seguro serán muy diferentes a las que recibiría el niño bajo la tutela de los padres. Ella le dará gusto al mocoso en todo, por facilismo y para conservar su empleo, por lo que el infante se criará a boca qué querés, comerá solo lo que le provoque, no colaborará en nada, será mal expresado, no sabrá comportarse en la mesa, tendrá pésimos modales y demás detalles por el estilo.

Como ambos progenitores llegan tarde del trabajo se derriten por demostrarle su amor al pequeño, lo llenan de mimos y regalos, a ver si mitigan el remordimiento que sienten por no haberlo visto durante todo el día; además, porque saben que el tiempo para disfrutar con él será corto debido a que pronto será hora de dormir. Los niños son manipuladores por naturaleza y en muchos hogares se hace lo que ellos dicen; esos infantes crecen sin conocer límites, acostumbran desesperar a los adultos con tal de alcanzar un objetivo y por ende desconocen el valor del dinero. Nunca reciben un no como respuesta y muchas veces piden cosas con el único objeto de medirles el aceite a los papás.

Se equivocan quienes piensan que basta matricular al retoño en el mejor colegio y después en una universidad de prestigio para que sea una persona íntegra y bien estructurada; sin duda desconocen la diferencia entre educación y formación. Ni los mejores centros educativos ni los profesores más prominentes podrán remplazar lo aprendido en el seno familiar; ejemplo de los padres, enseñanzas, orden, sentido del deber, disciplina, principios y educación en general. Quienes crecimos en familias numerosas aprendimos de jerarquías, supimos defender nuestros derechos, tuvimos con quien entretenernos y pasar buenos momentos, y con ellos mismos peleamos, competimos, discutimos, conciliamos, rivalizamos, etc. Interactuar con la familia es muy importante en la formación de los individuos, situación que tiende a desaparecer gracias a que la tecnología se ha encargado de aislar a las personas, quienes embebidas en sus dispositivos electrónicos viven desconectados de la realidad.

En la actualidad se ven comportamientos irregulares en la juventud, como la falta de respeto hacia maestros, autoridades y personas mayores; antaño era impensable amenazar un profesor, golpear un policía o insultar a un viejo. Eso lo aprendíamos desde la cuna. Otra cosa es que ahora los padres somos  proteccionistas y eso hace a los hijos inseguros y dependientes, y queda la pregunta de cómo van a defenderse cuando no tengan a quién recurrir. Seguro los cambios conductuales serán muchos y notorios, porque el revolcón de la humanidad en este tercer milenio ha sido contundente.

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