sábado, marzo 28, 2015

¿Quién los ocupa?

Desde hace ya varios lustros nuestra ciudad presenta un auge en la construcción que no parece tener fin, porque cada que inician grandes obras la gente se pregunta si serán las que colmarán el mercado y por ende empezará a bajar paulatinamente el número de metros cuadrados construidos. Pero no, para nuestro asombro el ritmo crece día a día y por donde uno pase encuentra proyectos de todo tipo y en los diferentes estratos. Este comportamiento nos deja deducir que la economía va por buen camino y que mientras la ciudad siga con esa tendencia, es porque hay progreso y desarrollo.

En cualquier corrillo o tertulia salta la pregunta de alguno de los presentes acerca de quiénes ocupan esa cantidad de viviendas que construyen, comentario que da pie a una amable discusión donde todos aportan razones y tesis posibles. Como que al habitar un edificio nuevo muchos de los vecinos son familias ya constituidas que desocuparon en la que vivieron hasta ese momento. A esas residencias llegan otros inquilinos que también dejaron el hueco en otra parte y así sucesivamente hasta que perdernos la cuenta.  

Sin duda la construcción es uno de los renglones de la economía que más incide en la generación de empleo, con el beneficio que además de requerir mano de obra especializada también ocupa personas sin ninguna experiencia que en un principio desempeñan oficios simples, pero que con el paso del tiempo pueden volverse duchos en el oficio y así aspirar a un mejor ingreso. Ya existe preocupación en el sector cafetero porque en época de cosecha escasean los recolectores; estos prefieren trabajar en las grandes obras de infraestructura que se adelantan en distintos frentes del territorio nacional, atraídos por un empleo estable, prestaciones, seguridad social y demás arandelas.

La construcción de viviendas de interés social, incluidas las de la piñata oficial, genera desarrollo en las comunidades de los estratos bajos y suman en la cifra de metros cuadrados construidos, para colocar este renglón de la economía como el que más jalona en las cifras del DANE. En el área urbana de Manizales quedan pocos espacios disponibles para construir y por ello empiezan a tumbar casas en perfecto estado para remplazarlas por grandes edificios; el barrio Guayacanes es un ejemplo de ello, donde en los últimos años se ha repetido esa situación en varias oportunidades.

Siempre se ha dicho con cierta gracia que en nuestra ciudad hay que construir primero el lote y la verdad inician obras en unas pendientes que en un principio nadie puede creer que sea posible, pero la ingeniería local tiene claro cómo aprovechar hasta el último rincón del área disponible. Por ello es común ver residencias que presentan dos pisos por el frente, mientras que por detrás pueden tener cuatro o cinco. De unos años para acá se ha ido poblando el área adyacente a la avenida Alberto Mendoza, terrenos que no parecían servir ni para criar ganado porque se rueda, y sin embargo muy pronto no habrá dónde pegar un ladrillo más en esa zona.

Chiquitos nos llevaban los domingos a las mangas de La Florida a correr y a tirar piedras en la quebrada. Aparte del Seminario, la finca del Arzobispo y otras pocas casas campestres, el resto eran potreros dedicados a la lechería. Da tristeza ver que del verde poco queda y en cambio hay un boom de la construcción que asombra a cualquiera. Ya un poco más lejos están los proyectos vecinos a San Bernardo del viento, y otros más retirados, de los cuales envidio el clima y el entorno de plataneras y cafetales. 

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