El otro día puse en twitter que
los libros de autoayuda tienen mucho éxito entre las personas con pereza
mental; también son indicados para los bajitos de punto. Porque basta con
echarle cabeza a la existencia, ponerle sentido común, aprender del día a día y
apelar a la lógica, para encontrar las premisas y consejos que llenan las
páginas de esos folletos comercializados por vividores y mercachifles. Es entendible
que personas ignorantes y analfabetas queden extasiadas ante la palabra de cualquier
tramador, pero que alguien que haya estudiado y tenga cierto nivel cultural se
deje embaucar así de fácil, es inadmisible.
El mundo está lleno de charlatanes
que amasan fortunas a punta de carreta. Basta sintonizar un canal religioso en el
televisor donde el pastor embelesa con sus peroratas, gestos y zalamerías,
mientras todos los presentes entran en trance, repiten salmos y frases
prefabricadas, alzan las manos al cielo y algunos llegan a desmayarse. Falsos
mesías, personajes histriónicos con facilidad de expresión que recurren a la
debilidad del ser humano para lucrarse. Se aprovechan de personas perdidas en
un mar de incertidumbre, quienes buscan desesperadas algo de dónde agarrarse.
Reconozco que soy escéptico. No
puedo aceptar que un astrólogo pueda predecir el futuro y definir una
personalidad basado en la alineación de los planetas; a mí no me vengan con ese
cuento. Cuando veo a un vergajo como Walter Mercado me provoca darle una pela. Para
mí es increíble que llenen un coliseo de papanatas para ver a un cura sanador,
esperanzados todos en que el milagrero ponga sus benditas manos encima de la
cabeza del que padece parálisis infantil y santo remedio; que alivie con una
mirada al paciente terminal de cáncer; o el que llegó con muletas las tire a la
jura porque ya no las necesita. Así lo vea con mis propios ojos, le buscaré al
hecho una explicación lógica o científica.
Cuento aparte los curas que ganan
fama en los medios de comunicación y a punta de reflexiones, alegorías,
obviedades y mucha palabrería, se vuelven figuras públicas. El vulgo es
manipulable y basta decirle lo que quiere oír, para cautivarlo y volverlo
adicto a la palabra del embaucador de turno. Entonces al ganar el curita
reconocimiento empieza a cobrar hasta por las bendiciones y al poco tiempo la
agenda no le da abasto, porque es el invitado de honor en todo tipo de eventos.
El negocio es redondo porque entonces empieza a dictar conferencias, para lo
cual tiene un agente que programa las presentaciones y él solo debe desplazarse,
con todos los gastos pagados, hablar cháchara dos horas ante un público que lo
ve como a un salvador y después recibir el jugoso cheque que engrosará su
cuenta bancaria.
Alguna vez el Club Activo 20-30
buscaba ideas de cómo conseguir recursos para realizar sus obras sociales, y
como ya habían programado basares, novilladas, peleas de gallos y demás eventos,
alguien propuso que trajeran a un cura que causaba sensación por esos días en
Cali, un tal padre Gallo. Todos supusieron que por ser un sacerdote no les
costaría mucho, que seguro podrían alojarlo en la casa de alguno de ellos, más
el transporte y los viáticos. El encargado de contactarlo llamó al manager del religioso
y este le dijo que venía pero en avión, a hotel cinco estrellas, con todos los
gastos pagos y además debían cancelarle una suma millonaria por la
presentación. Pues de hecho el clérigo se volvió famoso y como eso a la iglesia
le da piquiña, le prohibieron revolverle guadua al ministerio. Entonces
renunció, se fue para Estados Unidos y llegó a donde era, porque si aquí hay
incautos, allá son maleza. Y mientras unos se retiran aparecen otros, como los
padres Chucho y Linares, que van por el mismo camino.
Inaudito que exista tanto
marrano. Ha venido a la ciudad un pisco que dice tener el poder de hipnotizar a
los asistentes para que dejen de fumar. Como lograr superar una adicción es tan
difícil, la gente acude desesperada a esa solución que parece tan sencilla;
pagan un dineral por la entrada, llenan el auditorio, le oyen las babosadas al
fulano y salen convencidos de que su inversión valió la pena. Y aunque al otro
día están de nuevo con el pucho en la boca, pasado un tiempo regresa el estafador
y muchos de los que ya asistieron repiten sesión.
Un día mi mujer, decidida a dejar
de fumar, llegó con el cuento que la Liga contra el cáncer promocionaba a un personaje
que ofrecía un novedoso sistema para dejar el maldito vicio, basado en el
manejo de las energías. Le dije que ni hablar, que cómo se iba a gastar ciento
ochenta mil pesos en esa pendejada; sin embargo una amiga la invitó y allá se
fueron la fecha indicada. Estaban confiadas porque no podían creer que una
institución seria como la Liga fuera a traer a un payaso que las engañara. Después
de unas horas regresó muy emocionada a contarme que las acostaron en camillas y
que el tipo pasaba, les cogía los dedos con delicadeza y los jalaba como para
sacarles las malas energías y listo, eso fue todo. Cuando terminó su relato, se
fue a la cocina a fumarse el pucho de antes de acostarse.
pamear@telmex.net.co