Llega otro diciembre y sigo dando guerra. Ya son tres las navidades que corono después del diagnóstico de un melanoma en agosto de 2004. Claro que si a cualquiera se le enfría hasta la pajarilla al recibir la noticia, es peor cuando aparece la temida metástasis; por lo tanto después de sacar el tumor de la cara, fue necesario un vaciamiento lateral de cuello y el pescuezo me quedó como el de Frankenstein, pero sin tornillo. Por fortuna la limpieza quedó como muy bien jalada, porque hasta el momento no ha retoñado la porquería ésa. De manera que contrario a lo que creíamos muchos, como que como natilla otra vez. Bueno, esto es un decir, porque me empalaga ese mazacote re-dulce que reparten en esta época por poncheradas.
El optimismo y la actitud positiva son indispensables para una buena recuperación del cáncer, pero hay otras cosas muy importantes para lograr salir incólume de la dura prueba (aunque incólume quiere decir sano, sin lesión ni menoscabo, y por bien que le vaya a uno en este parto siempre le persisten secuelas y problemillas). El apoyo de los familiares y amigos es primordial para que el enfermo soporte los diferentes tratamientos, ya que es común que la difícil situación torne al paciente impaciente y por lo tanto los allegados deben armarse de paciencia. Un médico amable, sincero, optimista y con buen humor representa medio tratamiento; muchas veces llegué a donde el doctor Juan Paulo Cardona dispuesto a tirar la toalla, pero él sutilmente me convenció de persistir.
Lo que no hay derecho es que un ciudadano deba enfrentar, aparte de la angustia que genera padecer la enfermedad, los trámites, papeleos, requisitos, inconvenientes, filas, turnos, viajes perdidos, esperas, incomodidades, malos entendidos y todo ese caos que representa la salud en Colombia. No hablo en nombre propio porque gracias a buenos amigos, a la suerte y a que mi Dios no me desamparó, la atención ha sido inmejorable y la EPS cumplió con la entrega de los medicamentos más costosos. Sin embargo hubo trabas y complicaciones, pero comparado con los casos que conocí no cabe duda de que puedo darme por muy bien servido.
Un ejemplo conciso: debido a la quimioterapia cada mes se presentaba una disminución importante de las defensas y por lo tanto debía proceder con un tratamiento consistente en 5 inyecciones, una diaria, cuyo costo unitario era de 250 mil pesos. El médico recomendaba categóricamente que la primera dosis había que aplicarla al salir de la consulta y por fortuna pude conseguirlo prestado en todas las oportunidades, porque la EPS lo entregaba un mes después de hecha la solicitud. La mayoría de la gente no tiene recursos para comprar ese medicamento (reitero que esto es cada mes), y cuando le pregunté al doctor cual es el riesgo si no es aplicado de inmediato, respondió que la posibilidad de morir es muy alta. Siempre que recibía la primera inyección, que por cierto me ponía más maluco que un “pocillao” de babas, no pensaba en lo que me subía pierna arriba sino en aquellos que en ese preciso instante estarían desesperados en busca de la plata prestada, o empeñando hasta los calzones para levantarse más de un millón de pesos que costaban las cinco diminutas ampolletas.
Lo fregado del asunto, es que igual al ejemplo anterior son muchos los males que se derivan de la enfermedad central, porque los diferentes tratamientos descuadran el funcionamiento del organismo y empiezan a aparecer achaques en seguidilla. Un remedio cualquiera produce estreñimiento y esto repercute en unas hemorroides bien espantosas; la tiroides se jode y los síntomas son muchos, por lo que toca agregar otra pastilla a la larga lista; la piel reseca hay que tratarla con cremas y pomadas; échese aquello para evitar la caída del pelo; haga buches con esto para la resequedad en la boca; tome esta pastica para que pueda dormir; ingiera potasio para combatir el desaliento; ojo con la tensión arterial; y puedo seguir con una lista interminable de medicamentos, la mayoría de los cuales no los cubre el POS o simplemente están agotados. De manera que la platica que antes destinaba a la parranda del fin de semana, se iba completica en la compra de medicinas.
En estos casos no queda sino hacer de tripas corazón y pensar que así como llegan las cosas, igual pasan. Ser muy positivo pero sin desconocer la realidad; siempre tener presente que la situación es delicada y en cualquier momento puede complicarse. Un día llegué del chequeo mensual muy contento y casualmente en la televisión el doctor Cardona participaba en un programa de opinión. Ante una pregunta del entrevistador, respondió que la estadística de éxito en tratamientos cancerológicos es del 51%. Mi mujer quiso que le explicara y le expuse que de 1000 enfermos sobreviven 510, cifra que le pareció positiva; sin embargo, agregué, de 100 se salvan 51 y lo más tenaz, de 2 solo uno salva pellis.
En cierta ocasión, mientras conversaba con unos amigos, expresé que esta experiencia cambia la vida y que en muchos casos hasta empieza uno a cumplir años otra vez. Todos se extrañaron y cuando exigieron explicación, les dije que es común que dentro de un tiempo alguien comente:
-Oíste, fue hace 2 o 3 años que se murió fulanito.
pmejiama1@une.net.co
lunes, diciembre 18, 2006
sábado, diciembre 16, 2006
COMO QUE COMO NATILLA.
Llega otro diciembre y sigo dando guerra. Ya son tres las navidades que corono después del diagnóstico de un melanoma en agosto de 2004. Claro que si a cualquiera se le enfría hasta la pajarilla al recibir la noticia, es peor cuando aparece la temida metástasis; por lo tanto después de sacar el tumor de la cara, fue necesario un vaciamiento lateral de cuello y el pescuezo me quedó como el de Frankenstein, pero sin tornillo. Por fortuna la limpieza quedó como muy bien jalada, porque hasta el momento no ha retoñado la porquería ésa. De manera que contrario a lo que creíamos muchos, como que como natilla otra vez. Bueno, esto es un decir, porque me empalaga ese mazacote re-dulce que reparten en esta época por poncheradas.
El optimismo y la actitud positiva son indispensables para una buena recuperación del cáncer, pero hay otras cosas muy importantes para lograr salir incólume de la dura prueba (aunque incólume quiere decir sano, sin lesión ni menoscabo, y por bien que le vaya a uno en este parto siempre le persisten secuelas y problemillas). El apoyo de los familiares y amigos es primordial para que el enfermo soporte los diferentes tratamientos, ya que es común que la difícil situación torne al paciente impaciente y por lo tanto los allegados deben armarse de paciencia. Un médico amable, sincero, optimista y con buen humor representa medio tratamiento; muchas veces llegué a donde el doctor Juan Paulo Cardona dispuesto a tirar la toalla, pero él sutilmente me convenció de persistir.
Lo que no hay derecho es que un ciudadano deba enfrentar, aparte de la angustia que genera padecer la enfermedad, los trámites, papeleos, requisitos, inconvenientes, filas, turnos, viajes perdidos, esperas, incomodidades, malos entendidos y todo ese caos que representa la salud en Colombia. No hablo en nombre propio porque gracias a buenos amigos, a la suerte y a que mi Dios no me desamparó, la atención ha sido inmejorable y la EPS cumplió con la entrega de los medicamentos más costosos. Sin embargo hubo trabas y complicaciones, pero comparado con los casos que conocí no cabe duda de que puedo darme por muy bien servido.
Un ejemplo conciso: debido a la quimioterapia cada mes se presentaba una disminución importante de las defensas y por lo tanto debía proceder con un tratamiento consistente en 5 inyecciones, una diaria, cuyo costo unitario era de 250 mil pesos. El médico recomendaba categóricamente que la primera dosis había que aplicarla al salir de la consulta y por fortuna pude conseguirlo prestado en todas las oportunidades, porque la EPS lo entregaba un mes después de hecha la solicitud. La mayoría de la gente no tiene recursos para comprar ese medicamento (reitero que esto es cada mes), y cuando le pregunté al doctor cual es el riesgo si no es aplicado de inmediato, respondió que la posibilidad de morir es muy alta. Siempre que recibía la primera inyección, que por cierto me ponía más maluco que un “pocillao” de babas, no pensaba en lo que me subía pierna arriba sino en aquellos que en ese preciso instante estarían desesperados en busca de la plata prestada, o empeñando hasta los calzones para levantarse más de un millón de pesos que costaban las cinco diminutas ampolletas.
Lo fregado del asunto, es que igual al ejemplo anterior son muchos los males que se derivan de la enfermedad central, porque los diferentes tratamientos descuadran el funcionamiento del organismo y empiezan a aparecer achaques en seguidilla. Un remedio cualquiera produce estreñimiento y esto repercute en unas hemorroides bien espantosas; la tiroides se jode y los síntomas son muchos, por lo que toca agregar otra pastilla a la larga lista; la piel reseca hay que tratarla con cremas y pomadas; échese aquello para evitar la caída del pelo; haga buches con esto para la resequedad en la boca; tome esta pastica para que pueda dormir; ingiera potasio para combatir el desaliento; ojo con la tensión arterial; y puedo seguir con una lista interminable de medicamentos, la mayoría de los cuales no los cubre el POS o simplemente están agotados. De manera que la platica que antes destinaba a la parranda del fin de semana, se iba completica en la compra de medicinas.
En estos casos no queda sino hacer de tripas corazón y pensar que así como llegan las cosas, igual pasan. Ser muy positivo pero sin desconocer la realidad; siempre tener presente que la situación es delicada y en cualquier momento puede complicarse. Un día llegué del chequeo mensual muy contento y casualmente en la televisión el doctor Cardona participaba en un programa de opinión. Ante una pregunta del entrevistador, respondió que la estadística de éxito en tratamientos cancerológicos es del 51%. Mi mujer quiso que le explicara y le expuse que de 1000 enfermos sobreviven 510, cifra que le pareció positiva; sin embargo, agregué, de 100 se salvan 51 y lo más tenaz, de 2 solo uno salva pellis.
En cierta ocasión, mientras conversaba con unos amigos, expresé que esta experiencia cambia la vida y que en muchos casos hasta empieza uno a cumplir años otra vez. Todos se extrañaron y cuando exigieron explicación, les dije que es común que dentro de un tiempo alguien comente:
-Oíste, fue hace 2 o 3 años que se murió fulanito.
pmejiama1@une.net.co
El optimismo y la actitud positiva son indispensables para una buena recuperación del cáncer, pero hay otras cosas muy importantes para lograr salir incólume de la dura prueba (aunque incólume quiere decir sano, sin lesión ni menoscabo, y por bien que le vaya a uno en este parto siempre le persisten secuelas y problemillas). El apoyo de los familiares y amigos es primordial para que el enfermo soporte los diferentes tratamientos, ya que es común que la difícil situación torne al paciente impaciente y por lo tanto los allegados deben armarse de paciencia. Un médico amable, sincero, optimista y con buen humor representa medio tratamiento; muchas veces llegué a donde el doctor Juan Paulo Cardona dispuesto a tirar la toalla, pero él sutilmente me convenció de persistir.
Lo que no hay derecho es que un ciudadano deba enfrentar, aparte de la angustia que genera padecer la enfermedad, los trámites, papeleos, requisitos, inconvenientes, filas, turnos, viajes perdidos, esperas, incomodidades, malos entendidos y todo ese caos que representa la salud en Colombia. No hablo en nombre propio porque gracias a buenos amigos, a la suerte y a que mi Dios no me desamparó, la atención ha sido inmejorable y la EPS cumplió con la entrega de los medicamentos más costosos. Sin embargo hubo trabas y complicaciones, pero comparado con los casos que conocí no cabe duda de que puedo darme por muy bien servido.
Un ejemplo conciso: debido a la quimioterapia cada mes se presentaba una disminución importante de las defensas y por lo tanto debía proceder con un tratamiento consistente en 5 inyecciones, una diaria, cuyo costo unitario era de 250 mil pesos. El médico recomendaba categóricamente que la primera dosis había que aplicarla al salir de la consulta y por fortuna pude conseguirlo prestado en todas las oportunidades, porque la EPS lo entregaba un mes después de hecha la solicitud. La mayoría de la gente no tiene recursos para comprar ese medicamento (reitero que esto es cada mes), y cuando le pregunté al doctor cual es el riesgo si no es aplicado de inmediato, respondió que la posibilidad de morir es muy alta. Siempre que recibía la primera inyección, que por cierto me ponía más maluco que un “pocillao” de babas, no pensaba en lo que me subía pierna arriba sino en aquellos que en ese preciso instante estarían desesperados en busca de la plata prestada, o empeñando hasta los calzones para levantarse más de un millón de pesos que costaban las cinco diminutas ampolletas.
Lo fregado del asunto, es que igual al ejemplo anterior son muchos los males que se derivan de la enfermedad central, porque los diferentes tratamientos descuadran el funcionamiento del organismo y empiezan a aparecer achaques en seguidilla. Un remedio cualquiera produce estreñimiento y esto repercute en unas hemorroides bien espantosas; la tiroides se jode y los síntomas son muchos, por lo que toca agregar otra pastilla a la larga lista; la piel reseca hay que tratarla con cremas y pomadas; échese aquello para evitar la caída del pelo; haga buches con esto para la resequedad en la boca; tome esta pastica para que pueda dormir; ingiera potasio para combatir el desaliento; ojo con la tensión arterial; y puedo seguir con una lista interminable de medicamentos, la mayoría de los cuales no los cubre el POS o simplemente están agotados. De manera que la platica que antes destinaba a la parranda del fin de semana, se iba completica en la compra de medicinas.
En estos casos no queda sino hacer de tripas corazón y pensar que así como llegan las cosas, igual pasan. Ser muy positivo pero sin desconocer la realidad; siempre tener presente que la situación es delicada y en cualquier momento puede complicarse. Un día llegué del chequeo mensual muy contento y casualmente en la televisión el doctor Cardona participaba en un programa de opinión. Ante una pregunta del entrevistador, respondió que la estadística de éxito en tratamientos cancerológicos es del 51%. Mi mujer quiso que le explicara y le expuse que de 1000 enfermos sobreviven 510, cifra que le pareció positiva; sin embargo, agregué, de 100 se salvan 51 y lo más tenaz, de 2 solo uno salva pellis.
En cierta ocasión, mientras conversaba con unos amigos, expresé que esta experiencia cambia la vida y que en muchos casos hasta empieza uno a cumplir años otra vez. Todos se extrañaron y cuando exigieron explicación, les dije que es común que dentro de un tiempo alguien comente:
-Oíste, fue hace 2 o 3 años que se murió fulanito.
pmejiama1@une.net.co
miércoles, diciembre 13, 2006
EL PESEBRE PUEDE CON TODO.
EL PESEBRE PUEDE CON TODO.
Lo mejor del pesebre es que en él se pierden todas las normas de proporción, lógica, medida, profundidad, afinidad o cualquier otra regla por el estilo. Pero hablo de los pesebres que se arman para darle gusto a los niños, y en los cuales ellos pueden meter mano en todo lo relacionado con su decoración y mantenimiento. Porque existen otros en donde la artesanía y el decoro son sus principales ingredientes, por lo que están hechos para el disfrute de quienes los detallan y admiran; montajes espectaculares con mil detalles y miniaturas que llaman la atención, y que son comunes en manos de coleccionistas, aficionados, o para adornar una vitrina o una sala de espera.
En cambio el que arman para los niños desde finales de octubre, cuando empiezan a acosar porque ya en la televisión y la radio se adelantaron con las cuñas navideñas, es un pesebre de combate y ante todo de entretenimiento. Al muchachito no se le debe negar ningún capricho en ese aspecto y mal hacen los adultos que tratan por todos los medios de explicarle a un mocoso que en la época del nacimiento de Jesús no había “transformers” ni tortugas ninjas, y que por ello dichos muñecos no deben hacer parte del paisaje. O tratar de convencer al zambo de que quite el helicóptero que acomodó a un lado del establo, con el argumento que lo deja a disposición de la sagrada familia por si es necesario llevar al recién nacido de urgencia al hospital.
Porque si el muchachito llega a salir muy entendido, va a dejar al adulto que reprocha sus gustos sin qué responder cuando le haga ver algunas inconsistencias que son bien difíciles de explicar. Qué va a responder el papá cuando el chiquitín le pregunte por qué hay un marrano mucho más grande que las casas del pueblito; o a cuenta de qué una de las ovejas es de porcelana y gran tamaño, mientras el resto son de plástico y tan pequeñas que le cabrían todas en el buche a la primera; y cuál es la razón para que el pato que flota plácido encima del espejo, sea del tamaño del buey que le hace guardia a la improvisada cuna.
Otro asunto bien complicado es tratar de convencer a los menores de que el recién nacido no se puede acomodar en su lugar sino el 24 de diciembre a la media noche, hora en que supuestamente llegó al mundo, porque hasta ese momento no existía y por lo tanto no puede estar presente. Entonces los muchachitos arguyen, y con toda la razón, que no se aguantan las ganas de acostarlo y que valiente gracia el Niño dios metido entre una caja mientras el resto de figuras disfrutan de las novenas y las festividades navideñas, y que para sacarlo después de la nochebuena mejor lo dejan ahí, ya que hasta ese día tiene gracia el pesebre.
Como a los pequeños hay que explicarles muy bien, y de una manera didáctica y lúdica cómo fue la historia del nacimiento del niño, es mejor no entrar en mucho detalle en asuntos como el del rey Herodes que mandó a pasar al papayo a todos los infantes recién nacidos para de esa forma hacer desaparecer del mapa al Mesías, porque a los niños les entra terronera y no es fácil que comprendan tan absurdo proceder. Mucho menos ahondar en el cuento de los tres reyes magos, ya que hasta para los adultos es complicado entender por qué se aparecieron esos personajes en semejantes fachas, cómo dieron con el humilde establo y todavía más enredado el tema de los regalos que llevaron.
Tampoco mencionen lo de la estrella de Belén, y mucho menos traten de explicar cómo es la cosa de María sin pecado concebida; y hay que estar preparados, porque con el avispe de los párvulos de ahora no va a faltar el que indague sobre el asunto de la virginidad de la santa Madre. Por lo tanto es mejor meterle ficción a la historia e insistir más en los animales que adornan el pesebre, en los pastorcitos que acudieron a felicitar a los nuevos padres, ponerle nombres chistosos al burro y al buey, y animar a los hijos para que reacomoden a diario los objetos del entorno.
Un pesebre puede con todo y no importa si al frente del modesto hospedaje está parqueado un carro de fórmula uno; o si le acondicionan unos parlantes para acompañar la escena con música moderna; si acomodan un muñeco de nieve al lado de San José; o si ponen al rey león a pastorear el rebaño de ovejas. Los niños tienen sus preferencias y por lo tanto no es raro ver un descomunal balón de fútbol en medio del desierto, la barby patinadora bajando enflechada por el papel aluminio que simula el manantial, o un inmenso osito de peluche a la mano para que el recién nacido se entretenga.
Es importante mantener nuestras tradiciones y hacer énfasis en el nacimiento del Niño dios por encima del papá Noel y demás importaciones. Y que de una vez las mamás sepan que nadie les va a ayudar a desbaratar el pesebre, para que después no empiecen con la cantaleta.
pmejiama1@une.net.co
Lo mejor del pesebre es que en él se pierden todas las normas de proporción, lógica, medida, profundidad, afinidad o cualquier otra regla por el estilo. Pero hablo de los pesebres que se arman para darle gusto a los niños, y en los cuales ellos pueden meter mano en todo lo relacionado con su decoración y mantenimiento. Porque existen otros en donde la artesanía y el decoro son sus principales ingredientes, por lo que están hechos para el disfrute de quienes los detallan y admiran; montajes espectaculares con mil detalles y miniaturas que llaman la atención, y que son comunes en manos de coleccionistas, aficionados, o para adornar una vitrina o una sala de espera.
En cambio el que arman para los niños desde finales de octubre, cuando empiezan a acosar porque ya en la televisión y la radio se adelantaron con las cuñas navideñas, es un pesebre de combate y ante todo de entretenimiento. Al muchachito no se le debe negar ningún capricho en ese aspecto y mal hacen los adultos que tratan por todos los medios de explicarle a un mocoso que en la época del nacimiento de Jesús no había “transformers” ni tortugas ninjas, y que por ello dichos muñecos no deben hacer parte del paisaje. O tratar de convencer al zambo de que quite el helicóptero que acomodó a un lado del establo, con el argumento que lo deja a disposición de la sagrada familia por si es necesario llevar al recién nacido de urgencia al hospital.
Porque si el muchachito llega a salir muy entendido, va a dejar al adulto que reprocha sus gustos sin qué responder cuando le haga ver algunas inconsistencias que son bien difíciles de explicar. Qué va a responder el papá cuando el chiquitín le pregunte por qué hay un marrano mucho más grande que las casas del pueblito; o a cuenta de qué una de las ovejas es de porcelana y gran tamaño, mientras el resto son de plástico y tan pequeñas que le cabrían todas en el buche a la primera; y cuál es la razón para que el pato que flota plácido encima del espejo, sea del tamaño del buey que le hace guardia a la improvisada cuna.
Otro asunto bien complicado es tratar de convencer a los menores de que el recién nacido no se puede acomodar en su lugar sino el 24 de diciembre a la media noche, hora en que supuestamente llegó al mundo, porque hasta ese momento no existía y por lo tanto no puede estar presente. Entonces los muchachitos arguyen, y con toda la razón, que no se aguantan las ganas de acostarlo y que valiente gracia el Niño dios metido entre una caja mientras el resto de figuras disfrutan de las novenas y las festividades navideñas, y que para sacarlo después de la nochebuena mejor lo dejan ahí, ya que hasta ese día tiene gracia el pesebre.
Como a los pequeños hay que explicarles muy bien, y de una manera didáctica y lúdica cómo fue la historia del nacimiento del niño, es mejor no entrar en mucho detalle en asuntos como el del rey Herodes que mandó a pasar al papayo a todos los infantes recién nacidos para de esa forma hacer desaparecer del mapa al Mesías, porque a los niños les entra terronera y no es fácil que comprendan tan absurdo proceder. Mucho menos ahondar en el cuento de los tres reyes magos, ya que hasta para los adultos es complicado entender por qué se aparecieron esos personajes en semejantes fachas, cómo dieron con el humilde establo y todavía más enredado el tema de los regalos que llevaron.
Tampoco mencionen lo de la estrella de Belén, y mucho menos traten de explicar cómo es la cosa de María sin pecado concebida; y hay que estar preparados, porque con el avispe de los párvulos de ahora no va a faltar el que indague sobre el asunto de la virginidad de la santa Madre. Por lo tanto es mejor meterle ficción a la historia e insistir más en los animales que adornan el pesebre, en los pastorcitos que acudieron a felicitar a los nuevos padres, ponerle nombres chistosos al burro y al buey, y animar a los hijos para que reacomoden a diario los objetos del entorno.
Un pesebre puede con todo y no importa si al frente del modesto hospedaje está parqueado un carro de fórmula uno; o si le acondicionan unos parlantes para acompañar la escena con música moderna; si acomodan un muñeco de nieve al lado de San José; o si ponen al rey león a pastorear el rebaño de ovejas. Los niños tienen sus preferencias y por lo tanto no es raro ver un descomunal balón de fútbol en medio del desierto, la barby patinadora bajando enflechada por el papel aluminio que simula el manantial, o un inmenso osito de peluche a la mano para que el recién nacido se entretenga.
Es importante mantener nuestras tradiciones y hacer énfasis en el nacimiento del Niño dios por encima del papá Noel y demás importaciones. Y que de una vez las mamás sepan que nadie les va a ayudar a desbaratar el pesebre, para que después no empiecen con la cantaleta.
pmejiama1@une.net.co
miércoles, diciembre 06, 2006
OJO AL TURISMO.
Es triste que muchos solo tengan en cuenta los destinos turísticos en el exterior cuando de viajar se trata, y no opten por tantos lugares hermosos y paradisíacos que tenemos aquí a la mano. Viajar es un placer para la mayoría de las personas, y una bendición cuando el paseante disfruta igual la visita a un lugar cercano que un recorrido por Europa. En las vísperas de un viaje cualquiera siente una excitación y una ansiedad difíciles de definir, y es común que las personas no puedan conciliar el sueño la noche anterior al paseo.
El turismo es una industria que repunta, entre otras cosas porque es algo que le gusta a todo el mundo. Por ello la demanda es mucha y cada día son más los países que buscan en la industria sin chimeneas un renglón importante de su economía. En Colombia tenemos la materia prima principal para explotar este negocio porque contamos con diferentes culturas, sitios paradisíacos, selvas, páramos, costas, montañas, valles y todo tipo de ofertas para colmar las expectativas del visitante. Claro que también enfrentamos un conflicto interno que impide el ingreso masivo de turistas, quienes además tienen toda la razón en no jalarle a venir, porque nadie se le mide ahora por ejemplo a irse de vacaciones a Chechenia.
Otra cosa es que los pocos que se atreven a visitarnos en muchos casos son espantados por la falta de infraestructura adecuada, y porque la ansiedad del colombiano por esquilmar al que dé papaya no respeta raza ni edad. Tal vez el destino turístico más apetecido, y del que nos sentimos orgullosos, es Cartagena de indias. La ciudad tiene magia y recorrer las calles del centro amurallado es una experiencia inolvidable que deja embelesado a quien la visita con sus calles estrechas, balcones, portales, plazas, monumentos y edificaciones centenarias. Eso sí, que el paseante no se desvíe ni una cuadra de la zona turística porque se encuentra con la realidad de la pobreza, la basura y los malos olores que aparecen en todas partes.
La zona de Bocagrande, El Laguito y Castillogrande, que siempre ha sido escogida para construir hoteles y edificios de apartamentos, está en muy mal estado y recorrer sus vías y andenes es complicado. Parece increíble que no hayan adelantado proyectos de obras públicas como bulevares para los peatones, con las comodidades y el espacio necesarios, en una ciudad donde los turistas recorren las calles en todas direcciones. Cuando llueve las alcantarillas se rebosan y hay que ver los charcos que se forman en las vías, los cuales emanan olores nauseabundos. Es triste oír al taxista o al vendedor de frutas asegurar que los políticos se roban el presupuesto y por ello no existe ningún tipo de inversión.
Otro lunar que exaspera al turista es el azote de los vendedores ambulantes. Porque es tal la cantidad que parece una plaga que atosiga al veraneante hasta hacerlo desesperar; en todas partes existe este tipo de mercado, pero con la diferencia que están localizados en lugares específicos donde llega el interesado a buscar qué comprar. Visitar Cartagena en baja temporada es una delicia porque los taxis están disponibles a toda hora, en los restaurantes no es necesario hacer fila, las tiendas y almacenes no presentan congestión, y en general el ambiente es tranquilo y relajado. Claro que por la falta de visitantes el que se asome por la playa es presa fácil para ofrecerle la infinidad de artículos y servicios que comercializan a diestra y siniestra.
Tuve la oportunidad reciente de vivir esa experiencia y hay que ver la horda de personajes que aparecen cuando un grupo de cachacos llega a su carpa a disfrutar del sol y la playa. Es lógico que por la poca demanda ellos recurran a los escasos “marranos” que andan de vacaciones, pero es importante que les controlen la forma en que ofrecen su mercancía. Porque una cosa es que pase un vendedor y pregunte si alguien está interesado, y otra muy distinta que se parquee a insistir hasta el cansancio, que ponga muestras encima de los clientes potenciales, que no ceje en su empeño y sea necesario hablarle duro para que entienda que nadie quiere comprar.
O la que hace masajes que llega y lo embadurna a uno con un pegote dizque para una muestra gratis, y hay que ver el problema para detenerla; lo peor es que se pone furiosa por el rechazo. Claro que es triste ver tanta pobreza y desesperación, pero si uno quiere solucionar el problema a todos los que buscan el sustento en la playa, mejor se queda en la casa y dona lo que pensaba gastar en el paseo a una obra de caridad.
Una señora empeñada en que quería leerme la mano, a mí, que no creo ni en los rejos de la campana. Un músico le pide a uno de mis amigos que escoja una canción, y este le pregunta muy serio si conoce “me equivoqué contigo”. El prestidigitador empieza a desaparecer objetos, y con mucha habilidad por cierto, hasta que anuncia la mejor maroma. Entonces otro compañero comenta:
¡No me diga que se va a desaparecer usted!
Y esté preparado porque si le pregunta a alguien la hora, con gusto le responde pero hay que darle mil pesos.
pmejiama1@une.net.co
El turismo es una industria que repunta, entre otras cosas porque es algo que le gusta a todo el mundo. Por ello la demanda es mucha y cada día son más los países que buscan en la industria sin chimeneas un renglón importante de su economía. En Colombia tenemos la materia prima principal para explotar este negocio porque contamos con diferentes culturas, sitios paradisíacos, selvas, páramos, costas, montañas, valles y todo tipo de ofertas para colmar las expectativas del visitante. Claro que también enfrentamos un conflicto interno que impide el ingreso masivo de turistas, quienes además tienen toda la razón en no jalarle a venir, porque nadie se le mide ahora por ejemplo a irse de vacaciones a Chechenia.
Otra cosa es que los pocos que se atreven a visitarnos en muchos casos son espantados por la falta de infraestructura adecuada, y porque la ansiedad del colombiano por esquilmar al que dé papaya no respeta raza ni edad. Tal vez el destino turístico más apetecido, y del que nos sentimos orgullosos, es Cartagena de indias. La ciudad tiene magia y recorrer las calles del centro amurallado es una experiencia inolvidable que deja embelesado a quien la visita con sus calles estrechas, balcones, portales, plazas, monumentos y edificaciones centenarias. Eso sí, que el paseante no se desvíe ni una cuadra de la zona turística porque se encuentra con la realidad de la pobreza, la basura y los malos olores que aparecen en todas partes.
La zona de Bocagrande, El Laguito y Castillogrande, que siempre ha sido escogida para construir hoteles y edificios de apartamentos, está en muy mal estado y recorrer sus vías y andenes es complicado. Parece increíble que no hayan adelantado proyectos de obras públicas como bulevares para los peatones, con las comodidades y el espacio necesarios, en una ciudad donde los turistas recorren las calles en todas direcciones. Cuando llueve las alcantarillas se rebosan y hay que ver los charcos que se forman en las vías, los cuales emanan olores nauseabundos. Es triste oír al taxista o al vendedor de frutas asegurar que los políticos se roban el presupuesto y por ello no existe ningún tipo de inversión.
Otro lunar que exaspera al turista es el azote de los vendedores ambulantes. Porque es tal la cantidad que parece una plaga que atosiga al veraneante hasta hacerlo desesperar; en todas partes existe este tipo de mercado, pero con la diferencia que están localizados en lugares específicos donde llega el interesado a buscar qué comprar. Visitar Cartagena en baja temporada es una delicia porque los taxis están disponibles a toda hora, en los restaurantes no es necesario hacer fila, las tiendas y almacenes no presentan congestión, y en general el ambiente es tranquilo y relajado. Claro que por la falta de visitantes el que se asome por la playa es presa fácil para ofrecerle la infinidad de artículos y servicios que comercializan a diestra y siniestra.
Tuve la oportunidad reciente de vivir esa experiencia y hay que ver la horda de personajes que aparecen cuando un grupo de cachacos llega a su carpa a disfrutar del sol y la playa. Es lógico que por la poca demanda ellos recurran a los escasos “marranos” que andan de vacaciones, pero es importante que les controlen la forma en que ofrecen su mercancía. Porque una cosa es que pase un vendedor y pregunte si alguien está interesado, y otra muy distinta que se parquee a insistir hasta el cansancio, que ponga muestras encima de los clientes potenciales, que no ceje en su empeño y sea necesario hablarle duro para que entienda que nadie quiere comprar.
O la que hace masajes que llega y lo embadurna a uno con un pegote dizque para una muestra gratis, y hay que ver el problema para detenerla; lo peor es que se pone furiosa por el rechazo. Claro que es triste ver tanta pobreza y desesperación, pero si uno quiere solucionar el problema a todos los que buscan el sustento en la playa, mejor se queda en la casa y dona lo que pensaba gastar en el paseo a una obra de caridad.
Una señora empeñada en que quería leerme la mano, a mí, que no creo ni en los rejos de la campana. Un músico le pide a uno de mis amigos que escoja una canción, y este le pregunta muy serio si conoce “me equivoqué contigo”. El prestidigitador empieza a desaparecer objetos, y con mucha habilidad por cierto, hasta que anuncia la mejor maroma. Entonces otro compañero comenta:
¡No me diga que se va a desaparecer usted!
Y esté preparado porque si le pregunta a alguien la hora, con gusto le responde pero hay que darle mil pesos.
pmejiama1@une.net.co
Suscribirse a:
Entradas (Atom)