Alguna vez mientras esperaba a que hicieran una diligencia me entretuve al observar una perrita revejida e insignificante que recorría las calles, perseguida por una pandilla de canes que chorreaban la baba y buscaban la forma de encaramársele a la desinteresada chandosa. Había perros clasudos, garosos, grandes, pequeños y de variadas pintas, pero todos seguían el cortejo con la misma obsesiva intención. Ella husmeaba las basuras, miraba en los negocios a ver si le tiraban cualquier bocado y pasaba de un andén a otro, mientras los machos ansiosos solo se interesaban en olerle el trasero y saborear el anhelado desenlace.
Entonces pensé que el Creador se encargó de que aunque el organismo de los animales es muy similar en sus funciones, el hombre por racional se diferencia del resto de seres vivos. Nuestro comportamiento se caracteriza porque tenemos emociones y sentimientos, mientras los demás animales actúan por instinto. Pero como toda regla tiene su excepción, se le fueron las luces en su magnífica obra al diseñar la conducta sexual de los humanos. Y digo esto porque los varones nos comportamos muy parecido a las bestias cuando la libido interviene, ya que muchos echan por la borda todo su pasado por irse detrás de una mujer.
La palabra encoñarse, que por cierto es castiza, resume de la mejor forma esa atracción fatal que empuja a las personas detrás de un capricho sentimental, así no les convenga y sin importar las consecuencias que ello pueda acarrear. Claro que es peor obligar al enamorado a actuar contra su voluntad, porque además de que hará la vida imposible a quienes lo rodean, nunca encontrará sosiego y satisfacción. Muchos son los que siguen ese instinto, abandonan todo y cuando les pasa la calentura, quieren regresar a recuperar lo suyo cuando ya es tarde. Entonces la tusa y el remordimiento los carcome y mortifica.
Insisto en que mucha parte del problema está en la diferencia tan marcada que existe entre hombres y mujeres en cuanto a sexo se refiere. Mientras a ellas se les baja la intensidad del deseo por su pareja con el paso de los años, ellos siguen entucando a toda hora y no desaprovechan oportunidad para desfogar sus instintos. Por ello son comunes las infidelidades, por buscar por fuera lo que no encuentran en la casa. En épocas pasadas era casi cultural el hecho de que los señores tuvieran su querida, o moza, mientras en el hogar solo cumplían con su deber marital y de una vez llenaban a la mujer de hijos. En cambio la otra se encargaba de calmarles la gana y con ella ponían en práctica todo tipo de posiciones, se revolcaban por el piso, rodaban por las escaleras, ejercían en el poyo de la cocina y cuanta ociosidad se les ocurriera. Las costumbres culturales también marcan diferencias y en nuestro país los habitantes de la costa Caribe son amigos de tener varias mujeres, todo con la anuencia de las esposas que lo aceptan como algo natural.
Muchos prefieren no enredarse con otra mujer sino que optan por aventurillas pasajeras. Contratan una prepago y disfrutan de una noche de lujuria, para regresar a casa plácidos y relajados. Mujeres ambiciosas o muy necesitadas que entregan su virginidad a cualquiera que pague por ella, y otras que buscan riqueza y comodidades al convivir con mafiosos y bandidos de toda laya, y que son reconocidas por sus extravagancias y voluptuosidad.
Pero vaya que sea un personaje famoso el que se sale de la línea y sin falta le forman un tierrero. El presidente francés, consiente del escándalo y el costo político que podría enfrentar, disolvió un matrimonio de muchos años y rearmó su vida con la mujer que le movió el piso. Ahora los mojigatos quisieron armar un lío porque el presidente Obama, en una cumbre reciente en Italia, miró con ojos ávidos el trasero de una muchacha muy sensual que pasó cerca. Nos olvidamos que son seres humanos con idénticos gustos y necesidades.
Pero sin duda el que más comentarios genera es el premier italiano Silvio Berlusconi. Mientras sus andanzas sean patrocinadas de su peculio, creo que nadie debe meterse en su vida privada. Hay hombres más ardientes y ganosos que otros, y don Silvio es uno de estos últimos. Que le place hacer reuniones en su villa de Cerdeña, donde todos los invitados andan viringos, es problema de él. Además, como preguntó don Alberto Casas en su programa radial: ¿En qué estatutos dice que un seminario político no puede hacerse en pelota? Que le gustan las prostitutas, las mujeres fáciles y de ambiente, no cabe duda. Que las orgias son antológicas y monumentales, puede ser cierto, pero para eso mi dios lo castigó con plata y con presencia. Todas esas nenas que salen a dar declaraciones escandalosas acerca de su comportamiento lo hacen por algún interés personal, porque el día que quisieron participar en las bacanales nadie las obligó a estar presentes. No le busque: lo que ofende es no estar en la lista de invitados.
Vi un correo electrónico donde aparece Carla Bruni espectacular, con fotos desde todos los ángulos y sin escatimar en mostrar sus atributos, y al final la ex mujer de Sarkozy pregunta indignada: ¿y qué tiene esa vieja que no tenga yo?
¡Hágame el favor!
pmejiama1@une.net.co
martes, agosto 25, 2009
jueves, agosto 20, 2009
Golpe de suerte.
Nada que le guste más a la gente que apostar. Muchos pasan su existencia a la espera del golpe de suerte que los saque de pobres y el día que ganan algo, resulta que es más lo invertido en tentar la suerte que el monto del premio logrado. Para fortuna de quienes viven del negocio ese tipo de cuentas no las hace nadie y todos siguen fieles a la costumbre de buscar pegarle al gordo. Según la condición social y económica de cada individuo le apunta a una suma determinada, y por ello vemos al obrero que se contenta con echarle mano a unos pocos millones en una rifa de barrio, mientras que el más adinerado espera que el Baloto sortee una cifra exorbitante para comprarlo, con el cuento que los diez o quince mil millones que ofrece en un momento determinado dizque no le alcanzan para nada.
Es típico de nuestra región encontrar en la plaza de los pueblos una carretilla llena de artículos llamativos que conforman un paquete que se rifa: la tradicional cómoda forrada en plástico, un buen televisor, un ventilador de pie, la olla arrocera, una ancheta con rancho y licores (ordinarios todos), varios cortes de tela, una bicicleta todo terreno y un cachorro “frespudel”. Con un altavoz promocionan el sorteo y el sábado, cuando arriban los campesinos a mercar, los compradores hacen fila con la ilusión de alcanzar tan provocativo premio. Tampoco falta una motocicleta llena de avisos promocionales que empujan alrededor de la plaza, sin montarse en ella porque la desvalorizan, la cual se convierte en la envidia de los jugadores que ya se ven en ella sacando pecho por todo el pueblo; y lo mejor es que el paquete incluye cascos y chalecos reglamentarios para conductor y acompañante.
En el centro de las ciudades es común el vehículo último modelo que exhiben en un remolque, mientras los vendedores expertos matriculan incautos al por mayor, con el agravante que muchas de esas rifas son piratas; resulta usted ganador y cuando va a reclamar el premio encuentra el rastro frío. En esta clase de negocio sí que hay timadores y embaucadores. Yo no creo en ningún tipo de rifa o lotería. Después de muchos casos donde se demostró que los sorteos son manipulados, y que en cierta época los políticos se ganaban el mayor de una misma lotería en varias ocasiones, quedé curado. Será por malicioso o desconfiado, pero no creo en esos chepazos. Además me chocan sobremanera las personas que cada que uno se las encuentra le zampan una boleta de cualquier pendejada; y lo malo es que siempre embolato el comprobante o se me olvida revisar el sorteo.
En los barrios populares o sectores comerciales se vende más el chance que el tinto. La gente puede que no tenga para comer pero no deja de hacer su chance diario; personas de todas las edades, colores y condiciones buscan a su vendedor de confianza, quien por cierto fía y es experto en recomendar números. El juego es adictivo, como el alcohol o las drogas, y muchos terminan arruinados por el afán de recuperar lo perdido. Recuerdo que mi padre, en sus últimos años de enfermedad que no salía de la casa, no perdonaba mandar a comprar el Baloto los días que jugaba. Así entretenía las noches de desvelo: se ponía a repartir la plata entre sus allegados y a solucionarle la vida a más de uno (lo malo es que para tanto pobre junto no alcanza la limosna).
Pues creo que el destino quiso castigar mi escepticismo y para desvirtuarlo permitió que me ganara una lotería, y sin comprarla. Abro el correo electrónico y encuentro que resulté escogido por la “Lotería de Asia Vietnam caridad promociones 2009”, la cual asignó un número a mi cuenta electrónica y a pesar de que había que coincidir en una gran cantidad de cifras y series, le di en toda la pepa. De buenas que es uno. Tengo que hablar con un tal míster James Hong a ver dónde reclamo la medio bobadita de 980 mil libras esterlinas. No sé cuánto es en pesos, porque no tengo calculadora a la mano, pero estoy seguro de que será como según un amigo costeño dicen los guajiros: “un bojote de plata que no lo salta ni un chiiiiiiivo”.
En el correo donde anuncian la buena noticia recibo felicitación de los empleados de esa generosa firma y Mrs. Elizabet Grayson me pide que mande todos los datos personales para legalizar el asunto. Que me metan el dedo en la boca esta sarta de babosos si creen que les voy a dar papaya para que me desplumen (claro que tampoco hay de dónde). El otro día oí en el radio a un tipo que mordió el anzuelo y alcanzó a enviarles 25 mil dólares para trámites y papeleos, antes de percatarse de que lo habían tumbado. Tiene que ser uno muy pendejo e iluso para comerse semejante cuento, o muy ambicioso que es lo peor. Porque sin duda es por ambición que la gente cae en las pirámides, en las captadoras ilegales, en rifas piratas, se dejan meter paquetes chilenos, o se restean en un casino en espera de recuperar lo perdido. Claro que no faltan los que caen por atembaos.
pmejiama1@une.net.co
Es típico de nuestra región encontrar en la plaza de los pueblos una carretilla llena de artículos llamativos que conforman un paquete que se rifa: la tradicional cómoda forrada en plástico, un buen televisor, un ventilador de pie, la olla arrocera, una ancheta con rancho y licores (ordinarios todos), varios cortes de tela, una bicicleta todo terreno y un cachorro “frespudel”. Con un altavoz promocionan el sorteo y el sábado, cuando arriban los campesinos a mercar, los compradores hacen fila con la ilusión de alcanzar tan provocativo premio. Tampoco falta una motocicleta llena de avisos promocionales que empujan alrededor de la plaza, sin montarse en ella porque la desvalorizan, la cual se convierte en la envidia de los jugadores que ya se ven en ella sacando pecho por todo el pueblo; y lo mejor es que el paquete incluye cascos y chalecos reglamentarios para conductor y acompañante.
En el centro de las ciudades es común el vehículo último modelo que exhiben en un remolque, mientras los vendedores expertos matriculan incautos al por mayor, con el agravante que muchas de esas rifas son piratas; resulta usted ganador y cuando va a reclamar el premio encuentra el rastro frío. En esta clase de negocio sí que hay timadores y embaucadores. Yo no creo en ningún tipo de rifa o lotería. Después de muchos casos donde se demostró que los sorteos son manipulados, y que en cierta época los políticos se ganaban el mayor de una misma lotería en varias ocasiones, quedé curado. Será por malicioso o desconfiado, pero no creo en esos chepazos. Además me chocan sobremanera las personas que cada que uno se las encuentra le zampan una boleta de cualquier pendejada; y lo malo es que siempre embolato el comprobante o se me olvida revisar el sorteo.
En los barrios populares o sectores comerciales se vende más el chance que el tinto. La gente puede que no tenga para comer pero no deja de hacer su chance diario; personas de todas las edades, colores y condiciones buscan a su vendedor de confianza, quien por cierto fía y es experto en recomendar números. El juego es adictivo, como el alcohol o las drogas, y muchos terminan arruinados por el afán de recuperar lo perdido. Recuerdo que mi padre, en sus últimos años de enfermedad que no salía de la casa, no perdonaba mandar a comprar el Baloto los días que jugaba. Así entretenía las noches de desvelo: se ponía a repartir la plata entre sus allegados y a solucionarle la vida a más de uno (lo malo es que para tanto pobre junto no alcanza la limosna).
Pues creo que el destino quiso castigar mi escepticismo y para desvirtuarlo permitió que me ganara una lotería, y sin comprarla. Abro el correo electrónico y encuentro que resulté escogido por la “Lotería de Asia Vietnam caridad promociones 2009”, la cual asignó un número a mi cuenta electrónica y a pesar de que había que coincidir en una gran cantidad de cifras y series, le di en toda la pepa. De buenas que es uno. Tengo que hablar con un tal míster James Hong a ver dónde reclamo la medio bobadita de 980 mil libras esterlinas. No sé cuánto es en pesos, porque no tengo calculadora a la mano, pero estoy seguro de que será como según un amigo costeño dicen los guajiros: “un bojote de plata que no lo salta ni un chiiiiiiivo”.
En el correo donde anuncian la buena noticia recibo felicitación de los empleados de esa generosa firma y Mrs. Elizabet Grayson me pide que mande todos los datos personales para legalizar el asunto. Que me metan el dedo en la boca esta sarta de babosos si creen que les voy a dar papaya para que me desplumen (claro que tampoco hay de dónde). El otro día oí en el radio a un tipo que mordió el anzuelo y alcanzó a enviarles 25 mil dólares para trámites y papeleos, antes de percatarse de que lo habían tumbado. Tiene que ser uno muy pendejo e iluso para comerse semejante cuento, o muy ambicioso que es lo peor. Porque sin duda es por ambición que la gente cae en las pirámides, en las captadoras ilegales, en rifas piratas, se dejan meter paquetes chilenos, o se restean en un casino en espera de recuperar lo perdido. Claro que no faltan los que caen por atembaos.
pmejiama1@une.net.co
miércoles, agosto 12, 2009
Tema candente.
Se rayaron las comunidades vecinas a las bases aéreas colombianas donde recibirán el contingente gringo que expulsaron del Ecuador. A montar prostíbulos y salones de streaptes. Ollas para soplar bazuco, mayoristas de perico, heroína y todo tipo de pastillas, y venta de mariguana a granel. Bares, cantinas, discotecas y todo tipo de metederos donde la pernicia campee. Además no pueden faltar casinos, salones de billar y franquicias de la comida chatarra preferida por ellos, porque los mechimonos no tragan morcilla, arepa de huevo, mondongo, chunchurria y demás delicias de nuestra gastronomía criolla. A montar droguerías para vender condones, repelente de insectos, jeringuillas, antiácidos y bloqueador solar. Quienes ofrecen chicles menudiaos deben venderlos por pacas y conseguirlos de contrabando, porque seguro tampoco le jalan al producto nacional. Creo que hasta la cerveza tendrá que ser importada, así las nuestras no tengan nada que envidiarles a las marcas extranjeras.
A pesar de los peligros que enfrenta un foráneo al vivir en esta tierra mágica, son diferentes las razones que los empujan a aceptar cargos o traslados que los obligan a instalarse en Colombia. Altos ejecutivos de empresas multinacionales adoran vivir en Bogotá porque disfrutan variados campos de golf donde no deben hacer reservas o pedir turnos para jugar, además de que los costos de una jornada deportiva son irrisorios. Otros disfrutan de la exuberancia de nuestros paisajes y aprovechan su estadía para recorrer diferentes destinos y atractivos turísticos. También están los que aprecian la cultura, la comida y demás características propias de una tierra diferente a la suya.
Al recorrer el Parque Tayrona llama la atención la cantidad de israelitas que visitan ese paraíso tropical y ante mi curiosidad un nativo me explicó la razón. Resulta que los ciudadanos de ese país, al terminar muy jóvenes de cumplir con su servicio militar, reciben una buena compensación económica y muchos escogen ese destino para darse unas merecidas vacaciones. En muchas otras partes encuentran sitios turísticos con características similares, maravillosas playas y la oportunidad de conocer de cerca la selva tropical, pero el mayor atractivo en este caso es que tienen a mano la mejor mariguana del mundo. Lo mismo sucede con Ciudad Perdida, en la Sierra Nevada, donde pueden fumar maracachafa hasta que se les hinche el ombligo; y ahora los llevan, por una módica suma extra, a conocer un laboratorio de procesamiento de cocaína.
Nunca me han gustado los gringos y sus políticas expansionistas. Detesto el hecho de tener que humillarnos en su embajada para lograr un papel que nos permita visitarlos; no comulgo con que se crean el ombligo del mundo y menosprecien al resto de los pueblos; me aterran sus extravagancias, derroches y tantas otras cosas, pero así mismo les reconozco muchas virtudes. Es por toda esa historia de intervencionismos que su presencia en Colombia crea tantas suspicacias, pero debemos reconocer que contra el poder de los violentos no podemos nosotros solos. Una guerrilla que se financia con dineros del tráfico de drogas no es fácil de vencer y los narcotraficantes corrompen autoridades, jueces, funcionarios y demás entes de control.
Para nadie es un secreto que fue con la ayuda de los gringos y su tecnología avanzada que se logró cerrar el cerco en la cacería a Pablo Escobar; que un bombardeo tan preciso y exitoso como el que costó la vida a Raul Reyes necesitó de equipos y materiales extranjeros, tampoco cabe duda; y la famosa operación Jaque, orgullo de nuestro ejército nacional, con seguridad tuvo el apoyo de los militares estadounidenses. Esto por mencionar solo algunos ejemplos, pero son miles las misiones y operaciones que han contado con la asesoría y el apoyo yanqui. Aquí no tenemos plata para comprar helicópteros, aviones de combate, armamento, radares, municiones y demás gastos que genera la guerra, que por cierto son bien altos. Ni modo de decir que destinen los impuestos para ese rubro porque los políticos no permiten que les toquen esa platica, y tampoco creo prudente la idea de destinar los recursos de gastos militares a necesidades básicas, porque en pocos años tendríamos a Alfonso Cano de presidente.
El chafarote vecino y sus lacayos pusieron el grito en el cielo con la noticia del tratado con los Estados Unidos, pero nadie dijo nada cuando Chávez estuvo por Rusia como si visitara un supermercado y echó en el carrito de compras fusiles, aviones, tanques y submarinos; o que ande de pipí cogido con Fidel y en coqueteos con Irán y China. Y Uribe: “cayetano la bocina mi hermanolo”. Los países subdesarrollados debemos arrodillarnos ante alguien y prefiero que sea ante el morocho Obama, que parece menos peor, que hacerlo ante nuestros folclóricos vecinos.
Preocupa que los gringos busquen arrimarse a Venezuela para adueñarse de su petróleo y así involucrarnos en una guerra absurda con el pueblo vecino. Porque si salieron de Ecuador fue porque les dio la gana, ya que con apretarle un par de clavijas a ese gobierno hubiera bastado para quedarse. El asunto de la inmunidad de sus militares y contratistas en tierra colombiana es chocante, pero si se llevaron el punto de no firmar el Protocolo de Kioto, con la presión del mundo entero para que lo hicieran, ningún trabajo les dará pasarse por la galleta nuestras humildes condiciones. No olvidemos que el que tiene plata marranea.
pmejiama1@une.net.co
A pesar de los peligros que enfrenta un foráneo al vivir en esta tierra mágica, son diferentes las razones que los empujan a aceptar cargos o traslados que los obligan a instalarse en Colombia. Altos ejecutivos de empresas multinacionales adoran vivir en Bogotá porque disfrutan variados campos de golf donde no deben hacer reservas o pedir turnos para jugar, además de que los costos de una jornada deportiva son irrisorios. Otros disfrutan de la exuberancia de nuestros paisajes y aprovechan su estadía para recorrer diferentes destinos y atractivos turísticos. También están los que aprecian la cultura, la comida y demás características propias de una tierra diferente a la suya.
Al recorrer el Parque Tayrona llama la atención la cantidad de israelitas que visitan ese paraíso tropical y ante mi curiosidad un nativo me explicó la razón. Resulta que los ciudadanos de ese país, al terminar muy jóvenes de cumplir con su servicio militar, reciben una buena compensación económica y muchos escogen ese destino para darse unas merecidas vacaciones. En muchas otras partes encuentran sitios turísticos con características similares, maravillosas playas y la oportunidad de conocer de cerca la selva tropical, pero el mayor atractivo en este caso es que tienen a mano la mejor mariguana del mundo. Lo mismo sucede con Ciudad Perdida, en la Sierra Nevada, donde pueden fumar maracachafa hasta que se les hinche el ombligo; y ahora los llevan, por una módica suma extra, a conocer un laboratorio de procesamiento de cocaína.
Nunca me han gustado los gringos y sus políticas expansionistas. Detesto el hecho de tener que humillarnos en su embajada para lograr un papel que nos permita visitarlos; no comulgo con que se crean el ombligo del mundo y menosprecien al resto de los pueblos; me aterran sus extravagancias, derroches y tantas otras cosas, pero así mismo les reconozco muchas virtudes. Es por toda esa historia de intervencionismos que su presencia en Colombia crea tantas suspicacias, pero debemos reconocer que contra el poder de los violentos no podemos nosotros solos. Una guerrilla que se financia con dineros del tráfico de drogas no es fácil de vencer y los narcotraficantes corrompen autoridades, jueces, funcionarios y demás entes de control.
Para nadie es un secreto que fue con la ayuda de los gringos y su tecnología avanzada que se logró cerrar el cerco en la cacería a Pablo Escobar; que un bombardeo tan preciso y exitoso como el que costó la vida a Raul Reyes necesitó de equipos y materiales extranjeros, tampoco cabe duda; y la famosa operación Jaque, orgullo de nuestro ejército nacional, con seguridad tuvo el apoyo de los militares estadounidenses. Esto por mencionar solo algunos ejemplos, pero son miles las misiones y operaciones que han contado con la asesoría y el apoyo yanqui. Aquí no tenemos plata para comprar helicópteros, aviones de combate, armamento, radares, municiones y demás gastos que genera la guerra, que por cierto son bien altos. Ni modo de decir que destinen los impuestos para ese rubro porque los políticos no permiten que les toquen esa platica, y tampoco creo prudente la idea de destinar los recursos de gastos militares a necesidades básicas, porque en pocos años tendríamos a Alfonso Cano de presidente.
El chafarote vecino y sus lacayos pusieron el grito en el cielo con la noticia del tratado con los Estados Unidos, pero nadie dijo nada cuando Chávez estuvo por Rusia como si visitara un supermercado y echó en el carrito de compras fusiles, aviones, tanques y submarinos; o que ande de pipí cogido con Fidel y en coqueteos con Irán y China. Y Uribe: “cayetano la bocina mi hermanolo”. Los países subdesarrollados debemos arrodillarnos ante alguien y prefiero que sea ante el morocho Obama, que parece menos peor, que hacerlo ante nuestros folclóricos vecinos.
Preocupa que los gringos busquen arrimarse a Venezuela para adueñarse de su petróleo y así involucrarnos en una guerra absurda con el pueblo vecino. Porque si salieron de Ecuador fue porque les dio la gana, ya que con apretarle un par de clavijas a ese gobierno hubiera bastado para quedarse. El asunto de la inmunidad de sus militares y contratistas en tierra colombiana es chocante, pero si se llevaron el punto de no firmar el Protocolo de Kioto, con la presión del mundo entero para que lo hicieran, ningún trabajo les dará pasarse por la galleta nuestras humildes condiciones. No olvidemos que el que tiene plata marranea.
pmejiama1@une.net.co
martes, agosto 04, 2009
Paciencia y resignación.
Del sistema de salud de nuestro país se quejan la mayoría de usuarios. Un círculo vicioso que no lo deja pelechar debido a que cada entidad le echa la culpa a otra porque no le cancela los servicios prestados, lo cual infortunadamente es cierto, y así terminan los pacientes con una atención deficiente y quienes trabajan para la salud en una situación asfixiante cuando les incumplen con el pago de sus salarios; no puede entenderse cómo hace por ejemplo una enfermera, que no tiene otro ingreso diferente a su salario, para capotear la situación cuando la nómina se retrasa seis u ocho meses.
Con la suma de calendarios acumulamos males y achaques, y basta con mirar la mesa de noche para aterrarnos de la cantidad de medicamentos que debemos tener a mano. Reconozco que la seguridad social me ha tratado bien, a pesar de los remedios que debo costearme porque la EPS no los tiene disponibles. Aunque el médico los receta y están incluidos en el POS, en la farmacia responden ante la solicitud que no los hay; hasta me recomendaron que mejor comprara alguno porque hace seis meses no les llega. Por su módico precio no justifica poner una tutela, aunque súmelos todos y cómprelos cada mes, de por vida, para que vea la rentica que representan.
Mi padre se gastaba la mitad de su pensión en comprar medicinas para él y mi mamá. Aunque reclamaban mensualmente en la EPS una talegada llena de medicamentos, a la droguería debían llamar a diario a pedir los que faltaban. Por lo tanto puedo asegurar que en sus últimos años la salida diaria de mi mamá era a pedir citas y reclamar remedios, exámenes, radiografías y demás diligencias relacionadas con el tema. Entonces recurría a Rodrigo, el conductor que trabaja para mi hermano, para que la llevara a hacer los mandados o en algunos casos se los encargaba a él.
Rodrigo todavía se ríe a carcajadas cuando recuerda esas salidas. Un día mi mamá le dijo a mi padre que ahí estaba Rodrigo para que le hiciera los encargos. El viejo estaba conectado al crucigrama y ni siquiera parpadeaba, mientras ella le insistía para que les parara bolas, hasta que no se aguantó más, le arrebató el periódico y le preguntó iracunda: Oiga viejo, ¿usted fue que se engüevonó con eso? Rodrigo tuvo que salir a reírse y casi no puede regresar a recibir las instrucciones. Otro día se fue el hombre a pedir una cita y la señorita que lo atendió le dijo que mi mamá aparecía como fallecida. Él muy seguro le dijo que ni riesgos, que venía de hablar con la señora, pero no hubo forma de que la muchacha cambiara de parecer. Entonces no le quedó de otra que regresar a la casa y decirle: Doña Leticia, me da mucha pena pero no le dan cita porque usted aparece en pantalla como fallecida. A ambos los cogió un ataque de risa y entre las carcajadas ella alcanzó a comentar: Fíjese Rodrigo, y yo sin enterarme.
En otra ocasión el conductor la recogió a medio día para hacer las vueltas de la salud, ya que escogían esa hora porque había menos pelotera. Llegaron, ella se entró a hacer su diligencia y Rodrigo extrañado la vio salir al momentico muerta de la risa. Cuando le preguntó qué había pasado, porque suponía que en tan corto tiempo no podía haber adelantado nada, ella trataba de contarle pero la risa no la dejaba. Por fin logro modular y le explicó que por su despiste se equivocó al escoger el carnet que debía presentar y había traído otro parecido, y que no pudo aguantarse al ver la cara que puso la muchacha cuando recibió el carnet de Jardines de la Esperanza.
Podrá notarse en estos relatos que mi madre no hacía otra cosa que reírse. Con su actitud positiva le encontraba gracia a todo, y entre tantos momentos de hilaridad cuando más la vi carcajearse fue una vez, hace ya bastante tiempo, que visitaba a una hermana y al ver que preparaban una comida especial para alimentar los perros, con carne de baja calidad y otros componentes que le daban un aspecto muy desagradable, pidió a Lucy que le regalara un poquito para ensayar con el chandoso de la casa a ver si le gustaba. Le empacaron su encargo en una cajita plástica de esas donde viene el jabón para la loza y mi madre procedió, antes de llegar a la casa, a arrimar a la iglesia de Palermo para tratar un asunto con el padre. Entonces regía la parroquia un curita gordo y antipático, quien la recibió en su escritorio mientras con una cuchara tragaba arequipe, de una marca que viene en un empaque parecido al que contenía el menjurje para el perro.
Conversaron lo pertinente, mi mamá se paró, agarró el paquete y se fue para la casa, y cuál sería su sorpresa cuando abrió el empaque y encontró el sobrado de arequipe. De solo imaginar la cara del cura, que era bien bravo, cuando se topara con esa porquería que le dejó en su escritorio, lloraba y se revolcaba de la risa. Llamó de primera a Lucy para contarle y esta le repitió una frase mil veces dicha: ¡Ahí está usted pintada, Leticita!
pmejiama1@une.net.co
Con la suma de calendarios acumulamos males y achaques, y basta con mirar la mesa de noche para aterrarnos de la cantidad de medicamentos que debemos tener a mano. Reconozco que la seguridad social me ha tratado bien, a pesar de los remedios que debo costearme porque la EPS no los tiene disponibles. Aunque el médico los receta y están incluidos en el POS, en la farmacia responden ante la solicitud que no los hay; hasta me recomendaron que mejor comprara alguno porque hace seis meses no les llega. Por su módico precio no justifica poner una tutela, aunque súmelos todos y cómprelos cada mes, de por vida, para que vea la rentica que representan.
Mi padre se gastaba la mitad de su pensión en comprar medicinas para él y mi mamá. Aunque reclamaban mensualmente en la EPS una talegada llena de medicamentos, a la droguería debían llamar a diario a pedir los que faltaban. Por lo tanto puedo asegurar que en sus últimos años la salida diaria de mi mamá era a pedir citas y reclamar remedios, exámenes, radiografías y demás diligencias relacionadas con el tema. Entonces recurría a Rodrigo, el conductor que trabaja para mi hermano, para que la llevara a hacer los mandados o en algunos casos se los encargaba a él.
Rodrigo todavía se ríe a carcajadas cuando recuerda esas salidas. Un día mi mamá le dijo a mi padre que ahí estaba Rodrigo para que le hiciera los encargos. El viejo estaba conectado al crucigrama y ni siquiera parpadeaba, mientras ella le insistía para que les parara bolas, hasta que no se aguantó más, le arrebató el periódico y le preguntó iracunda: Oiga viejo, ¿usted fue que se engüevonó con eso? Rodrigo tuvo que salir a reírse y casi no puede regresar a recibir las instrucciones. Otro día se fue el hombre a pedir una cita y la señorita que lo atendió le dijo que mi mamá aparecía como fallecida. Él muy seguro le dijo que ni riesgos, que venía de hablar con la señora, pero no hubo forma de que la muchacha cambiara de parecer. Entonces no le quedó de otra que regresar a la casa y decirle: Doña Leticia, me da mucha pena pero no le dan cita porque usted aparece en pantalla como fallecida. A ambos los cogió un ataque de risa y entre las carcajadas ella alcanzó a comentar: Fíjese Rodrigo, y yo sin enterarme.
En otra ocasión el conductor la recogió a medio día para hacer las vueltas de la salud, ya que escogían esa hora porque había menos pelotera. Llegaron, ella se entró a hacer su diligencia y Rodrigo extrañado la vio salir al momentico muerta de la risa. Cuando le preguntó qué había pasado, porque suponía que en tan corto tiempo no podía haber adelantado nada, ella trataba de contarle pero la risa no la dejaba. Por fin logro modular y le explicó que por su despiste se equivocó al escoger el carnet que debía presentar y había traído otro parecido, y que no pudo aguantarse al ver la cara que puso la muchacha cuando recibió el carnet de Jardines de la Esperanza.
Podrá notarse en estos relatos que mi madre no hacía otra cosa que reírse. Con su actitud positiva le encontraba gracia a todo, y entre tantos momentos de hilaridad cuando más la vi carcajearse fue una vez, hace ya bastante tiempo, que visitaba a una hermana y al ver que preparaban una comida especial para alimentar los perros, con carne de baja calidad y otros componentes que le daban un aspecto muy desagradable, pidió a Lucy que le regalara un poquito para ensayar con el chandoso de la casa a ver si le gustaba. Le empacaron su encargo en una cajita plástica de esas donde viene el jabón para la loza y mi madre procedió, antes de llegar a la casa, a arrimar a la iglesia de Palermo para tratar un asunto con el padre. Entonces regía la parroquia un curita gordo y antipático, quien la recibió en su escritorio mientras con una cuchara tragaba arequipe, de una marca que viene en un empaque parecido al que contenía el menjurje para el perro.
Conversaron lo pertinente, mi mamá se paró, agarró el paquete y se fue para la casa, y cuál sería su sorpresa cuando abrió el empaque y encontró el sobrado de arequipe. De solo imaginar la cara del cura, que era bien bravo, cuando se topara con esa porquería que le dejó en su escritorio, lloraba y se revolcaba de la risa. Llamó de primera a Lucy para contarle y esta le repitió una frase mil veces dicha: ¡Ahí está usted pintada, Leticita!
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