martes, febrero 25, 2014

Espiritualidad.


Nada más respetable que las creencias religiosas de las personas y la manera como manejan su espiritualidad. Por ello son tan infructuosas las discusiones acerca del tema, porque un creyente no da su brazo a torcer ante ningún argumento. Los seres humanos quedamos matriculados en una religión desde el mismo momento de nuestra concepción. El niño nace en un hogar católico, por ejemplo, y a los pocos días ya participa en el primer sacramento, el bautizo, donde le endilgan un nombre y lo alistan en las filas espirituales de sus ancestros. Después vienen la primera comunión y la confirmación, y si el infante estudia en un colegio regentado por religiosos, allá se encargan de manejarlo con rienda corta para que no se desvíe del camino.

Por fortuna algunos también heredan de sus mayores el gusto por la lectura y así empiezan a entretenerse con cuentos infantiles, comics y novelitas rosa, pero con el paso del tiempo madura su gusto literario y alguna vez se topan con lecturas que les permiten conocer una visión diferente a la que les inculcaron desde pequeños. Encontrarse por ejemplo con el movimiento de La Ilustración, en el que varios ilustres e inquietos pensadores europeos del siglo XVII decidieron recurrir a la razón para combatir la ignorancia y la superchería, además de sacudirse del control absoluto que ejercían entonces las religiones sobre la humanidad. Para fortuna de quienes han manejado a través de los siglos las riendas de esas religiones, siempre han sido minoría los que cuestionan, difieren, razonan y deciden manejar su propia espiritualidad.

Debido al reciente escándalo causado por las desafortunadas declaraciones de la pastora cristiana Maria Luisa Piraquive, muy diferentes a las que se esperan de alguien que ostenta un cargo como el suyo, pudo notarse la fidelidad absoluta que le profesan sus seguidores. No importaron denuncias, testimonios en contra, pruebas y demás ataques a la señora, y por el contrario parece que sus adeptos darían la vida por ella. A nadie le molesta que sus pastores vivan como reyes, en ostentosas mansiones y con lujos desmedidos, y además están dispuestos a seguir con el aporte del diezmo que les corresponde. Por cierto, los periodistas de la W radio quedaron callados cuando uno de esos cristianos, después de discutir un rato, les recordó que el catolicismo también exige un diezmo similar, aunque pocos lo acatan, y que si se trata de discriminación, qué decir de esa misma iglesia que prohíbe a las mujeres, que son mayoría, subirse al púlpito.

Mi hijo se fue a recorrer el sureste asiático durante un semestre sabático y me cuenta que lo que más ha llamado su atención es la espiritualidad de esas gentes. En la India las personas viven en función de festivales religiosos y existen templos de todo tipo, dedicados a las miles de divinidades que adoran; entre ellos a muchos animales como monos, tigres, elefantes, serpientes y uno muy particular dedicado a las ratas. Decenas de miles de esos roedores viven a sus anchas en un amplio edificio, donde los fieles les mantienen palanganas con leche y otros alimentos; un acto de devoción es comerse un poquito de la costra que se forma en dichos recipientes. Además, nadie debe entrar con zapatos al lugar y es signo de buena suerte lograr ver una de las pocas ratas blancas que habitan allí. Tengo muy claro que allá no entro ni a reclamar una herencia.

En la isla de Bali, en Indonesia, a los lados de las carreteras pueden verse infinidad de humildes viviendas y enseguida de cada una un templo. Resulta que nadie construye su casa hasta no tener el dinero suficiente para levantar el templo donde pueda orar con su familia, y en todos los casos este último es más amplio y lujoso que la vivienda. Todas las personas destinan la mitad de sus ingresos para honrar a los dioses, donaciones que se hacen en especie y en dinero; en la calle venden unas cajitas fabricadas con hojas de palma tejidas y en ellas empacan las ofrendas que dejan al pie de las estatuas sagradas: cigarrillos, galletas, dinero en efectivo, fósforos, chocolatinas, llaveros y cualquier cosa que pueda uno imaginar. La mayoría de esos objetos van a parar a la basura y el dinero es invertido hasta el último peso en mejoras para el santuario. La diferencia con las iglesias de occidente es que allá no existen intermediarios y por lo tanto nadie se lucra de la devoción popular.

Ignorancia, angustia, inseguridad, temor y algunas falencias de la personalidad son el combustible que permite el funcionamiento de las diferentes iglesias, porque el ser humano es proclive a aferrarse a dichas creencias para sentirse a salvo. La mayoría se queda con esas primeras enseñanzas religiosas basadas en amenazas y promesas; otros creen que su devoción asegura bienestar y éxito para todos los suyos; tantos que dudan pero no se atreven a cuestionar por miedo al fuego eterno; los fanáticos que no admiten críticas ni debates; y esa gran masa que sigue un credo porque sí, porque así es más fácil.
Y la crítica va para todas las iglesias y religiones que explotan y manipulan a sus creyentes, ya que no me cabe duda de que se trata del negocio más antiguo y rentable del que se tenga noticia.

miércoles, febrero 19, 2014

Conforme con el género.


A veces me pregunto si vivimos una etapa evolutiva en la cual la sexualidad cambia sus patrones o a lo mejor sucede como en las modas, que tiempo después regresan para imponerse de nuevo. Porque el homosexualismo fue algo común por ejemplo en la época de Alejando Magno, quien a pesar de tener muchas mujeres en su vida compartía la cama con Bagoas, el eunuco persa que sirvió como esclavo al gran guerrero. Y los romanos en sus bacanales eran servidos por hermosas doncellas y apuestos efebos, siempre dispuestos a satisfacer el variado gusto de sus amos; porque a esa gente como que le gustaba de res y de marrano.

Entonces la duda es si durante la historia del hombre el gusto por personas del mismo sexo ha sido igual de intenso, o en las últimas décadas ha aumentado de forma considerable el número de militantes de lo que conocemos por aquí como “el otro equipo”. En los países más desarrollados las parejas de hombres o mujeres son algo común, mientras en el tercer mundo todavía se miran con recelo, novelería y hasta repulsión. Durante nuestra adolescencia y juventud salir del clóset en nuestro medio era muy difícil, ante el rechazo casi general, y por lo tanto muchos “dañaos” emigraban a otras tierras o se metían a conventos y seminarios. Otros decidieron disimular y formaron familia, para vivir una existencia falsa y amargada.

Mientras tanto quienes tenemos bien definida nuestra sexualidad, alguna vez hemos participado en discusiones amistosas donde los miembros de cada género defienden su condición y exponen razones para no querer pertenecer al sexo opuesto. Las mujeres hablan de sus ventajas y critican a los varones por diferentes razones, mientras nosotros decimos babosadas, le metemos morbo a la conversación e insistimos en que no cambiamos nuestra situación por nada del mundo; eso sí, que no nos falten las damas porque quedamos incompletos. Sin duda son controversias inútiles porque nunca nos pondremos de acuerdo, por la simple razón que cada quien está satisfecho con lo suyo y no alcanzamos siquiera a imaginar una opción diferente.

A diario agradezco haber nacido varón, sobre todo cuando veo a mi mujer en algunas situaciones muy propias de su género. Por ejemplo soy enemigo de untarme cualquier producto en la piel y me siento incómodo cuando debo acceder a que me apliquen bloqueador solar o repelente contra los zancudos. Entonces imagino lo que será maquillarse todos los días de la vida, depender de esa máscara para salir a enfrentar la rutina y al terminar el día verse obligado a embadurnarse de nuevo para retirar todo ese pegote. Y después échese crema para las arrugas, agua de rosas, Acid Mantle, el menjurje para fortalecer el pelo y un reconstituyente para las uñas.

En asuntos del vestir sí que soy diferente a las damas. Vamos para una fiesta o paseo y me pongo lo que mi mujer decida, sin rechistar, mientras ella empieza con varios días de anticipación a pensar en la muda que va a lucir; claro que siempre prefiere algo prestado, porque lo propio le parece pelludo y pasado de moda. Cuando tiene varias opciones procede a tenderlas sobre una cama, las detalla, se las mide y desfila ante el espejo, para después preguntarme cuál me gusta más. Sin dudarlo señalo mi preferida y de inmediato esa queda descartada, de lo cual me entero el día del compromiso, aunque antes de salir cambia de parecer por lo menos dos veces antes de decidirse. Otra ventaja de ser hombre y además cero vanidoso, es que la palabra moda no existe para mí.

 Y qué tal el julepe de ellas con el bendito pelo. Ninguna está conforme con lo que tiene y hay que ver el tiempo que pasan bregando con marrones y bigudíes, echándose cepillo y secador, para terminar renegando porque se les para un cachumbo, el copete no funciona o no pueden asentar una onda rebelde. De manera que deben irse para la peluquería donde la oferta es amplia: pintura de pelo, iluminaciones y rayitos, encrespado o alisado, extensiones, cortes clásicos y novedosos, además de que las antojan de comprar productos y accesorios. No importa cuánto cueste con tal de quedar satisfechas, así la dicha les dure máximo una semana. Y como los años no vienen solos y las canas aparecen, a pintarse las raíces cada quince días para mantener la tapadera.

El arreglo de uñas lo dejan para tarde en la noche y después a esperar que se sequen para evitar dañarlas con el roce de las sábanas, y durante un rato caminan como un pato debido a las esponjitas que se ponen entre los dedos de los pies. Me da repelús verlas arrancarse las cejas con pinzas o aplicarse cera caliente para remover los vellos de las piernas de un tirón; ni hablar de la modalidad de depilarse la horqueta. Y no alcancé a hablar del embarazo, el cólico menstrual, la citología, los juanetes, las cirugías estéticas, los zapatos de tacón, el contenido de las carteras, el glamur, la mamografía y demás perendenques.
Lo que sí queda demostrado es que el homosexualismo es genético, porque de qué otra manera puede explicarse que a un hombre le provoque maquillarse, ponerse tanga, brassier, vestido largo y zapatos de plataforma.

jueves, febrero 13, 2014

Pasmosa ineficiencia.


En este país ocurren unas cosas que nos dejan estupefactos, iracundos, desconsolados y en un estado de indefensión que desespera. Las conocemos de oídas y comentamos respecto a ellas, pero al ver pruebas y testimonios la desazón nos invade. Somos conscientes de que esto debe cambiar, pero la realidad final es siempre la misma: no hacemos nada, no pasa nada y los corruptos siempre se salen con la suya. Además, aprovechan nuestra indolencia y pasividad que son alarmantes.

Con las movilizaciones y paros que son tan frecuentes en este país, recordé algo que siempre me ha sorprendido. Durante el tiempo que trabajé en una empresa de aviación, hace ya muchos años, era común que el gremio de los controladores aéreos exigiera mejores condiciones laborales y durante esas protestas, quienes laborábamos en los aeropuertos enfrentábamos muchas dificultades por el traumatismo causado a la operación diaria de aeronaves. Pero a diferencia de cualquier otro asalariado que debe recurrir a mítines, boicots, amenazas, enfrentamientos con los directivos y muchas veces llegar a las vías de hecho, porque de lo contrario no le paran bolas, a los funcionarios de la Aerocivil les basta con aplicar el reglamento para crear un caos.

Aunque parece un galimatías, una sinrazón, es absolutamente cierto y además una táctica que no tenía pierde; ¿o a quién pueden sancionar por cumplir con su deber? El asunto funciona así: resulta que según la regla un avión no puede carretear sino a una distancia determinada de otro, a diferencia de como sucede ahora por ejemplo en Eldorado donde largas filas de aeronaves esperan turno. Igual sucede con los tiempos reglamentarios entre despegues y aterrizajes, además de otras muchas normativas que se pasan a diario por la galleta. De manera que si los controladores deciden hacer respetar las normas, no se alcanza a cumplir ni con la mitad de los vuelos programados; los pilotos comerciales utilizan el mismo método de protesta. Quiere decir entonces que en nuestro país la operación aérea se realiza sin cumplir con las medidas de seguridad establecidas, con la anuencia de directivos y autoridades.

Algún día dejó de llegarme la factura mensual de un impuesto municipal y procedí a llamar para buscar una solución. Después de luchar con el conmutador y saltar de tecla en tecla, por fin logré hablar con la funcionaria encargada. Expuse el inconveniente, convencido de que alabaría mi diligencia, pero respondió que el fallo estaba en la empresa de mensajería. Le pregunté si podía remediarlo al enviarme otra factura y respondió que no tenía tiempo, que el problema era mío.

 Ahora me entero de un asunto que me tiene perplejo. Resolvió el gobierno actualizar las licencias de conducción y como suele suceder, la ciudadanía dejó el trámite para última hora; claro, como aquí sabemos que aplazarán la fecha límite durante un tiempo indeterminado... Como siempre, unos contratistas son los encargados de realizar los chequeos y demás pruebas correspondientes, empresa que deja jugosas ganancias a ellos y a quienes les adjudican los contratos. Nada qué hacer porque así funciona el sistema, pero lo mínimo que esperamos es que realicen bien su labor. Además, deberían efectuar exámenes de conducción y reconocimientos médicos completos.

Las irregularidades son escandalosas y los casos que refiero los oí de boca de las personas interesadas; nada que me contaron, supe, por ahí escuché. Va un señor de sesenta años y en el examen de los ojos el encargado le pide que lea unas letras, lo que hace sin dificultad. Acto seguido le ordena que se quite las gafas, ante lo cual el paciente admite que no puede leerlas. Ahí el supuesto facultativo empieza a chulear ítems en un formulario y pregunta al interesado si quiere que le ponga restricción de gafas. Como este responde que no, el baboso muy orondo acata la sugerencia. Otro señor realizaba la prueba de reflejos y mientras tanto la encargada, una fulana con pinta de prepago, dándole la espalda se arregló las uñas mientras chateaba por el celular; nunca comprobó el desarrollo de la prueba.

Estos eminentes profesionales parecen desconocer que las personas de edad avanzada tienen deficiencias en sus funciones y para ellos es lo mismo un anciano que un adolescente, por lo que las pruebas técnicas, de reflejos y exámenes médicos son los mismos para todos los aspirantes. Muchos viejos que padecen enfermedades de los órganos de los sentidos, neurológicas y demás males comunes de la edad, aprueban sin problema todos los chequeos necesarios para renovar la licencia; parece que la única condición para obtener el documento es tener el dinero necesario para cancelar el importe.
La mayoría de ancianos conducen con prudencia, pero debido a su pérdida de funciones y demás achaques propios de la edad pueden cometer una trágica imprudencia. Cierta vez llegó uno de mis hermanos a contarle a mi papá, quien entonces tenía unos 75 años, que un amigo lo vio pasarse muy tranquilo un semáforo en rojo. El viejo preguntó dónde y a qué hora sucedió el hecho, pensó un momento y al darse cuenta de su error, entregó las llaves a su hijo y le pidió que vendiera el carro. De manera que si el gobierno no controla, queda en manos de cada persona decidir si es apta para algo tan delicado como conducir un vehículo.

martes, febrero 04, 2014

Una mirada atrás.


Asombra ver el poco conocimiento que tienen la mayoría de manizaleños acerca de la historia de la ciudad, sobre todo los jóvenes, a quienes no parece interesarles nada de lo sucedido antes de la fecha de su nacimiento. En cambio otros disfrutamos al ver fotos antiguas, oír anécdotas y relatos de nuestros antepasados, recordar personajes típicos que hicieron historia, conocer textos y documentos de antaño, y demás asuntos alusivos al devenir de nuestro terruño. Por ello aprecio tanto reunirme con mi pariente Ramiro Henao, quien me enseña todo ese material que recibió como herencia de su padre, el doctor Félix Henao Toro, hombre de vasta cultura y amplios conocimientos.

En la más reciente tertulia escarbamos en una colección de periódicos, publicados en Manizales en un lapso comprendido entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Lo que más llamó mi atención fue la inquietud literaria de nuestros ancestros, ya que por aquellas calendas circulaban por las calles de la ciudad gran cantidad de publicaciones de todo tipo; claro que a diferencia de ahora, cuando basta un clic para acceder a cualquier tipo de información, entonces debían contentarse con lo que se publicara en la localidad. El caso es que aquellas empresas quijotescas eran emprendidas por los ciudadanos con el apoyo irrestricto de comerciantes y empresarios, quienes financiaban las ediciones por medio de la pauta publicitaria; por cierto, en muchos casos era mayor el espacio destinado a los avisos comerciales que el contenido noticioso y literario de los periódicos.

Entre tanto material me topé con el Boletín de estadística de Manizales, publicado el 20 de octubre de 1916 y dirigido por M. Isauro Echeverri, cuyo contenido presenta interesantes datos de una ciudad que entonces tenía 66 años de fundada. Unas ocho imprentas trabajaban día y noche para atender los encargos, porque durante ese período existieron en la ciudad aproximadamente quince publicaciones entre periódicos y revistas; El Criterio, Renacimiento, La Idea, El Eco, El Cable, Correo de Caldas, La Andina, entre otros, y sus colaboradores fueron personajes reconocidos como Aquilino Villegas, Alfonso Robledo, Pbro. Nazario Restrepo, Ricardo Jaramillo Arango, Jesús María Guingue, José María Restrepo Maya, Vicente Gutiérrez, Alfonso Villegas A., Rafael Arango Villegas, Marcelino Arango, Pompilio Gutiérrez y muchos otros ciudadanos.

Pero además en ese lapso circularon 22 publicaciones literarias, entre ellas El Artesano, que apareció en 1904 y después de un tiempo fue suspendido a causa de una censura eclesiástica por haber enaltecido un suicidio; mi abuelo Rafael Arango Villegas dirigió dos publicaciones: El Gitano y Punto y coma. También existieron 13 periódicos de variedades e intereses generales, entre los que destaco Mercurio, fundado en 1913 por Francisco José Gómez con el objeto de luchar por los buenos precios del café (si supiera don Pacho que seguimos en las mismas); 12 Industriales y noticiosos; y en los periódicos políticos podía notarse la hegemonía conservadora, porque de 17 publicaciones sólo 5 eran de orientación liberal.  

En 1915 murieron en la ciudad 1243 ciudadanos y llama la atención que muchos de ellos fallecieron a causa de enfermedades que hoy son fácilmente controladas; tosferina, tuberculosis, meningitis, sarampión, bronquitis y bronco neumonía eran muy comunes, y solo de lombrices murieron 38 niños mientras la causa de otras 26 defunciones fue el raquitismo. Por esa fecha operaban aquí tres comunidades religiosas: Agustinos Recoletos, Hermanos Maristas (2 franceses, un suizo y 3 colombianos) y las Hermanas de La Presentación (una francesa y 14 colombianas). Un obispo, un vicario, dos curas párrocos, dos capellanes y otros 10 sacerdotes completaban la representación de la iglesia.

Hace un siglo ya explotaban varias minas que todavía funcionan en Manizales y Villamaría, como La Coqueta, El Diamante, La Cascada y Toldafría, las cuales produjeron ese mismo año un total de 420 kilos de plata y 178 mil castellanos de oro. En la ciudad existían 73 almacenes y diferentes comercios que importaban sus mercancías de Europa y Estados Unidos. Al mismo tiempo operaban 17 casas exportadoras de café, 9 de metales preciosos, 8 de cacao y 4 de pieles. La empresa de energía disponía de una planta de 130 caballos que producía 110 voltios, los cuales abastecían 14 industrias y 264 lámparas del alumbrado público, más las 2819 lámparas particulares que eran vendidas o arrendadas. En la empresa laboraban 16 personas y la nómina mensual era de 610 pesos oro.

Entonces los rangos militares eran asignados por el gobierno a ciudadanos destacados, quienes recibían el nombramiento, el uniforme y salían a combatir en las tantas escaramuzas que era tan comunes, incluida la famosa Guerra de los mil días. En 1915 vivían en Manizales un general en jefe, Pompilio Gutiérrez; un general de división, Jesus María Arias; 7 generales de brigada, entre ellos Alejandro Gutiérrez, Marcelino Arango y Enrique Restrepo Botero (mi bisabuelo). Uno de los tres coroneles era Juan de Dios Jaramillo; Aquilino Villegas y otros dos ciudadanos eran tenientes coroneles; 9 sargentos mayores, 17 capitanes, 8 tenientes y 10 subtenientes conformaban la oficialidad residente en la ciudad. 
Muchos otros datos curiosos e interesantes pueden verse en el boletín estadístico de 1916, como que el año anterior en esta capital vivían 34720 habitantes, Aguadas superaba a Pereira en población y Santa Rosa de Cabal a Armenia. Siempre es que desde entonces ha pasado mucha agua bajo el puente.