martes, marzo 30, 2010

Tergiversaciones.

Una de las características más tiernas de los niños en sus primeros años es lo que conocemos como media lengua. Con su léxico incipiente y el desconocimiento absoluto de los tiempos, los infantes aprenden al escuchar a los demás y utilizan unas frases y unos terminachos que sin duda divierten a quien los oye. Por ello desde que el bebé balbucea sus primeros vocablos hay que filmarlo, grabarlo o anotar todo lo que dice para que después, cuando ya está polligallo, no nos devanemos los sesos al tratar de recordar cómo es que decía el zambo. Claro que esa dificultad para pronunciar ciertos fonemas es graciosa y tierna hasta cierta edad, porque cuando el muchachito crece y sus compañeros hablan a la perfección, la situación se torna en un problema que puede crearle traumas y molestias.

En nuestra época ese tipo de dislexias se corregían a punta de correa, ya que no recuerdo haber siquiera escuchado la palabra fonoaudiología entonces. Ahora llevan al mucharejo donde la terapeuta, consultan con una sicóloga la causa de la disfunción, conversan con los profesores para que colaboren con el tratamiento, recurren a los papás de los amiguitos para que hablen con sus hijos y así no se la monten al afectado, y cuanto sea necesario con tal de que el chino suelte la lengua. Otra cosa es que muchos petacones hablan así por tatas y por mimados.

El hijo del Negro Peláez hablaba media lengua cuando se llegó el momento de entrar al colegio y por ello resolvieron contratar una fonoaudióloga. La escogida fue mi hermana Mónica, a quien todos llamamos La Mosca, y ella trabajó con el niño varias semanas hasta completar el tratamiento. Cada cierto número de sesiones visitaba al papá para contarle los adelantos logrados, y cuando dio por terminado el proceso, le hizo un resumen completo de los resultados. El día que el Negro iba a pagarle por sus servicios, y como el hombre es un mamagallista profesional, le dijo muy serio que la noche anterior lo primero que hizo al llegar a la casa fue hablar con el niño para corroborar lo dicho por ella, y que al preguntarle cómo se llamaba la doctora que lo atendía, el mocoso respondió muy seguro: “La Mosta”.

Ya de adultos existen vocablos que se nos confunden al tratar de pronunciarlos y algunas personas, sobre todo las mujeres, por hablar precipitadamente son engañadas por el subconsciente y trastocan las palabras con otras parecidas. Me cuenta un amigo que un día su mujer le comentaba algo sobre un tipo que se caracterizaba por ser voluminoso y acuerpado. Ella trataba de describir al sujeto y decía que era grandote, muy grueso y pesado, y quiso resumir el asunto al compararlo con un bustamante. Mientras la señora seguía con la cháchara, Fernando se quedó cavilando acerca de lo que ella quiso expresar con esa palabra y con cierta ironía le comentó:
-Oiga mija, ¿cierto que lo que usted quiso decir fue que el fulano parece un mastodonte?

El Chapulín Colorao es un maestro para trabarse con el refranero popular y hace unas mescolanzas que ni él mismo entiende, y Mencha Restrepo puede considerarse una avezada alumna de dicha escuela. Un ejemplo que se me viene a la cabeza sucedió una vez mientras ella conversaba con el marido, y para dar a entender que lo que decía era muy obvio, sentenció: “Huevo es, frito se come”. Los refranes son tan comunes que uno los memoriza desde pequeño sin esfuerzo y sólo alguien muy distraído puede hacerles semejantes cambios. Otro día Luis le preguntó de dónde la había llamado el hijo que vive en Bogotá, porque alcanzó a oír que andaba como de parranda, y ella así se confundió al mencionar tal vez el sitio más famoso de la capital, un nombre que además rima y por ello es de fácil recordación:
-Fulanito anda enrumbado en Andrés carne de cerdo.

Irene, sobrina de Mencha y digna representante del gremio femenino en ese sentido, cierto día fue a visitar a un familiar que recién se mudó a un edificio nuevo. Ella no tenía muy claro en qué nivel vivían sus parientes y en vez de confirmar con el portero, confió en su memoria y se dirigió al piso que suponía. Al llegar al apartamento vio un avisito que había a un lado, debajo del interruptor eléctrico, y en el cuál decía Luz Padilla. Se fue a otro piso y cuando estaba por timbrar observó que allí también aparecía el nombre de la misma propietaria, escena que se repitió cuando hizo su tercer intento. Entonces desesperada pensó que esa vieja había comprado todo el edificio, hasta que detalló bien el letrero y vio que decía era “Luz pasillo”.

Conozco otra señora que es la campeona para eso de confundirse al hablar. Un día discutía con su marido porque este no estaba conforme con la empleada del servicio. El hombre exponía las quejas que tenía del proceder de la fámula y de los oficios que consideraba no estaban bien hechos, además de otras observaciones al respecto, hasta que la mujer le dijo muy ofuscada:
-Vea mijito, es que usted lo que necesita es una “bucana”. Y ojalá esté bien “follante”, porque eso le va a costar un ojo de la cara.
pmejiama1@une.net.co

miércoles, marzo 24, 2010

¡No entiendo!

Es cierto que las cosas se ven fáciles desde nuestro cómodo papel de observadores, aunque no por ello dejamos de hacernos cuestionamientos acerca de por qué acontecen ciertas vainas, que a nuestro parecer no tienen lógica o simplemente creemos que pudieron hacerlas de otra manera. Como cuando vemos un partido de fútbol y pensamos que cada jugada en el área debería terminar en gol, y que meter ese balón al arco estaba mogollo; por ello es tan acertado aquello que habla de ver los toros desde la barrera. Sin embargo, tenemos derecho a controvertir por ejemplo la actuación de nuestros dirigentes cuando obran de una manera absurda o poco inteligente.

Con respecto al gobierno de Uribe, que entra en su recta final, existen opiniones a favor y en contra, pero todos le reconocemos al Presidente su adicción al trabajo; en su largo mandato nunca lo hemos visto en fiestas, paseos o momentos de ocio. De pronto se vuela para la finca un fin de semana, pero desde allá sigue al pie del cañón. Otra característica que también es irrefutable, para bien o para mal, es su sagacidad política; el hombre no da puntada sin dedal y cuando lo vimos en las peores situaciones, siempre cayó parado. Por eso me pregunto, cómo fue a presentar la Emergencia Social en un momento crucial de la campaña electoral. Con su equipo de gobierno tenían que ser conscientes de que la medida sería antipopular, así después salieran a tratar de enderezar entuertos. Ya el daño estaba hecho. Por qué si el caos en la salud es un problema que viene de tiempo atrás, como herencia de gobiernos anteriores, y que ha crecido como una bola de nieve, le vino a meter el diente preciso en ese momento. ¿Será acaso que conoció de antemano la decisión de la Corte de frenar el referendo y por ello no se preocupó por las consecuencias políticas que la decisión pudiera acarrearle?

Otro asunto inquietante es el que tiene que ver con el transporte público de Manizales y Villamaría. Le he seguido la pista al TIM y estoy seguro de que es necesario, va a mejorar muchas cosas y en poco tiempo la gente reconocerá sus bondades. Claro que imaginé que iban a implementarlo despacio, por zonas y rutas, con beneficios y descuentos para quienes se le apuntaran al cambio, y con una socialización adecuada. Porque pretender que toda la ciudadanía asimilara el sistema, con semejante cantidad de cambios para todos los implicados, de un día para otro, es utópico e ilusorio. Ojalá la medida judicial que frenó temporalmente el nuevo modelo de transporte les dé tiempo para planear mejor las cosas.

Me cuenta alguien que alguna vez en Berlín compró un tiquete, muy barato por cierto, que sirve para transportarse durante el día en tren de cercanías, metro, bus y tranvía. Cuando quiso enseñarlo al primer conductor este le dijo que no era necesario y que simplemente lo guardara por si alguien lo solicitaba. Pero no le preguntaron por el tiquete en el resto de las rutas y cuando comentó el asunto con la persona donde se alojaba, esta respondió que ellos simplemente suponen que quien utiliza el transporte es porque pagó. Sin duda a los colombianos nos faltan siglos para comportarnos de esa manera.

Tampoco entiendo cuál es la táctica del Director Técnico del Once Caldas para enfrentar los campeonatos. Esta es la hora en que no sé cuál es la nómina del equipo, porque en todos los partidos salen unos jugadores diferentes; el tipo cambia hasta al portero. El señor Osorio es serio es su trabajo, responsable y se nota que conoce del tema, pero en esa tónica va a tener el equipo perfecto y ajustado para cuando llegue el momento de debutar en la Segunda división; porque de seguir así, allá vamos a ir a parar muy ligerito. El equipo no tiene continuidad y parece un yoyo: le gana al San Pablo y pierde con Equidad. Y que no salgan con el cuento que los jugadores se cansan, porque apenas estamos en el comienzo de los torneos; y con el mundo de plata que se ganan…

Por cierto, qué embrollo de tráfico el que se forma cada que hay programación en el estadio, porque cierran la Avenida Paralela al frente del escenario deportivo. La ciudadanía tuvo paciencia mientras construyeron el intercambiador vial del estadio, pero no hay derecho a que cierren la vía desde el medio día para un partido de Copa Libertadores. Hay que ver el taco que se forma en la falda que comunica las avenidas Paralela y Lindsay (carrera 24), conocida como La Palomera, porque el semáforo es lento y a mucha gente le cuesta trabajo hacer un pare en semejante pendiente. Quiera dios que no se vaya a devolver una buseta o un camión en una de esas, porque sería una tragedia anunciada.

Es inaudito además que en Colombia le otorguen beneficio de prisión domiciliaria a un sicario de reconocida trayectoria, mientras las cárceles están llenas de personas que no representan peligro para la sociedad. Hicieron un tumbis, caparon impuestos, se embalaron por lengüilargos, tuvieron un desliz o la ira los encegueció, y por eso están en el trullo, pero de ahí a ser más peligrosos que ciertos apaches, ¡olvídese!
pmejiama1@une.net.co

martes, marzo 16, 2010

Una terapia irremplazable.

Tal vez el único vicio provechoso y benéfico que existe es el de la lectura; y me refiero a ella como vicio porque más que una afición, un pasatiempo o una costumbre, con el paso de los años se vuelve una verdadera adicción. No puede quedarse el lector sin libro porque se siente desamparado e incompleto. Si va a pasar el fin de semana en una finca o para cualquier otro paseo, es primordial echar a la maleta un librito bien entretenido; con seguridad si lo lleva no se le va a presentar oportunidad de leer, porque apenas encuentre un lugar tranquilo y retirado, logre acomodarse y se cale las gafas, en ese momento llega alguien a entablarle conversación. Pero si no lo lleva, tenga la seguridad de que lo va a echar de menos en más de una ocasión. Otra cosa es que en cama ajena es común que las personas se desvelen, y ahí es cuando el libro se convierte en la mejor compañía.

Otro vicio bien común es llevar lectura al baño cuando la persona procede a evacuar el intestino. Hay casos de estreñimiento sicológico que impiden “obrar” al individuo si no acompaña el momento con su lectura predilecta, que puede ser un libro, el periódico o una revista, y se ven casos de quienes ante la falta de material deben dedicarse a leer la letra menuda del tubo de crema dental, del frasco de champú o del desodorante que hay en el gabinete; son medidas desesperadas que ayudan al angustiado huésped del escusao a aliviar la tripa. Claro que esas emergencias solo ocurren por fuera de la casa, porque alguien precavido mantiene en el baño el radio y un revistero con material actualizado. Otra cosa es que los médicos no recomiendan esa costumbre, porque demorarse mucho en dicha función estimula las temidas hemorroides.

El único inconveniente de la lectura es que muchas veces, en horas de la noche, no permiten conciliar el sueño. Es difícil cerrar un buen libro y sucede con frecuencia que uno piense que apenas termine un capítulo suspende, pero al llegar el momento no puede resistirse a echarle una ojeada a lo que sigue, y ahí es cuando queda pegado otra vez. Un libro interesante y entretenido no puede compararse con el mejor de los filmes; además de ser un excelente ejercicio para la mente, porque cada quien interpreta de manera diferente lo que lee y de una vez imagina su propia película.

Hoy en día los padres de familia se esfuerzan por interesar a sus hijos en algún deporte que los aleje de los peligros que tientan a la juventud, pero muy pocos se empeñan en fomentarles el hábito de la lectura. En los colegios deberían inducirlos a la lectura desde pequeños y no esperar a que los estudiantes estén en la adolescencia, cuando no existe riesgo de que dediquen su tiempo libre a tales menesteres; y con el agravante que les exigen unas lecturas jartas y pesadas. Debemos convencer a los menores de que leer entretiene, instruye, madura, educa, enriquece la personalidad, forja el carácter y sobre todo culturiza.

Ni siquiera los estudios más especializados pueden igualar el amplio horizonte de saberes que se adquieren con la lectura. Un libro es la mejor compañía y con él pueden a usted confinarlo o enfrentar un tratamiento médico que exija quietud; mata el tiempo mientras espera que le llegue el turno en la fila; mitiga el estrés en la sala de espera del aeropuerto y hace corto el vuelo más largo; hace soportable el tedio y la soledad. La vejez para el lector es mucho más llevadera que para quien solo ve televisión o juega parqués.

Un tema delicioso de conversación con un grupo de amigos amantes de la lectura es acerca de los diferentes títulos que cada uno ha leído, y si algunos de esos títulos son comunes entre varios de los presentes, es interesante oír la opinión de cada quien y la forma como asimiló su contenido. Entonces el uno se compromete a prestarle este libro a aquel, mientras que aquel se lo lleva al otro y así pasan los libros de mano en mano dejando todo ese bagaje de sabiduría y entretención.

Que si la plata no alcanza para cubrir las necesidades básicas mucho menos va a sobrar para comprar libros, alegan algunos, pero eso puede solucionarse con algo de iniciativa. Alguna vez en uno de mis programas de radio, después de que muchos oyentes se quejaron por el alto costo de los libros y lo inalcanzables que eran para ellos, llamó un señor y nos explicó su fórmula mágica. Ahorró para comprar el primer ejemplar y después de leerlo, fue a una librería de esas donde canjean todo tipo de textos; bastaba que el hombre encimara algunos pesos y se iba con un nuevo título para su casa.

A enseñar pues a los hijos a leer, estimularlos y compartir con ellos las lecturas, pero sobre todo aconsejarles libros que se acomoden a su edad y a sus gustos; porque sin duda con los años esos gustos cambiarán radicalmente. Todos los libros dejan alguna enseñanza, unos más que otros, pero ese cúmulo de conocimientos son los que alimentan la cultura general, materia que no enseñan en ninguna parte.
pmejiama1@une.net.co

miércoles, marzo 10, 2010

Negar hasta morir.

Desde que San Pedro, que era la mano derecha del Galileo, su escudero preferido y vocero del combo de los apóstoles, lo faltonió al negarlo tres veces cuando vio que la cosa se puso negra, el ser humano ha echado mano de ese artilugio para evadir responsabilidades. Negar hasta morir aconsejan algunos y así esté comprometido hasta las orejas, basta con mantenerse en sus trece y de esa manera siempre quedará la duda acerca de su culpabilidad. Yo no fui, a mí que me esculquen, se trata de un montaje o soy víctima de una persecución, son las disculpas más socorridas cuando alguien se ve acorralado.

Ya en el colegio el niño aprende que la mejor salida es negar cualquier acusación y aunque el rector los pare a todos en el patio y diga que nadie se mueve hasta que aparezca el culpable, la táctica a seguir es hacerse el manuel y dejar que le echen la culpa a otro marrano. Ese mismo zambo, cuando crezca y se case, tendrá el descaro de negar a rajatabla cuando su mujer le diga que lo vio salir de un amoblado con una pájara. No importa que ella jure que era él, que vio claritico la placa del carro, que reconoció la calcomanía del vidrio trasero; es más, que alcanzó a verle la cabeza a la negra asquerosa cuando trataba de esconderse y mil detalles por el estilo, y sin embargo el tipo asegura sin sonrojarse que debió ser una confusión porque él nunca ha visitado un antro de esos.

Los políticos son unos magos en el arte de negar y en nuestro país aún más. Pueden pillarlos con las manos en la masa, puede haber grabaciones, fotografías, videos y otras pruebas comprometedoras, y el fulano dirá sin recato que se trata de un error, que son artimañas de sus enemigos, que manipularon el material y otra sarta de excusas que ofenden a quienes esperamos justicia. Aún siento rabia de aquella noche cuando me trasnoché para ver en directo la renuncia del Presidente Samper, la cual di por sentada cuando Botero Zea, su Ministro de Defensa y tesorero de la campaña que lo llevó a la presidencia, reconoció que todos sabían de dónde venían los miles de millones de pesos que recibieron de la mafia. Entonces salió el gordo cínico y descarado a decir que todo era mentira, que se trataba de trapisondas maquinadas por el hasta ese momento fiel tirabeques.

Se escuda quien niega en que mientras exista la duda que genera la palabra del uno contra la del otro, siempre dejará en el aire la posibilidad de la duda. Las grabaciones que prueban el pago de una millonaria suma por parte de DMG al Personero de Bogotá, Francisco Rojas Birry, son contundentes. Pero qué va, otra vez nos quedamos con los crespos hechos porque el desvergonzado indio puso cara de yo no fui. Ahora salen varios periodistas llaneros a denunciar que la Senadora Carlina Rodríguez le mandó un sobre con 150 mil pesos a cada uno. Llaman a la vieja a ver qué dice y en vez de reconocer, se ofende ante semejante exabrupto. Que cómo se les ocurre, que ella, que ha dedicado media vida a trabajar por los colombianos, que ha desempeñado su labor como un verdadero apostolado; ella, que con su trabajo honorable, transparente e impoluto ha sacado la cara por el Congreso, que es sinónimo de ética, moralidad y honestidad, nunca haría una cosa así. Que eso fue su jefe de prensa en esa región, a quien dijo pagarle 5 millones de pesos por sus servicios. Pues el tipo tiene que ser muy bruto o muy diligente, porque el regalito fue para 20 periodistas y por lo tanto ahí se le fueron más de la mitad de sus honorarios.

Por fortuna salió a flote ese escándalo en Villavicencio, porque son muchos los periodistas comprometidos con los candidatos por cuenta del billete. Oí a Mariela Márquez denunciar que en Colombia el ingreso del 60% de los periodistas depende de la venta de pauta publicitaria. El comunicador debe comercializar el espacio que la empresa le cede y ante la poca demanda, acepta como cliente a un político, a una empresa del estado, a la administración municipal o departamental, y así queda maniatado definitivamente. Si el salario de un cargaladrillos depende por ejemplo de la Industria Licorera, cómo esperar que el tipo denuncie cualquier asunto referente a esa empresa o a la Gobernación. Lo mismo pasa con las campañas políticas, que después de tener tratos económicos con un comunicador lo ponen a comer en la mano.

Ahora vienen las elecciones y debemos recordar que en Caldas la mayoría de los escogidos hace 4 años andan enchiquerados, y muchos candidatos actuales son sus herederos. Otros son sucesores de personajes de ingrata recordación, porque en la política los votos no desaparecen; se endosan, usufructúan, donan o comparten, pero nunca se pierden. Apoyaré para la Cámara a Juana Carolina Londoño porque la conozco; es joven, inteligente, comprometida con su labor y se ha preparado para ejercer la política; y además está emparentada con mi familia. Para el Senado voy con Luis Emilio Sierra, a quien no conozco pero ha hecho bien las cosas y al menos no debe legislar desde La Picota.

miércoles, marzo 03, 2010

El Criticón.

Así se titula una de las grandes obras de la literatura española, escrita por Baltasar Gracián y publicada en tres fechas diferentes a mediados de los años 1600. En ella el autor presenta una semblanza del ser humano en todas sus facetas, y de la sociedad en general, con vivos ejemplos de las pasiones, virtudes y defectos. Alguien dirá que en tanto tiempo el hombre ha cambiado en muchos aspectos, y es válida la apreciación, pero en el modo de comportarse y de sentir siempre ha sido el mismo. Sin importar la época ni la región del mundo, han existido, existen y existirán personas buenas, corrompidas, honestas, perversas, amables, simpáticas, detestables, activas, falsas y miles de particularidades que sería difícil enumerar. Además desde siempre hemos convivido con el odio, la maldad, la envidia, el rencor, la maledicencia, la perversión y otros tantos defectillos que en el mundo han sido.

Y una de las características más odiosas que podemos encontrar en alguien es el pesimismo desbordado. En la vida hay que tener criterio y poner cualquier asunto, sin excepciones, en una balanza imaginaria que nos marque los beneficios y perjuicios que pueda ocasionar. Un ejemplo manido es el que habla del vaso medio lleno o medio vacío, el cual retrata de forma perfecta la diferencia que hay entre optimistas y pesimistas. También debemos evitar los prejuicios que son tan dañinos y engañosos, y no tomar partido por algo o por alguien sin tener antes conocimiento de causa.

Sin duda es chocante ese individuo que a todo le saca pero, que jode porque sí, que nada le parece y siempre se muestra insatisfecho. Es lógico que cualquier situación, por positiva que sea, tenga defectos y deficiencias, pero el negativo redomado prefiere insistir en esos lunares en vez de resaltar aquello que el resto alaba. Ese tipo de sujeto es temido en el club, en la asociación, en el gremio, en el conjunto donde reside y en cualquier situación en la que comparta con otras personas, porque siempre se atraviesa en las decisiones, todo hay que explicárselo varias veces mientras le encuentra alguna maca y nunca está satisfecho con nada. El pesimista extremo es melindroso, obsesivo, cositero, criticón hasta el cansancio y amargado sin remedio. Y quienes viven o comparten con él deben cuidarse porque ese defecto es contagioso.

Las críticas cuando son fundamentadas hay que hacerlas, claro que sí. Por ello insisto en un asunto que tiene a la comunidad incómoda y que a pesar de las denuncias y quejas, no veo que nadie le pare bolas. Se trata de la balacera que generan las prácticas de tiro en el polígono del Batallón Ayacucho, el cual está localizado a pocos metros de edificios, casas y conjuntos residenciales del sector del Morro Sancancio. Volean chumbimba de sol a sol y el estruendo es ensordecedor, por lo que quienes sufren directamente este suplicio están desesperados. Aunque en la actualidad vivo a unos 300 metros en línea recta del lugar, gracias a que el apartamento mira hacia el otro lado el ruido apenas es audible, pero como casi toda mi vida he sido vecino del Batallón conozco ese martirio de primera mano.

Cuando llegué hace casi 50 años a vivir al barrio La Camelia, el batallón quedaba localizado en las afueras de la ciudad y sus alrededores eran potreros y terrenos que apenas empezaban a urbanizar. En esa época el ingreso al cuartel era por la Avenida Santander, donde quedaba La Guardia, que además tenía en el sótano los calabozos. Entonces cuando se les escapaba algún detenido los inexpertos reclutas lo encendían a bala, y las pocas residencias y los vehículos que había parqueados en las calles, quedaban marcados por los impresionantes huracos que dejaban los tiros de fusil. No hubo muertos fue de milagro, porque cuando sentíamos el tropel todo el mundo se escondía.

En la actualidad el batallón está rodeado de viviendas por casi todos sus costados y para quienes habitamos el sector no deja de ser un riesgo. Hace unos años, como a media noche, sentimos unos disparos que sin necesidad de ser experto en el tema podía notarse que provenían de armas de diferentes calibres. Los vecinos del Conjunto Loma Verde vivieron momentos de pánico cuando desde la portería les indicaban que se refugiaran en un lugar céntrico de la casa, y en algunas los disparos impactaron techos y marquesinas. Cuando al otro día llamaron a indagar por lo sucedido, la respuesta fue que se trató de un simulacro. Cómo sería de real el tal simulacro, que utilizaron balas de verdad y apenas amaneció mandaron una cuadrilla de soldados a peinar con machetes todo el monte aledaño al lugar.

Soy consciente de que cambiar el Batallón de lugar no es una decisión que se tome fácilmente, pero por ahora pueden conseguir un sitio alejado para acondicionarlo como polígono de tiro. En mí época juvenil existía un lugar así donde hoy queda el Eco-parque Los Yarumos. Por cierto, durante las noches era visitado por grupos de jóvenes que encontraban allí un ambiente tranquilo para tomar trago y fumar marihuana sin que nadie los jodiera; además, era ideal para quien se levantaba una viejita en el carro y no encontraba dónde parquearse para poderle meter mano. Lo llamábamos Sabrinsky Point.
pmejiama1@une.net.co