No dejo de pensar en la infinidad
de personas que pasan la vida sin tener una oportunidad. En todas las culturas
y en las diferentes épocas solo unos pocos han disfrutado el privilegio de
vivir con holgura, de alimentarse bien, estudiar, viajar, culturizarse y formar
una familia que perpetúe su legado. En cambio la mayoría pasa la existencia en
medio de penurias, esclavizados por un trabajo mal pago, angustiados por rendir
el ingreso para cubrir las necesidades básicas, sin conocer lujos ni
comodidades.
Cuántos de esa gran mayoría de
infortunados habrán nacido con un don, el mismo que nunca descubrieron por
dedicar su tiempo a trabajar y a luchar por sobrevivir. Qué desperdicio para la
humanidad perder tantos talentos, genios en las diferentes ciencias, artistas,
caudillos, pensadores y cuanta habilidad exista. Personas que pasan su
existencia atadas a un destino que no les permite un respiro para disfrutar un
pasatiempo y que en la mayoría de los casos ni siquiera se enteran de poseer
una destreza en particular.
Quienes crecimos en un hogar
acomodado, donde nunca faltaron la comida ni las necesidades básicas, y que a
pesar de ser tantos hijos alcanzaba para ciertos gustos, en la mayoría de los
casos solo de adultos nos percatamos de las diferencias tan grandes que existen
entre las gentes de los distintos estratos sociales. Por ello es tan común que tachemos
a los empleados de brutos, atembados, retrasados mentales, porque a diario debe
repetírseles una orden y recordarles una instrucción, pero es porque ignoramos que
esas personas carecieron de una buena nutrición durante sus primeros años, y
que en ese período es cuando se desarrolla el cerebro. El daño queda hecho y el
individuo nunca podrá alcanzar un cociente intelectual promedio.
Hoy en día se me revuelve el
estómago al enterarme de las excentricidades de algunos y de la cantidad de
oportunidades que podrían brindarse con cualquiera de ellas. En qué momento la
humanidad permitió que mientras un futbolista estrella devenga millones de
euros al mes, el grueso de la población del mundo entero deba sobrevivir con un
salario mínimo; y eso los ‘privilegiados’, porque son muchos más los que deben
recurrir a un trabajo informal. Ejecutivos que devengan fortunas, artistas y
famosos que gastan a raudales, millonarios, potentados y nuevos ricos que viven
en una burbuja de opulencia, mientras las gentes del común los observa con
incredulidad.
No es necesario ser adinerado para
ayudar a los demás. Basta ver lo que gasta ahora la gente en el sostenimiento
de una mascota, inversión que podría destinarse a apadrinar uno o varios niños
pobres; buena alimentación, estudio, salud, vestimenta y demás necesidades. Si
no quiere comprometerse de manera directa, puede hacerlo por intermedio de una
fundación que cumpla ese cometido. Son muchas las obras sociales que velan por
el bienestar de la niñez desamparada; o por los ancianos abandonados, los
enfermos y demás necesitados.
Abismado quedé al enterarme por la
radio de que en una feria especializada ofrecen planes de medicina pre-pagada
para mascotas, seguros exequiales, tratamientos odontológicos, alimentos
sofisticados y costosos, prendas de vestir a precios de oro, juguetes y
perendengues, guarderías, salones de belleza, un seguro para garantizarles el
paseo diario en caso de que el amo se incapacite y muchos otros lujos por el
estilo. ¡Qué ociosidad!