lunes, julio 09, 2007

Apareció el espanto.

No recuerdo cuando tiempo hace que no veía a don Aniceto Revolledo. Estaba más perdido que el hijo de Lindbergh, pero por fortuna apareció el espanto, como dice el vulgo cuando repunta alguien que andaba remontado. La verdad es que ya temía que el viejo hubiera fenecido, debido a su silencio y a que no había vuelto a frecuentar los lugares que acostumbra; además, porque a su edad la muerte mantiene la guadaña presta y afilada. El caso es que regresó con tupia y con la lengua inquieta; ahí sí vale aquello que habla más que un perdido cuando aparece. Oigan su discurso:

*Hombre por Dios, cómo que perdido yo. El que no se había vuelto a dejar ver es usted. Pregunte y verá que a cada rato me aparezco por aquí. Pero siquiera lo veo, porque quiero mostrarle el discurso del Ministro de defensa en el Congreso Cafetero; mire, mi nieto dizque lo bajó de internet y me imprimió esta copia. El caso es que el doctor Santos se refiere a un asunto que me puso a pensar. Presenta unas cifras en seguridad y desarrollo económico muy positivas, y habla de cómo la oposición refuta estos datos mientras insiste en que estamos en una dictadura que maquilla las cifras para ganar adeptos y mantener su popularidad.

Muchos se preguntan a quién creerle, porque al oír la contraparte también presenta unas pruebas que lo dejan a uno patinando. Lo que tenemos que exigir los colombianos, es que quien pretenda deslegitimar los resultados que muestra el gobierno que lo haga con pruebas claras y contundentes. Mire un ejemplo: dice el Ministro que en nuestra región cafetera hubo 113 secuestros en el 2002 y que el año pasado solo fueron 13 los plagiados. A todos nos deja admirados esa información, pero como no demora en salir algún personaje a desmentir el dato, pues que demuestre con pruebas que los números no coinciden con la realidad. Es muy fácil. Que en caso de ser mayor la cifra real de secuestrados presente una lista con los detalles, testigos y testimonios de los afectados. Que pueda demostrar que tiene la razón cuando asegura que nos están metiendo el dedo en la boca.

Porque en este país se habla mucho, en el Congreso despotrican del Presidente y sus Ministros, pero nunca dejan una constancia efectiva que apoye la acusación de turno. Para no confundirlo con números, le cuento que en el país ha disminuido la delincuencia en porcentajes muy significativos y que por ejemplo en el caso de las pescas milagrosas, que mortificaron a los colombianos durante mucho tiempo, la cifra desciende un 99%. Como quien dice, el fenómeno desapareció para fortuna de todos. Ahí queda el dato para el que quiera desvirtuarlo, pero que lo haga con argumentos palpables e irrefutables.

El tema de la economía sí que se presta para que le saquen peros y nos enreden con opiniones diversas y contradictorias. Todo el mundo piensa diferente y como es una materia que todavía está sin inventar, la opinión es subjetiva y personal. Lo que sí es cierto es que cualquier ciudadano ignorante, como yo, puede notar que en la calle hay más billete. El crecimiento de la construcción es impresionante y detalle por ejemplo el renglón automotriz. La cantidad de carros que venden mensualmente sube sin freno, y me refiero a vehículos de todo tipo. Desde los populares y más baratos, hasta unas naves importadas que le quitan el sueño a más de uno. Las motos ya no caben en las calles, y de seguir bajando los precios de algunos carros chinos, muchos van a cambiar sus velocípedos por estos pichirilos y ahí sí nos traga la tierra con el tráfico en calles y carreteras.

La inflación está muy controlada y aseguran que el desempleo disminuye; la inversión extranjera prolifera; la industria crece; el comercio se mueve; el campo despierta; y todo a pesar de la fluctuación incontrolable del dólar. Claro que con eso del dólar es como en todo: mientras los exportadores sufren, los viajeros o quienes importan aprovechan la coyuntura. Entonces dicen los opositores que las encuestas son amañadas y que disfrazan las cifras para embolatar al pueblo, lo que nos deja inseguros y despistados, aunque la verdad es que cada uno se queda con la información que más le convenga o que le suene mejor.

Y antes de que salgan con que lo ideal es que no haya ni un solo asesinato, que no secuestren a nadie o que desaparezca por completo el robo de vehículos, nadie puede desconocer que cualquier disminución en todo tipo de violencia es favorable para el país. Más si la mejoría es significativa. También es cierto que lo ideal es que todo el mundo tenga trabajo, estudio, vivienda propia y las tres comidas diarias, pero como debemos aceptar la realidad que vivimos, hay que ver con optimismo el repunte de la economía y propender porque la curva siga en ascenso.

Lo único cierto es que si de verdad el gobierno nos engaña con cifras amañadas y manipuladas, somos muchos los ilusos que nos estamos comiendo ese cuento enterito. La historia tiene la última palabra y solo queda esperar a ver dónde va a caer este globo. Ahí le dejo la inquietud.
pmejiama1@une.net.co

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por alguna razón cada día en el mundo la gente tiende a tomar más un bando, a polarizarse. Que republicano o demócrata, que de nacional o millonarios, que uribista o antiuribista.

Los de un bando se concentran en lo malo y los del otro en lo bueno. La verdad es que Uribe, como todo en esta vida ... es la suma de cosas buenas y malas. Así como devolvió la seguridad, lo hizo vendiendo el alma al diablo. Por dar un ejemplo.

Dirán entonces que soy de aguas tibias... pues sí, prefiero el agua tibia -o el balance justo de las cosas- a atrincherarme en un rincón.