Las personas deben retirarse de su profesión u oficio en el momento oportuno. El ser humano tiene una vida productiva que indefectiblemente empieza su declive a cierta edad y ahí es cuando es prudente tomar la determinación de dar un paso al costado, entregar los trastos y ceder el turno a quienes vienen detrás. Claro que nunca tan temprano como sucede en nuestro país donde desechan a las personas mayores de cuarenta años en el mercado laboral, modalidad que para infortunio de muchos se ha impuesto y por ello deben saltar matones durante largos años mientras alcanzan la edad de jubilación. Aquí la experiencia no cuenta.
Es común que quien ha laborado durante toda una vida sienta depresión y se desubique al momento de pensionarse, por lo que recomiendan mentalizarse con algunos años de antelación para que no lo coja por sorpresa y sin estar preparado psicológicamente. Seguro que después se acostumbra a hacer las compras del día en la tienda del barrio, pagar facturas y demás diligencias bancarias, visitar el café donde se encuentra con los amigos para enterarse de los últimos chismes, cuidar a los nietos, sacar el perro a hacer popó, resolver crucigramas y tratar de reparar cuanto cacharro se dañe en al casa. Lo peor es que nadie se lo reconoce y en cambio le echan vainas dizque porque no hace sino joder y estorbar.
Algunos artistas y deportistas son unos magos para retirarse con bombos y platillos, lo que hacen para recobrar aunque sea de forma pasajera ese renombre que alcanzaron cuando vivieron su cuarto de hora. Claro que la táctica consiste en retornar a su actividad un tiempo después, para tener la oportunidad de repetir el show. Futbolistas, cantantes y toreros son una muestra visible de esta lucrativa modalidad, y ahí es cuando la gente dice que fulanito de despide más que un circo pobre. En cambio quienes obran de manera inteligente lo hacen una sola vez y cuando están en el curubito de sus carreras, para que después no digan que salieron por la puerta de atrás.
Lo mismo pasa con los políticos que al ver disminuido su caudal electoral aseguran que le dejan el campo libre a las nuevas generaciones, pero apenas recuperan el número suficiente de votos se lanzan de nuevo al ruedo y ahí siguen atornillados mientras tengan el respaldo necesario. Otros saben mantenerse activos a pesar de no pertenecer al Congreso ni ocupar cargos públicos, como sucedió con el ex presidente Alfonso López Michelsen. El veterano dirigente abría la boca y revolcaba al país, situación que al menos a mí, me tenía hasta la coronilla. A esa edad en que ya se está más allá del bien y del mal, puede salir con la imprudencia que quiera sin tener que preocuparse por las consecuencias.
Recuerdo que de joven leía con gusto las columnas de Lucas Caballero Calderón, Klim, donde le tiraba duro al gobierno de López y criticaba con saña situaciones como la carretera que construyeron en los llanos orientales, la cual valorizaba en forma considerable unas tierras de la familia presidencial. Muchos otros escándalos debió enfrentar el recientemente fallecido líder liberal, por lo que extraña que ahora que fenece nadie recuerde el pasado y se dediquen solo a hablar de sus ejecutorias y de su bagaje intelectual.
Un hombre muy ilustrado y todo lo que quieran, aunque personalmente nunca me simpatizó. Siempre lo vi como un aristócrata arrogante que se jactaba de estar acompañado de un séquito de viejas espectaculares a las que mostraba como trofeos, mientras ellas se ufanaban convencidas de que las prefería por inteligentes o interesantes. Si Viena Ruiz o Paula Jaramillo fueran unos gürres con seguridad no las hubiera volteado a mirar; además de que ya no era capaz de echarles ni un piropo. Su última gran cruzada fue a favor del acuerdo humanitario, labor que adelantó para mantenerse activo en el ámbito nacional; porque él opinaba que un político nunca debe perder vigencia.
Por eso es tan cierto aquello que no hay muerto malo. Cuando falleció el ex presidente Barco la verborrea lamberica no se hizo esperar, y muchos quedamos pasmados al ver semejante semblanza de un personaje que pasó por la presidencia de la república sin pena ni gloria. Luego le toca el turno a Turbay, a quien el pueblo no hizo otra cosa que inventarle cuentos por su fisonomía anodina, una forma de ser bastante repelente y su desagradable sonsonete al hablar. A ellos los relaciono con los viejos caciques políticos, manzanillos y gamonales, para que después salgan a hablar de insignes prohombres, eminentes mandatarios y humanistas reconocidos.
Falta que llegue el turno a personajes como Samper o su escudero Serpa a ver qué van a decir. Porque la memoria del pueblo es frágil y con seguridad olvidarán las andanzas de estos bandidos de cuello blanco, a quienes después de semejante escándalo les bastó con perderse un corto tiempo del panorama nacional para regresar con sus viejas mañas. De Gaviria se burlan por su manera de hablar, de reírse, los chismes acerca de su vida personal abundan, pero he de verlos cuando falte y solo se acuerden de sus bondades.
Definitivamente en este país, además de cafres, hay muchos lambones, cepilleros, chupamedias, tirabeques, lagartos, voltiarepas, carga ladrillos, regalados, hipócritas y lame…
pmejiama1@une.net.co
2 comentarios:
No fregues hombre Pablo, te luciste con este artículo mortis. Anotate en el fichero de tu vanidoteca unos mil puntos más. Sobre los pensionados creo que soy de los poquitos que desde el primer día ando güete y mata´o de la dicha (como dicen las misias de estrato seis). Si hubiera sabido con mas tiempo me pensiono a los 30. De los tales "ex" mejor no digo nada para no tirarme en la faldita de cuadros. Felicidades y saludes a la tropa
Eavemaría home Pablo: Excelente tu artículo y nos identificamos plenamente. En el caso de López, nunca me gustó ni poquito, aunque no le niego su inteligencia y sagacidad de político, pero no para los mejors fines.
eso si, cuidaito con Vienita Ruiz que a esa si me la dejas QUIETICA.
Lo que soy yo, no me pierdo mis excequias a ver que dicen de mi.
JUANFER
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