martes, noviembre 12, 2013

Obras necesarias.


Por fin le vemos a la administración municipal el inicio de obras en la ciudad. Sin duda la inversión social es lo primero, mejorar la calidad de vida de los menos favorecidos y demás proyectos que beneficien a la comunidad, pero la realidad es que lo único que perdura en la memoria del ciudadano del común son las obras de infraestructura. Aparecen pues varios frentes de trabajo en diferentes puntos de Manizales y lo primero que debe recordar la ciudadanía es que esto genera incomodidades, porque para realizarlas sin causar traumas tocaría llamar a Hechizada para que mueva la cumbamba. Los vecinos de las obras son quienes más sufren, pero a su vez quienes mayor valorización obtienen por las mejoras.

El bulevar de la avenida Santander ha sido un éxito desde su primer tramo, porque debido a nuestra agreste topografía la cuchilla por donde está trazada esa vía es la más apta y agradable para caminar. Emprenden ahora el tramo que va del Triángulo a Cristo Rey, por un costado, y esperemos que el invierno no retrase los plazos establecidos para entregar las obras. Porque la temporada de Navidad y ferias está encima y con la cantidad de carros que llegan a la ciudad para las celebraciones, el caos vehicular puede empeorar. Muchas críticas ha despertado el hecho de tener que robarle espacio a la calzada de la avenida, pero confío en que quienes diseñaron el proyecto tienen muy claro cuáles son las dimensiones establecidas para que el tráfico fluya sin inconvenientes.

En el barrio La Enea sí que va a lucir el bulevar, porque el movimiento comercial de la avenida Cumanday es impresionante. Me gustaría saber qué dice el director de Planeación municipal cuando pasa por allí y se percata de que todas las viviendas incumplen con las normas de urbanismo. Desde que al primer propietario se le ocurrió poner unas escalas metálicas en caracol para acceder al segundo piso y así poder utilizar el primero con fines comerciales, todos los vecinos copiaron la idea. A cualquier hora el sector parece en carnaval y en sus comercios consigue uno lo que necesite; además a muy buenos precios. Claro que allí fue necesario robarle casi todo el espacio al separador central de la avenida, lo que desluce el entorno y restringe la siembra de árboles ornamentales.

Por fin se le ve cara a la doble calzada Lusitania – La Playita, aunque todavía  faltan tramos y detalles. Ahora viene el resto de la vía, hasta el sector de la Estación Uribe, el cual esperamos se realice con celeridad y compromiso; porque si van a demorarse como ha sucedido con los dos kilómetros mencionados, esa obra no estaría terminada antes de la mitad del siglo. Ya está de un cacho el segundo puente de La Playita y la salida de Villamaría también empieza a coger cara. Lo que es inexplicable es que la dirección de tránsito no destine personal en las horas pico para que se encargue de organizar el tráfico, porque el atasco que se forma es monumental y al usuario no le queda sino armarse de paciencia, ya que la autoridad brilla por su ausencia. Al menos así pude comprobarlo una tarde que transité por la Panamericana, en la intersección de La Fuente, y las filas de carros eran interminables.

Es una prioridad conectar la Estación Uribe con el sector de Potro Rojo por medio de una doble calzada, para agilizar todo ese tráfico que utiliza la variante para evitar el paso por la ciudad. Desde el puente La Libertad hacia la salida para el Magdalena ya pueden verse algunas edificaciones demolidas, lo que hace pensar que están próximos a iniciar esa importante obra. Y es que transitar por allí se ha convertido en una tortura, porque el número de camiones que se dirigen a las diferentes empresas del sector causan congestión. El inconveniente siempre es la compra de predios, como ha sucedido con un vivero cercano a Lusitania y que aunque parezca increíble, esta es la hora que no han podido transar con el dueño.

Me pregunto cuál será el alcalde que sea recordado por sembrar árboles y fomentar la siembra de jardines en parques y zonas verdes. Hace muchos años se creó un concurso para premiar la vivienda con más flores y mi suegra ganó el primer premio por la frondosidad y el colorido de las plantas que adornaban el balcón de su casa en La Camelia. Recuerdo que recorrer los barrios residenciales era un espectáculo digno de verse, como lo es hoy en día visitar el barrio Estrella. En el parque central y todos los antejardines del vecindario sembraron gran cantidad de hortensias, lo que convierte el entorno en un lugar de ensueño. Ojalá otras comunidades copien la idea y así le empezamos a cambiar la cara a esta ciudad tan escasa de verde.
También adelantan trabajos detrás de Caldas motor y el cable que nos une con la vecina Villamaría está próximo a entrar en funcionamiento. De lo que no hay derecho, es que después de invertir una millonada en el cable que va hasta Los Yarumos no haya sido posible ponerlo a funcionar. Que digan quiénes son los responsables de semejante descalabro, porque de alguna manera tienen que pagar. (Hasta risa me produce esa última frase).

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