Son alarmantes las cifras de lectura del pueblo colombiano, porque cada vez hay menos personas que se sientan a disfrutar de un buen libro. A este paso llegará el momento en que las librerías desaparezcan, porque la gente se gasta la plata en cualquier ociosidad menos en un libro. Claro que con los millones de pobres absolutos que tenemos, no podemos pretender que inviertan sus pocos recursos comprando literatura. Lo que muchos no saben es que existen otras opciones, como las bibliotecas públicas; o siempre habrá un amigo, compañero de trabajo o familiar que le preste unos libros.
Lo triste es que la costumbre de leer tiende a desaparecer en los jóvenes y por ejemplo los universitarios no leen nada diferente a lo que tiene que ver con la carrera que estudian. Mientras tanto en el colegio, los profesores de literatura obligan a los muchachos a leerse unos ladrillos que les acaba de quitar el poquito entusiasmo que puedan tener.
Si uno se considera un buen lector y se entera de lo que lee su padre y lo que leían los abuelos, se da cuenta de que no está ni tibio. No llega ni a aprendiz. De manera que la costumbre se ha ido perdiendo en forma paulatina, aunque muy acelerada en los últimos tiempos, y esto se debe a los avances tecnológicos que ofrecen muchas opciones a la sociedad moderna. Sin duda, la herramienta más apetecida en la actualidad es Internet y muchos creyeron que esa era la oportunidad para que los jóvenes se interesaran en investigar e ilustrarse con este fabuloso invento, pero qué va, se la pasan todo el tiempo bajando música, chateando con los amigos, recibiendo estupideces por el correo electrónico y dándose gusto con las páginas de pornografía.
Y me falta el peor enemigo de la lectura: la televisión. Aunque sea algo utópico, me pregunto en cuanto subirían los niveles de lectura si ese aparato embrutecedor desapareciera de los hogares durante un tiempo prolongado. El vicio de entrar a la habitación y de inmediato encenderlo, muchas veces sin interesarse siquiera en qué canal está sintonizado, es algo muy arraigado en la gente. Y llegan unos amigos de visita, y todos conversan mientras miran idiotizados la pantalla sin importar qué tipo de programación presenten.
Ahora con la televisión por cable al menos existen opciones que le ofrecen al televidente una distracción sana y educativa, lo que reduce un poco el remordimiento de dejar de leer por entretenerse con un programa cualquiera. Por ejemplo el canal de historia es una maravilla, porque además de infinidad de programas interesantes y llamativos, presentan unas series que satisfacen a cualquiera: Napoleón, Alejandro Magno, la vida de los Zares, Carlomagno y todo tipo de hechos y personajes que dejaron una marca en la historia.
O que tal saborearse al disfrutar del canal Gourmet, donde expertos cocineros preparan unas delicias que nos ponen a tragar saliva. Claro que son platos muy complicados que uno pocas veces querrá intentar, además que desperdician los ingredientes en una forma que dan ganas de llorar. Se interesa uno por cualquier receta y de pronto le zampan una jarra llena de crema de leche, cantidad que se gasta en un hogar en varios meses. Después fritan dos papas en un litro de aceite de oliva, hermosean un filete de salmón y botan más de la mitad, hacen una flor con la cáscara de un tomate y a la basura con el relleno, y preparan una masa para una torta y después de armarla, sobra como para hacer otras dos. Otra cosa es que los platos son muy sofisticados y solo la magia que tienen estos personajes en sus manos hacen posible que todos los trucos les salgan a las mil maravillas; pero vaya usted intente y se saca un ojo.
Recorrer el mundo y conocer la gastronomía de las regiones es otro programa delicioso que nos ofrece el canal viajero de Discovery, donde desfilan las diferentes culturas y las más provocativas opciones para el turismo. Los jóvenes que presentan un programa como Trotamundos, le enseñan al televidente la forma más segura y económica de viajar, porque registran los precios de todo cuanto consumen, las rutas más seguras e interesantes, y los lugares que no deben dejarse de conocer. Ni hablar de los otros canales de Discovery que son una verdadera fantasía.
La programación deportiva de este tipo de televisión por cable es muy variada, pero sin duda se presta para conflictos en el hogar porque si fuera por el marido, de esa franja no saldría nunca. Pasando de fútbol a golf, luego a un partido de béisbol, después carreras de carros, un torneo de tenis y para rematar más fútbol. Así se torea cualquier señora y los hombres debemos ser condescendientes para evitar encontrones innecesarios.
Los canales de películas tienen la particularidad que en semana pasan por la noche unas cintas buenísimas, pero la mayoría de la gente no puede trasnocharse viéndolas. En cambio el fin de semana, que sería todo un programa para la familia, hay que ver la programación tan lata que ofrecen. Y cuando hay un niño en casa hay que ver la fuerza que uno debe hacer, porque en todas se empelotan y se revuelcan en la cama así sea en horario familiar.
Lo triste es que la costumbre de leer tiende a desaparecer en los jóvenes y por ejemplo los universitarios no leen nada diferente a lo que tiene que ver con la carrera que estudian. Mientras tanto en el colegio, los profesores de literatura obligan a los muchachos a leerse unos ladrillos que les acaba de quitar el poquito entusiasmo que puedan tener.
Si uno se considera un buen lector y se entera de lo que lee su padre y lo que leían los abuelos, se da cuenta de que no está ni tibio. No llega ni a aprendiz. De manera que la costumbre se ha ido perdiendo en forma paulatina, aunque muy acelerada en los últimos tiempos, y esto se debe a los avances tecnológicos que ofrecen muchas opciones a la sociedad moderna. Sin duda, la herramienta más apetecida en la actualidad es Internet y muchos creyeron que esa era la oportunidad para que los jóvenes se interesaran en investigar e ilustrarse con este fabuloso invento, pero qué va, se la pasan todo el tiempo bajando música, chateando con los amigos, recibiendo estupideces por el correo electrónico y dándose gusto con las páginas de pornografía.
Y me falta el peor enemigo de la lectura: la televisión. Aunque sea algo utópico, me pregunto en cuanto subirían los niveles de lectura si ese aparato embrutecedor desapareciera de los hogares durante un tiempo prolongado. El vicio de entrar a la habitación y de inmediato encenderlo, muchas veces sin interesarse siquiera en qué canal está sintonizado, es algo muy arraigado en la gente. Y llegan unos amigos de visita, y todos conversan mientras miran idiotizados la pantalla sin importar qué tipo de programación presenten.
Ahora con la televisión por cable al menos existen opciones que le ofrecen al televidente una distracción sana y educativa, lo que reduce un poco el remordimiento de dejar de leer por entretenerse con un programa cualquiera. Por ejemplo el canal de historia es una maravilla, porque además de infinidad de programas interesantes y llamativos, presentan unas series que satisfacen a cualquiera: Napoleón, Alejandro Magno, la vida de los Zares, Carlomagno y todo tipo de hechos y personajes que dejaron una marca en la historia.
O que tal saborearse al disfrutar del canal Gourmet, donde expertos cocineros preparan unas delicias que nos ponen a tragar saliva. Claro que son platos muy complicados que uno pocas veces querrá intentar, además que desperdician los ingredientes en una forma que dan ganas de llorar. Se interesa uno por cualquier receta y de pronto le zampan una jarra llena de crema de leche, cantidad que se gasta en un hogar en varios meses. Después fritan dos papas en un litro de aceite de oliva, hermosean un filete de salmón y botan más de la mitad, hacen una flor con la cáscara de un tomate y a la basura con el relleno, y preparan una masa para una torta y después de armarla, sobra como para hacer otras dos. Otra cosa es que los platos son muy sofisticados y solo la magia que tienen estos personajes en sus manos hacen posible que todos los trucos les salgan a las mil maravillas; pero vaya usted intente y se saca un ojo.
Recorrer el mundo y conocer la gastronomía de las regiones es otro programa delicioso que nos ofrece el canal viajero de Discovery, donde desfilan las diferentes culturas y las más provocativas opciones para el turismo. Los jóvenes que presentan un programa como Trotamundos, le enseñan al televidente la forma más segura y económica de viajar, porque registran los precios de todo cuanto consumen, las rutas más seguras e interesantes, y los lugares que no deben dejarse de conocer. Ni hablar de los otros canales de Discovery que son una verdadera fantasía.
La programación deportiva de este tipo de televisión por cable es muy variada, pero sin duda se presta para conflictos en el hogar porque si fuera por el marido, de esa franja no saldría nunca. Pasando de fútbol a golf, luego a un partido de béisbol, después carreras de carros, un torneo de tenis y para rematar más fútbol. Así se torea cualquier señora y los hombres debemos ser condescendientes para evitar encontrones innecesarios.
Los canales de películas tienen la particularidad que en semana pasan por la noche unas cintas buenísimas, pero la mayoría de la gente no puede trasnocharse viéndolas. En cambio el fin de semana, que sería todo un programa para la familia, hay que ver la programación tan lata que ofrecen. Y cuando hay un niño en casa hay que ver la fuerza que uno debe hacer, porque en todas se empelotan y se revuelcan en la cama así sea en horario familiar.
2 comentarios:
La televisión es muy pasiva, la lectura obliga a pensar.
Ciertamente, de hecho, las personas que creo que son profesionales altamente competentes y proactivos, se encuentras muy, muy alejados de la televisión.
Publicar un comentario