Siempre que nos referimos a la filosofía no podemos dejar a un lado los grandes pensadores de la Grecia antigua. La historia los presenta como unos hombres letrados, inteligentes e inquietos, que recorrían las calles seguidos por sus alumnos y utilizaban un palito para escribir en la arena del piso y así poder ser más explícitos. Las escuelas filosóficas dejan muchas enseñanzas y basta con saber que después de unos dos mil quinientos años, siguen tan vigentes como en su propio momento. Durante todo ese tiempo muchos personajes le han reventado cacumen a los vericuetos de la existencia, pero ninguno ha podido desbancar a Sócrates, Platón o Aristóteles.
Pero como nunca es tarde y la peor diligencia es la que no se hace, he pensado en lanzarme a crear una nueva escuela filosófica. Lo que busca mi teoría, es que el ser humano deje de amargarse la vida por vainas que no tienen solución o que le incumben solo a los demás. Dejarse agobiar por la realidad que vivimos es buscarse problemas, ya que nada soluciona uno estresándose porque pusieron una bomba o un huracán destruyó una ciudad. Claro que debemos sentir repudio y solidaridad con los afectados, pero de ahí a tenerse que tomar una pastilla para calmar la ansiedad hay mucho trecho. Si la persona deja que la invada la angustia existencial, con seguridad va a terminar colgada de una viga o enchiquerada en una clínica siquiátrica.
Por fortuna con los años uno se vuelve más sangriliviano y aprende a distinguir los asuntos que de verdad son preocupantes. Porque sin duda son muchos los que buscan problemas, compran angustias y arriendan traumas ajenos. Personas que lo tienen todo y sin embargo son presas de la ansiedad y la depresión; no se les ocurre al menos comparar con la situación de sus semejantes, o simplemente mirar hacia abajo y enterarse de cómo viven los que de verdad pasan trabajos durante su existencia.
De manera que invito a quien quiera pertenecer a la nueva corriente filosófica, la cual por cierto quiero bautizar con una sigla muy usada por economistas y estadísticos: IPC. Cualquiera puede pensar que se trata del índice de precios al consumidor, pero no, me refiero al “importaunculismo”. Por respeto al lector busqué otra palabra para definir esa situación cuando algo nos preocupa muy poco, como cuando decimos que nos importa un bledo, un chorizo, un pepino, un carajo, un rábano o un pito; es que no me parece sonoro el nombre de “importaunpepinísmo”, o “importaunbledismo” para el movimiento que propongo.
Tan bueno que es que a uno le importe un…, bueno, mejor dicho, que lo tengan sin cuidado la vanidad y la moda. Es mucho el billete que puede ahorrar sin comprar chiros, sin visitar la peluquería, sin gastar en lociones y cremas para mejorar el aspecto, evitando la visita al quirófano para que le pongan la cara en orden, le eliminen las llantas o le desaparezcan la papada. Qué delicia no tener que mirarse en el espejo para ver si le han salido canas, una espinilla en la nariz o algunas arrugas en la frente.
En caso de estar barrigón y un poco pasado de kilos, no debe amargarse la vida y caer en la esclavitud de las dietas. Que no puede comer fritos, ni harinas, mucho menos tomar trago y las porciones ingeridas deben ser precisas. Cómo es que la dietista recomienda que por ejemplo en un sancocho, debemos escoger una sola harina y desechar el resto; que tal: cómase la papa pero no pruebe la yuca, el plátano, el arrocito, la arepa y ni hablar del hogao. Hay gente que se pasa la vida comiendo como un conejo, puras hortalizas y verduras, solo escogen alimentos dietéticos, exentos de grasa y con suplementos vitamínicos. Con semejante esfuerzo logran vivir 80 años en vez de 75; como si la idea fuera durar lo máximo posible, pero pasando bien maluco. Gente que muere sin conocer el placer de tragarse un chorizo.
Qué maravilla no tener una ambición desmedida que convierte la existencia en una obsesión por conseguir plata, atesorar propiedades, detentar poder y dedicarse a lagartear en los cocteles. Claro que es necesario ser ambicioso y fijarse metas en la vida, pero dejar que esa situación se imponga en el diario vivir, es el peor error que comente el hombre. Qué se gana un tipo que tiene la sartén por el mango a los 50 años, pero debido al exceso de trabajo sufre un infarto que lo deja jodido; dedica su existencia a amasar fortuna para retirarse cuando alcance la tercera edad, pero ya no puede viajar por quebrantos de salud, el trago y la comida le hacen daño, ni riesgos de salir de noche porque se constipa con el chiflón y no se le para ni el reloj.
Por qué será que muchos no entienden que al momento de morir, se pueden llevar solo lo que tienen puesto. En dicha instancia todos los mortales quedan en el mismo nivel y nadie tiene preferencias por el poder que ostentó o la plata que consiguió. Lo que sucede en casi todos los casos, es que los yernos se dan un banquete con la herencia recibida. Por último, los invito a seguir mi movimiento y seguro que van a vivir relajados y contentos.
Pero como nunca es tarde y la peor diligencia es la que no se hace, he pensado en lanzarme a crear una nueva escuela filosófica. Lo que busca mi teoría, es que el ser humano deje de amargarse la vida por vainas que no tienen solución o que le incumben solo a los demás. Dejarse agobiar por la realidad que vivimos es buscarse problemas, ya que nada soluciona uno estresándose porque pusieron una bomba o un huracán destruyó una ciudad. Claro que debemos sentir repudio y solidaridad con los afectados, pero de ahí a tenerse que tomar una pastilla para calmar la ansiedad hay mucho trecho. Si la persona deja que la invada la angustia existencial, con seguridad va a terminar colgada de una viga o enchiquerada en una clínica siquiátrica.
Por fortuna con los años uno se vuelve más sangriliviano y aprende a distinguir los asuntos que de verdad son preocupantes. Porque sin duda son muchos los que buscan problemas, compran angustias y arriendan traumas ajenos. Personas que lo tienen todo y sin embargo son presas de la ansiedad y la depresión; no se les ocurre al menos comparar con la situación de sus semejantes, o simplemente mirar hacia abajo y enterarse de cómo viven los que de verdad pasan trabajos durante su existencia.
De manera que invito a quien quiera pertenecer a la nueva corriente filosófica, la cual por cierto quiero bautizar con una sigla muy usada por economistas y estadísticos: IPC. Cualquiera puede pensar que se trata del índice de precios al consumidor, pero no, me refiero al “importaunculismo”. Por respeto al lector busqué otra palabra para definir esa situación cuando algo nos preocupa muy poco, como cuando decimos que nos importa un bledo, un chorizo, un pepino, un carajo, un rábano o un pito; es que no me parece sonoro el nombre de “importaunpepinísmo”, o “importaunbledismo” para el movimiento que propongo.
Tan bueno que es que a uno le importe un…, bueno, mejor dicho, que lo tengan sin cuidado la vanidad y la moda. Es mucho el billete que puede ahorrar sin comprar chiros, sin visitar la peluquería, sin gastar en lociones y cremas para mejorar el aspecto, evitando la visita al quirófano para que le pongan la cara en orden, le eliminen las llantas o le desaparezcan la papada. Qué delicia no tener que mirarse en el espejo para ver si le han salido canas, una espinilla en la nariz o algunas arrugas en la frente.
En caso de estar barrigón y un poco pasado de kilos, no debe amargarse la vida y caer en la esclavitud de las dietas. Que no puede comer fritos, ni harinas, mucho menos tomar trago y las porciones ingeridas deben ser precisas. Cómo es que la dietista recomienda que por ejemplo en un sancocho, debemos escoger una sola harina y desechar el resto; que tal: cómase la papa pero no pruebe la yuca, el plátano, el arrocito, la arepa y ni hablar del hogao. Hay gente que se pasa la vida comiendo como un conejo, puras hortalizas y verduras, solo escogen alimentos dietéticos, exentos de grasa y con suplementos vitamínicos. Con semejante esfuerzo logran vivir 80 años en vez de 75; como si la idea fuera durar lo máximo posible, pero pasando bien maluco. Gente que muere sin conocer el placer de tragarse un chorizo.
Qué maravilla no tener una ambición desmedida que convierte la existencia en una obsesión por conseguir plata, atesorar propiedades, detentar poder y dedicarse a lagartear en los cocteles. Claro que es necesario ser ambicioso y fijarse metas en la vida, pero dejar que esa situación se imponga en el diario vivir, es el peor error que comente el hombre. Qué se gana un tipo que tiene la sartén por el mango a los 50 años, pero debido al exceso de trabajo sufre un infarto que lo deja jodido; dedica su existencia a amasar fortuna para retirarse cuando alcance la tercera edad, pero ya no puede viajar por quebrantos de salud, el trago y la comida le hacen daño, ni riesgos de salir de noche porque se constipa con el chiflón y no se le para ni el reloj.
Por qué será que muchos no entienden que al momento de morir, se pueden llevar solo lo que tienen puesto. En dicha instancia todos los mortales quedan en el mismo nivel y nadie tiene preferencias por el poder que ostentó o la plata que consiguió. Lo que sucede en casi todos los casos, es que los yernos se dan un banquete con la herencia recibida. Por último, los invito a seguir mi movimiento y seguro que van a vivir relajados y contentos.
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