Pienso que los colombianos debemos dejar a un lado el apasionamiento y ser más sensatos al momento de exponer nuestros puntos de vista. Es derecho de cada uno criticar lo que le parece mal, pero al mismo tiempo es sano reconocer cuando existen cosas dignas de resaltar. Maniqueísta llaman al seguidor de un pensador persa del siglo III, Manes, quien solo admitía dos principios creadores: el del bien y el del mal. Nada de medias tintas, grises o tibios. Es así o asá; blanco o negro; frío o caliente. Preferible discutir cualquier asunto, oír opiniones, analizar, discernir, defender sus razones y argumentos, pero al mismo tiempo escuchar otros puntos de vista y así no esté de acuerdo con ellos, respetarlos.
Un ejemplo claro de esto puede verse cuando algunos contertulios tocan el tema del gobierno o la actualidad nacional. El que odia el régimen del momento lo ataca sin tregua y no afloja en nada, mientras que el seguidor del mismo defiende hasta lo indefendible. Y así pasan horas, discuten y esgrimen razones, y no es raro que al final rompan una amistad de mucho tiempo. Oigo dispares opiniones acerca de un asunto que crea controversia, y se refiere al programa del gobierno actual de blindar las carreteras para que los ciudadanos puedan transitarlas.
Muchos apoyamos ese plan, y lo disfrutamos, pero muchos otros insisten que es una medida elitista que beneficia solo a los ricos. Pues aquí van mis argumentos y de una vez aclaro que respeto cualquier opinión diferente a la mía. Pienso que los ricos no se montan en un carro durante horas interminables a recorrer unas vías estrechas y peligrosas, porque prefieren hacerlo en avión y a destinos turísticos en el exterior o en sitios privilegiados. Tuve la oportunidad de recorrer las carreteras en la temporada de fin de año y esto pude observar.
El flujo de viajeros por vía terrestre se ha incrementado en forma considerable, y si miramos unos años atrás podemos recordar cuando al final del gobierno de Andrés Pastrana llegamos al colmo que era peligroso viajar a la vecina ciudad de Pereira. Ni pensar en visitar Medellín o Bogotá, porque la excursión se convertía en un suicidio. Estábamos secuestrados en nuestros domicilios porque las fincas y lugares de recreo también estaban vetados. A nadie se le ocurría programar un paseo de olla a un río o una caminata por la montaña.
A pesar de que las vías son angostas, presentan mal estado en muchos tramos y el tráfico pesado las hace peligrosas y estresantes, es mejor correr ese riesgo que quedarse encerrado en la casa. Miles de familias emigran en busca de descanso y al detallar esos viajeros es cuando uno se pregunta a quiénes están tildando de ricos. Un empleado cualquiera, que ahorra todo el año y aprovecha la prima navideña para llevar la familia a pasear, después de darle una manito al carro consigue alquilar una cabaña en la costa donde pueden disfrutar del mar y del paisaje. Una clase media que hace un gran esfuerzo para compartir durante las vacaciones y que si no pudieran hacerlo por carretera, no tendrían otra opción.
Ni hablar de la gran cantidad de gente que consigue el sustento diario de ese turismo. El que vende mecato en los peajes, las estaciones de servicio, los restaurantes y paraderos, hoteles y hospedajes, y cualquiera que ofrezca algo al borde de la carretera. Por ejemplo en Santa Marta saltaron matones en la época que menciono porque nadie asomaba por allá en temporada de vacaciones, y hay que ver lo que es ahora. Parece un hervidero humano. Como la gente físicamente no cabe en las playas, arrancan en sus carros a buscar cupo en lugares como Bahía Concha, Parque Tayrona, Mendihuaca, Quebrada Valencia o Buritaca, todos en la vía que va hacia La Guajira.
Cuando desemboca en el mar el río Buritaca, que baja cristalino y helado procedente de la Sierra nevada, forma una lengua de playa espectacular donde los turistas disfrutan a sus anchas de lo más bello que puede ofrecer la naturaleza. En ese lugar iban a construir un complejo turístico pero la sociedad se quebró y al no poder indemnizar a los trabajadores, estos se apropiaron de los terrenos y hay que ver la maravilla de cooperativa que crearon. Es un pequeño poblado donde todas las personas tienen una labor definida. Los hombres controlan el parqueadero, cruzan el río en sus canoas para llevar los visitantes a la playa, alquilan las carpas con sus sillas, ofrecen kayacs, neumáticos y otras entretenciones. Las mujeres cocinan para los improvisados restaurantes, atienden la venta de artesanías, hacen trenzas y masajes, asan plátanos y fritan arepas de huevo, pican frutas y demás viandas que a su vez son vendidas por los menores. Todos van identificados con su nombre en la camiseta y nadie atosiga al turista; con mucha prudencia ofrecen sus servicios de lejitos. Puede usted antojarse de cualquier cosa y se la consiguen.
Allá encuentra uno colombianos de todo tipo y puedo asegurar que muy pocos son ricos. Gente común y corriente. Y esa cantidad de personas que obtienen el sustento diario gracias al flujo turístico. Basta con sacar los militares del cuartel y hacer presencia con ellos en las vías, y muchos podemos disfrutar de una opción económica y reconfortante.pmejiama1@une.net.co
4 comentarios:
Que se mueva la industria del turismo es muy bueno y hay que admitir que ha ocurrido por la iniciativa de Uribe. Pero lo que yo veo es que en Colombia andan como muy.. errr.. entretenidos. Tal vez por eso algunos se ciegan ante los errores de este gobierno y otros se indignan exageradamente.
Lo del maniqueismo lo veo como resultado de la polarización que desde los mismos sectores se viene impulsando. Lo veo como algo concientemente provocado.
Precisamente por eso es que evito hablar de esos temas en reuniones de amigos: son temas (política, religión, fútbol, etc) que son subjetivos y sujetos a apasionamientos e inevitables desacuerdos. No hay de otra: mejor evitar la fatiga.
La discusion Uribistas - opositores se convierte casi que en una profesion de fe: se logran conciliar en la misma medida en que a un ateo y un Carismatico.
Pablo:
Excelente idea la del blog.
Te acompañaré y haré comentarios ocasionales.
Un abrazo
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