jueves, marzo 08, 2007

CONMIGO TACARON BURRO.

Por qué será que vivir cuesta tanta plata. Aunque las personas de diferente nivel social sobreviven con presupuestos muy desiguales, es curioso ver a un alto ejecutivo que recibe un salario sustancioso quejándose a toda hora porque con sus ingresos no puede sostener el ritmo de vida que acostumbra. Ventilaron hace poco la diferencia que hay en Colombia entre los emolumentos que reciben un yupie y un obrero raso, los cuales van desde un cheque con varios ceros a la derecha el primero, hasta el modesto salario mínimo que recibe el lungo proletario. Y sin embargo ambos saltan matones al final de mes, y es una paradoja que casi sin excepción quien recibe mejores ingresos vive más estresado.

Dice la sabiduría popular que siempre hay una vida mejor, pero que es muy costosa. Por ello uno debe amoldarse a lo que tiene y sin renunciar a las ambiciones naturales, nunca envidiar el estatus de los demás. Basta con tasar en forma responsable el ingreso mensual, programando un presupuesto y siguiéndolo al pie de la letra, porque el error más común es que gastan más de lo que reciben. Y así no aguanta ni el más guapo.

Una platica bien manejada hace milagros y con juicio puede alcanzar hasta para ahorrar. No me cabe duda de que el truco está en no dejarse permear por la sociedad de consumo, que lo único que busca es exprimir al consumidor hasta dejarlo sin un peso. La publicidad se encarga de antojarnos de cuanta pendejada inventan y si caemos en la trampa, podemos llegar a convertirnos en esclavos de miles de productos sin los cuales podemos vivir perfectamente.

A diario vemos el lanzamiento de innovaciones que buscan clientes potenciales –conocidos como marranos-, los cuales es muy posible que se envicien al producto de moda y queden abrochados de por vida a consumirlo. Un ejemplo tangible es un sobrecito con un aliño especial que publicitan ahora dizque para preparar el arroz. Toda la vida hemos cocinado el grano con agua, un tris de aceite y sal al gusto, el cual queda delicioso para acompañar cualquier plato; también se acostumbra agregarle yerbas, verduras, un caldo o una bebida cola para variar su preparación, pero nunca ha sido necesario comprar aditivos. Que es muy barato y el gasto no vale la pena argumentan quienes lo ofrecen, pero definitivamente ese no es el punto. Porque con seguridad en un futuro próximo empiezan a subirle el precio, y quien se acostumbre a utilizarlo le va a hacer falta tenerlo a mano.

Puedo asegurar que la sociedad de consumo tacó burro conmigo. Que agradezcan que no todos somos iguales, porque si al menos la mitad de la población pensara como yo, tendrían que ir a buscar nuevos mercados al espacio exterior. Ese cuentico que para todo hay que llamar a un número de celular para votar, opinar, hacer apuestas, escoger opciones, dar marcadores y demás perendengues, no me lo trago ni a palo. Con esos ingresos sostienen los programas decadentes y hasta las transmisiones deportivas desde el exterior, y los premios que ofrecen no pasan de ser nimiedades que producen rabia.

En este mundo nadie regala nada y cuando vemos en las promociones que ofrecen dos productos por el pago de uno, quiere decir que la utilidad es mucho mayor de lo que imaginamos y que hasta con semejantes descuentos obtienen ganancias. O se trata de los grandes almacenes que presionan a los proveedores para que regalen sus productos a cambio de seguir con las puertas abiertas en sus puntos de venta; lo que se llama ganar jaculatorias con padrenuestros ajenos.

Ahora cogieron la modalidad de dar puntos o millas por todo tipo de consumo. Los supermercados buscan amarrar los clientes poniéndolos a coleccionar etiquetas especiales que entregan por cierto monto consumido. Los bancos incitan a sus clientes a meterse en cuanto plan implementan para que acumulen puntos que luego verán reflejados en una cafetera o en un juego de ollas, pendejadas que uno casi nunca necesita porque son de uso diario y con seguridad ya las tiene; y más finas.

El día que me vean en un centro comercial buscando “qué comprar”, pueden proceder a meterme al psiquiátrico. La moda me importa un pito, y me visto por costumbre y porque si salgo en pelota voy a parar al mismo manicomio. No le jalo a comprar basura que no necesito, basado en la absurda justificación de que está muy barata. No doy regalos inútiles ni me gusta recibirlos. Me choca sobre manera la oferta de boletas o bonos para obras de caridad, sobre todo cuando aprovechan situaciones comprometedoras que obligan a la gente a comprarlas.

Durante una feria fui a dar una vuelta por el centro de la ciudad para ver los ríos de gente que recorren las calles, y a los vendedores ambulantes que ofrecen de todo. Un tipo tenía un muestrario de una gran variedad de relojes, todos los cuales tenían un costo de tres mil pesos la unidad. La romería no se hizo esperar y en esas un pato gritó desde el anonimato:
- ¿A tres mil pesitos? ¡Hum!, ¿y entonces dónde está la utilidad?

El rebuscado vendedor no se dejó amilanar y respondió:
- ¡La utilidad es toda porque son robados!
pmejiama1@une.net.co

3 comentarios:

Juanete dijo...

Es muy acertado usted en sus afirmaciones, no es una cuestión de monedas, es un asunto de cultura, habra notado usted que el yupie y el obrero gastan similares proporciones de su sueldo en alicoramiento y demas actividades, es parte de esta cultura de los medios que resalta las bondades de la vida contemplativa y abandona a su suerte los espacios parala educación, para la discusión y para la cultura, quedando estos en manos de individuos con pose de intelectual veredal que insisten en enseñarnos culturas aprendidas entre los parrafos de sinopsis y reseñas. lo seguire leyendo, cuidese.

Anónimo dijo...

Crear necesidades artificiales siempre ha sido un gran negocio.
Por ejemplo, no es una locura decir que muchas personas precisan de un celular por una razon u otra.
Pero necesitamos de un celular con bluetooth, mp3, camara y demas goodies? La funcion principal del celular es la de comunicarse. Si bien mas de uno hara buen uso de los goodies el resto los tendra por tenerlos.
Lo mismo con la cocina, la vestimenta y la diversion.

Astrolabio-jsa dijo...

Eso es: por nada del mundo comprar cosas robadas. Eso está bien. Y tampoco comprar cosas inútiles ni tapas de volcán. Saludo.